50 mil muertos y "El Gato Ortiz" ¿Cual es tu culpa?


Publicado el 14 de Enero de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

         Silogismo: En Abril de 2010 “El Gato” Ortiz era un hombre libre, la gente inocente es libre, por lo tanto el portero de los rayados no era un criminal. Pero en ese mismo mes recibió una sanción disciplinaria que lo inhabilitaría por dos años como futbolista. En ese tiempo también me publicaron en estas páginas un artículo en el cual hacía alusión a los 22 mil muertos por la lucha entre la delincuencia que hasta el momento el gobierno federal reconocía.
        A casi dos años de aquellos hechos inconexos, hoy sabemos que el futbolista es acusado de complicidad en diversos casos de secuestro y que la PGR ha declarado que los muertos durante el sexenio están por llegar a los 50 mil. Durante ese lapso de tiempo, ¿Cuál fue el factor común para que alguien bajara del estrellato para estrellarse y para que la cifra de muertos siguiera aumentando?
       El factor común fue la indiferencia.
       Imagina por un momento las reuniones entre los directivos del equipo de “El gato” Ortiz durante los últimos años. En algo no debieron ser muy diferentes a las pláticas que recibiste en la escuela de tus hijos, ni a las que sostuviste con tus amistades ó aquella en que tu familia decidió cerrar filas. Seguro estoy que en esas charlas los miedos y los lineamientos fueron similares a lo que los empresarios escucharon en las conferencias que sus cámaras organizaron. Igualmente los gobernantes hablaron con su plantilla de colaboradores para abordar los temas de seguridad… Seguridad personal. Las asociaciones de colonos torcieron garantías de libre tránsito para cerrar accesos aún con la incertidumbre de quedar encerrados con el enemigo. En los clubes privados también hubo seminarios tendientes a salvaguardar la integridad de los socios. Bueno, hasta las religiones se olvidaron en ocasiones de Dios para advertir a sus feligreses que los demonios habían encarnado.
      Y en todas partes se escuchaba lo mismo: Cuídate, cuídate, cuídate. Cuida a los tuyos. Cuida lo tuyo. El manual que en todas partes aparecía como la panacea para salir ileso de la crisis de valores se propagó como fuego entre la sociedad civil con muy pocas variantes ante los diferentes públicos. No transitar de noche, evitar los giros negros, mantener un bajó perfil, atrincherar casas, escuelas y centros de trabajo; no hablar con extraños y otras cosas que ya nos habían dicho cuando niños volvieron a aparecer en los consejos.
    Escuché como cuidarme de los delincuentes pero nunca supe que hacer para que menos personas fueran reclutadas. Me dijeron que no consumiera drogas pero nadie me instruyó para salvar a aquellos que han caído. Me pidieron que manejase un bajo perfil pero eso no incluía que a los más desposeídos los siguiera viendo para abajo. Construimos  murallas  para que nadie nos viera y por eso no vemos lo que esta pasando allá afuera.
    Y así, mientras los directivos de los rayados se enfrascaban en profundas pláticas sobre como defenderse de los males de este país, olvidaron velar por el bienestar social y la formación humanística de sus jugadores,  y resultó que uno de esos deportistas conspiraba en contra de lo que ellos representaban. Igual nos ha pasado a todos, en la urgencia por cuidar nuestra integridad nos olvidamos de cuidar la dignidad de los demás, y en el pecado hemos llevado la penitencia. Hace dos años escribía que mientras como sociedad sigamos dotando a la delincuencia organizada de personas que no encuentran su lugar en el mundo por nuestra indiferencia, continuaremos atestiguando la pérdida de vidas que se apilan en la fosa de la vergüenza humana de saber que nosotros estamos bien, no importa lo que pase con los demás. Sigo pensando igual. 
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx       

Mi mejor regalo fue algo que no desearía


Publicado el 24 de Diciembre de 2011 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo



      Precursores a los dispositivos electrónicos como los videojuegos y demás aparatos que hoy conocemos, los más extravagantes juguetes de mi niñez fueron aquellos que necesitaban enchufarse a un tomacorriente. Artefactos mecánicos animados por electricidad, carentes del reto intelectual ó físico de los juegos de antaño pero todavía primitivos ante las asombrosas características tecnológicas que ahora vemos en cada nuevo lanzamiento al mercado. Aquella generación de cacharros ha quedado en el limbo del anecdotario infantil….Excepto uno que recuerdo muy bien, aunque no precisamente por los momentos felices que me quedó a deber.

     Como hijo de familia clase mediera, no me era ajena la ambigua sensación de por un lado agradecer las oportunidades que por mi cuna tenía mientras por otro lado me lamentaba por la ausencia de lujos en mi vida. Navidades, cumpleaños ó grados escolares iban y venían mientras el catalogo de Sears & Roebuck se decoloraba y maltrataba en una página que una y otra vez observaba con la esperanza de alguna vez tener en mis manos aquel portento de diversión: El “Electric Football”, un tablero de lámina sobre el que se colocaban las figuras de los jugadores en formación, luego se conectaba a la pared y por medio de impulsos eléctricos  producía vibraciones que hacían a las siluetas avanzar, de tal modo que tendría que llegar a la zona de anotación aquel jugador elegido como corredor antes que un contrario lo chocase. Era algo bastante rebuscado y no parecía especialmente entretenido, pero los güeritos retratados en los anuncios se notaban radiantes mientras jugaban.

