Mi Lucha, por Eliseo y otros


Publicado el 08 de Septiembre de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


       Tratar de entender el origen de las atrocidades Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, ha llevado a más de una persona a tirarse un clavado al libro insignia del fascismo, Mi Lucha, escrito por Adolfo Hitler. Ahí y en otros documentos del fürher se expresan las más lindas teorías de gobierno para liderar al bloque occidental: Una sociedad íntegra en dónde la excelencia en las artes, el deporte, la investigación científica, la industrialización y las buenas costumbres fueran el sello de una Alemania presta para dirigir el mundo. Como muchas cosas en esta vida, en el papel todo era un tratado de buenos deseos, pero no especificaban como llegarían a a lograr el virtuosismo del individuo a través de las instituciones. Hoy todos sabemos que la receta era erradicar ó someter a quienes no compartieran sus creencias para alcanzar la utopía del desarrollo perfecto y ordenado, así como instituir un perfil específico de persona a fin de establecer la grandeza de la raza humana.
     Y en la semana que termina, no pude menos que recordar los preceptos nazis cuando escuchaba en entrevistas radiofónicas a altos funcionarios estatales de distintos poderes. El jueves, el presidente de la junta de gobierno del Congreso Local decía un montón de cosas relacionadas con la Ley de Alcoholes. Entre muchos otros temores, sus palabras me hicieron pensar que si hoy se pretende sobre-reglamentar a los giros nocturnos con medidas que se tutean con el toque de queda bajo el argumento de que por ahí la delincuencia organizada empieza con sus negocios, entonces los lotes de autos usados tendrán que poner sus barbas a remojar, igual que las casas de empeño, las constructoras y ni que decir de los gasolineros. Pedir que los trabajadores de los bares presenten una carta de no antecedentes penales equivale a decir que los programas de readaptación social no sirven para nada; filtrar por los ayuntamientos tareas de comprobación de obligaciones fiscales de los empresarios es como decirle a Hacienda que no esta haciendo su trabajo. Estás cosas, para ponerlas en palabras del fascista por excelencia de nuestro país, son mandar al diablo a las instituciones.
    Luego el viernes, en el mismo horario y programa que ya muchos bautizan como el de la vocería oficial, el vocero (este si oficial) para temas de seguridad del estado de Coahuila, dejo entrever la intención de que alguien legisle para normar el contenido de las redes sociales en la entidad. Con explicaciones que vuelven a mostrar un Estado paternalista por decir lo más suave, otra vez nos encontramos con la fácil salida de que sean cargadas a la sociedad civil las fallas en la prevención del crimen, dejando en claro que crimen es lo que se describe en las redes sociales, no el hecho de darlo a conocer. Pero postearlo podría convertirse en delito según entendí entre líneas.
     Para no caer en totalitarismos, nuestras autoridades habrían que entender que para que un ex convicto no peque, la readaptación social es la que debe funcionar, no la sobre-legislación; que para que el dinero sucio no ingrese a los negocios limpios, es la fiscalización y la procuración de justicia, no la sobre-reglamentación ni la cacería de brujas; que para que no exista el pánico infundado por rumores de redes sociales, es la prevención del delito, la presencia policial y la información detallada y oportuna, no la mordaza. Tendrían que entender que, para que exista una sociedad virtuosa, lo que se requiere no son los decretos, las leyes y menos la represión, lo que se necesita son las libertades.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
    


Los fósiles de la vergüenza


Publicado el 01 de Septiembre de 2012 en el Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

Hombre Cromagnon
     Se dice en paleontología que sacar conclusiones de un fósil es como tratar de imaginar un rompecabezas armado cuando se tiene una sola pieza. De cualquier forma, la ciencia ha podido deducir importantes hechos a partir del modesto registro fósil que se tiene del ser humano: Parece ser que el homo sapiens fue quien propicio la desaparición de su primo el Neanderthal así como del mamut, sin duda existió el canibalismo como práctica común entre nuestros antepasados, la caza significó un adelanto más progresista que la rueda, el fuego ó el internet y dos veces fue que nuestro género salió de África para conquistar el mundo, extinguiendose luego una decena de especies homo para quedar en la actualidad solo nosotros como respresentantes de esa familia.
    Y es la evolución del hombre de nuestro tiempo lo que será más duramente cuestionado por las generaciones de un futuro todavía muy lejano, dónde a pesar de existir un acervo escrito, digital y virtual de lo que hoy vivimos, nadie entenderá que fue lo que paso a principios del siglo XXI; los historiadores no podrán responder a las preguntas que los paleontólogos plantearán cuando descubran algunos yacimientos de  fósiles.
     El proceso de fosilización para el caso de lo vertebrados se da bajo circunstancias muy especiales: Una vez muerto el ser, rápidamente debe ser cubierto por barro a fin de preservar el cuerpo de los depredadores, a lo largo de miles de años los huesos sirven de molde para la mineralización, de modo que al final lo que tenemos es una roca con la forma de lo que antes fue un hueso. Por eso es que, por ser el humano una especie relativamente nueva sobre la faz de la tierra, es complicado encontrar cadáveres que hayan sido enterrados por deslaves ó avalanchas y que estén en sitios accesibles, muy diferente por ejemplo a los dinosaurios que dominaron el mundo por más de 50 veces el tiempo que lleva el hombre en su línea evolutiva independiente de otros primates. De cualquier forma, hoy en día se sabe de individuos que en sus osamentas quedaron las secuelas de enfermedades, accidentes fortuitos ó provocados, mordeduras de animales, la dieta alimenticia que seguían, su forma de caminar y hasta hemorragias mortales causadas por la embestida de un alce. Todo trauma recibido por el cuerpo queda grabado en el esqueleto fosilizado.
    Imaginemos entonces la desagradable sorpresa que se llevará un paleontólogo del futuro cuando descubra un cementerio clandestino de personas ejecutadas. Los fósiles aparecerán por miles al ser estos desaparecidos enterrados en parajes inaccesibles, en recónditos ranchos, en brechas poco transitadas, hasta en los patios de algunas casas.
     De la barbarie de los nazis no quedarán huellas físicas dentro de mil años ya que ellos exterminaron toda evidencia material al utilizar la quema como recurso para borrar pruebas. Del circo romano ha quedado el Coliseo como un monumental pero mudo testigo.  A diferencia de eso, el salvajismo que hoy azota a nuestro país esta siendo sepultado con todos los ingredientes para convertirse en libro abierto cuando el tiempo haga su trabajo. Y entonces palabras como México, Catolicismo, Nazismo, Disneylandia ó Ipad habrán dejado de ser utilizadas en el mundo y serán solo referencias del pasado, pero los fósiles de la tortura, de la desaparición forzada, de la deshumanización y del tiro de gracia darán cuenta de una etapa y un sitio en la historia del hombre en dónde el homo sapiens dejó las más grandes evidencias de que la definición de evolución quiere decir solo cambio, y no necesariamente progreso.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx   

