Papa, ¿Santa Claus no existe?

publicado el 16 de Diciembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo
-Papa, ¿Santa Claus no existe?-
-¿Qué dijiste?- respondí, había escuchado perfectamente la pregunta pero trataba de ganar tiempo para ordenar mis ideas y lograr dar con la respuesta adecuada a la duda más importante de mi hijo durante la primer etapa de la vida.
-Es que en la escuela me dijeron que Santa Claus no existe, que tu eres quién me compra los regalos, que los escondes para que no los vea, y, en algún momento de la noche buena te las arreglas para ponerlos debajo del árbol para que yo los encuentre al despertar por la mañana.
-Bueno hijo,- le dije- te voy a decir la verdad, espero que la comprendas:
Mi principal misión en la vida, es velar por tu formación, a grandes rasgos, la formación se da en base a los principios que cada familia escoge y los nuestros han sido vivir en la realidad, esto quiere decir que debemos llevar una vida de acuerdo a nuestra condición económica, social, cultural, religiosa y familiar, lo que a menudo nos impide obtener todos aquellos satisfactores materiales, emocionales ó espirituales que deseamos y en ocasiones hasta necesitamos.
Así, como tengo que mantener una disciplina durante todo el año para cuidar nuestro presente y el incierto futuro, me es imposible darme el lujo de comprar felicidad cuando en el supermercado me pides que llevemos el juguete que te ha gustado; cuando apruebas tus calificaciones en la escuela, mi primer impulso es darte una recompensa por tu esfuerzo, pero termino por admitir que tener éxito en los estudios no debe ser una cuestión de excepción, es una obligación; cada vez que salimos en familia, hago grandes esfuerzos para no caer en la complacencia de comprometer los recursos que están destinados para seguir subsistiendo; cuando planeamos que hacer con el tiempo de vacaciones, invariablemente ajustamos buena parte de esos días para que realicemos tareas que no son de tu completo agrado, pero que debemos alternarlas con el descanso; cuando tu y tus hermanos se quedan en espera de que su padre abandone el trabajo para jugar todo el tiempo con ustedes; en suma, mi labor como padre se parece mucho más a la de alguien que pone las trabas, de alguien que tiene siempre la encomienda de ser el aguafiestas, de poner el contrapeso que impide que todos los impulsos se hagan realidad; y todo, hijo mío, aunque hoy te parezca mentira, es en la búsqueda de forjar seres humanos felices que sean dignos de vivir en este mundo.
Es por eso, que con el paso del tiempo los jefes de familia hemos tomado como pretexto el nacimiento del niño Jesús para poder romper por una sola ocasión al año el yugo que frena los deseos que nacen de muy adentro del corazón, pero que por responsabilidad debemos contener en la mayoría de los casos, es de alguna manera, simbolizar con regalos lo que las palabras no alcanzan a describir, es tratar de equilibrar en una fecha lo que durante toda la vida nos hace parecer duros. Es por eso que hemos inventado un personaje inspirado en alguien que existió, así, cuando nos transformamos en Santa, podemos hacer lo que nuestra condición de padres de familia nos impide: dar rienda suelta a nuestros antojos por demostrar amor a nuestros hijos sin restricciones.
Es por eso hijo, que lo que te dijeron es en parte verdad, ya que, efectivamente, soy yo quién consigue tus regalos de navidad, pero también es cierto que Santa Claus existe, y en tu caso soy yo, así es que recuérdalo siempre, seguiré cumpliendo mi deber de procurarte la mejor formación, por más difícil que esto sea, debes saber que durante toda tu vida, el mejor regalo no será el de ese Santa Claus anual, sino el que te da tu padre día tras día. Pero también debes recordar, que como tu padre, siempre tendré guardado el traje rojo con la barba blanca y los botones de oro.

De puentes a puentes

Para publicarse el 9 de Diciembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo

Por César Elizondo Valdés

Estábamos en una estación de gasolina en Laredo, México, nuestro destino final era la ciudad de Dallas, en Texas. Tendría algunos meses de haber alcanzado la mayoría de edad y por estar de vacaciones mi padre nos invito a mi hermana, mi madre y un servidor a acudir a la más grande exhibición de fábricas de ropa que había en aquellos años, buscábamos mejores oportunidades para un negocio de artículos e indumentaria deportiva que tratábamos de hacer funcionar. Le pregunte a mi padre porque cargábamos gasolina en México cuando era más económico hacerlo cruzando la frontera, me respondió que lo hacía por lealtad a su país, a lo que yo le cuestione si creía que con eso realmente haría alguna diferencia y me dijo: tal vez para el país no sea representativo, entiendo que no puedo cambiar el mundo, pero el mundo tampoco tiene porque cambiar mis principios.
En fin, cruzamos la frontera con el tanque lleno y tan pronto terminamos de realizar los tramites para adentrarnos en territorio estadounidense mi hermana pidió la oportunidad de manejar un poco, estuvimos de acuerdo en que lo hiciera a pesar de que era la persona más joven y con menos experiencia en carretera pues sabíamos que las autopistas a las que íbamos eran seguras. Sin darnos cuenta, entre la plática y el monótono paisaje de Texas, llegamos hasta Dallas con mi hermana al volante. No hubo tiempo de cambiar de piloto y Cinthia tuvo que conducir hasta la misma puerta del hotel en una ciudad grande, desconocida y con un tránsito vehicular impresionante. Recuerdo que comentamos el motivo por el cual no nos dimos cuenta de las cientos de millas recorridas y porque no cambiamos de chofer, fue debido a que desde Laredo hasta Dallas viajamos sin cruzar un solo semáforo, pasando vías de tren por arriba de los puentes y sin pisar el freno por ninguna señal de alto en el camino. Tiempo después comprobé que incluso uno puede llegar a la frontera con Canadá sin tener que detenerse salvo por las llamadas paradas técnicas.
Durante muchos sexenios, en nuestro país se frenó el vital desarrollo en vías de comunicación por un nacionalismo mal entendido y por el sometimiento de los gobernantes a intereses particulares que argumentaban necesidad de frenar el tránsito como sustento económico de ciudades, pueblos, ejidos, ranchos. Claro, forzar a los viajeros a transitar por las zonas con asentamientos humanos dejaba algún minúsculo beneficio económico, que por supuesto era restado de algún otro destino, un día ganaba uno, al siguiente lucraba otro, y el pobre conductor sumaba horas de lidiar con bordos, baches, semáforos, vendedores y toda clase de incomodidades en su trayecto. El resultado, encarecer en recursos humanos y materiales los traslados con la natural consecuencia que eso tiene para toda la actividad económica y humana.
La semana que termina trajo buenos anuncios del gobernador Humberto Moreira en el sentido de dotar a Saltillo de un sistema de puentes para desahogar el tránsito de paso por la ciudad, lo que indudablemente arrojará beneficios para todos los vehículos que pasen por nuestra capital y que nos regresará a los habitantes del sureste del estado parte de la comodidad que el crecimiento nos ha canjeado. De la mano de ayuntamientos y de la federación, todos los gobiernos estatales deberán repetir estas acciones para poder en un futuro ir de Piedras Negras hasta Acapulco sin necesidad de entrar en los cinturones poblacionales. Dos pájaros de un tiro, apoyo al desarrollo económico abasteciendo de vialidades rápidas y respuesta al bienestar social al disminuir la entrada de vehículos a zonas urbanas. Lo prometió como candidato: Construir más puentes de los que hubo que hacer como secretario en la SEPC, ya empezó bien.

El gobierno de la gente, ¿Un gobierno con buen juicio?

Para publicarse el 02 de Diciembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo

Allá por los años setenta, el pujante grupo Alfa de Monterrey cometió errores que con el paso del tiempo se convertirían en clásicos utilizados como ejemplo en las aulas de las instituciones de educación superior, en seminarios, simposios, diplomados y cualquier tipo de reunión que tuviera como fin la discusión de la forma de llevar a buen puerto un proyecto. Los yerros de Alfa se resumieron en poner en manos inexpertas las tareas más importantes de su operación, ocupando los puestos directivos con jóvenes recién graduados que llegaban a incorporarse a la vida productiva con un gran acervo de teorías pero con muy poco sentido común debido a la formación académica que en aquellos años estuvo en boga. El error no estuvo, como muchos podrían pensar, en darle la responsabilidad a los jóvenes, la falla fue que estas personas carecían del buen juicio que se necesita para subsistir en cualquier campo.
Así como en Alfa, la falta de juicio, la ausencia de sentido común, lleva al fracaso a personas, empresas, equipos, gobiernos. A través de la historia hemos visto los ejemplos de cómo el buen juicio es siempre la llave maestra para el éxito; en los negocios, reglas tan claras como saber que debe entrar más dinero del que sale, que cada puesto debe desempeñar una función productiva, que cada operación debe reportar utilidad; en los deportes, saber que los errores cuestan, saber que la preparación física es más importante que la habilidad atlética; en las relaciones humanas, entender que la gente quiere escuchar cosas positivas, saber que tu interlocutor también tiene algo que decir. Lo que los libros de superación personal y de éxito en los negocios no te dicen es que todo se viene abajo cuando el sentido común esta ausente.
En los gobiernos, para lograr trascender más allá de la propia época, el buen juicio dicta atacar la raíz de los problemas, lo cual tiene un alto costo aparente cuando se trata de encuadrar acciones con puntos porcentuales en el gusto de la gente. El día de ayer, durante su primer discurso como gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés dejó claro que su gobierno apelará al sentido común para solucionar los problemas desde donde se originan, haciendo así una administración activa, no reaccionara. Declarar que la inseguridad pública tiene en la educación una de sus principales causas, haciendo un llamado a los padres de familia para reconocer que la formación que se omita en la casa ningún gobierno podrá suplir, es señalar que ni con todo el dinero del mundo invertido en equipo policíaco podremos entrar en la cabeza de un joven que quiere delinquir, puro sentido común. Hacer ver que el desarrollo económico tiene en la marca coahuilense su mejor opción, en el sentido de no descuidar las empresas locales que son las que a la larga le darán estabilidad laboral a nuestros trabajadores, puro sentido común.
Empieza bien su sexenio Humberto Moreira creando el Instituto de Planeación Estratégica de Políticas Públicas, el cual me da la impresión que tendrá la responsabilidad de dotar de buen juicio y sentido común todas las acciones de gobierno que está administración emprenda en sus distintas áreas, no solo en lo referente a la promoción económica como todos piensan. Escucharemos mucho del tablero de controles, el que de manera simple y gráfica nos dice como se comportan los principales indicadores en los diferentes parámetros, todo sustentado en buen juicio, producto de información oportuna.

Pecado Capital

Publicado el 25 de Noviembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés


Uno podría pensar: Si un televisor con pantalla de veinte pulgadas tiene un valor comercial de menos de dos mil pesos en el mercado, una pantalla del doble de tamaño debería ser proporcionalmente más económica. Se incrementa el costo por el tamaño del cinescopio, por el gabinete del aparato, por el embalaje y el flete, la mano de obra sería casi la misma, los componentes más importantes son los mismos, así que si consideramos el doble de tamaño pero los mismos insumos tecnológicos, deberíamos de tener un aparato cuyo precio estuviera muy por debajo de los cuatro mil pesos; pero la realidad es otra, el valor comercial por un bien como el que ejemplificamos se va a por lo menos cinco veces más que el modelo de origen. Esto no es producto de la manufactura, es consecuencia de la demanda de un artículo que excede los parámetros de las necesidades aceptadas regularmente.
Casos similares al anterior los vemos en la moda, como cuando visitamos el pueblo mágico de Parras de la Fuente, Coahuila, y conseguimos en las llamadas tiendas de fábrica las prendas que en los mejores almacenes del mundo cuestan cincuenta dólares a un precio de cincuenta....pero pesos, con la salvedad de no tener que ser el anuncio itinerante de la marca ya que las etiquetas y las botonaduras son retiradas antes de salir a la venta de fábrica. En los autos, el equipamiento adicional que uno puede adquirir lejos de hacer de su compra un modelo de economía a escala lo que hace es incrementar el precio de manera exponencial.
Escuchamos ya el bombardeo publicitario para incitarnos a realizar nuestras compras navideñas, publicidad que está cargada con la principal bandera que hoy tienen las empresas comerciales: el crédito al consumo, las facilidades de pago. Debido a la estabilidad macroeconómica que la política neoliberal trajo consigo, cada vez tenemos más acceso a mejores condiciones de pago para todo lo que consumimos; es grande la tentación de comprometer parte del ingreso familiar para los próximos años cuando nos imaginamos disfrutando tantos bienes que ponen al alcance de nuestra capacidad crediticia. Los oferentes predican condiciones que no volverán, lo cual carece de veracidad, ya que nuestra economía ha soportado sin mayores sobresaltos variantes que un débil sistema financiero no podría como fueron el asesinato de una candidato presidencial, el cambio en el partido en el poder, la crisis de la economía mundial a raíz de los atentados del once de Septiembre, la incapacidad de poderes ejecutivo y legislativo para conciliar reformas para el crecimiento, el enrarecimiento del clima político en el país. Así que nadie puede frenar la tendencia de las condiciones financieras que garantizan el contexto comercial de los próximos años, ni un presidente sin experiencia ejecutiva, ni un falso mesías, ni tampoco un golpazo. Por lo tanto, no se preocupe si ahora no puede comprar lo que anhela, no caiga en el error de gastar lo que aún no se ha ganado, no adquiera lujos que valen mucho menos de lo que cuestan, así le digan que puede amortizar en cómodos pagos. Gaste con responsabilidad, siempre habrá oportunidades.
Cuando recordamos los pecados, nos damos cuenta de que todos son ocasionados porque caemos en placeres que si nos son permitidos, pero que al abusar de ellos los transformamos en defectos. Por eso, cuando consumimos nuestro ingreso de manera irresponsable, cuando abusamos del placer que da la seguridad del sentido de posesión, cuando nos rendimos a sobrepasar nuestras necesidades, cuando no cuidamos nuestras finanzas, caemos literalmente en el pecado capital, ó pecado del capital.

Contra China: Denominaciones de origen

Para publicarse el 18 de Noviembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés


Durante mucho tiempo he tenido la necesidad de viajar a Jalisco regularmente por motivos de trabajo, la mayoría de las veces lo he hecho por carretera. Durante mis últimas visitas he observado como los llanos se han ido pintando de un color verde azulado a consecuencia del cultivo de la planta que produce la principal materia prima para la elaboración del tequila, el agave azul.
Como es de muchos conocido, la industria tequilera nacional ha tenido un auge importante en los últimos tiempos derivado de la demanda que su producto ha generado a nivel mundial, esto gracias a la denominación de origen que el consejo regulador del tequila logró tramitar. Primero se dieron cuenta de que tenían un buen producto, después buscaron la denominación de origen para diferenciarse de cualquier copia, lo siguiente fue promover el tequila como el producto que solo puede ser autentico si ostenta el sello que lo acredita como tal, siendo solo un puñado de zonas de nuestro país las que reúnen ciertas características climáticas y de suelo para producir el agave azul, lo que según los estudios le brinda la calidad necesaria.
Investigando un poco, me entero de que además del tequila en México hemos entregado la denominación de origen a otros diez productos entre los que se encuentran el café Veracruz, el mango atahulfo, la talavera de Puebla, el sotol, el mezcal y otros más. Eso es bueno, pero si consideramos que en España existen más de cincuenta denominaciones de origen podemos dar otro atisbo a la desventaja que en materia de cultura empresarial tenemos ante el mundo. Con esto no quiero decir que se deba explotar el concepto de manera indiscriminada, pero si debemos aprovechar la ola de la cultura VIP que impera en el mercado, es tiempo de buscar en Coahuila los productos que tienen el potencial para forjar el desarrollo de nuestra zona por medio de la demanda de los consumidores que están exigiendo mercancías genuinas (de origen) y de calidad.
Las denominaciones de origen garantizan la calidad, la cual proviene de características propias y diferenciales, debidas al medio geográfico en el que se producen las materias primas, se elaboran los productos, y a la influencia del factor humano que transforma las mismas. No tenemos que cerrarnos a lo que la tierra y el clima nos da, los que estamos en el medio comercial sabemos que Ocotlán, en Jalisco, es una ciudad de industria mueblera por el oficio que han aprendido sus habitantes, no porque ahí se explote la materia prima. Así apreciamos que en nuestra zona podemos buscar denominaciones de origen no solo por las ventajas naturales de nuestra geografía, sino también por las habilidades desarrolladas y heredadas por nuestra fuerza laboral.
Esperemos que los gobiernos que pronto se estrenarán pongan su atención no solo en la captación de grandes inversiones foráneas, sino también en la posibilidad de desarrollar a los productores locales para buscar las denominaciones de origen que pongan a nuestro estado y municipios en el mapa de la cultura de consumo de calidad. Tenemos en Arteaga una manzana cuyo sabor no tiene necesidad de competir en precio, tenemos una industria de pan de pulque reconocida por los que nos visitan, pero que debería estar en los estantes de las grandes cadenas comerciales a lo largo del país, tenemos productores de dulces que han podido industrializar sus procesos sin perder calidad y sazón, tenemos en Parras una industria vinícola que puede explotarse mejor, ya hay una generación de gente preparada en la industria de los complementos alimenticios de productos naturales, tenemos un acervo que nos puede catapultar en la industria textil, existe una industria mueblera que compite en calidad y diseño con lo mejor del mundo. Hemos perdido el tiempo peleando una batalla imposible ante China, cuando en el origen de nuestros productos está la solución.

Más empresas como Herbax

Para publicarse el 11 de Noviembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo

Por César Elizondo Valdés

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir como invitado a la segunda convención nacional de Herbax de México, empresa de capital cien por ciento saltillense dedicada a la fabricación, distribución y comercialización de suplementos alimenticios con base a productos naturales.
Durante la convención, llevada a cabo en uno de los mejores hoteles de Ixtapa-Zihuatanejo, se me permitió estar presente en los distintos foros, pláticas y testimonios que se llevaron a cabo, pudiendo palpar de manera directa como es que una compañía joven que inició con un modesto capital ha podido abrirse paso de forma exitosa en el complicado mundo de los negocios que cada vez es más competitivo, globalizado y mejor comunicado con los consumidores.
La empresa, que salió al mercado hace menos de una década, se ha constituido en el sustento de miles de familias mexicanas y en un ingreso extra para otras centenas de personas que desde su condición de asociados contribuyen al crecimiento, fortalecimiento y desarrollo de una compañía que logra el beneficio social que en todo negocio debe ser parte importante de su misión. En sus recientes aperturas, Herbax ha incursionado en el mercado centroamericano con éxito, alcanzando con esto a favorecer la economía de casi seis mil hogares si tomamos en cuenta asociados con actividad regular, planta laboral, directivos y socios propietarios. Esto sin incluir los miles de empleos indirectos que se generan por conceptos tan variados como mensajería, paquetería, comunicaciones, proveedores, servicios, etc.
El común denominador que pude observar en los participantes, entre los cuales estaban representados todos los niveles operativos de la compañía, fue la convicción de permitirse el sueño de alcanzar un objetivo agresivo en primer lugar. Después, una vez identificado el objetivo, me di cuenta que el siguiente paso es planear y prepararse para llegar hasta allá; esto es capacitarse, crear estrategias, asegurarse de tener un buen producto, saber como distribuirlo, idear un plan de mercadeo en el que todos los miembros del proceso de comercialización obtengan un beneficio, etcétera. Finalmente, poner en práctica todo lo planeado, esta es la parte más sencilla en teoría pero la más pesada en la práctica: trabajar, trabajar, trabajar.
El tipo de empresas como Herbax de México es la clase de negocios que necesitamos para el verdadero fortalecimiento de la economía regional, empresas que tienen la visión de salir a explorar los mercados más allá de nuestro entorno. Empresas que buscan los mecanismos fiscales y laborales para que la gente se beneficie por su productividad. Empresas que reconozcan la necesidad humana de sus miembros, la cual no se limita al factor económico, sino más bien tiene en la autorrealización su fin. Empresas que se preocupan por el futuro a largo plazo de sus trabajadores, buscando con la diversificación y la mejora continúa mantenerse en desarrollo sostenido y sustentable. Empresas locales que con capital propio se forjan un prestigio que aporta beneficios intangibles a la actividad productiva de la región.
Fue muy placentero convivir con la gente de Herbax, fue aleccionador tener el privilegio de conocer de cerca el espíritu de una empresa que crece por que así lo ha decidido, fue inolvidable el regalo que nos dio Herbax a los asistentes: Saber que si se puede.
8444104775@prodigy.net.mx

En el aeropuerto

publicado el 04 de Noviembre en El Heraldo de Saltillo
por César Elizondo Valdés
Estando en el aeropuerto de la ciudad de México, esperando seis horas la conexión de un vuelo hasta mi destino final, almorzaba en El Barón Rojo, muy mal servicio por cierto, y observaba el ir y venir de las miles de personas que representan historias que diariamente rozan una con otras en puntos y situaciones comunes que para unos significan una cosa y para los otros denotan algo totalmente distinto.
Veo pasar a Alicia Machado, la venezolana que hace algunos años ostentó el título de la mujer mas hermosa sobre la faz de la tierra, aquella que durante su reinado fue humillada según sus propias palabras por el magnate Donald Trump y por todo el comité organizador del concurso que le otorgó dicho nombramiento. Me pregunto que sentirá ella al estar en el aeropuerto como una persona común y corriente después de haber sido la embajadora del mundo, luego de haber tenido a su disposición aviones privados, después de perder el lujo y el glamour que acompañan a estas personas.
Después observó a un individuo que a todas luces está metido en una rutina que lo ha acompañado durante largo tiempo, se mueve por el aeropuerto como pez en el agua, nada es nuevo para él, nada es poco, nada es demasiado; todo lo percibe como ha sido su vida en los últimos años: plano.
Por último, pongo mi atención en una persona que parece venir de una condición poco favorable, a juzgar por su ansiedad y por la desconfianza que denota, deduzco que es la primera vez que vuela; se siente fuera de lugar, parece preguntarse si hizo bien en aventurarse en aquello que lo llevó a volar. El aumento de responsabilidades en el trabajo ó en su negocio le obliga a emprender nuevas vivencias desconocidas para él, y por lo tanto, riesgosas.
Así como en el aeropuerto, nuestras vidas tienen infinidad de puntos de comunión en la percepción de los demás entre los que suben, los que bajan y los que permanecen estáticos. Comprar un auto usado para algunos puede ser un retroceso, para otros es lo más normal del mundo y seguro que para muchos significa poseer algo que desde niños han anhelado. Ir al cine con su pareja, para alguien puede ser un trabajo, para otros puede ser simple rutina y para los demás el mejor momento de la semana. Despertar por las mañanas para algunos es un pesar, es enfrentar de nuevo a un mundo duro y despiadado, para otros es un día más, una hoja más del calendario y alguno por ahí lo ve diferente, como una oportunidad más para hacer algo de provecho.
Por cierto, en ese lugar común, donde deambula gente tan diferente, me di cuenta que Alicia Machado se veía más contenta acompañada de un desconocido que cuando estaba acompañada por Trump; el ejecutivo acostumbrado a los viajes parecía satisfecho por encontrar estabilidad en su vida; aquel que viajaba por vez primera, irradiaba el orgullo de haber avanzado en la vida, de saberse capaz de mejorar su condición. Concluí por lo anterior que no es de donde tu vengas, tampoco es a donde vayas, es más bien quien eres tú, y que es lo que quieres ser.8444104775@prodigy.net.mx

Maldita

Para publicarse el 28 de Octubre de 2005 en El Heraldo de Saltillo

-Maldita seas, pudiste ser todo lo que la gente diga de ti, pero para mi fuiste como el mismo demonio- pensaba para sus adentros. No supo como sucedió, pero desde que llegó a su vida todo fue pesar; lentamente, como si todo lo hubiera planeado, con la constancia y la frialdad de quien sabe perfectamente cual es su objetivo lo había expulsado de su propia casa, lo había despojado de la mayor parte de sus pertenencias, por ella perdió su trabajo, también por culpa de ella se alejó de sus amigos.
Lo peor era esa sensación de vacío que muchos insistían que no debía sentir, ni el mismo se lo explicaba pero sabía que algo lo seguía molestando; a pesar de la ayuda sicológica que estaba recibiendo, aún con el apoyo que le brindaban algunos grupos anónimos en solidaridad con su problema, intuía que algo relacionado con esa pena no podría ser superado ni resarcido en toda una vida. Debía darle vuelta a la página, lo entendía, pero seguía obsesionado con un pensamiento que no acababa de salir de su inconsciente.
Constantemente se repetía que debía olvidar aquellos sucesos, la pesadilla había terminado, el futuro era lo importante, lo que se había llevado ya nunca regresaría. Esperaba que ella jamás regresara, no se sabía listo para enfrentar de nuevo los penosos acontecimientos que por ella había sufrido, si regresaba, ya fuera ella u otra más, no estaba seguro de estar preparado para enfrentarla.
Así pasaron los días, se levantaba por las mañanas sin sueño pero sin ganas de despertar, debía haber adelgazado más que en toda su vida, ahí estaba el alimento, pero no tenía apetito. Empezaba el nuevo día sin saber si está vez la vida le daría nuevos motivos para seguir adelante; mientras tanto aquel pensamiento seguía aguardando la ocasión de salir, presentía que al tener conciencia de eso que estaba perdido en su mente, el coraje, la frustración y la impotencia serían aún mayores.
Caminaba hundido en sus pensamientos por lo que alguna vez fue una calle, veía gente por todos lados, por primera vez en muchos días tomo conciencia de que todas las personas que estaban por ahí tendrían sus propios problemas y ya no se sintió tan solo, aunque no dejo de sentirse miserable. De pronto lo vio, un fotógrafo tomaba sus placas desde lo alto de una colina. Recordó la última vez que utilizó su cámara fotográfica en compañía de su familia y lo entendió todo, su desazón era porque ella se había llevado todas las pruebas de la felicidad de su familia. Las fotos que durante tantos años había tomado, cada una significaba un momento que recordaba, pero que ahora no podría ver; el nacimientos de sus hijos, bautizos, piñatas, su boda, las vacaciones, los momentos inolvidables con familiares y amigos, las navidades, sus logros deportivos y profesionales. Se había llevado aquello que lo acreditaba como un persona normal y feliz. La casa, la tele, el aparato modular, las sillas y todo lo demás carecía de importancia, eso lo podría conseguir de una u otra forma, pero las fotos y sus documentos se los llevo para siempre, eso nunca podría recuperarlo.
Entonces, nuevamente la recordó y la volvió a maldecir: -ojalá nunca hubieras entrado en mi vida, maldita seas Wilma.-
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Manejando

Recordé aquella película, Mecánica Nacional, comprobé nuevamente que nuestra educación, cultura, raíces e idealismos son reflejados por nosotros los mexicanos de formas que ni siquiera imaginamos, esta es una pequeña historia que se repite cada día, en cada ciudad del país.
Era un día como cualquier otro, tan normal era ese día que creo haberlo vivido cientos de veces; tenía que hacer algunas compras y me dirigí en mi automóvil al supermercado. Como hombre de esta época, iba con el tiempo encima; cuadras antes de llegar, escuche el molesto ruido de una sirena, -que mala suerte-, me dije, -lo que menos necesito, darle el paso a una ambulancia-. En eso me percaté que venía detrás de mí, -ya no suena tan molesto, ya es canto el de la sirena-, empecé a sonar el claxon, hice gala de humanismo, dejen pasar los heridos, era el mensaje que daba, me sentí como Moisés al despejarse la calle, así que me aproveche del camino que se abría, primero ceder el paso, después pegarse detrás, pisar el acelerador y hacer como que sigues la procesión hasta el hospital; dos minutos debí ahorrar gracias a aquella emergencia, dios bendiga a los enfermos.
Ingresé al estacionamiento del supermercado, como de costumbre estaba totalmente lleno, así que empecé el ritual de gastar gasolina dando vueltas por todas las filas para acomodar los vehículos en batería; al final del lote, quedaban tres lugares disponibles, los más alejados a la entrada de la tienda, los rechacé al igual que la docena de automovilistas que buscaban el lugar más cercano posible en un afán de economizar pisadas, así perdieran todo el tiempo y combustible de que disponían. Después de varias vueltas, observe que una familia salía del local, cada miembro de aquel clan cargaba una bolsa, como cazador furtivo, cuidadoso de no hacer ruido y de no parecer impaciente, sostuve la velocidad en lo más lento que pude para ir flanqueando a aquella familia hasta su automóvil, así, llegamos hasta el final del estacionamiento, solo para verlos salir e irse a sentar en la parada de autobuses.
Otra vez buscar lugar, ya con algo de impaciencia mis modales sucumbieron, en una intersección, pude sentir la mirada de una mujer madura, tenía yo el honor del paso, pero bien podía ceder, aquella dama esperaba un acto caballeroso, lo único que logró, saber que yo la ignoraba; está es la selva, pensaba, yo tengo que ver por mí, ¿por ella?, no es mi problema. Otras vueltas por ahí.... Por fin, la oportunidad, un joven subiría en su auto, justo donde yo pasaba, quedando yo por un lado, por el otro, otro carro, no veía al conductor, pero querría ese lugar, a mí me pertenecía, por nada lo perdería; mientras tanto aquel joven disfrutaba su momento, se sabía poderoso, tenía a dos a su merced, con sus aires de nobleza primero admiro su coche, sabía que lo esperaríamos, gozaba al vernos sufrir, se subió como si fuera anciano, lento a pesar de su juventud, una vez estando adentro, vio primero sus espejos, ¡como si alguien los moviera¡, después encendió la radio, algo importante iría a oír, después la calefacción, pobre tipo, tendría frío, por supuesto el cinturón, era lo único importante, por último se peinó, la apariencia es trascendente. Finalmente arrancó el auto, a pesar de los pesares, buena cara le di yo, esto ya no era la selva, esto es civilización, amablemente le di el paso, pues me cedía su lugar, por fin me estacionaría, ya podría yo hacer mis compras; en eso me di cuenta del auto que estaba enfrente, otra vez la anciana dama, está vez no pude esquivar su mirada, está vez me suplicaba, con sus ya cansados ojos, el lugar para su auto, un lugar para sus años; está es la selva, pensé, aquí es la ley del más fuerte, y como soy el más fuerte, escogí darle el lugar.

Por fin, un alto a los excesos

Para publicarse el 21 de Octubre de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés

Para variar, la sección deportiva es la portadora de las buenas noticias, esta semana le toco a la Asociación Nacional de Básquetbol en Estados Unidos (NBA) dar la nota que regresa la confianza en el futuro de las nuevas generaciones. La NBA publicó su “código de vestuario” cuya finalidad es darle a los millones de aficionados al deporte ráfaga una imagen positiva de los jugadores y de la liga en general.
Los que seguimos los deportes asiduamente, hemos sido testigos de los negativos cambios en la imagen de los jugadores en los últimos años, empezando con la imagen física para terminar con la imagen social de muchos de ellos; iniciando precisamente en la NBA con la aparición en escena de Dennis Rodman con los toros de Chicago a principios de los noventa, jugador de grandes facultades que al final de su carrera fue más recordado por su tatuada piel y sus múltiples orificios para pendientes por toda su cara y cuerpo que por sus logros dentro de la cancha, y vaya que estos fueron importantes. En el tenis, hace aún pocos años era practicado con la etiqueta de vestir de blanco, a finales de los ochenta apareció André Agassi, un joven que retaba al flemático torneo de Wimbledon con pantalones cortos de mezclilla y con una melena que a diferencia de Sansón parece que a él no le ayudaba, ya que al perder el cabello y vestir con madurez alcanzó sus logros más importantes; hoy, el tenista de elite mundial, el español Rafael Nadal, parece vestido para lavar su auto cada vez que sale a jugar. En el fútbol americano, dentro de la NFL, han proliferado los jugadores que presumen un larguísimo cabello que ni siquiera permite leer el nombre que el jersey tiene impreso en la parte posterior. Los escándalos fuera de las canchas, por supuesto están acordes con lo que se ve dentro de ellas.
Las equivocadas teorías de los años setenta que pregonaban dejar a los niños actuar libremente sin medir consecuencias en la búsqueda de la felicidad y la realización por la vía de una libertad mal entendida se extendieron hacía afuera de los hogares hasta llegar a todos los ámbitos siendo los más notables los deportes y los espectáculos, dejando a una sociedad incapaz de discernir entre la libertad de expresión y la expresión irresponsable. Una generación completa no aprendió a respetar lugares, horas, eventos y personas para apegarse a las reglas de los demás, esperando que los demás se amoldarán a ellos. El resultado, ver ahora los ejemplos que no queremos que sean el modelo a seguir de las nuevas generaciones.
Muchos empezamos a creer que estamos presenciando el parteaguas entre una sociedad que ha sido complaciente, materialista, narcisista, hedonista, y una nueva sociedad cuyas características serán estar apegada a los principios morales, las buenas costumbres, la espiritualidad, el mérito. Las acciones emprendidas por la NBA se suman a las que empiezan a tomar las grandes corporaciones que buscan perfiles de personas con un alto nivel de respeto a su entorno, a si mismos y de incuestionable integridad. Los nefastos casos de Enron Corporation, Martha Stewart, en nuestro país de Jorge Lankenau, Angel Isidoro Rodríguez “el divino”, Carlos Cabal Peniche, son reflejos individuales de lo que hemos sido como sociedad, son sucesos que apresuraron la percepción de las personas en cuanto a que tipo de gente no debe liderar este mundo.
Aplaudamos la decisión de la NBA de meter en cintura a todos los empleados que trabajan para sus socios; esperemos que las demás organizaciones deportivas alrededor del mundo emulen sus políticas; exijamos de nuestros proveedores de servicios, entretenimiento y bienes que sus representantes nos atiendan con la pulcritud que nuestro favor merece. Eduquemos a nuestros hijos para que entiendan que en ocasiones no solo tienen que ser, también tienen que parecer...y que en otras no solo hay que parecer, también hay que ser.

¿Tu preguntas?

Consultó su caro reloj, el de extensible de oro, le gustaba admirarlo, o admirarse al reflejarse, en fin, a pesar de su reloj, llegaba tarde de nuevo, la impuntualidad, su sello; se estacionó en su lugar, el marcado con azul, de los discapacitados, tenía una buena salud, pero consiguió una placa que le brindaba ventajas, algún día quien lo sabe, podría acompañarlo alguien con capacidades diferentes; una vez en su despacho, sentado ante su escritorio de caoba bien labrada, abrió el cajón principal, sacó su finísima pluma, recuerdo de una aventura, firmó algunos documentos, que sabía nunca honraría, buena calidad de tinta, una firma estilizada, estampadas en papel, carentes de toda valía.
Al salir de su trabajo, se fue a su club deportivo, el más exclusivo de la ciudad, el de mejores instalaciones; pasó de largo el gimnasio y se dirigió al bar, una vez estando ahí, ordenó el mejor cogñac, otro más y uno tras otro, abusó de aquel licor, al final, ni le gusto, una vez más, la cantidad vencía a la calidad. Salió bastante achispado, subió al auto deportivo, el más nuevo, el más lujoso, cruzó toda la ciudad, a toda velocidad, sin respetar las señales, sin cultura al conducir. Llego a su pequeña casa, se recostó con su amante, tras unos breves intentos, se fastidió y se marchó, ni siquiera le cumplió. De ahí fue con su familia; al llegar, todos dormidos, encendió el televisor para ver el noticiero, se enteró de lo de siempre: empresarios como Ahumada, funcionarios como Ponce, congresistas Bejaranos, candidatos sin vergüenza; entonces se preguntó, igual que otros mexicanos, ¿Por qué me tocó vivir entre tanta corrupción?
Este era otro mexicano, de otro estrato, otro linaje; limpiar era su trabajo, pisos, paredes y techos, sin olvidar papeleras, con acceso a todas partes, todo requiere de aseo. Primero, limpiar los baños, verificar los jabones, el papel y lo demás; como lo hacía desde antaño, tomaba sus provisiones, solo un rollo de papel, la pastilla del jabón, un solo aromatizante, total, para aquella inmensa empresa, no significaba nada, por otro lado, en su casa, a economizar les ayudaba. Después, limpiar oficinas, sus hijos, desde pequeños, por lápices no paraban, una pluma y unas grapas, hojas, borrador y regla; la mejor explicación: en la escuela no les daban.
Llegó la hora de comer, se dirigió al comedor, usted sabe como es eso, hoy todo está porcionado, aprovechó y se guardó unos sobres de la sal, otros tantos del azúcar, dos sobres de mayonesa, de mostaza solo uno, tres de catsup por si acaso, y claro, las servilletas, sin olvidar los cubiertos. Al fin y al cabo esos sobres, muchos otros los tiraban.
Así era un día normal, la rutina era su cruz, pero al ocultarse el sol, a su hogar por fin llegaba, vaciaba su morralito, siempre lleno de sorpresas, total, como ya dijimos, con eso a nadie afectaba. Una vez todos dormidos, tenía tiempo para él, esta vez prendió la tele, quiso ver el noticiero, se enteró de lo de siempre: empresarios como Ahumada, funcionarios como Ponce, congresistas Bejaranos, candidatos sin vergüenza; entonces se preguntó, igual que otros mexicanos, ¿Por qué me tocó vivir entre tanta corrupción?

La sana competencia

publicado el 14 de Octubre de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés

No debe verse a la competencia como a un enemigo, se le debe considerar como algo que nos ayuda a superar nuestras capacidades. Esa es la forma de pensar que compartimos la mayoría de los empresarios, el perfil del empresario real incluye una gran dosis de deseo de competir en buena lid con aquellos que buscan lo mismo que uno: un pedazo del pastel.
Las gestiones de los comerciantes organizados ante las autoridades para procurar la igualdad de circunstancias para los competidores ha sido polemizada por aquellos que no pueden ver más allá de su propia conveniencia, y estos no somos los empresarios. Por supuesto que los comerciantes buscamos proteger nuestros negocios, igual que los obreros defienden sus trabajos, los maestros sus plazas, los industriales el costo de sus insumos, los concesionarios de televisión y radio su señal, los políticos su ideario, los agricultores su tierra, los contadores, abogados y doctores su cédula profesional, etcétera. Todos tenemos el derecho a exigir que nadie venga a intentar llevarse parte de nuestro modo de vida de una forma ventajosa y desleal para México. Piratería, evasión fiscal, nulas relaciones laborales, consumismo, mala calidad, inviabilidad para hacer válidas las garantías; son algunos de los vicios que las ahora frecuentes expos (de exposición) traen consigo, en perjuicio de muchos saltillenses.
Señalización, existencia y carga de extintores, rutas de evacuación, pago de recolección de basura, registro patronal ante el seguro social, infonavit, fondo de ahorro para el retiro, impuesto sobre nómina, impuesto al activo, seguridad social, impuesto sobre la renta, impuesto al valor agregado, norma oficial mexicana, pedimentos de importación, manuales de procedimientos, códigos de barras, pólizas de garantía por escrito, contabilidad, uso de suelo, licencia sanitaria y muchos etcéteras más son las cargas financieras, operativas y fiscales que cada día cumplimos los comerciantes establecidos, por eso los sueños de los changarros son difíciles de alcanzar, no es que no exista el mercado, no es que no sepamos como abordarlo, es que el país pesa mucho.
Los empresarios hemos aplaudido el arribo a nuestro país y nuestra ciudad de las grandes cadenas comerciales y de los impresionantes almacenes departamentales, aún con el costo que esto tiene para nuestra conveniencia económica. La diferencia con las expos itinerantes es que este tipo de comercios si generan empleos, si pagan impuestos, si cumplen con sus obligaciones, vaya, están sujetos a todos los compromisos que cualquier persona física ó moral mexicana tiene. Nadie podrá negar que los negocios de clase mundial, refiriéndome con esto a estándares de calidad en servicio y productos, han sido el motor para mejorar los procedimientos de los negocios tradicionales, lo que le brinda al consumidor cada vez más y mejores opciones para elegir donde adquirir los bienes y servicios que necesita a un precio y trato justo. Que se entienda bien, los comerciantes organizados no queremos volver al proteccionismo que tanto daño hizo al país, queremos que siga llegando la sana competencia que nos hace ser mejores cada día, la que nos fuerza a estar reingeniando constantemente nuestra forma de hacer negocios, la leal competencia que cree en el beneficio mutuo del intercambio comercial. Espero que la opinión pública entienda la diferencia entre la buena influencia y la mala, ya que los comerciantes estamos entre ambas.