     Hasta que una navidad sucedió lo improbable. Después de años rogando por aquel regalo, primero a un desorientado Santa Claus que no siempre localizo mi casa y luego a unos atribulados padres cuya prioridad era cubrir colegiaturas, facturas, hipotecas así como recibos de toda índole, finalmente apareció bajo el árbol navideño el objeto de mi afecto.

       Rápidamente nos unimos los hermanos para armar el campo de juego, luego alineamos a los jugadores y después, con gran protocolo, me volví hacía la pared, tomé el cable eléctrico e inserté la clavija para disfrutar de aquel tan deseado, negado, y por fin obtenido presente….. Aún no volteaba a ver como funcionaba aquello cuando todo se volvió oscuridad, las alegres luces navideñas se tornaron más negras que un funeral, de alguna parte emergió un espeso humo y segundos después se escucharon las precipitadas pisadas de mis padres descendiendo por la escalera.

     Sabíamos lo que había sucedido, un corto en la instalación eléctrica. Primero vino el cuestionamiento impregnado de acusación que todo padre realiza a quemarropa: ¡¿Pues que $#”&:&$#% es lo que hiciste?¡  Aún a oscuras, padre e hijos nos dirigimos al centro de carga  en donde descubrimos que solo se había quemado un fusible al que inmediatamente repusimos. Y se hizo la luz.

     Regresando a la sala, ya con más calma mis padres me pidieron que les enseñara como se jugaba. Accedí y me arrodille para volver a conectar aquello…. Una vez, otra vez, en la pared contraria, en distinta habitación…. Y nada. Además de un fusible y la magia de la navidad, esa madrugada también se quemó mi adorado juego, con la penosa diferencia que para eso no existía ningún repuesto.

    Embargado en una mezcla de temor, vergüenza y desánimo, no quería hacer contacto visual con mis padres pues sabía el sacrificio que ese tipo de gastos representaban para una familia que vivía al día y echarlo a perder antes de usarse era imperdonable, era cruel, era estúpido. Con más obligación moral que valentía, con más enojo que orgullo y con una lágrima a punto de brotar, levante la vista del suelo y me encontré con el más contradictorio, el más recordado y el mejor regalo que jamás hubiera imaginado: La tristísima mirada de papá y mamá, la angustiada mirada de una pareja contemplando al hijo apesadumbrado, la solidaridad de unos padres por el inocente dolor de un niño, la frustración de haber hecho lo mejor posible y aún así ver al muchacho abatido. 

     Por supuesto que nunca fue mi deseo producir tristeza en la expresión de mis padres, pero en sus impotentes miradas de aquella malograda navidad pude percibir ese amor que ninguna palabra, ningún objeto, ningún viaje ó promesa alguna pueden alcanzar. Aquel anhelado juguete jamás pudo ser reparado, pero nunca tuvo importancia, yo ya tenía mi regalo.

El Buen Fin, un buen principio

Publicado el 26 de Noviembre de 2011 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


   El petróleo es a la economía venezolana lo que el corazón al cuerpo humano. Para India lo es la industria de la informática, los chinos son maquiladores mientras en Noruega existe la pesca, en Japón la electrónica y en Francia generan gran riqueza alrededor de sus atractivos turísticos. Desde esta simplista percepción, podemos entender que, colgados de un determinado clúster de negocios, los países ó regiones prosperan macroeconómicamente gracias a ventajas competitivas únicas, naturales ó desarrolladas. Bien por la macroeconomía, esa palabrita que tanto usan los tecnócratas cuando tienen que justificar en parámetros generales las carencias de los particulares dentro un orden mundial que gira alrededor de los mercados.

    Pero, ¿Que pasa cuando las naciones alcanzan las mediciones macroeconómicas saludables pero sus habitantes no obtienen la satisfacción que esas calificaciones parecen garantizar? Ahí surge la necesidad del flujo de sangre en esa primer analogía entre sistemas económicos y cuerpo humano: El comercio, dependiente del mercado interno. Así llegamos a la conclusión de que si es cierto que nuestro metabolismo deja de funcionar cuando el corazón falla, también es verdad que para que éste siga latiendo debe tener un constante movimiento de sangre a través de él y por todos los demás órganos del cuerpo.

   Así nos encontrábamos en México al finalizar este año 2011, después de más de veinte años de una estabilidad macroeconómica que ha podido sortear asesinatos de candidatos, errores decembrinos, cambio de régimen, crisis económica mundial y violencia en las calles. Dos décadas de recibir en la frente la estrellita que el Fondo Monetario Internacional y diversos organismos e instituciones mundiales nos ponían como país mientras que como ciudadanos seguíamos añorando que alguien nos acercara todos esos beneficios que informe tras informe, un Presidente y otro nos parecían decir que podíamos obtener.

   Finalmente, alguien externo al sistema político encontró una iniciativa que buscaba traducir a los consumidores y empresarios de cualquier nivel las bondades de una disciplinada conducción fiscal que pocos habían visto reflejada en su economía doméstica. Fue nuestro paisano Jorge Dávila Flores en su calidad de dirigente de CONCANACO quien visualizó como desde el gobierno, pasando por instituciones financieras, cámaras empresariales, productores y comercializadores, pudiéramos hacer una cadena que en su último eslabón fuera capaz de poner al alcance del consumidor las virtudes microeconómicas de una política monetaria establecida por el gobierno emanado de un partido y continuada por administraciones de distinta ideología.

    El experimento lo conocemos: El Buen Fin. Una campaña de suma de voluntades para dinamizar la actividad comercial de cara al cierre de año, apoyada desde la misión que cada ente participante manifiesta como doctrina, que por regla general apunta hacía el bienestar del cliente final. El resultado también hoy lo conocemos: Un fin de semana de noviembre que solo había conocido el sector comercial en épocas navideñas; una diversidad de oferta de bienes, descuentos y facilidades que el consumidor tampoco había visto antes, la tangibilidad en el beneficio individual de una nación responsable en su manejo fiscal.

    Espero como comerciante, como consumidor y como mexicano, que la iniciativa de Jorge sea punta de lanza para que México encuentre a partir del Buen Fin un buen principio de creatividad económica que nos permita ver como nación tantas áreas de oportunidad que existen, para así fincar parte de nuestro desarrollo en el mercado interno, la sangre que mueve a todo país.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Miedo

Publicado el 27 de Agosto de 2011 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


Ataque a Casino Royale en Monterrey. Agosto de 2011. México

   Por supuesto que no tenía miedo. Me sentía a salvo cabalgando aquel negro corcel dando vueltas en el carrusel de la feria de Saltillo a espaldas del parque Francisco I. Madero; mi padre me decía que estaba ahí para cuidarme mientras sujetaba mis hombros de manera que yo podía sentir la adrenalina del vértigo recorrer todo mi cuerpo hasta llegar a su clímax en la boca del estómago, siempre con la seguridad de que un par de manos estaban listas para servir de malla protectora. Más adelante en mi vida, previo a los partidos de fútbol americano una sensación distinta se apoderaba de mi abdomen en las horas previas al encuentro hasta el punto de hacer que devolviera el desayuno que mi madre había preparado. Venía el coach José Inés Hernández y me recordaba que una vez escuchando el silbatazo inicial, sucedería lo mismo que cada fin de semana: El temor se transformaría en endorfinas y podría disfrutar como siempre el deporte que tanto me apasionaba.

     Son historias que con alguna que otra variable compartimos la mayor parte de los mexicanos. Siempre encontramos en los mayores aquella mirada que navegaba entre la sabiduría, la condescendencia, el amor, y un auténtico respeto a la inocencia. Casi universal debe ser la plática de cuando tuvimos roto el corazón y nos dijeron que ese dolor pasaría. Especialmente mi generación escuchó que nuestro pueblo superaba una crisis económica solo para entrar en otra de peores dimensiones. Luego la vida empezó a llevar a cada adulto por senderos más particulares y los miedos serían por deudas impagables, pérdidas de empleo, tropiezos profesionales y conyugales, decesos de familiares y de entrañables amigos, crisis de la edad madura, menopausias y altibajos emocionales.

      Igualmente la figura paterna fue en ocasiones reemplazada por la vocación del maestro de escuela, el humanismo del pastor religioso, la camaradería del tutor escogido, la ideología del comprometido líder político ó las bondadosas palabras del inteligente abuelo; la figura materna también fue apoyada por las consecuentes madres de los amigos, las comprensivas cómplices tías, las honorables instituciones responsables y hasta por la mujerzuela carente de formación académica pero conocedora de diversas facetas de la condición humana.

      Siempre nos bastó voltear hacía arriba para encontrar una fraternal mirada que comprendía nuestros temores y que invariablemente nos señalaba: “No hay nada nuevo bajo el sol, lo mismo me tocó vivir en su oportunidad y te puedo asegurar que eso que hoy percibes como algo insuperable, mañana será algo que recordarás como una anécdota de tu camino.”

       ¿Y entonces por que hoy siento este maldito miedo que nunca antes hube experimentado?  Seguro estoy que nada tiene que ver que mi padre y abuelos hayan muerto, que mis mentores hayan bajado del pedestal ó que los líderes de mi nación, del estado ó el municipio pertenezcan a mi generación. Tampoco tiene que ver con que mi madre haya dado un paso atrás para respetar las decisiones que como adulto he tomado ó a que hoy los mayores se interesen genuinamente en mis apreciaciones. No, este desesperante temor viene de ver que en las mesas de las familias mexicanas, a la pregunta del niño que busca respuestas por lo que sucede en su país, ya no encuentra quien le diga que esto ya lo habíamos vivido antes y que al final todo saldrá bien…..Y es entonces que la mirada del padre busca la explicación en los ojos del abuelo, y la vista del abuelo evade el cuestionamiento para perderse en una especie de lejano horizonte hacía el pasado, allá en donde los mayores siempre tuvieron algo sensato, responsable y verdadero que responder a su descendencia.  Ese es mi miedo.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

  

Yo votaré por.....

Publicado el 25 de Junio de 2011 en El Diario de Coahuila y El Herlado de Saltillo


Ella no va a votar. Pero eso no le impide descargar conmigo una serie de quejas que se me antojan más copiadas que asimiladas: Que uno fue impuesto por su hermano, que al otro lo tiene ahí su compadre, que el tercero es una comparsa y del último que no vale ni la pena hablar.

Me dice que todos son iguales. Que no son honestos, que solo piensan en su beneficio, que por culpa de unos no podemos salir a la calle, que gracias a otros carecemos de trabajos dignos, que los demás son serviles a los sindicatos. Me cuenta que ellos quieren más a sus partidos que a los electores.

Remata su monologo diciendo que en otros países las cosas son diferentes. Que allá tienen mejores hospitales, más carreteras, educación de primera y una policía confiable.

Ella no va a votar pero se queja. Ella solo tiene 7 años y es mi hija.

Escucho todo lo que me dice en el auto y una rabia jamás experimentada me invade. ¿Quién demonios se cree con derecho de quitarle a mis hijos el ideal de un mundo mejor? ¿En que momento los adultos se permitieron robar a los niños la infancia para transferirles sus complejos? ¿Quién se beneficia cuando los futuros electores que todavía creen en Santa Claus y en Disneylandia ya no confían en el género humano y en las instituciones de su país?

Por supuesto, no deseo que mis hijos vivan en una realidad de ficción ó en la caja de cristal, pero eso no quiere decir que tengan que abandonar la creencia y certidumbre de que todo puede ser mejor.

Duele ver que a pesar de los esfuerzos que hacemos en casa por formar ciudadanos comprometidos con la sociedad, responsables y participativos, todo sea echado a perder por aquellos que se siguen cuestionando si fue primero el huevo ó la gallina: ¿Tenemos los gobiernos que merecemos ó los políticos tienen secuestrado al país?

Parte de lo triste de este caso es que el veneno que hoy invade a la conciencia cívica en ciernes de nuestros niños es que lo que dicen los partidos, los medios, los marginados del presupuesto y la ciudadanía en general tiene tintes de autenticidad, todas son medias verdades. Y más triste es que hoy ya no existe siquiera esa mentira que despreocupadamente los adultos solían endilgar a los menores: Tienes el futuro en tus manos. Sabemos por experiencia que el futuro de nuestra generación fue sellado para bien ó para mal durante la devaluación del que defendería nuestra moneda como un perro, luego en Julio de 1988 con la caída del sistema, en Marzo de 1994 con un disparo en Lomas Taurinas, con el error de Diciembre abriendo el sexenio de Ernesto Zedillo, con los amigos de Fox iniciando el milenio ó con la negativa a revisar voto por voto en 2006. Insisto, para bien ó para mal.

El próximo 3 de Julio voy a votar en Coahuila y me haré acompañar por la menor de mis hijas para cumplir con mi derecho ciudadano. ¿Por qué candidato lo haré? Eso es lo de menos, ya que la trascendencia de mi elección será darle a mi hija el mensaje de que más allá de que la clase política sea la misma en cualquier tiempo y espacio, yo seguiré haciendo todo lo que tenga al alcance desde mi escala de valores para allegarle un futuro en el que, realmente, tenga todas sus cartas en su mano.

No voy a desperdiciar mi boleta, le daré mi confianza a un candidato con virtudes y defectos. Pero definitivamente la intención del voto será por mis hijos, ya que por ahora, su futuro está en mis manos.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx





Don Víctor: Por fin aprobé el examen

Publicado el 26 de Febrero de 2011 En EL DIARIO DE COAHUILA Y EL HERALDO DE SALTILLO
Hermano Víctor
Pedro Córdova Concha

Mi paso por la escuela fue todo lo bueno que podría ser…… Fuera de aulas. Desde la enseñanza media empecé a batallar con la física y la filosofía, así que para finalizar la preparatoria me estaba haciendo la vida de cuadritos. Y para colmo, si tuviera que definir en un vocablo mi relación con quien impartía ambas clases, la palabra sería distante.

Era el último recurso para graduarme y la lista de calificaciones pegada en la ventana del salón de clases indicaba el frío veredicto: Tendría que terminar mis estudios en otra institución. Once años de lasallista, argumentos de todo tipo y finalmente ruegos, todo fue insuficiente para un estoico Hermano Víctor que con una sonrisa forzada me informaba que ya no había más que hacer.

A casi veinticinco años de aquel episodio, el rencor me sigue diciendo que el profesor pudo haber hecho más para darme el certificado; pero a un cuarto de siglo de vivencias de todo tipo, la razón me dice que el maestro sabía que yo debí esforzarme más para merecer el pase.

Como es de mucha gente sabido, esta semana falleció Pedro Córdova Concha, mejor conocido como el Hermano Víctor, educador lasallista que durante su estancia en el Colegio Ignacio Zaragoza influyó de diversas maneras en la formación de miles de saltillenses que tuvieron la oportunidad de tomar sus clases y acompañarlo en Misiones. Hacia el final de su vida, muchas madres de familia recibieron de él orientación catequista y docente para saber transmitir a sus alumnos las enseñanzas y valores que en dicha institución privilegian.

Mucho se he dicho y escrito de lo que este personaje aportó en la vida de tanta gente, pero lo que yo quisiera resaltar hoy es la importancia que personas como Don Víctor tienen dentro de una sociedad. Y es que más allá de la directa interacción que unos y otros tengamos con nuestros semejantes, pienso que la verdadera trascendencia de un individúo se logra cuando su legado en alguien alcanza a influir en terceras personas.

Hoy que la crisis de humanidad se extiende desde los hogares hasta los gobiernos pasando por nuestros trabajos, hoy que nuestro país y nuestro estado se someten a esa falta de humanidad y hoy que a nuestra ciudad han llegado todos los vicios y formas de la decadencia, es más fácil para algunos abrazarse a los valores aprendidos por testimonios como el que Don Víctor diera de distintas formas, y es seguro que en cada sujeto existen ejemplos que como él han dejado alguna huella positiva en su vida; en todo ámbito están las personas que hacen esa diferencia. Es el tipo de gente que termina siempre por afectar positivamente a terceras personas.

Definitivamente considero que el carácter de cualquier persona es forjado gracias a las experiencias que a través del tiempo comparte ó recibe de otros individuos, ya sean estas relaciones efímeras ó prolongadas, felices ó infortunadas. Así que terminamos por ser un peculiar amasijo de diferentes temperamentos, de distintas ascendencias, de incompatibles personalidades.

Al final de mi relación con Pedro Córdova Concha, las enseñanzas académicas terminaron siendo marginales ante la sabiduría de un buen maestro, de manera que hoy no puedo recordar los postulados de Platón ó Tales de Mileto, tampoco distingo las teorías de Newton de las de Einstein, pero lo que sí ha quedado grabado en mí es aquella lección de vida que hace muchos años recibí del Hermano Víctor.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx



!! Ruta Madre ¡¡

Publicado el 19 de Febrero de 2011 en EL DIARIO DE COAHUILA Y EL HERALDO DE SALTILLO



   El título de mi colaboración tiene el único propósito de llamar la atención, quien pueda leer entre líneas entenderá que he utilizado un recurso de publicidad comercial para constar un hecho que por esta vez es importante: Antes que colaborador en medios de comunicación, soy empresario. Durante los últimos veinte años he vivido únicamente del comercio sin que mi negocio tenga un porcentaje importante de sus ingresos por los canales institucionales como la venta reiterativa a corporaciones ó el convenio gubernamental; soy empresario de oficio, no solo de beneficio.

Una vez establecido mi perfil para escribir este artículo, abundaré más en el hecho de que durante dos décadas mi trabajo lo he realizado mayormente en el centro de la ciudad de Saltillo, pero he tenido incursiones en otras zonas del área metropolitana como son las plazas comerciales, la ciudad de Ramos Arizpe y el bulevar Venustiano Carranza. Pienso que me asiste el motivo, el derecho y la experiencia para verter mis opiniones con respecto a la extensión de la tan sobada Ruta Recreativa que nuestras autoridades municipales estudian prolongar hasta el centro de la ciudad.

Para contextualizar, diremos que actualmente la Ruta Recreativa ocupa todos los carriles de circulación del bulevar Carranza albergando a caminantes, corredores y paseantes en bicicleta, esta se extiende por casi 3 kilómetros de largo desde la calle Canadá de la colonia Virreyes hasta las últimas calles al sur de la colonia República en los linderos con el primer cuadro de la ciudad. Con la doble circulación el circuito comprende alrededor de 6 mil metros, los que, para ponerlo nuevamente en contexto, una persona en buena condición física tarda cerca de dos horas en recorrer caminando a buen paso. La propuesta de las autoridades es extender hacía el sur la ruta para incorporarla al centro de la ciudad, lo que afectaría vialidades por otros más de dos kilómetros.

Conociendo la naturaleza del comercio en nuestra ciudad, sabemos que el bulevar Carranza tenía poca afluencia vehicular la mañana del domingo, igual es del dominio público que el movimiento comercial de esta zona lo constituyen los automovilistas. De manera que si los domingos por la mañana eran horas muertas para el comercio de esa arteria y además carecen de visitantes de a pie, es fácil entender que la Ruta Recreativa pueda ser una alternativa para los negocios aledaños.

Pero por otro lado, la misma observación de cómo se comercializa en Saltillo nos dice que la actividad en el centro es generada por las personas que acuden ahí en transporte público, lo que los convierte en caminantes durante sus traslados en el primer cuadro, que a su vez nos indica la gran inconveniencia de cerrar ó trastocar las rutas de transporte para dejar las principales vialidades libres de tránsito vehicular. Además, el domingo por la mañana es cuando el centro tiene visitantes desde siempre, de forma que la ruta no aporta beneficio para el comercio antes de medio día. Si se quisiera promover esta zona en todo caso sería conveniente hacerlo por la tarde del séptimo día ya que desde la hora de comer aquello se convierte en la zona más solitaria de la ciudad.

Entiendo que los fines de la Ruta Recreativa son sociales y no económicos, razón por la que cualquier argumento comercial debe estar supeditado al interés colectivo. Pero perder el 14% de los días laborables es una poderosa razón para que un comerciante que vive de su negocio le diga un dato a su alcalde: Las mismas cifras que indican que veinte mil saltillenses disfrutan de este evento, leídas al reves nos dicen que más setecientos mil electores no obtiene ningún beneficio ni participa de esto. La Ruta ha funcionado, ha sido bien vista y no se ha politizado hasta ahora, ¿Para que reparar lo que no esta dañado?
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

¿Existe el amor a primera vista?


 ¿Existe el amor a primera vista?

¿Qué puede un hombre decir?
Cuando la vi bajando aquellas escaleras, tuve la fantasía de estar con ella bajo las sábanas,
Pero, ¿Eso es amor?
Cuando la conocí, unos minutos bastaron para reconocer en ella a una persona agradable y bondadosa,
Pero, ¿Acaso el amor es eso?
Comencé a salir con ella y poco a poco me di cuenta que nuestras coincidencias eran más importantes que nuestras diferencias.
Pero, ¿Con eso basta para el amor?
Nos comprometimos, nos juramos lealtad y un montón de cosas más.
Pero, ¿Eso garantiza al amor?
Nos peleamos, nos reconciliamos. De la mano subimos, de maroma bajamos. Unidos nos pusimos nuevamente en pie. Entre todo eso llegaron los hijos, y un día los hijos se irán.
Algunos podrán pensar: ¡!! Eso es el amor ¡¡¡
Pero, permítanme decir algo: El amor solamente existe a primera vista.
Y es que hoy, después de casi quince años de haber jurado un amor ante Dios, ante la sociedad y ante la Ley, me doy cuenta que he cometido toda clase de errores y también me he dado cuenta que mi esposa no es perfecta. El parámetro de Dios, de la sociedad ó de la Ley podría juzgar un amor fallido, pero aún seguimos juntos. Por eso es que estoy totalmente convencido del amor a primera vista, no tengo la menor duda, ya que después de haber vivido tantas cosas, cada mañana despierto, volteo a mi izquierda y la veo……. Y la primera vista de mi día es ella….Y me enamoro.

Para Paxy. Febrero de 2011
César Elizondo Valdez

¿Porqué disparan a civiles?

Publicado el 26 Oct. 2010  en El Heraldo

       Aún sin viajar en un vehículo de los llamados 4x4 tuvimos que parar en el primer retén todavía dentro de Nuevo León. Un militar cuya edad se asemeja más a la de mis hijos que a la propia nos invitó amablemente a salir de la camioneta familiar tipo minivan y una vez abajo me indicó que realizaría una inspección rutinaria para lo cual pedía nuestra cooperación alejándonos poco más de un metro del vehículo.



Se acercaron sus compañeros, quienes igualmente denotaban más pubertad que experiencia. En pocos segundos cada quien cumplió con su tarea: Uno daba pequeños golpes en las salpicaderas checando que no estuvieran rellenas, otro revisaba el equipaje, un tercero inspeccionaba cada centímetro de las vestiduras; todo mientras quien dirigía la operación no dejaba de tener la vista clavada alternativamente en cada miembro de mi familia.



Una vez terminado el escrutinio aquel joven agradeció nuestra actitud a la vez que nos deseaba un feliz viaje. Ya en territorio tamaulipeco volvimos a pasar lo mismo en otro puesto de comando y antes de abandonar el país repetimos el proceso por tercera vez. Cruzamos a los Estados Unidos donde los agentes norteamericanos nos parecieron menos intimidantes que como los recordábamos.



Días más tarde regresamos y prácticamente repetimos la rutina en cada puesto aduanal. Reflexionando que hace años una revisión de este tipo la habría calificado de prepotente y excesiva, caí en cuenta de una dolorosa realidad en la que identificar a la delincuencia ha encontrado peligrosas aristas: Los civiles cometen delitos, y es entonces que se etiquetan como fugitivos.



Después de esa experiencia empezó a parecerme ridícula la forma en la que opinión pública, comunicadores, académicos, políticos y líderes empresariales han venido calificando la actuación de nuestras fuerzas armadas (todas ellas) en el combate a la delincuencia. Escucho constantemente la implacable condena a nuestros soldados que han cometido el error de confundir civiles que hacen caso omiso a un mandato de inmovilización con civiles que realizan delitos mayores. Hace tiempo que el estereotipo caricaturizado por Paco Calderón en importantes medios nacionales y retratado por Luis Estrada en su película ha dejado de ser el perfil del crimen organizado. Solo con imaginar que uno de nuestros hijos estuviese enfundado en uniforme militar ó de policía nos daría la razón para que disparase contra todo lo que se moviera, entendiendo en un principio que civiles agrupa a todos los que no somos fuerzas armadas: Delincuentes e inocentes, no existe el traje de civil ni el atuendo de criminal.



Por todo lo anterior y por lo sucedido la madrugada del domingo pasado en nuestro Saltillo decido hoy escribir esta columna. Mucha pena me ha dado leer en las redes sociales y en los medios electrónicos como se lanzan acusaciones contra gobiernos federal y estatal en una estéril guerra de palabras entre simpatizantes y detractores de ambos regímenes. No me parece inteligente ni justo aplicar moralmente la prueba de balística a gobernantes y fuerzas armadas cuando esa culpa recae totalmente en el crimen organizado. Dos hechos reconocidos oficialmente por la fiscalía en las últimas semanas nos indican claramente que el sureste de Coahuila ya no esta aislado. Es hora de sumar fuerzas armadas, logística y voluntad entre niveles de gobierno; es hora de restar enconos y posturas partidistas ó electoreras. Pero sobretodo, es hora de darle todo el respaldo moral de la sociedad a nuestras fuerzas armadas para resolver tan grandes problemas. Yo si creo en nuestro ejército y en los buenos policías.
 cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx






Centenario, Bicentenario y....... ¿Vicentenario?

Publicado el 04 de Septiembre de2010


Dicen de quien no conoce su historia que esta condenado a repetirla. Hoy se hacen oír las voces de aquellos que se preguntan que diablos hay que celebrar durante el mes de la patria; mismas personas que se ufanan de eruditos para salir con la novedad de que la efemérides conmemoraría la Independencia de México cuando se consumó, no cuando se encendió.

Esta corriente de opinión tiene muchos adeptos entre los que durante setenta años patentaron el festejo de una Revolución iniciada con el Plan de San Luis, claro que nunca se inmutaron de que la cronología oficial dijera que este capitulo culminó con la Carta Magna firmada siete años más tarde.

Y la realidad del caso es que para fines prácticos del ciudadano común y no de la agenda gubernamental, tanto Independencia como Revolución Mexicana rindieron sus frutos mucho tiempo después de lo que hemos marcado como el final feliz de uno y otro movimiento. Desde mi interpretación de la historia de México, la revolución no cumplió su cometido cuando se promulgó la Constitución sino cuando cesaron las traiciones y los asesinatos entre la clase política para dar paso ahora sí al sufragio efectivo dando fin al caudillismo, más de una década después de muerto Venustiano Carranza y a casi dos del asesinato de Madero. Por otro lado, mucho más atrevido es afirmar que la independencia de facto fue todavía posterior cuando Lázaro Cárdenas tuvo el apoyo de todos los sectores que conforman la nación para expropiar aquello que había sido saqueado desde su descubrimiento por extranjeros siendo fuente de opresión y control económico sobre el país como desde la conquista venían haciendo distintas potencias con los metales preciosos y diversos productos naturales, esto en circunstancias globales diametralmente diferentes a las actuales.

¿Y a dónde voy con esta diatriba que no aporta nada a nadie? Voy a lo que tenemos que hacer notar los mexicanos para que nuestros políticos entiendan que es un hecho el que tengan que repasar la historia para saber que los movimientos sociales no son llamaradas de petate. Voy a que los actores de la política se enteren de una vez que el cambio demandado por la sociedad poco tiene que ver con posturas partidistas y mucho con actitudes personales. Voy a que los que viven del poder sepan que lo sucedido en el año 2 mil no fue por cambiar a un partido por otro sino para cambiar de una clase política obsoleta por una alternativa. Voy para que enteremos a la nueva clase política de que la ciudadanía es daltónica para apreciar colores de partidos pero lince para ver más allá de los discursos. Voy para que nos demos cuenta de lo que no hemos querido aceptar: Diez años han pasado desde que este país rompió con el viejo esquema y seguimos sufriendo los dolores de parto que la historia nos relata de 1810 a 1821 y nuevamente de 1910 a 1917.

Miguel Hidalgo fue fusilado mucho antes de que México fuera independiente y fue abatido Francisco I. Madero sin ver el triunfo de la revolución, en ambos casos la causa sobrevivió al hombre. Es un hecho que Vicente Fox será solo el símbolo malogrado de un cambio en la historia del país pero aún no sabemos quien será el que finalmente plante el estandarte de un nuevo México. No me desanimo y no soy inocente: Sé que cada vez es más difícil creer que las cosas puedan mejorar, pero estoy totalmente convencido de que la diferencia buscada desde los años noventa no la hace un mártir asesinado, un presidente que despilfarró su oportunidad ó un montón de legisladores en tribuna. El progreso lo empujamos los ciudadanos como lo hicieron nuestros antepasados. Yo si tengo que celebrar.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx



La Sonrisa del Campeón


Publicado el 21 de Agosto de 2010


Han pasado muchos años desde aquella comida. Era todavía un joven idealista para quien no existían los matices en el mundo y consideraba que todo se tenía que ver desde una sola óptica. Si algo no era blanco, tendría que ser negro. Desde esa perspectiva de las cosas fue decepcionante para mí la plática que tuve en aquella ocasión con una nueva contratación de los Saraperos de Saltillo.

Por alguna extraña razón coincidimos en un evento al que fuimos invitados por diferentes personas y motivos, por un más grande misterio fue que a la hora del banquete nuestros lugares quedaron uno junto al otro. Luego de la típica charla rompehielos acerca del clima, la economía y el tráfico vehicular pasamos a la siguiente fase del parloteo: ¿A que te dedicas?

De mi ordinaria exposición de cómo es que me ganaba los pesos pasamos a su extravagante forma de obtener sus dólares. En cuanto supe que estaba hablando con un jugador profesional de béisbol me di cuenta que la conversación había dejado de ser trivial al convertirse en una experiencia de vida para un aficionado regular de la novena saltillense.

Aquel reciente jugador de los Saraperos se percató muy tarde de su error. Ser una persona pública ó famosa y hacérselo saber a un simple mortal puede resultar tan entretenido como ser un vaso de agua y que alguien lo encuentre en el desierto. El pobre pelotero fingió estar interesado en lo que seguramente fue una simple variación de lo que escuchan cuando les habla un villamelón: La clásica disertación de lo que significa el equipo para la ciudad y que es lo que se debe hacer para lograr el campeonato.

El largo monologo que soportó aquel beisbolista estuvo salpicado de cifras, anécdotas, nombres, lugares y una que otra exageración que presencié, escuche ó viví durante mi niñez en relación al equipo de casa. Conforme avanzaba el dialogo poco a poco me fui dando cuenta que los nombres de Guadalupe Chávez, Gregorio Luque, “Carretas” Perez y Juan Navarrete apenas eran reconocidos por mi interlocutor como leyendas locales pero sin llegar a distinguir la aportación de unos y otros a la historia del conjunto; de cuestiones más particulares como las proezas de Harold King, Antonio Pollorena, Henry Cruz y Norberto Burke fue como si le estuviese hablando en otro idioma.

Pero el colmo fue comprobar que no conocía el nombre del alcalde, al Santo Cristo de la capilla, el Ojo de Agua, no sabía quien era Catón ni dónde estaban las gorditas de Doña Pola, sabía que Armillita fue torero pero no que era oriundo de aquí, jamás había probado el arroz huérfano y menos leído un poema de Manuel Acuña. Entonces comprendí que en aquella conversación solo había un deportista profesional y solo había un Sarapero de Saltillo. Uno era él, el otro era yo.

Pasaron los años y aquel jugador emigró a otra ciudad con un mejor contrato. Tiempo después lo vi en una foto del periódico sonriendo mientras sostenía el trofeo que tantas veces se nos negó a los Saraperos y me dio gusto verlo campeón aunque vistiera otro uniforme, mientras tanto aquí en Saltillo seguíamos esperando el título.

Seguí pagando mis boletos y mal siguiendo al equipo año tras año. Finalmente la temporada anterior pude disfrutar el primer campeonato sin asterisco de nuestros Saraperos. No quise que mis hijos esperasen otros 40 años para ver a su equipo coronado y por eso fue que los lleve el lunes pasado al estadio Francisco I Madero. Presenciamos un pésimo partido de béisbol, pero una gran fiesta para los saltillenses.

Durante los siguientes días no me canse de hojear los periódicos locales observando las fotos de los aficionados saltillenses que festejaron de todas formas y en todo lugar el bicampeonato, y, ¿Sabe usted una cosa?, las sonrisas en esos rostros me parecieron más orgullosas que la de aquel jugador con quien una vez hace mucho tiempo compartí el pan y la sal.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx


Mi primer moto y mi primer patrón QEPD

Publicado el 07 de Agosto de 2010 en el DIARIO DE COAHUILA y el 06 de Agosto en EL HERALDO DE SALTILLO

En memoria de Jesús Saade Charur (1943-2010)

    Verano de 1982. En plena adolescencia y habiendo dejado años atrás la fantasía de las navidades carecíamos de personajes ficticios a quienes pedir las cosas. Repentinamente uno se topa en la vida con una rara sensación al descubrir que su padre ha sido el ser bonachón que ha cumplido algunos caprichos, así que a mi hermano y a mí nos pareció lo más normal del mundo unirnos en aquella petición: Viviendo en una zona alejada de la ciudad era necesario tener una motocicleta. El argumento era que necesitábamos un medio de transporte para ir a la ciudad, la realidad era que queríamos experimentar la adrenalina del motocross.

Con la misma lógica mi padre nos respondió que ahí estaba la ruta de autobuses Saltillo-Ramos Arizpe para trasladarnos a la ciudad, y con la misma experiencia de saber que había en el trasfondo nos dijo que él no pondría en nuestras manos un vehículo motorizado que entrañaba grandes riesgos, pero que tampoco podría oponerse a que nosotros lo comprásemos. Nos prometió encontrar un empleo para que cumpliéramos nuestro sueño.

No fue difícil para mi padre hablar con algunos amigos y rápidamente obtuvimos un trabajo, así que antes de darme cuenta ya estaba laborando con mi tío Chuy Saade en la zapatería más prestigiosa de Saltillo. Aquel verano solo me concentraba en hacer matemáticas básicas para calcular cuanto ahorraríamos para poder adquirir el caballo de hierro. Termino el verano y tristemente vimos que a pesar de la buena paga el dinero no era suficiente para comprar una moto usada que ya habíamos acordado con su dueño. Luego de mucho lamentar la situación decidimos cambiar nuestros pesos a dólares para que no perdieran su valor y esperar un año más para volver a trabajar en vacaciones. Días más tarde José López Portillo daba el cerrojazo a su gestión devaluando el peso frente al dólar. Sé que no es algo que deba enorgullecerme, pero en aquel momento vimos como una simple transacción hizo que nuestros ahorros se multiplicaran. Prácticamente corrimos con el vendedor y obtuvimos por 38 mil devaluados y viejos pesos una Kawasaki KX 80cc modelo 1978 con la polvera trasera sostenida con alambres.

A partir de esa fecha, no perdí oportunidad de acudir con mi tío Chuy cada verano, en cada Semana Mayor y cada Diciembre buscando trabajo para acceder a los deseos que no estaban incluidos en el contrato de obligaciones Padre-Hijo que supongo suscribimos al escoger familia antes de venir al mundo. Durante toda mi juventud tuve la suerte de aprender de mi tío el economista lo que ponía en práctica como comerciante. Y año tras año, más y más jóvenes inquietos y ambiciosos se sumaban a esa especie de escuela de negocios en que se convirtió para nosotros la zapatería.

Conocí de mi tío la importancia de separar un conveniente bajo perfil personal de un necesario alto perfil profesional-empresarial. Entendí que el patrón tiene la obligación y el deber social de saber manejar los negocios ya que estos son fuente de trabajo constante, me enseño el gran sacrificio que implica estar con el ojo en el caballo, aprendí que las relaciones a largo plazo siempre serán mejores que las rápidas conveniencias, comprendí que el dinero puede a veces ser un medio pero nunca un fin, supe por sus enseñanzas que en cualquier negociación el que más habla es quien más cede. Observé de primera mano que el comercio tiene que ver con personas más que con mercancías.

Hoy que mi tío ha dejado este mundo, no puedo dejar pasar la ocasión de reconocer su valor y el de mi tía Rima al poner en riesgo su fuente de ingresos permitiendo que un grupo de jóvenes con menos virtudes que ganas aprendieran el oficio de empresarios. Pocas cosas en la vida hay más gratificantes que ofrecer la dignidad de un empleo productivo a la gente, mi tío Chuy debe sentirse muy orgulloso de haberle dado tantas oportunidades a tantas personas.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx