La Sonrisa del Campeón


Publicado el 21 de Agosto de 2010


Han pasado muchos años desde aquella comida. Era todavía un joven idealista para quien no existían los matices en el mundo y consideraba que todo se tenía que ver desde una sola óptica. Si algo no era blanco, tendría que ser negro. Desde esa perspectiva de las cosas fue decepcionante para mí la plática que tuve en aquella ocasión con una nueva contratación de los Saraperos de Saltillo.

Por alguna extraña razón coincidimos en un evento al que fuimos invitados por diferentes personas y motivos, por un más grande misterio fue que a la hora del banquete nuestros lugares quedaron uno junto al otro. Luego de la típica charla rompehielos acerca del clima, la economía y el tráfico vehicular pasamos a la siguiente fase del parloteo: ¿A que te dedicas?

De mi ordinaria exposición de cómo es que me ganaba los pesos pasamos a su extravagante forma de obtener sus dólares. En cuanto supe que estaba hablando con un jugador profesional de béisbol me di cuenta que la conversación había dejado de ser trivial al convertirse en una experiencia de vida para un aficionado regular de la novena saltillense.

Aquel reciente jugador de los Saraperos se percató muy tarde de su error. Ser una persona pública ó famosa y hacérselo saber a un simple mortal puede resultar tan entretenido como ser un vaso de agua y que alguien lo encuentre en el desierto. El pobre pelotero fingió estar interesado en lo que seguramente fue una simple variación de lo que escuchan cuando les habla un villamelón: La clásica disertación de lo que significa el equipo para la ciudad y que es lo que se debe hacer para lograr el campeonato.

El largo monologo que soportó aquel beisbolista estuvo salpicado de cifras, anécdotas, nombres, lugares y una que otra exageración que presencié, escuche ó viví durante mi niñez en relación al equipo de casa. Conforme avanzaba el dialogo poco a poco me fui dando cuenta que los nombres de Guadalupe Chávez, Gregorio Luque, “Carretas” Perez y Juan Navarrete apenas eran reconocidos por mi interlocutor como leyendas locales pero sin llegar a distinguir la aportación de unos y otros a la historia del conjunto; de cuestiones más particulares como las proezas de Harold King, Antonio Pollorena, Henry Cruz y Norberto Burke fue como si le estuviese hablando en otro idioma.

Pero el colmo fue comprobar que no conocía el nombre del alcalde, al Santo Cristo de la capilla, el Ojo de Agua, no sabía quien era Catón ni dónde estaban las gorditas de Doña Pola, sabía que Armillita fue torero pero no que era oriundo de aquí, jamás había probado el arroz huérfano y menos leído un poema de Manuel Acuña. Entonces comprendí que en aquella conversación solo había un deportista profesional y solo había un Sarapero de Saltillo. Uno era él, el otro era yo.

Pasaron los años y aquel jugador emigró a otra ciudad con un mejor contrato. Tiempo después lo vi en una foto del periódico sonriendo mientras sostenía el trofeo que tantas veces se nos negó a los Saraperos y me dio gusto verlo campeón aunque vistiera otro uniforme, mientras tanto aquí en Saltillo seguíamos esperando el título.

Seguí pagando mis boletos y mal siguiendo al equipo año tras año. Finalmente la temporada anterior pude disfrutar el primer campeonato sin asterisco de nuestros Saraperos. No quise que mis hijos esperasen otros 40 años para ver a su equipo coronado y por eso fue que los lleve el lunes pasado al estadio Francisco I Madero. Presenciamos un pésimo partido de béisbol, pero una gran fiesta para los saltillenses.

Durante los siguientes días no me canse de hojear los periódicos locales observando las fotos de los aficionados saltillenses que festejaron de todas formas y en todo lugar el bicampeonato, y, ¿Sabe usted una cosa?, las sonrisas en esos rostros me parecieron más orgullosas que la de aquel jugador con quien una vez hace mucho tiempo compartí el pan y la sal.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx


Mi primer moto y mi primer patrón QEPD

Publicado el 07 de Agosto de 2010 en el DIARIO DE COAHUILA y el 06 de Agosto en EL HERALDO DE SALTILLO

En memoria de Jesús Saade Charur (1943-2010)

    Verano de 1982. En plena adolescencia y habiendo dejado años atrás la fantasía de las navidades carecíamos de personajes ficticios a quienes pedir las cosas. Repentinamente uno se topa en la vida con una rara sensación al descubrir que su padre ha sido el ser bonachón que ha cumplido algunos caprichos, así que a mi hermano y a mí nos pareció lo más normal del mundo unirnos en aquella petición: Viviendo en una zona alejada de la ciudad era necesario tener una motocicleta. El argumento era que necesitábamos un medio de transporte para ir a la ciudad, la realidad era que queríamos experimentar la adrenalina del motocross.

Con la misma lógica mi padre nos respondió que ahí estaba la ruta de autobuses Saltillo-Ramos Arizpe para trasladarnos a la ciudad, y con la misma experiencia de saber que había en el trasfondo nos dijo que él no pondría en nuestras manos un vehículo motorizado que entrañaba grandes riesgos, pero que tampoco podría oponerse a que nosotros lo comprásemos. Nos prometió encontrar un empleo para que cumpliéramos nuestro sueño.

No fue difícil para mi padre hablar con algunos amigos y rápidamente obtuvimos un trabajo, así que antes de darme cuenta ya estaba laborando con mi tío Chuy Saade en la zapatería más prestigiosa de Saltillo. Aquel verano solo me concentraba en hacer matemáticas básicas para calcular cuanto ahorraríamos para poder adquirir el caballo de hierro. Termino el verano y tristemente vimos que a pesar de la buena paga el dinero no era suficiente para comprar una moto usada que ya habíamos acordado con su dueño. Luego de mucho lamentar la situación decidimos cambiar nuestros pesos a dólares para que no perdieran su valor y esperar un año más para volver a trabajar en vacaciones. Días más tarde José López Portillo daba el cerrojazo a su gestión devaluando el peso frente al dólar. Sé que no es algo que deba enorgullecerme, pero en aquel momento vimos como una simple transacción hizo que nuestros ahorros se multiplicaran. Prácticamente corrimos con el vendedor y obtuvimos por 38 mil devaluados y viejos pesos una Kawasaki KX 80cc modelo 1978 con la polvera trasera sostenida con alambres.

A partir de esa fecha, no perdí oportunidad de acudir con mi tío Chuy cada verano, en cada Semana Mayor y cada Diciembre buscando trabajo para acceder a los deseos que no estaban incluidos en el contrato de obligaciones Padre-Hijo que supongo suscribimos al escoger familia antes de venir al mundo. Durante toda mi juventud tuve la suerte de aprender de mi tío el economista lo que ponía en práctica como comerciante. Y año tras año, más y más jóvenes inquietos y ambiciosos se sumaban a esa especie de escuela de negocios en que se convirtió para nosotros la zapatería.

Conocí de mi tío la importancia de separar un conveniente bajo perfil personal de un necesario alto perfil profesional-empresarial. Entendí que el patrón tiene la obligación y el deber social de saber manejar los negocios ya que estos son fuente de trabajo constante, me enseño el gran sacrificio que implica estar con el ojo en el caballo, aprendí que las relaciones a largo plazo siempre serán mejores que las rápidas conveniencias, comprendí que el dinero puede a veces ser un medio pero nunca un fin, supe por sus enseñanzas que en cualquier negociación el que más habla es quien más cede. Observé de primera mano que el comercio tiene que ver con personas más que con mercancías.

Hoy que mi tío ha dejado este mundo, no puedo dejar pasar la ocasión de reconocer su valor y el de mi tía Rima al poner en riesgo su fuente de ingresos permitiendo que un grupo de jóvenes con menos virtudes que ganas aprendieran el oficio de empresarios. Pocas cosas en la vida hay más gratificantes que ofrecer la dignidad de un empleo productivo a la gente, mi tío Chuy debe sentirse muy orgulloso de haberle dado tantas oportunidades a tantas personas.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Chicharito Presidente

Para publicarse el 04 de julio de 2010


No es que me adhiera al monstruo de mil cabezas cuya razón se nubla durante algunas horas en función al desempeño de los gladiadores modernos que en el campo de juego dejan constancia de su entrega, preparación y capacidad atlética. Tampoco es que el deportista mexicano más reconocido del momento tenga en mí ese efecto que en el sexo femenino ha ido desde el instinto maternal hasta la proposición de matrimonio en cadena nacional. Por supuesto que tampoco es que el ex delantero de Chivas y próximo jugador en Europa haya expresado en alguna ocasión ideas para guiar a los mexicanos a un futuro más próspero y prometedor.

No, el deseo no es que el Chicharito, Rafa Márquez ó hasta el mismo Guille Franco sean quienes lleven las riendas del país; la aspiración más bien es que aquellos que dirigen a la nación muestren la vergüenza, el compromiso y el amor por México como lo hicieran los seleccionados nacionales el pasado domingo en las entrevistas que les hizo Miguel Gurwitz de televisa deportes horas después de quedar eliminados ante Argentina de la Copa Mundial Sudáfrica 2010.

Plagiando de la obra de Thomas Harris el término, el domingo negro que recién sufrimos los mexicanos me envió temprano a mi hogar con doble resaca, la peor era el malestar anímico de nuevamente presenciar como nuestras esperanzas de avanzar a la siguiente ronda en el certamen deportivo más popular del mundo se quedaron en ilusiones ante un digno rival que en la cancha fue mejor que los nuestros. Así, sin más adjetivos que el frio marcador final.

Sabedor que en mi persona no cabría más emoción en lo que resta del mundial una vez eliminado mi equipo, decidí ver por televisión la cobertura informativa que aún había en torno al partido. Del análisis de los expertos a la belleza de Montserrat Oliver, de las ocurrencias del compayito a las irreverencias de Facundo y de las repeticiones de la jornada a lo repetitivo de Derbez. Entre toda la paja, estuvieron ahí las interesantes entrevistas de Gurwitz.

Con la moral por los suelos, algunos jugadores accedieron al entrevistador a darle sus impresiones de lo que acababa de suceder: Con varios equipos europeos a sus pies, luego de concluir en lo individual un exitoso debut mundialista durante el cual ha sido calificado como el mejor mexicano y en dónde marco dos goles, toda la atención de Javier “El chicharito” Hernández estaba en el sentimiento de haber fallado por no lograr como equipo más triunfos para la afición mexicana. Por otro lado, a pregunta expresa de la importancia que tenía el record impuesto ese día por Rafael Márquez como el mexicano con más partidos disputados en la historia de los mundiales, Rafa, el defensa que conquisto Barcelona, solo respondía una y otra vez que nada valía su logro personal cuando a nuestro país no había podido darle un gusto en estos momentos de tanta problemática social. Finalmente, en el último diálogo explotaron las lágrimas de un profesional como el Guille Franco al sentirse impotente por no haber hecho la diferencia positiva para pagarle a México todo lo que ha recibido desde que adopto nuestra nacionalidad.

Perfecto sería que las entrevistas de Gurwitz fueran un referente en el futuro, pero no necesariamente por su valor periodístico, sino como la muestra pedagógica que estos futbolistas dieron a todos los mexicanos de lo que es el compromiso con su país más allá de las válidas aspiraciones personales, de cómo es que aún en los más altos estándares se puede tener humildad para pensar en los demás y sobre todo de cómo debemos aprender de su actitud profesional, la cual definitivamente nos dice que cada uno de nosotros tiene la obligación de hacer lo que mejor sepa hacer en su propio beneficio, pero siempre conscientes de ser parte de un proyecto mayor llamado México.

El fútbol no es el país, pero si empresarios, políticos, líderes de opinión y público en general pudiésemos tener el coraje, la entrega y el orgullo por la patria para sentir su peso en nuestras espaldas como revelaron en esas entrevistas nuestros seleccionados, tendríamos un pie en el primer mundo, tal como lo tienen ellos.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Nuestros males. ¿Causas ó consecuancias?

Publicarse el 12 de Junio de 2010

¿El huevo ó la gallina? La cuestión que intenta saber que es primero inevitablemente emerge cuando se habla de la evolución, círculos viciosos, virtuosos ó incluso de la forma y perspectiva de interpretar las cosas. La pregunta es ancestral y aunque en la actualidad la incertidumbre creacionista ha quedado resuelta por los descubrimientos científicos, el dilema seguirá siendo una referencia de la humanidad siempre que vacilemos a cual origen endosar que resultado.

 

El prólogo me pareció adecuado para ilustrar la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en los problemas que sufrimos, ya sea en lo individual ó en la colectividad. Me parece totalmente injusto culpar a la juventud de muchos de nuestros males comunes, escucho repetidamente como los adultos nos preguntamos adonde llegaremos con estos jóvenes actuales sin darnos cuenta que su comportamiento es una consecuencia de lo que somos como sociedad, nunca una causa. Igualmente me parece patético quejarnos de que la agenda de la delincuencia organizada rija nuestras vidas cuando hemos sido nosotros mismos quienes al privilegiar la vida fácil abrimos una puerta que hoy quisiéramos cerrar. Y en el colmo de la inocencia, seguimos creyendo que personajes como la maestra, el líder obrero, el del sindicato petrolero, el dinosaurio del partido político ó el diputado aborregado son la raíz del fracaso nacional cuando realmente son el fruto de una ciudadanía chiquita, apática, agradecida con la dádiva é indigna de mejor representación.



Como colofón al párrafo anterior, cuando era niño y por lo tanto cada adulto decía que en mi estaba el futuro de México, los hippies eran la encarnación del pecado y seguro estoy que no obtenían sus estimulantes por generación espontanea, la delincuencia organizada ya existía y además tenía una segunda modalidad en forma de grupos ideológicos extremistas, el sindicalismo solo era diferente al actual en los membretes de sus líderes y el sistema político local y nacional funcionaba de forma similar a como lo hace ahora, de hecho si usted consulta una hemeroteca verá que los apellidos de los que “si saben” de administración pública no han cambiado mucho.


Hoy me doy cuenta de lo cómodo que fue para la generación anterior no responsabilizarse del futuro y cargarle esa tarea a una niñez y juventud que solo tuvo el ejemplo de creer en el destino como algo dispuesto y no como algo que había que construirse. Misma descendencia que al alcanzar ese número mágico llamado año 2000 pensó que el simple cambio de siglas haría que todos los males se convirtieran en bienes y que al chocar con la cruda realidad no ha tenido una mejor idea que volver a abordar el tren desde el cual nuevamente decimos: En los niños esta el futuro. Jajajaja, Presidentes, Gobernadores, Alcaldes y hasta el mismo diablo lo escucharon en sus casas. Y créeme, ninguno de ellos está viendo por el mañana de tu familia, quizás eres afortunado y si estás en su proyecto presente, pero ni por asomo los intereses generales están en el porvenir que se están construyendo.



Y nuevamente llegamos al punto de la cuestión inicial ¿Qué fue primero, un país sin arreglo ó un pueblo que no lo quiere arreglar? ¿Los males son la causa de lo que somos ó son la consecuencia de lo que hemos sido? Ni duda cabe, solo basta preguntarnos si realmente queremos que nuestros hijos vivan en la mismas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales actuales para darnos cuenta de que debemos ejercer el poder de romper el injusto ciclo de acomodarnos hoy en perjuicio de las generaciones futuras como lo hemos venido haciendo desde hace tanto tiempo. Es cierto, en cada rubro hay opresores, ventajosos, sometidos y servilistas, pero también es verdad que en cada individuo existe un reformista queriendo cambiar las cosas.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx







21k: Espectador, también es tu carrera

Publicado 05 Junio 2010

Noble sentimiento del ser humano es alegrarse por los éxitos ajenos, y es el deporte una actividad en dónde ese efecto se advierte tanto con nuestros cercanos como con perfectos desconocidos. Fácil es recordar momentos en que presenciamos el logro de alguien, ya fuese familiar, amigo, famoso ó intrascendente, al ver con que orgullo un ganador accede a un podio, levanta un trofeo ó se cuelga una medalla, siempre provoca en nosotros un dejo de felicidad por aquella persona.

Cada quien en sus aficiones y en sus círculos, pero todos renovamos espíritu al vivir esos momentos. Hace unos meses la ciudad completa se emociono con nuestros Saraperos, durante los años ochenta Fernando Valenzuela nos hizo vibrar como mexicanos, contemporáneo fue Hugo Sánchez en el fútbol español y en años recientes mujeres como Ana Gabriela Guevara y Lorena Ochoa nos hicieron conocer el júbilo al demostrar que los sueños se pueden alcanzar. Similarmente, tener noticias de que algún conocido nuestro ha obtenido una victoria de cualquier tamaño nos ha hecho pensar cuan merecido es que esa persona tenga la dicha de saborear las mieles del triunfo.

Estar al tanto que individuos comunes alcanzan hazañas extraordinarias despierta la genuina admiración por el sacrificio físico y sobretodo psicológico que exigen las arduas sesiones de entrenamiento así como el rendimiento durante el día de la competencia. Las pruebas de fondo, como es entre otras disciplinas el medio maratón, son rigurosos exámenes de carácter que fortalecen la capacidad humana de los participantes, insisto, tanto atlética como mental.

De ahí la gran importancia que para este tipo de eventos tienen los miles de espectadores, voluntarios y patrocinadores que llevan a buen fin la carrera. Haciendo números, fácilmente encontramos que la gente alrededor del certamen es inmensamente mayor al número de corredores, ya que calculando a estos últimos en más de tres millares para el 21 k de Saltillo, podemos hablar de alrededor de veinte mil asistentes y voluntarios en las calles por dónde se desarrolla.

Lo trascendente de quienes con su presencia hacen de este acontecimiento algo tan especial para el deportista de fin de semana es el hecho de que, por una vez en la vida, nos hacen sentir como verdaderos gladiadores del deporte, nos dan la ocasión de apreciar lo que sienten regularmente solo un puñado de excepcionales atletas: El reconocimiento y aplauso del público.

Muy, muy especial será nuevamente terminar de subir la cuesta de Urdiñola entre vítores de cientos de saltillenses, atravesar el Centro Histórico sabiendo que las personas ahí reunidas estarán transmitiendo energía, recorrer por primera vez avenida Universidad con el fondo del Ateneo Fuente y bajar por el bulevar Carranza, más adelante subir por Abasolo con más corazón que piernas dónde seguramente habrá innumerables familias exhortándonos a no claudicar, dejar atrás Valdés Sanchez para tomar brevemente Chihuahua y luego adentrarnos en el puente a desnivel que desemboca en Presidente Cárdenas para de ahí finalmente entrar en la más increíble sensación deportiva que puede experimentar un tipo normal: Una valla impresionante e interminable de gente cuya atronadora ovación se prolongará por los últimos miles de metros, es lo más cercano que un individúo que no viva del deporte pueda estar de sentir la gloria.

Por todo lo anterior, amigo lector, si usted sale como espectador este domingo a las calles de Saltillo puede estar seguro que su presencia será una gran inspiración para el corredor común y corriente, ese que solo busca vencerse a si mismo, ese que sabe que con un tenaz esfuerzo, puede provocar en usted un noble sentimiento de alegría.
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El vaso casi lleno

Publicado el 22 de Mayo de 2010


Hay algo que nunca deja de impresionarme. Cuando he arribado a la ciudad de México por aire siempre me ha gustado ver la inmensidad de la urbe más grande del mundo. De noche, cuando uno se va aproximando puede empezar a observar las luces de la metrópoli y el efecto óptico hace que aquello asemeje a un asador gigantesco, el conjunto de brillos color naranja parecen ser las brazas que nos recuerdan las parrilladas de nuestra tierra. De día, empezar a ver bajo el avión construcciones y seguir volando durante mucho tiempo sobre casas y edificios viendo hacía el horizonte la interminable aglomeración de calles, colonias y barrios, me provoca un sentimiento de humildad mezclado con un cierto temor ó cautela para abordar la gran ciudad.

Conforme vamos descendiendo, es fácil identificar símbolos de la capital mexicana como el Castillo De Chapultepec, la Torre Latinoamericana, los edificios de Pemex y de Banorte, el Campo Marte y por supuesto, en un día despejado se observa también el Popocatépetl. Más a detalle empiezo a distinguir trazos de avenidas, comercios, parques y finalmente hasta viviendas. Y al observar los techos de las casas es cuándo siempre me doy cuenta de las infinitas posibilidades que este país ofrece.

Al ver las losas impermeabilizadas con el característico color rojo-ladrillo imagino el colosal negocio que supone proveer del recubrimiento a los habitantes defeños, reparando en lo negros tinacos también surge en mí el pensamiento de lo importante que debe ser la empresa que tantos depósitos de agua produce. Así hago un recuento de todo lo que se consume diariamente en esos millones de hogares y admito un pequeño amargor por no formar parte de aquellas organizaciones que todas esas necesidades cubren.

Supongo por otro lado, que cada persona percibe algo diferente en ese gran mosaico. Con seguridad para un político esa vista le debe causar un hormigueo en todo el cuerpo pensando en cuantos votos pueden salir de ahí; un vendedor de llantas percibiría diferente su negocio si puede creer que todos los vehículos que se mueven todo el tiempo en todas direcciones son clientes potenciales; un cantante quizás quisiera calcular cuantos discos puede vender en un solo municipio y el locutor de la radio analiza hasta que rincones más allá de la mancha urbana puede llegar su voz.

Y toda proporción guardada, lo mismo ocurre si observamos nuestro Saltillo desde el más alto de sus edificios, desde el vértice de un puente ó desde el mirador de la ciudad. Es una terapia que siempre ayuda cuando parece que la falsa realidad nos abruma. Ya sea que estemos buscando trabajo ó clientes, observar desde lo alto la ciudad nos pone en la perspectiva de grandes oportunidades; buscando votos ya sea para perpetuarse en el poder ó para derrocar al gobernante, la mirada desde lo alto nos ofrece la visión de cientos de miles de electores.

Por supuesto, siempre podremos ver el vaso medio vacío y pensar que más que oportunidades allá afuera existen riesgos, es como aquel punto negro en la hoja de papel dónde elegimos ver la mancha en lo blanco en vez de un nítido cuadrado dónde casi pasa desapercibida la imperfección, pero esa es precisamente la actitud que cada quien en lo particular debe combatir. Con una visión de altura, el evangelista debe ver las posibilidades de una gran Iglesia más que los pecados de sus colegas; la sociedad puede imaginar cuantas personas bienintencionadas existen y reconocer que la delincuencia es un lunar más que un cáncer; los ciudadanos vemos como los pueblos están conformados por individuos productivos y no por políticos voraces. Ya basta de insistir en que el vaso esta vacío, porque bien visto, el vaso está casi lleno.
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22 Mil muertos: 3 historias y un final

Publicado el 17 de Abril de 2010


1.- Era el último tramo del siglo pasado y en la región sureste de Coahuila vivíamos un fenómeno nunca antes visto, el pleno empleo. Aquel acelerado desarrollo de nuestra región trajo como consecuencia inmediata las clásicas dos noticias para mi desempeño como comerciante:

La buena era que con una población económicamente activa aumentando mes con mes, las ventas evolucionaban a la par y el negocio florecía sin más apuros que los arrojados por la segunda noticia… La mala, que era la imposibilidad de mantener una plantilla de vendedores en un mercado laboral cuya dinámica obedecía a la ley de la oferta y la demanda en dónde existía menos mano de obra para más trabajo; así que el problema consistía en que la misma rapidez con que desplazábamos la mercancía era proporcional a la rotación de personal. Para un pequeño empresario que solo había escuchado de crisis desde la niñez, era el paraíso tener complicaciones de reclutamiento si esto obedecía a que las ventas subían como la espuma.

2.- ¿Usted cree que existen indestructibles? Escoja usted al villano de su agrado y yo más tarde le diré como acabar con ellos: Bimbo, Telmex, Femsa… Empresas con ventas anuales rondando los 12 mil millones de dólares y cuya planta laboral es mayor a las 100 mil personas. A uno por mocho, a otro por monopolizador, y al tercer grupo solo por joder, pero una constante en el sentir del mexicano es omitir la meritoria columna de los cientos de miles de empleos que generan ellos (no los gobiernos) para enfocarse en el deslumbrante rubro de los ingresos, al cual primero habría que restarle sueldos, insumos e impuestos para empezar a satanizar. Pero somos cangrejos y en la tina estamos.

3.- Todos conocemos el pasaje en el que Jesús reta a que alguien de la muchedumbre lance la primera piedra. Esta inteligente historia nos ilustra que como masas somos justicieros, bestiales y rencorosos mientras que como individuos podemos ser racionales, inteligentes y nobles.

Es un patrón que seguimos como sociedad, acostumbramos pensar y actuar como lo hace la masa, aún cuando dentro de nosotros esa voz nos indique que vamos equivocados.

Final.- 22 mil muertos relacionados en la lucha contra la delincuencia organizada en lo que va del sexenio, como sociedad gritamos que la estrategia del gobierno federal esta mal trazada aunque como individuos cada uno de nosotros sabe discernir perfectamente donde esta el error.

22 mil muertos… Que le maten una quinta parte de los empleados a los villanos capitalistas favoritos y veremos si el caos logístico no los quiebra en unos meses. Consumo… Que dejemos de comprar gansitos, hablar por teléfono y de tomar cerveza a ver donde queda el poder de Servitje, Slim ó los Garza.

Pero la realidad del párrafo anterior hace que por fin tenga sentido la historia número uno: Primero, mientras el consumo siga en aumento no habrá negocio malo, ya sea este de pastelillos, comunicaciones, bebidas ó drogas. Segundo, mientras la sociedad civil siga dotando de trabajadores a los giros sucios estos seguirán operando sin pestañar aunque se maten entre ellos. Cuando la cantera de jóvenes es interminable por una cuestión de formación, los cárteles siguen reclutando personas porque aún sabiéndose culpables en lo individual, se escudan en la condena general a un gobierno que lo único que puede hacer ahora es lo más sensato: Dejar que la sociedad escoja entre seguir enviando a sus hijos a los sicarios ó empezar a formar con valores.

22 mil muertos… Vaya problema de rotación de personal. 22 mil trabajos que ya fueron ocupados por otros tantos. Con esas bajas y sin recontrataciones ninguna empresa hubiera sobrevivido.

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Las Meninas: ¿Podemos pintar como Velázquez?


Publicado el 27 de Marzo de 2010


En el Museo del Prado de Madrid, en España, se encuentra un impresionante lienzo de poco más de tres metros de alto por dos punto setenta y seis de ancho: La familia de Felipe IV, mejor conocido como “Las Meninas”. La obra es tan popular que repetidamente la distinguimos en diversas publicaciones de arte ó en litografías que adornan algún muro. En su boceto, el autor plasmó a la familia real española, siendo la infanta Margarita la figura central en apariencia, pero escondiendo el artista la verdadera intención de la pintura. Es el trabajo distintivo de Diego Velázquez, artista español que sirvió a la corte ibérica en el siglo XVII. La obra ha sido calificada por algunos como la teología de la pintura por la genialidad del artista al heredar para la posteridad un cuadro que se presta para diversas interpretaciones


Si usted hace memoria, recordará que en el retrato de la infanta aparecen otros personajes entre los que sobresalen las figuras de la pareja real reflejadas en un espejo al fondo del salón y el propio artista, asomado detrás de un lienzo que por sus dimensiones parece ser el mismo que estamos observando. Para no enredarnos diremos que existen dos pinturas: La existente es la que nuestros ojos ven y la imaginaria es la que realiza el autor que aparece en la real. De ahí es donde surgen todas esas conjeturas que hacen de la famosa obra pictórica uno de los objetos más reconocidos en el mundo.


Algunas de las cuestiones que hacen de Las Meninas algo que ha trascendido el ámbito artístico para adentrarse en el filosófico: El óleo imaginario en el que trabaja el español dentro de la pintura, ¿Es un retrato de los Reyes que estarían enfrente de él (recordar que están reflejados en el espejo al fondo del salón) ó es la misma escena que vemos y la copia reflejada en otro espejo? Si sus modelos fuesen el Rey y la Reina, entonces la obra real es la visión que el matrimonio tendría de la escena en general al posar para otro cuadro. También se especula que por aquellas fechas el monarca no quería ser dibujado debido a su deplorable estado físico y la única manera que Velázquez habría encontrado de incluirlo sería reflejado en un espejo.

Todas suposiciones. Al final de cuentas la única certeza es que el pintor logró hacer su trabajo incluyéndose a si mismo, dejando a la imaginación del observador si la escena es vista por él a través de un espejo ó si es la perspectiva del Rey lo que captó en Las Meninas.


De regresó a la actualidad, al tratar de entender a Velázquez concluimos que la agudeza de su tarea fue representar muchas cosas haciéndolo parecer desde el punto de vista de otros (el Rey) ó el espectador, dejando constancia de su mano en la labor (autorretrato) pero responsabilizando del enfoque a quien se ponga en el sitio del monarca. Algo parecido a los malabares que hoy debemos hacer como opinión pública en los temas que tanto discutimos.


Pongámosle nombre al Rey: Gobierno, crimen organizado, Iglesia, sociedad, modelo económico.


¿Podemos ser tan creativos como Velázquez para ser los pintores y protagonistas de nuestras propias obras aún pareciendo que nuestros destinos son trazados por la visión de terceros? ¿Podemos señalarle al Estado las políticas públicas haciendo creer a los gobernantes que son ellos quienes las diseñan? ¿Podemos enfrentar con valores al crimen organizado aparentando cobardía ó resignación? ¿Podemos ser fieles a nuestras religiones sabiendo que algunos de los reyezuelos que las dirigen resultan indignos de estas? ¿Podemos convivir en una sociedad que privilegia la decadencia sin caer en lo mismo? ¿Podemos ser parte de un modelo económico neoliberal sacando más provecho de nuestros consumos que aquellos que nos los proveen?


Como en Las Meninas, todo es cuestión de espejos, perspectivas, interpretación e ingenio.


cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Darwin, escuelas e IP de Coahuila

Publicado el 20 de Marzo de 2010
Diferente a la percepción popular, la evolución de las especies se da gracias a las habilidades preexistentes en los seres vivos, de manera que es erróneo pensar que la jirafa haya ido alargando su cuello paulatinamente a través de generaciones para alcanzar las ramas altas dónde encuentra su alimento. Lo correcto es saber que debido a que en los genes de sus ancestros existía la probabilidad de un largo pescuezo, este animal pudo evolucionar en un momento dado esa particularidad para adaptarse al medio ambiente que habita.

Así tenemos también que por omisión se quedan guardadas en los diferentes linajes características que aún no son ó ya dejaron de ser necesarias para su evolución, por ejemplo diremos que la anatomía de la gallina no es apta para volar porque no lo necesita y que los humanos no desplegamos branquias ya que respiramos con otro sistema, tampoco desarrollamos una cola porque actualmente ya no tiene razón de ser, pero eso no oculta el hecho de que ambas cosas están inscritas en la genética del hombre moderno. Por consiguiente, nos encontramos con que aquellas razas que carezcan de los rasgos evidentes ó por evolucionar necesarios para adaptarse a los cambios que la naturaleza pueda presentar, están destinadas a la extinción.

Y de esta Darwiniana introducción saltamos hasta nuestro espacio y nuestro tiempo, aquí estamos en este México de todos acotados por crisis económicas recurrentes y en el Coahuila de la gente con una cultura empresarial pobrísima, dando en ambos casos el resultado de una tierra ideal para la proliferación de escuelas y universidades cuya misión es dotar a las maquiladoras de trabajadores que cubran el perfil requerido para esa triste realidad que nos hemos forjado durante mucho tiempo: Ser exclusivamente un pueblo proveedor de mano de obra.

Así como en el caso de la gallina, estos centros de estudio sacan graduados equipados con un par de alas, pero que difícilmente pueden volar; aún siendo aves no son equiparables al cóndor ó al águila. De igual forma, con esta modalidad de educación observamos como las aptitudes que han de desarrollarse para llevar al individuo a niveles superiores de realización personal quedan escondidas ante la oferta laboral de trabajos cuyo reclutamiento recuerda más a la milicia que a la avaricia, entendiendo esta última como deseo de superación.

De ahí que nuestro futuro siga estando fuertemente ligado a las decisiones, usos y costumbres de los gobernantes, empresarios y consumidores de cualquier lugar del mundo. Desde la iniciativa privada seguimos impávidos a que nuestro porvenir este anclado a lo que venga de afuera ya que nos hemos resignado a ser receptores y no generadores del desarrollo, ya sea este mundial, nacional ó regional.

Seguirán pasando las generaciones, y si no hay quien se ocupe de formar ciudadanos que propongan una evolución en nuestra manera de entender el bienestar y la dignidad económica, aquellas virtudes que tuvieron los Emilios, los Isidros ó los Pourcells, se irán borrando de nuestra genética productiva para quedar abrumadas por las nuevas formas de allegarnos satisfactores económicos.

Es una pena poder respirar bajo el agua y no hacerlo. ¿Seremos los mexicanos y los coahuilenses una analogía de lo que pasa con las branquias del ser humano durante su gestación? Peor aún, tener alas y no poder volar debe ser frustrante para la gallina. ¿Cuántas generaciones nos faltan para llegar a ese punto de nuestra historia empresarial en dónde todo vestigio de haber podido volar haya sido borrado por esa complacencia de negarse a evolucionar?

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

¿Porqué la carestía del Tequila será signo de oportunidad para Coahuila?

Publicado el 26 de Enero de 2010


Empezamos la semana pasada a escuchar que el empleo comienza a recuperar terreno en nuestro estado. Más de cinco mil trabajos llegaran a la entidad y el ambiente económico se torna optimista. Pero más allá de las obligadas posturas triunfalistas y las consabidas alzas de cuello, esperemos que las autoridades de los tres niveles de gobierno centren ahora si la atención en el necesario desarrollo de la actividad productiva de nuestra tierra para depender menos del consumo de nuestros vecinos del norte.

¿Cómo lograr el tan ansiado desarrollo económico cuando nuestra propensión ha sido históricamente ser un pueblo maquilador? ¿Cómo crear empleos localmente (30 mil se prometieron en campañas además de otros tantos que vendrían de afuera) cuando nuestra vocación empresarial es más especulativa que productiva? ¿Dónde están las oportunidades para Coahuila?

Aunque parece un mal chiste, las respuestas a estas preguntas así como nuestro futuro lo podemos fincar en lo mismo que nos amenaza como exportadores de mano de obra: China e India.

Ahora que la economía mundial esta nuevamente al alza, volveremos a toparnos con algunas variaciones de la noticia que ya sacudió al planeta en 2008, una nota de la que la opinión pública no pudo entender lo que había detrás y que fue tristemente utilizada políticamente en lugar de haber sido constructivos en aquel momento. Aquella información trataba de la insuficiencia de granos para la demanda total del planeta. Si usted recuerda, el debate en nuestra nación sobre el tema fue mayormente un intercambio de acusaciones entre partidos políticos por la falta de previsión para el abastecimiento en un problema que nadie supo anticipar y muy pocos pudieron explicar, una escasez y carestía provocada por un aumento en el consumo y no por una baja en producción.

Ese aumento en el consumo que hizo trastabillar al mundo, fue producto de casi dos mil quinientos millones de personas que habitan los dos países más poblados del orbe y que anteriormente poco gastaban debido a la pobreza de sus economías. La ecuación es muy sencilla, cuando hay empleo se termina el hambre y se demandan mucho más bienes, empezando claro está por los de primera necesidad.

Y aquí estamos en Coahuila iniciando el año 2010 enterándonos de una temporada extraordinaria para los productores de nuez de la región, quienes se encontraron con que el precio, como consecuencia de una altísima demanda se cotizo bien, esto hizo que además de colocar toda la producción, lo hicieran con un gran margen de ganancia. ¿Porqué la desmesurada demanda? Lo adivinó usted, los chinos y los hindúes empiezan a especializar sus consumos hacía productos más sofisticados.

Y podemos estar seguros que la tendencia continuará, de manera que de lo básico han empezado a migrar a productos más complejos y más adelante lo harán hacía el lujo. Imagine usted lo que significará para la franja agavera jalisciense cuando esa tercera parte del mundo tenga los recursos para comprar tequila, no habrá producción que pueda cubrir la demanda y el precio se irá hasta las nubes, yo le recomiendo ir haciendo su cava. Lo mismo sucederá con cualquier producto que tenga aceptación en el mercado mundial.

Esa es nuestra mejor salida, voltear un poco hacía el campo para evaluar las oportunidades de nuestro suelo; manzana, papa, nuez, vinos, algodón, chiles, melones, ropa, pisos, vidrio, etc. Todo, absolutamente todo lo que se produzca en el mundo será insuficiente para cubrir las necesidades de oriente, de modo que los pueblos que puedan ser productores serán aquellos que logren desarrollarse, los que no lo hagan así estarán destinados a ser exportadores de mano de obra, en un círculo vicioso cada vez más difícil de romper.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

2% de IC = 0% de IQ

Publicado el 12 de Septiembre de 2009 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

Este hombre despertó de madrugada con una gran cruda, había ingerido cantidades industriales de cerveza y su cuerpo le exigía agua. Se dirigió a la cocina y abrió el grifo, por el orificio solo salía un pequeño chorro que pronto se convirtió en goteo. Contrariado, apurado y sin meditar mucho lo que hacía, pensó que los manerales estarían atascados por lo que decidió girarlos aún más en contra de las manecillas del reloj, estos estaban en la posición de máxima abertura pero el personaje de nuestra historia no podía pensar con claridad, así que continuo forzando los grifos hasta que los quebró.

Sin inmutarse demasiado, arranco de la base del fregadero las llaves mezcladoras esperando ver salir un torrente de agua que para su desgracia no apareció. Entonces, en un arranque de furia se dirigió al cuarto de herramientas de donde trajo un talache con la intención de romper la pared en el lugar en el que estaría la tubería con agua.

Empezó a dar golpes en los duros ladrillos. Poco a poco estos empezaron a caer conforme la destrucción avanzaba; de repente, un agudo ruido le hizo saber que por fin había dado con un tubo, el pequeño sentimiento de alivio se convirtió en horror cuando empezó a escapar el gas. Torpemente fue hasta el tanque que tenía en el frente de su casa y de alguna forma pudo cerrar la llave de paso para terminar con la pesadilla del gas.

Siguió con su faena hasta que destrozó una manguera por dentro del hormigón: El cableado eléctrico. De pronto todo quedo en oscuridad y nuestro hombre entendió que había provocado un corto que ahora lo tenía en tinieblas. Finalmente, apesadumbrado, cansado y derrotado por la falta de agua, recordó que ese amanecer era sábado y que por lo tanto el día anterior no había caído agua en su tinaco, razón por la que de los grifos nada salía.

Vio su cocina, y se dio cuenta de que además de tener un déficit de agua, había destruido la tubería del gas, había echado a perder la instalación eléctrica de toda la casa y por si fuera poco, tenía un gran muro totalmente demolido.

Imposible sacar más agua de la que tiene el tinaco, y si este esta vacío no habrá poder humano, galáctico ó divino que logre exprimir una gota de donde no existe. Obviamente la solución no es abrir más las llaves, dejar las tuberías expuestas ó botar la llave de paso; la única respuesta sensata es llenar de agua el tinaco.

Es la analogía más clara que puedo encontrar para señalar el garrafal error que supone el paquete planteado por el ejecutivo federal para solventar el presupuesto del próximo año. Intentar tapar el boquete que el gasto corriente del gobierno ha provocado en las finanzas públicas con más imposiciones fiscales a los consumidores, es creer que la solución al déficit se arregla forzando al contribuyente a pagar más impuestos cuando no se genera más riqueza; es querer sacarle más agua al grifo cuando nada cae en el tinaco. Por supuesto, lo pueden llamar combate a la pobreza ó como quieran, pero igualmente no se puede eliminar la miseria con más pobreza.

¿Cuánto representa en la economía de un país un impuesto del 2% al consumo de alimentos y medicinas? La respuesta es esa misma cantidad que deja de utilizarse en ropa, calzado, muebles, llantas y cualquier otro rubro que usted imagine. ¿Cuánto le cuesta al sector productivo un impuesto del 3% sobre depósitos en efectivo? Esa misma cantidad que deja de gastarse en tecnología, capacitación, sueldos, etc.

Generar riqueza, es la única manera de llenar sostenidamente un tinaco que está próximo a quedar vacío. El paquete que propone el ejecutivo no es ni por asomo la respuesta, esperemos entonces que esto no se convierta en un intercambio de concesiones entre fuerzas políticas porque de resultar así, no solo van a acabar con la cocina, derrumbarían la casa entera.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Ya merito no. Mérito sí

Publicado el 29 de Agosto de 2009 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

El mejor equipo es el campeón, no el que más trofeos tenga en sus vitrinas ni el que más tradición pueda presumir. Así, tenemos que el rey del fútbol mexicano es Pumas, Brasil lo es en nuestro continente y la madre patria es quién domina el balompié Europeo, Pittsburgh es el número uno en la NFL, Lakers en la NBA y Filadelfia en el béisbol de las grandes ligas. Notables ausencias de Chivas y Águilas en nuestro fútbol, Argentina en Sudamérica y Alemanes e italianos en Europa; omitidos también Dallas y San Francisco en la NFL y por supuesto los yanquis en el béisbol de la máxima categoría. Por está ocasión, en el béisbol de la liga mexicana de verano no figuran los nombres de Diablos ó Sultanes en la serie final. Esta vez nuestros Saraperos enfrentan la oportunidad de proclamarse campeones absolutos y ser el número uno durante toda una temporada, ocasión para colocarse por encima de alcurnias deportivas, glorias pasadas y dinastías acabadas. El campeón es aquí y ahora, el pasado caducó, el presente es el orgullo y debe ser perspectiva del futuro.

En las últimas cuatro décadas muchas cosas han pasado en nuestra entorno: Un depuesto gobernador, alternancia en el poder ejecutivo municipal, auge industrial, arribo de comercios de nombre mundial, transformación en infraestructura urbana, falta de agua, privatización del agua, equipos profesionales de soccer y americano, campeones nacionales en diversas disciplinas amateurs, ola de violencia, consolidación y caída de empresas locales, ir y venir de medios impresos.

De esos más de treinta y cinco años podemos recordar porqué cierta zona de Saltillo es conocida como “el reloj”, si alguien le llama “la danesa” al lugar donde compra la nieve los domingos, si la avenida La Salle suena más a camiones Dina y autos VAM que a pasteles, si se comió alguna vez en el “Dik Dik”, haber visto películas en el cine Saltillo. Si usted reconoce algo de lo que escribí anteriormente, seguramente revive aquellas gloriosas temporadas de los Saraperos terminadas en dolorosas derrotas en las series de campeonato. Recordará aquella primer serie de los años setenta en la que se esfumo una ventaja de tres juegos ante Jalisco, de dos series más perdidas en los inicios de la franquicia, del asterisco que marca el campeonato sin series finales eclipsado por una huelga, de la serie de 1988 con el magistral pitcheo de Salome Barojas por el México durante el quinto juego, la sequía de los años noventa, y recientemente las dos amargas derrotas en la era Ley.

Hoy en día, “el reloj de la Ford” quizás sea un cuarzo de pulsera que le regalaron, “la danesa” ahora es Nestle, “la Dina” no existe más, en el “Dik Dik” venden ropa de dama, donde estuviera el cine Saltillo hoy venden muebles. Quizás usted ya tiene canas, ayer asistía al estadio Madero con su padre y hoy lo hace con sus hijos ó sus nietos. También puede ser que usted no se encuentre en los casos mencionados, probablemente sea un joven que nada recuerda de lo anterior ó quizás usted sea una persona afortunada de las que el destino trajo a vivir a esta adoptadora ciudad. En cualquier caso, en la zona sureste del estado de Coahuila solo hay una constante desde hace casi cuarenta años: el equipo de Saltillo, Saraperos.

Vamos al estadio y observamos en las bardas de los jardines los números retirados de Miguel Solís, Juan Navarrete, Lupe Chávez, Marcelo Juárez, Gregorio Luque, Carretas Pérez, y nos damos cuenta de que por más que hayamos cambiado en algunas cosas, seguimos siendo la misma ciudad beisbolera que continúa anhelando un campeonato. Dentro de una ciudad que a través de los años ha venido perdiendo algo más que la tranquilidad, el buen clima y la formación de liderazgos independientes del sector público, este fin de semana, Saraperos dejará de ser el equipo del ya merito, para convertirse en el equipo del mérito. Algo bueno que empiece a ser el nuevo perfil del saltillense: Tomar del pasado solo lo positivo, ser orgullosos de nuestro presente para forjarnos un mejor futuro.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx