Publicado el 25 de noviembre
de 2018 en Saltillo 360, de Vanguardia
El título de la
columna es alusivo a la campaña de Bill Clinton en 1992, a nadie en particular.
Puntuales, todos los días dan cuenta del valor del
dólar, la bolsa, la gasolina, los doritos y los tacos de la bodega. Ya ni abro
el periódico, y es que tengo, por fortuna, tres o cuatro amigos agregados en
mis redes que cumplen la labor social de publicar tempranito todos los
indicadores económicos para platicarle al mundo de las atrocidades que provoca
un hombre con solo despertar por la mañana; y es que, sin despachar, ya es
culpable del robo del penacho de Moctezuma, de la descalificación de Daniel
Bautista en Moscú ´80 debajo del puente y de que Salmita no ganase un Oscar por
Frida.
Hablan de la bolsa como si tuvieran millones
invertidos en las empresas del señor X, o como si fueran accionistas de Soriana
cuando nomás tienen la tarjeta del ahorro, se quejan del dólar como si los
compraran para hacer negocios internacionales y no para ir a Laredo un sabadito
-de ida y vuelta-. Son aspiracionales, sin llegar a generales. Wanabe, pues.
No entienden, o no quieren ver, que el principio de
toda la economía es el valor real de las cosas. Por ejemplo, ¿Cuánto vale tu
constructora, con sus dos andamios, la vieja carretilla y una caja de
herramientas? Pues, a ojo de buen cubero, once mil pesos. Muy bien. Pero, ¿qué
pasa si a tu constructora le doy el contrato para construir un aeropuerto en
Texcoco? ¿Y si le subes cañón al precio por metro cuadrado de construcción en
el contrato? Ahhhh, pues pasa que de repente, aunque tus fierros nomás valgan once
mil pesos en Mercado Libre, para mí y para tus nuevos socios, la empresa ahora
vale cientos de millones. Productividad es lo que genera riqueza a un país, no
los negocios al amparo del poder, por más que sus beneficiarios sean esos
hombres que hablan bien bonito de estabilidad. Y pasa con carreteras, en concesiones
gubernamentales de aire, tierra y agua, en minería y comercio, en pesca,
ganadería y agricultura. El ogro no es el neoliberalismo como sistema, el problema
esta en la corrupción cobijada desde ahí en naciones bananeras.
Bolsa y dólar, indicadores económicos que nos traen en
jaque, suben y bajan por circunstancias tan variopintas como si matan a
Colosio, si Fox saca al PRI de los Pinos, si se escapa el Chapo o si se nos pierde
la mamá de Luis Miguel. Pero siempre, siempre, siempre, regresan dólar y bolsa
a su valor real, cuestión que tiene que ver con productividad, con valuaciones,
no con política. El problema, claro esta, es lo que pasa cuando empresas y
empresarios no valen lo que suponíamos. En efecto, vale madres. Nada más una
aclaración: no valen menos porque el mesías llegó como chivo en cristalería,
valen menos en la bolsa porque no valían en la realidad, por fincar la economía
en tráfico de influencias, de drogas y explotación de la naturaleza, sin
productividad; y claro que la vamos a pasar muy mal todos, pero es nomás un
ratito. Ya los verás sentaditos y aplaudiendo en la toma de protesta,
recogiendo las migajas de lo que antes fue pastel.
cesarelizondov@gmail.com
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