De Mateo 25 a Londres 2012


Publicado el 18 de Agosto de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


     La primera vez que escuche “We are the champions” en un estadio fue en el Rose Bowl de Pasadena luego de imponerse los vaqueros de Dallas a los Bills de Buffalo. En esa ocasión me pareció falto de originalidad el que un evento netamente norteamericano cerrase con la composición del británico Freddie Mercury del grupo Queen. Tuve la suerte de oírlo dos años consecutivos en el Parque Francisco I. Madero de Saltillo cuando nuestros Saraperos fueron campeones en temporadas sucesivas, y la última vez que estuve presente durante su reproducción fue el mes de Mayo pasado en territorio Santos Modelo de la comarca lagunera, era la final del torneo de clausura.
    No tengo idea de cual habrá sido la intención de Mercury al componer esa pieza, pero la realidad es que a más de tres décadas de su primera interpretación, el himno de los campeones se ha convertido en un símbolo mundial de las justas competitivas, garantizándole a su autor un tipo de inmortalidad en la memoria colectiva que jamás podría ser alcanzada en otro plano por la realidad física de su prematura muerte.
    Y viendo la cobertura televisiva de la clausura de los juegos olímpicos de Londres 2012, volví a disfrutar parte de la obra del compositor inglés con la entrada de su Bohemian Rhapsody como aperitivo para la presentación remasterizada de otro clásico de la cultura occidental contemporánea: Imagine, de John Lennon.
      Al pensar en el legado artístico de Lennon y Mercury, mi mente divagó a las ocasiones en que las creaciones de José Alfredo Jiménez hacen las veces de Celestina durante las serenatas para acercarnos al corazón de la mujer amada; de la forma en que desde abuelos hasta bisnietos han bailado en todo tipo de eventos el Rock de la Cárcel popularizado por Elvis Presley; a cuando vi llorar a un italiano lejos de su tierra escuchando el Ve Pensamiento (Va Pensiero) de Verdi; ó a cuando observo a los jóvenes absortos en los libros prohibidos de los Juegos del Hambre de Suzanne Collins y años atrás leyendo el polémico Código Da Vinci de Dan Brown. Por supuesto, igual que cuando toda una nación observa como es elevada su bandera y entonado su himno nacional durante unos juegos olímpicos.
      Unos trascenderán a través de los siglos y otros serán referentes de una sola generación, pocos tendrán influencia al mundo entero y quizás muchos tengan un alcance modesto, pero las personas que utilizan sus habilidades para el gozo de la humanidad, por más frívolo, pagano ó superficial que esto pueda ser, son también aquellos a quienes se refería Mateo en la parábola de los talentos, dónde queda claro como es que cada uno de nosotros debe utilizar sus destrezas para multiplicarlas en lugar de esconderlas cobardemente para no perderlas. Por eso es que cuando pienso en compositores como Amy Winehouse, pintores como Vincet Van Gogh, toreros como el Paquirri ó activistas sociales como Martin Luther King, no pienso en vidas truncadas prematuramente por la estupidez humana, veo más bien a personas cuya genialidad en sus talentos fue mayor a lo que la naturaleza del hombre puede sobrellevar, y que eso no fue impedimento para compartirlos con el mundo.
    Todos tenemos talentos. Unos naturales, otros adquiridos; unos por méritos propios, otros gracias a terceros y algunos más hasta por casualidades en el tiempo ó el espacio; unos materiales, otros intelectuales y algunos físicos; hay dones artísticos y los hay prácticos; algunos resultan obvios, otros estarán dormidos. El ejemplo que más me gusta de cómo es que se da la verdadera trascendencia con las capacidades que tenemos tiene que ver una vez más con la historia de la religión: A principios del siglo XVI, el máximo jerarca católico quiso dejar un legado para que su papado fuese recordado por siempre, así que mando llamar al mejor artista que conocía para encargarle un trabajo en los techos de la capilla adjunta a la basílica de San Pedro; hoy todos sabemos que los frescos de la Creación de Adán en la bóveda de la capilla Sixtina fueron trazados por Miguel Ángel, cuya aportación al arte es incuestionable, pero hoy resulta irrelevante quien fue el Papa que ordenó aquel trabajo. Espero por lo menos que los talentos de Julio II hayan incluido el saber rezar por la paz mundial. 
        cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
    

Mi experiencia VIP, ó las vacaciones del terror


Publicado el 11 de Agosto de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

      Muy en boga esta hoy en día el término discriminación positiva. A grandes rasgos, trata de hacer una distinción preferente hacía una minoría, grupo ó persona focalizada. En mercadotecnia, este tipo de discriminación ha encontrado una interesante veta donde se hace posible la magia de cobrar un sobreprecio para ofrecer a cambio un servicio diferenciado, lo cual inyecta márgenes de utilidad adicionales a las empresas que ofrecen este tipo de segmentación entre su clientela, es el mercado VIP (Very Important People por sus siglas en inglés).
   Mención aparte y sin venir al caso, pero es realmente curioso como los consumidores caemos en la paradoja de un día ser seducidos por el concepto VIP pagando de más con la ilusión de sentirnos importantes, y al siguiente somos víctimas del también exitosísimo caso de las rebajas increíbles en las tiendas de última llamada, Outlets, black Friday ó nuestro recién inventado Buen Fin, en estos casos con la ilusión de eficentar el gasto pagando de menos aunque nos sintamos del montón.
     Pues ahí tienen que en alguna ocasión tuve la genial idea de viajar por avión en una compañía de las llamadas de bajo costo. Primero escuché por un lado de mi hombro derecho una vocecilla inocente que me decía lo importante de no derrochar el dinero si este tipo de líneas aéreas tenían unas tarifas realmente atractivas, así que compré los boletos para las ansiadas vacaciones familiares. Luego, una vez en el aeropuerto y amonestado por mi señora al no haber previsto que viajando con cuatro niños y sin tener lugares asignados aquello se podría convertir en una pesadilla, otra vocecilla, esta vez con un tono petulante, me dijo que mi familia bien merecía un trato VIP, y que unos cuantos pesos no serían  el obstáculo para la felicidad. Me dirigí al mostrador dónde una agradable chica, con una bella sonrisa y cuyo gafete decía Maritzia, me hizo favor de venderme el Up Grade de pasajeros normales a viajeros VIP, eso nos daría la oportunidad de abordar antes que los demás el avión para asegurar los mejores lugares y poder sentarnos juntos.
      De ahí, a documentar las maletas. Me encuentro nuevamente con Maritzia, esta vez su trato no me parece tan encantador y en medio de una inexpresiva sonrisa me dice que tendré que pagar una cuota extra por exceso de equipaje. Volteó a contar a los miembros de mi familia y hago lo mismo con las valijas, una y otra vez…. Maritzia debía estar en un error, éramos seis personas y llevábamos seis bultos, y así se lo hice saber. Pero la tipa me dijo que seguramente no había leído el contrato que estipulaba el costo adicional por maleta que no pudiera considerarse como equipaje de mano. A pagar un poco más.
       Tres horas más tarde y después de dos avisos de demora, vimos a los lejos que nuestra nave por fin estaba en la pista. Repentinamente todos los pasajeros se empezaron a apretujar en las puertas de salida de la sala, era obvia la importancia de tener un buen lugar en la fila para subir primero a la aeronave al no haber asientos asignados, pero eso era algo que no debía preocupar a quienes teníamos boletos VIP. Pero…
     Preocupados al ver que no existía una hilera designada para los tenedores de los pasajes especiales, nos fuimos aproximando a las puertas, agitaba mis boletos por lo alto y gritaba que yo había pagado por lugares VIP y que debía estar al principio de la fila. Batalle mucho, hube que empujar a mucha gente y no menos de tres señoras me recordaron a mi madre, y no me refiero a que al verlas yo hubiese recordado a quien me dio la vida. Finalmente llegué al frente de las filas donde una exasperada Maritzia, con una forzada sonrisa me indicó que aún no era mi turno.  Era una inepta, claro que mi lugar debía ser adelante.
        Minutos más tarde, anunciaron los altavoces que era tiempo de empezar el proceso de abordar. Y, asemejando al banderazo de la mejor carrera de caballos del Derby de Kentucky, al abrirse las puertas salimos todos disparados para asegurar ser los primeros en entrar. Era de esperarse. Como aerolínea de bajo costo, la pequeña aeronave que nos transportaría no tenía el tamaño para alcanzar las terminales convencionales, así que debíamos primero abordar una terminal móvil tipo camión que nos llevaría hasta dónde estaba el avión….. De modo que fuimos los primeros en subir a las sala móvil, y, para nuestra desgracia, fuimos empujados al fondo de la misma por la masa de gente que subía detrás de nosotros. Así que, tristemente fuimos los últimos en bajar del camión, por lo tanto últimos en abordar el avión.
    Subí los escalones hecho una furia con mis billetes VIP en la mano, una vez arriba, la tal Maritzia con su descarada sonrisa me decía que no podía ella hacer nada y que si quería podría quejarme en la página web de la compañía.  Viajamos separados los seis, y cuando a treinta mil pies de altura, Maritzia, con su hipócrita sonrisa me ofreció algo de tomar (vendido, por supuesto), lo rechacé porque mi sexto sentido me decía que podría venir acompañado de algún extraño fluido salido de su boca.
     Llegamos a nuestro destino, y como cereza en el pastel nos encontramos con que una de nuestras maletas había sido documentada en otro vuelo. Y claro, la persona que nos atendió para tomar nuestros datos y enviar después la maleta perdida no podía ser otra que la horrible Maritzia, con su estúpida sonrisa. 
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Yo solo sé que Sócrates sabe


Publicado el  28 de Abril de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

        En el best seller Freakonomics aparece un original estudio sociológico y estadístico donde el economista Steven Levitt hace un extenso, profundo y ordenado análisis cronológico de hechos que lo llevan a deducir como fue que una sentencia a favor de una joven embarazada que pretendía abortar en los años setenta, influyó para que el índice delincuencial disminuyera en Norteamérica a finales de siglo. La lógica de la controvertida teoría dice que al permitirse los abortos en los Estados Unidos, miles de individuos que habrían carecido de una adecuada formación humana nunca llegaron a vivir para enrolarse en el pandillerismo y de ahí a la delincuencia.
      Apoyados en el tipo de razonamiento de Levitt, hoy podríamos señalar con claridad cual fue la semilla sembrada hace más de veinte años en México para padecer hoy la crisis de inseguridad que sufrimos. Esa culpable se llama Democracia.
      La línea a seguir es tan simple como clara. Si a usted le preguntan cuales fueron las primeras ciudades convulsionadas por el crimen organizado, seguramente recordará como fue que en los años noventa empezábamos a escuchar de hechos violentos en Tijuana al principio y más tarde en Ciudad Juárez. Precedentes a estos hechos fueron las escaladas al poder de los primeros gobernadores de oposición en los estados que albergan a dichas ciudades, Baja California Norte y Chihuahua.
    Muchas cosas han pasado desde entonces en el país, siendo trascendental la alternancia en el poder ejecutivo federal. Y recogiendo declaraciones de personajes que en su momento fueron jefes del ejecutivo estatal en sus entidades, es fácil llegar a la conclusión de cómo es que la pluralidad de siglas gobernantes ha dado al traste con la paz mexicana.
   Primero, un discurso que para variar fue puesto en el contexto de guerra política en lugar de desglosarlo y entender el porque de esas palabras durante la campaña del grupo TUCOM hace cosa de ocho años. En esa ocasión, un ex gobernador de Tamaulipas que había experimentado en su tierra los efectos de la llegada de la primera administración federal ajena a su partido, intentaba convencer a sus correligionarios con una propuesta de la que nadie había hablado hasta entonces: La policía única nacional. Idea que podría venirle de conocer la incipiente guerra entre carteles enemigos que tendrían diferentes acuerdos con los distinos órdenes de gobierno., por supuesto, unos con los federales, otros con los estatales.
    Segundo, un poco más ventilada en los medios pero igualmente olvidada de la memoria colectiva, tenemos la entrevista de banqueta que hace algunos meses diera un filosófico ex gobernador de Nuevo León en Saltillo luego de una conferencia en la UAdeC. Esa vez, sin anestesia, vergüenza ó recato, simplemente reconoció los convenios que en su tiempo existían para contener al crimen organizado en favor de la paz social; acuerdos que, al no ser oposición, estaban supeditados al nivel superior de gobierno.
      Hoy que atestiguamos en nuestras ciudades una violencia en las calles fruto de la lucha por controlar las diferentes plazas del país, entendemos como es que aquellas entidades que primero sufrieron la violencia pero hoy comparten ideología política con el gobierno federal han ido recuperando la tranquilidad presumiblemente gracias a la unificación de criterios para mantener la gobernabilidad, mientras que los estados que se han convertido ó permanecido en oposición son claramente azotados por el terror de la guerra entre bandas que, debido a la incompatibilidad entre gobiernos locales y nacional, carecerían siempre de las famosas reglas no escritas con alguno de los mandos constitucionales.
      Nos jactábamos de haber alcanzado la democracia sin derramamiento de sangre, y hoy reconocemos que la modalidad de guerra civil que padecemos tiene mucho que ver con los pactos realizados por los variados grupos que rigen la vida nacional desde diferentes niveles y poderes de gobierno. Aceptémoslo, la solución no esta en la legalización del consumo de algo que ni es el único negocio del crimen organizado y que no es nuevo ni privativo de México, la respuesta estaría en la negociación única del máximo nivel de gobierno y la adhesión a la misma en provincia; como en los países dónde abunda la drogadicción, pero no existe la violencia ligada al tráfico.
Próximo sábado: ¿La calle Victoria peatonal?  cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx


¿Quien ve por los Veteranos Mexicanos?


Publicado el 25 de Febrero de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

        En cierta ocasión tuve a la mano a un grisáceo funcionario municipal y al dinámico director de un centro comercial, así que aproveche para sacarme una añeja duda y les cuestioné como era que determinaban entre autoridad e inversionista el número de espacios destinados a las personas con capacidades diferentes en los estacionamientos. Ninguno sabía como se llegaba a esa cifra, pero coincidieron en que ellos lo habían fijado con el mexicanísimo recurso del copy-paste, simplemente lo calcaron de los parámetros utilizados por nuestros vecinos del norte. 
      En mi siguiente visita a los Estados Unidos comprobé algo que había pensado cuando supe como calculaban en Saltillo los cajones para estacionamiento: Se notaba que la mayor parte de los espacios marcados en azul eran ocupados mientras acá siempre lucían desiertos. La razón era el gran número de veteranos de guerra que tiene aquel país frente a la ausencia de bajas bélicas en México. Veteranos de la segunda guerra mundial, de Corea, de Vietnam, del Golfo y de Irak, así como lisiados por las invasiones a muchos otros países son las personas que llenan los sitios para discapacitados.
       Y de esas imágenes es fácil saltar a las películas de Hollywood que retratan algo más que las secuelas físicas de los veteranos: Las marcas psicológicas que cargan durante el resto de sus vidas y la dificultad para reinsertarse en la sociedad. Y de la fantasía del cine regresamos nuevamente a nuestra penosa realidad, realidad en la que hoy surgen lo que podríamos llamar Veteranos Mexicanos.
       Estos veteranos representan muchas caras de una misma moneda. Lo mismo hay sanguinarios sicarios que pasivos halcones; militares y policías tras las rejas como heroicos soldados y agentes; mercaderes secuestrados y empresarios lava-dólares; también hay huérfanos de padres como huérfanos de hijos; tenemos viudas y viudos, así como solitarias y enlutadas personas que nunca llegaron al compromiso.
             ¿El niño que vio morir a su padre puede superar el trauma sin ayuda profesional?  ¿Tiene el empresario la fortaleza mental para volver a construir aquello que en un secuestro le quitaron? ¿Puede una viuda llevar un hogar y formar hijos con la herida aún abierta? ¿Quiere un joven trabajar honradamente por un salario mínimo cuando antes ganaba por miles desafiando a la ley? ¿Cómo sigue viviendo la madre que presenció el levantón de su hijo para nunca más volverlo a ver? ¿Puede el asesino perdonarse a si mismo y olvidar todo lo que vio? ¿Cómo sobreponerse al deceso de un familiar dentro de un penal ó cuartel, en un reten ó convoy y en las calles ó en la casa? Al hablar de estos veteranos no distingamos malos de buenos; porque tanto los deudos, como los arrepentidos y los sobrevivientes comparten un dolor similar.  
        Lo que hoy padecemos es debido a la irresponsabilidad civil y gubernamental de habernos hecho de la vista gorda cuando todos sabíamos lo que estaba sucediendo desde tiempo atrás. Con toda certeza, estamos atestiguando el principio del fin de la espiral delincuencial que azota al país, no pasará de la mitad del próximo sexenio para que alguien calificado declare que se ha vencido ó sometido al crimen organizado. Pero no debemos nuevamente caer en la complacencia de acomodarnos sin voltear a ver a nuestro alrededor, es preciso señalar la urgencia de ayudar emocionalmente a todos los damnificados de esta triste página de nuestra historia en la que los veteranos pertenecen a variados frentes ó bandos, que fueron heridos de diferentes formas y que ninguno de ellos quiso convertirse en victima, pero que al final de cuentas, todos son Mexicanos.        cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

50 mil muertos y "El Gato Ortiz" ¿Cual es tu culpa?


Publicado el 14 de Enero de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

         Silogismo: En Abril de 2010 “El Gato” Ortiz era un hombre libre, la gente inocente es libre, por lo tanto el portero de los rayados no era un criminal. Pero en ese mismo mes recibió una sanción disciplinaria que lo inhabilitaría por dos años como futbolista. En ese tiempo también me publicaron en estas páginas un artículo en el cual hacía alusión a los 22 mil muertos por la lucha entre la delincuencia que hasta el momento el gobierno federal reconocía.
        A casi dos años de aquellos hechos inconexos, hoy sabemos que el futbolista es acusado de complicidad en diversos casos de secuestro y que la PGR ha declarado que los muertos durante el sexenio están por llegar a los 50 mil. Durante ese lapso de tiempo, ¿Cuál fue el factor común para que alguien bajara del estrellato para estrellarse y para que la cifra de muertos siguiera aumentando?
       El factor común fue la indiferencia.
       Imagina por un momento las reuniones entre los directivos del equipo de “El gato” Ortiz durante los últimos años. En algo no debieron ser muy diferentes a las pláticas que recibiste en la escuela de tus hijos, ni a las que sostuviste con tus amistades ó aquella en que tu familia decidió cerrar filas. Seguro estoy que en esas charlas los miedos y los lineamientos fueron similares a lo que los empresarios escucharon en las conferencias que sus cámaras organizaron. Igualmente los gobernantes hablaron con su plantilla de colaboradores para abordar los temas de seguridad… Seguridad personal. Las asociaciones de colonos torcieron garantías de libre tránsito para cerrar accesos aún con la incertidumbre de quedar encerrados con el enemigo. En los clubes privados también hubo seminarios tendientes a salvaguardar la integridad de los socios. Bueno, hasta las religiones se olvidaron en ocasiones de Dios para advertir a sus feligreses que los demonios habían encarnado.
      Y en todas partes se escuchaba lo mismo: Cuídate, cuídate, cuídate. Cuida a los tuyos. Cuida lo tuyo. El manual que en todas partes aparecía como la panacea para salir ileso de la crisis de valores se propagó como fuego entre la sociedad civil con muy pocas variantes ante los diferentes públicos. No transitar de noche, evitar los giros negros, mantener un bajó perfil, atrincherar casas, escuelas y centros de trabajo; no hablar con extraños y otras cosas que ya nos habían dicho cuando niños volvieron a aparecer en los consejos.
    Escuché como cuidarme de los delincuentes pero nunca supe que hacer para que menos personas fueran reclutadas. Me dijeron que no consumiera drogas pero nadie me instruyó para salvar a aquellos que han caído. Me pidieron que manejase un bajo perfil pero eso no incluía que a los más desposeídos los siguiera viendo para abajo. Construimos  murallas  para que nadie nos viera y por eso no vemos lo que esta pasando allá afuera.
    Y así, mientras los directivos de los rayados se enfrascaban en profundas pláticas sobre como defenderse de los males de este país, olvidaron velar por el bienestar social y la formación humanística de sus jugadores,  y resultó que uno de esos deportistas conspiraba en contra de lo que ellos representaban. Igual nos ha pasado a todos, en la urgencia por cuidar nuestra integridad nos olvidamos de cuidar la dignidad de los demás, y en el pecado hemos llevado la penitencia. Hace dos años escribía que mientras como sociedad sigamos dotando a la delincuencia organizada de personas que no encuentran su lugar en el mundo por nuestra indiferencia, continuaremos atestiguando la pérdida de vidas que se apilan en la fosa de la vergüenza humana de saber que nosotros estamos bien, no importa lo que pase con los demás. Sigo pensando igual. 
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx       

Mi mejor regalo fue algo que no desearía


Publicado el 24 de Diciembre de 2011 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo



      Precursores a los dispositivos electrónicos como los videojuegos y demás aparatos que hoy conocemos, los más extravagantes juguetes de mi niñez fueron aquellos que necesitaban enchufarse a un tomacorriente. Artefactos mecánicos animados por electricidad, carentes del reto intelectual ó físico de los juegos de antaño pero todavía primitivos ante las asombrosas características tecnológicas que ahora vemos en cada nuevo lanzamiento al mercado. Aquella generación de cacharros ha quedado en el limbo del anecdotario infantil….Excepto uno que recuerdo muy bien, aunque no precisamente por los momentos felices que me quedó a deber.

     Como hijo de familia clase mediera, no me era ajena la ambigua sensación de por un lado agradecer las oportunidades que por mi cuna tenía mientras por otro lado me lamentaba por la ausencia de lujos en mi vida. Navidades, cumpleaños ó grados escolares iban y venían mientras el catalogo de Sears & Roebuck se decoloraba y maltrataba en una página que una y otra vez observaba con la esperanza de alguna vez tener en mis manos aquel portento de diversión: El “Electric Football”, un tablero de lámina sobre el que se colocaban las figuras de los jugadores en formación, luego se conectaba a la pared y por medio de impulsos eléctricos  producía vibraciones que hacían a las siluetas avanzar, de tal modo que tendría que llegar a la zona de anotación aquel jugador elegido como corredor antes que un contrario lo chocase. Era algo bastante rebuscado y no parecía especialmente entretenido, pero los güeritos retratados en los anuncios se notaban radiantes mientras jugaban.

     Hasta que una navidad sucedió lo improbable. Después de años rogando por aquel regalo, primero a un desorientado Santa Claus que no siempre localizo mi casa y luego a unos atribulados padres cuya prioridad era cubrir colegiaturas, facturas, hipotecas así como recibos de toda índole, finalmente apareció bajo el árbol navideño el objeto de mi afecto.

       Rápidamente nos unimos los hermanos para armar el campo de juego, luego alineamos a los jugadores y después, con gran protocolo, me volví hacía la pared, tomé el cable eléctrico e inserté la clavija para disfrutar de aquel tan deseado, negado, y por fin obtenido presente….. Aún no volteaba a ver como funcionaba aquello cuando todo se volvió oscuridad, las alegres luces navideñas se tornaron más negras que un funeral, de alguna parte emergió un espeso humo y segundos después se escucharon las precipitadas pisadas de mis padres descendiendo por la escalera.

     Sabíamos lo que había sucedido, un corto en la instalación eléctrica. Primero vino el cuestionamiento impregnado de acusación que todo padre realiza a quemarropa: ¡¿Pues que $#”&:&$#% es lo que hiciste?¡  Aún a oscuras, padre e hijos nos dirigimos al centro de carga  en donde descubrimos que solo se había quemado un fusible al que inmediatamente repusimos. Y se hizo la luz.

     Regresando a la sala, ya con más calma mis padres me pidieron que les enseñara como se jugaba. Accedí y me arrodille para volver a conectar aquello…. Una vez, otra vez, en la pared contraria, en distinta habitación…. Y nada. Además de un fusible y la magia de la navidad, esa madrugada también se quemó mi adorado juego, con la penosa diferencia que para eso no existía ningún repuesto.

    Embargado en una mezcla de temor, vergüenza y desánimo, no quería hacer contacto visual con mis padres pues sabía el sacrificio que ese tipo de gastos representaban para una familia que vivía al día y echarlo a perder antes de usarse era imperdonable, era cruel, era estúpido. Con más obligación moral que valentía, con más enojo que orgullo y con una lágrima a punto de brotar, levante la vista del suelo y me encontré con el más contradictorio, el más recordado y el mejor regalo que jamás hubiera imaginado: La tristísima mirada de papá y mamá, la angustiada mirada de una pareja contemplando al hijo apesadumbrado, la solidaridad de unos padres por el inocente dolor de un niño, la frustración de haber hecho lo mejor posible y aún así ver al muchacho abatido. 

     Por supuesto que nunca fue mi deseo producir tristeza en la expresión de mis padres, pero en sus impotentes miradas de aquella malograda navidad pude percibir ese amor que ninguna palabra, ningún objeto, ningún viaje ó promesa alguna pueden alcanzar. Aquel anhelado juguete jamás pudo ser reparado, pero nunca tuvo importancia, yo ya tenía mi regalo.

El Buen Fin, un buen principio

Publicado el 26 de Noviembre de 2011 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


   El petróleo es a la economía venezolana lo que el corazón al cuerpo humano. Para India lo es la industria de la informática, los chinos son maquiladores mientras en Noruega existe la pesca, en Japón la electrónica y en Francia generan gran riqueza alrededor de sus atractivos turísticos. Desde esta simplista percepción, podemos entender que, colgados de un determinado clúster de negocios, los países ó regiones prosperan macroeconómicamente gracias a ventajas competitivas únicas, naturales ó desarrolladas. Bien por la macroeconomía, esa palabrita que tanto usan los tecnócratas cuando tienen que justificar en parámetros generales las carencias de los particulares dentro un orden mundial que gira alrededor de los mercados.

    Pero, ¿Que pasa cuando las naciones alcanzan las mediciones macroeconómicas saludables pero sus habitantes no obtienen la satisfacción que esas calificaciones parecen garantizar? Ahí surge la necesidad del flujo de sangre en esa primer analogía entre sistemas económicos y cuerpo humano: El comercio, dependiente del mercado interno. Así llegamos a la conclusión de que si es cierto que nuestro metabolismo deja de funcionar cuando el corazón falla, también es verdad que para que éste siga latiendo debe tener un constante movimiento de sangre a través de él y por todos los demás órganos del cuerpo.

   Así nos encontrábamos en México al finalizar este año 2011, después de más de veinte años de una estabilidad macroeconómica que ha podido sortear asesinatos de candidatos, errores decembrinos, cambio de régimen, crisis económica mundial y violencia en las calles. Dos décadas de recibir en la frente la estrellita que el Fondo Monetario Internacional y diversos organismos e instituciones mundiales nos ponían como país mientras que como ciudadanos seguíamos añorando que alguien nos acercara todos esos beneficios que informe tras informe, un Presidente y otro nos parecían decir que podíamos obtener.

   Finalmente, alguien externo al sistema político encontró una iniciativa que buscaba traducir a los consumidores y empresarios de cualquier nivel las bondades de una disciplinada conducción fiscal que pocos habían visto reflejada en su economía doméstica. Fue nuestro paisano Jorge Dávila Flores en su calidad de dirigente de CONCANACO quien visualizó como desde el gobierno, pasando por instituciones financieras, cámaras empresariales, productores y comercializadores, pudiéramos hacer una cadena que en su último eslabón fuera capaz de poner al alcance del consumidor las virtudes microeconómicas de una política monetaria establecida por el gobierno emanado de un partido y continuada por administraciones de distinta ideología.

    El experimento lo conocemos: El Buen Fin. Una campaña de suma de voluntades para dinamizar la actividad comercial de cara al cierre de año, apoyada desde la misión que cada ente participante manifiesta como doctrina, que por regla general apunta hacía el bienestar del cliente final. El resultado también hoy lo conocemos: Un fin de semana de noviembre que solo había conocido el sector comercial en épocas navideñas; una diversidad de oferta de bienes, descuentos y facilidades que el consumidor tampoco había visto antes, la tangibilidad en el beneficio individual de una nación responsable en su manejo fiscal.

    Espero como comerciante, como consumidor y como mexicano, que la iniciativa de Jorge sea punta de lanza para que México encuentre a partir del Buen Fin un buen principio de creatividad económica que nos permita ver como nación tantas áreas de oportunidad que existen, para así fincar parte de nuestro desarrollo en el mercado interno, la sangre que mueve a todo país.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Miedo

Publicado el 27 de Agosto de 2011 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


Ataque a Casino Royale en Monterrey. Agosto de 2011. México

   Por supuesto que no tenía miedo. Me sentía a salvo cabalgando aquel negro corcel dando vueltas en el carrusel de la feria de Saltillo a espaldas del parque Francisco I. Madero; mi padre me decía que estaba ahí para cuidarme mientras sujetaba mis hombros de manera que yo podía sentir la adrenalina del vértigo recorrer todo mi cuerpo hasta llegar a su clímax en la boca del estómago, siempre con la seguridad de que un par de manos estaban listas para servir de malla protectora. Más adelante en mi vida, previo a los partidos de fútbol americano una sensación distinta se apoderaba de mi abdomen en las horas previas al encuentro hasta el punto de hacer que devolviera el desayuno que mi madre había preparado. Venía el coach José Inés Hernández y me recordaba que una vez escuchando el silbatazo inicial, sucedería lo mismo que cada fin de semana: El temor se transformaría en endorfinas y podría disfrutar como siempre el deporte que tanto me apasionaba.

     Son historias que con alguna que otra variable compartimos la mayor parte de los mexicanos. Siempre encontramos en los mayores aquella mirada que navegaba entre la sabiduría, la condescendencia, el amor, y un auténtico respeto a la inocencia. Casi universal debe ser la plática de cuando tuvimos roto el corazón y nos dijeron que ese dolor pasaría. Especialmente mi generación escuchó que nuestro pueblo superaba una crisis económica solo para entrar en otra de peores dimensiones. Luego la vida empezó a llevar a cada adulto por senderos más particulares y los miedos serían por deudas impagables, pérdidas de empleo, tropiezos profesionales y conyugales, decesos de familiares y de entrañables amigos, crisis de la edad madura, menopausias y altibajos emocionales.

      Igualmente la figura paterna fue en ocasiones reemplazada por la vocación del maestro de escuela, el humanismo del pastor religioso, la camaradería del tutor escogido, la ideología del comprometido líder político ó las bondadosas palabras del inteligente abuelo; la figura materna también fue apoyada por las consecuentes madres de los amigos, las comprensivas cómplices tías, las honorables instituciones responsables y hasta por la mujerzuela carente de formación académica pero conocedora de diversas facetas de la condición humana.

      Siempre nos bastó voltear hacía arriba para encontrar una fraternal mirada que comprendía nuestros temores y que invariablemente nos señalaba: “No hay nada nuevo bajo el sol, lo mismo me tocó vivir en su oportunidad y te puedo asegurar que eso que hoy percibes como algo insuperable, mañana será algo que recordarás como una anécdota de tu camino.”

       ¿Y entonces por que hoy siento este maldito miedo que nunca antes hube experimentado?  Seguro estoy que nada tiene que ver que mi padre y abuelos hayan muerto, que mis mentores hayan bajado del pedestal ó que los líderes de mi nación, del estado ó el municipio pertenezcan a mi generación. Tampoco tiene que ver con que mi madre haya dado un paso atrás para respetar las decisiones que como adulto he tomado ó a que hoy los mayores se interesen genuinamente en mis apreciaciones. No, este desesperante temor viene de ver que en las mesas de las familias mexicanas, a la pregunta del niño que busca respuestas por lo que sucede en su país, ya no encuentra quien le diga que esto ya lo habíamos vivido antes y que al final todo saldrá bien…..Y es entonces que la mirada del padre busca la explicación en los ojos del abuelo, y la vista del abuelo evade el cuestionamiento para perderse en una especie de lejano horizonte hacía el pasado, allá en donde los mayores siempre tuvieron algo sensato, responsable y verdadero que responder a su descendencia.  Ese es mi miedo.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

  

Yo votaré por.....

Publicado el 25 de Junio de 2011 en El Diario de Coahuila y El Herlado de Saltillo


Ella no va a votar. Pero eso no le impide descargar conmigo una serie de quejas que se me antojan más copiadas que asimiladas: Que uno fue impuesto por su hermano, que al otro lo tiene ahí su compadre, que el tercero es una comparsa y del último que no vale ni la pena hablar.

Me dice que todos son iguales. Que no son honestos, que solo piensan en su beneficio, que por culpa de unos no podemos salir a la calle, que gracias a otros carecemos de trabajos dignos, que los demás son serviles a los sindicatos. Me cuenta que ellos quieren más a sus partidos que a los electores.

Remata su monologo diciendo que en otros países las cosas son diferentes. Que allá tienen mejores hospitales, más carreteras, educación de primera y una policía confiable.

Ella no va a votar pero se queja. Ella solo tiene 7 años y es mi hija.

Escucho todo lo que me dice en el auto y una rabia jamás experimentada me invade. ¿Quién demonios se cree con derecho de quitarle a mis hijos el ideal de un mundo mejor? ¿En que momento los adultos se permitieron robar a los niños la infancia para transferirles sus complejos? ¿Quién se beneficia cuando los futuros electores que todavía creen en Santa Claus y en Disneylandia ya no confían en el género humano y en las instituciones de su país?

Por supuesto, no deseo que mis hijos vivan en una realidad de ficción ó en la caja de cristal, pero eso no quiere decir que tengan que abandonar la creencia y certidumbre de que todo puede ser mejor.

Duele ver que a pesar de los esfuerzos que hacemos en casa por formar ciudadanos comprometidos con la sociedad, responsables y participativos, todo sea echado a perder por aquellos que se siguen cuestionando si fue primero el huevo ó la gallina: ¿Tenemos los gobiernos que merecemos ó los políticos tienen secuestrado al país?

Parte de lo triste de este caso es que el veneno que hoy invade a la conciencia cívica en ciernes de nuestros niños es que lo que dicen los partidos, los medios, los marginados del presupuesto y la ciudadanía en general tiene tintes de autenticidad, todas son medias verdades. Y más triste es que hoy ya no existe siquiera esa mentira que despreocupadamente los adultos solían endilgar a los menores: Tienes el futuro en tus manos. Sabemos por experiencia que el futuro de nuestra generación fue sellado para bien ó para mal durante la devaluación del que defendería nuestra moneda como un perro, luego en Julio de 1988 con la caída del sistema, en Marzo de 1994 con un disparo en Lomas Taurinas, con el error de Diciembre abriendo el sexenio de Ernesto Zedillo, con los amigos de Fox iniciando el milenio ó con la negativa a revisar voto por voto en 2006. Insisto, para bien ó para mal.

El próximo 3 de Julio voy a votar en Coahuila y me haré acompañar por la menor de mis hijas para cumplir con mi derecho ciudadano. ¿Por qué candidato lo haré? Eso es lo de menos, ya que la trascendencia de mi elección será darle a mi hija el mensaje de que más allá de que la clase política sea la misma en cualquier tiempo y espacio, yo seguiré haciendo todo lo que tenga al alcance desde mi escala de valores para allegarle un futuro en el que, realmente, tenga todas sus cartas en su mano.

No voy a desperdiciar mi boleta, le daré mi confianza a un candidato con virtudes y defectos. Pero definitivamente la intención del voto será por mis hijos, ya que por ahora, su futuro está en mis manos.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx





Don Víctor: Por fin aprobé el examen

Publicado el 26 de Febrero de 2011 En EL DIARIO DE COAHUILA Y EL HERALDO DE SALTILLO
Hermano Víctor
Pedro Córdova Concha

Mi paso por la escuela fue todo lo bueno que podría ser…… Fuera de aulas. Desde la enseñanza media empecé a batallar con la física y la filosofía, así que para finalizar la preparatoria me estaba haciendo la vida de cuadritos. Y para colmo, si tuviera que definir en un vocablo mi relación con quien impartía ambas clases, la palabra sería distante.

Era el último recurso para graduarme y la lista de calificaciones pegada en la ventana del salón de clases indicaba el frío veredicto: Tendría que terminar mis estudios en otra institución. Once años de lasallista, argumentos de todo tipo y finalmente ruegos, todo fue insuficiente para un estoico Hermano Víctor que con una sonrisa forzada me informaba que ya no había más que hacer.

A casi veinticinco años de aquel episodio, el rencor me sigue diciendo que el profesor pudo haber hecho más para darme el certificado; pero a un cuarto de siglo de vivencias de todo tipo, la razón me dice que el maestro sabía que yo debí esforzarme más para merecer el pase.

Como es de mucha gente sabido, esta semana falleció Pedro Córdova Concha, mejor conocido como el Hermano Víctor, educador lasallista que durante su estancia en el Colegio Ignacio Zaragoza influyó de diversas maneras en la formación de miles de saltillenses que tuvieron la oportunidad de tomar sus clases y acompañarlo en Misiones. Hacia el final de su vida, muchas madres de familia recibieron de él orientación catequista y docente para saber transmitir a sus alumnos las enseñanzas y valores que en dicha institución privilegian.

Mucho se he dicho y escrito de lo que este personaje aportó en la vida de tanta gente, pero lo que yo quisiera resaltar hoy es la importancia que personas como Don Víctor tienen dentro de una sociedad. Y es que más allá de la directa interacción que unos y otros tengamos con nuestros semejantes, pienso que la verdadera trascendencia de un individúo se logra cuando su legado en alguien alcanza a influir en terceras personas.

Hoy que la crisis de humanidad se extiende desde los hogares hasta los gobiernos pasando por nuestros trabajos, hoy que nuestro país y nuestro estado se someten a esa falta de humanidad y hoy que a nuestra ciudad han llegado todos los vicios y formas de la decadencia, es más fácil para algunos abrazarse a los valores aprendidos por testimonios como el que Don Víctor diera de distintas formas, y es seguro que en cada sujeto existen ejemplos que como él han dejado alguna huella positiva en su vida; en todo ámbito están las personas que hacen esa diferencia. Es el tipo de gente que termina siempre por afectar positivamente a terceras personas.

Definitivamente considero que el carácter de cualquier persona es forjado gracias a las experiencias que a través del tiempo comparte ó recibe de otros individuos, ya sean estas relaciones efímeras ó prolongadas, felices ó infortunadas. Así que terminamos por ser un peculiar amasijo de diferentes temperamentos, de distintas ascendencias, de incompatibles personalidades.

Al final de mi relación con Pedro Córdova Concha, las enseñanzas académicas terminaron siendo marginales ante la sabiduría de un buen maestro, de manera que hoy no puedo recordar los postulados de Platón ó Tales de Mileto, tampoco distingo las teorías de Newton de las de Einstein, pero lo que sí ha quedado grabado en mí es aquella lección de vida que hace muchos años recibí del Hermano Víctor.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx