El aleteo de...miles de mariposas


23 de abril de 2019


El aleteo de…miles de Mariposas


Por César Elizondo Valdez

                                                                                                                                                  Para Lili.

No creo en el destino. Pero si me maravilla como las cosas que nos suceden vienen precedidas por una inmensidad de causas y efectos anteriores, no todos apegados a ese libre albedrío que explica la dificultad de un destino escrito sobre piedra: ya sabes, ese efecto mariposa que habla sobre como el aleteo de una mariposa en algún lugar del mundo produce una brisa que desencadena una serie de sucesos en dominó que terminan por afectar algo al otro lado del planeta. Cuantas cosas serían diferentes con un pequeño cambio en el pasado, se entiende de ahí.
Y brincando un poquito de canal, imposible obviar al hablar de mariposas, a aquellas que precedían o acompañaban a Mauricio Babilonia. No lo sé, dicen que en cada nueva lectura de una misma obra se descubren otras cosas y distintas percepciones sobre lo que se lee, y pues bueno, en recién y tercera lectura al libro insignia de García Márquez, encontré en las mariposas de Mauricio Babilonia la máxima expresión de belleza dentro del realismo mágico.
¿Y porqué no? Si yo soy quien esto escribe, ahora puedo saltar de forma arbitraria del realismo mágico a mis mágicas princesas. Y claro, ya salió el peine: esta semana cumplió quince años Lili, mi niña Navidad. ¿Y cómo hacerle con eso? ¿Cómo poder compensar en palabras escritas lo que me regala ella en vida? Imposible. Y por eso todo el rollo, porque me siento incapaz de poder estar a su altura, tengo miedo de fallar en el regalo, de causarle desconsuelo.
Por ello como padre en ocasiones recurro a recetas infalibles: la serenata entre amigos, la comida familiar, aretes y maquillajes, un grande ramo de rosas, y a veces, hasta el dinero parece un recurso válido. Pero nada es suficiente cuando un padre quiere hacer sentir bien a su hija, cuando buscas meter sentimientos y valores dentro de simples objetos o vetustas tradiciones. Que me perdonen madre y marida, ellas tuvieron su padre.
De ahí la necesidad de intentar un buen escrito como regalo, y de ahí a darle vueltas a cosas ya creadas por otros y aceptar que a uno solo le alcanza para copiar de lo existente y plasmarlo en el papel. Y surge el intangible presente: tienes una vida por delante, Lili, tendrás tiempo en la preparatoria o más tarde de leer Cien años de Soledad y conocer en Mauricio Babilonia el realismo mágico de mariposas apareciendo por dónde el amor se mueve; también podrás ver una película genial, de esas raras que le gustan a tu papá, se llama Mr. Nobody (la película, no tu padre jajaja), y ahí también envuelto en sencilla poesía podrás ver una explicación del efecto mariposa…y entonces entenderás porque tu padre es incapaz de alcanzar para ti la excelencia en sus escritos: porqué a veces me recuerdas a Mauricio Babilonia, con un aura de bellas y amarillas mariposas aleteando sobre ti, e imagina como has venido a cambiar mi mundo desde que, inesperada, llegaste a nosotros, porque el efecto de esas tantas mariposas que siempre te acompañan me llega con tal fuerza y rapidez, que cuando te veo o te pienso, la felicidad recorre cada rincón de mi ser, y termina por brotar en mi cara, en una inmensa sonrisa. Y entonces, no queda nada por escribir que se acerque a esa belleza que tus mariposas provocan en toda la gente, que tocas con tu existir.  

¿Somos Cleo, o somos Yalitza?


Publicado el 24 de febrero de 2018 en Saltillo 360, de Vanguardia




Va el spoiler para hoy domingo por la noche: seguro alguno de los presentadores o maestro de ceremonias hará su chistecito sin gracia ni ingenio a expensas del origen étnico de Yalitza, amarrado, por supuesto, al estereotipo del mexicano ante norteamérica y el mundo, ya sabes, la ayuda doméstica en la ciudad y la pisca en el campo. No la hagamos de tos, es parte del show, igual si pasa un hindú, el cliché es el nerd detrás de la computadora y el asiático será un gritón detrás del mostrador de restaurante oriental de comida rápida.

Pero acá, hacia dentro es lo importante, ¿Qué pensamos de Yalitza? ¿Y de Cleo? Doy por hecho que conoces la historia de hadas nacida de una película para algunos carente de tensión en la trama mientras para otros está llena de recursos artísticos. El personaje, Cleo, encarnado por la fulgurante estrella, Yalitza; la primera, el país que somos en apariencia, la segunda, el mexicano que aspiramos ser en esencia.

No nos detengamos en cuestiones subjetivas como la capacidad histriónica de una improvisada actriz, al fin y al cabo, la misma revista que la cataloga como la mejor actuación de 2018 es aquella que hoy, hace exactos cinco años atrás publicaba en su portada a nuestro entonces presidente bajo la leyenda “Saving México”.

Aclaro antes de preguntar: al decir comprar, me refiero a que no hay boletos a la venta para el evento de hoy, no a que sea imposible comprar una nominación, curado en salud, ahora sí, ¿Por qué logra una pasante de educadora estar hoy en una de las pocas galas en dónde están los que tienen que estar, no los que lo pueden comprar? Muy sencillo: porque tuvo una oportunidad. Ahí el quid del asunto. Sin quitarle mérito a sus carreras, no exentas de la receta del chef saltillense que habla de sesos, corazón y huevos, ¿por qué algunos mexicanos como la golfista Lorena Ochoa, el automovilista Sergio Pérez o el cantante Alejandro Fernández tienen éxito mientras tantos millones no levantan la cabeza? Por las oportunidades de inicio, a no dudar.

Oportunidad, esa es la diferencia entre Cleo y Yalitza. Y aquí es dónde me quito el sombrero: alguna vez, un mexicano fue testigo de la historia de Cleo a lo largo de su infancia, así que en su madurez decidió utilizar todas sus capacidades y conocimientos para darle una oportunidad a Yalitza. Hoy, deseo que el mexicano Alfonso Cuarón, junto con Yalitza y todo su equipo, se lleven todos los premios que bien merecen. Y que nos sirvan de inspiración.

cesarelizondov@gmail.com


Después de la fiesta

Publicado en Saltillo 360, de Vanguardia

https://www.saltillo360.com/despues-de-la-fiesta



Me despertó su aliento. Mezcla de cerveza y algo más, difícil de identificar para ignorante sibarita como soy; igual puede ser tequila que whisky, un ron o mezcal. Pero, ¿A quién se le ocurre convertir la fiesta de su hijo, en una descomunal peda entre amigos y familiares? Solo a un mexicano, supongo.

Inconsciente por partida doble: por alcoholizado hoy, y porque siempre duerme como si nada debiera. Sus ronquidos expulsan el tufo de lo que no llegó a sus entrañas, de lo que el cuerpo ni siquiera alcanzó a digerir. Me espera una larga noche. Debí insistir con el pastel, quizás hubiera bebido menos.

Escucho algo. ¿Es mi hijo jugando con sus regalos arriba en su cuarto? ¿O es un nuevo estilo gutural del roncar? No… parece algo diferente. Aguzo el oído. Pueden ser las cortinas bailando al son del viento… pero estamos en enero, las ventanas de mi habitación están cerradas.

Pasan unos momentos y ahí esta de nuevo. Lo escucho debajo de la silla, junto a la puerta, como el arrastrar de un gran insecto, como cuando los ratones invadieron la casa. Me preocupo. Escucho una puerta cerrarse arriba. Le grito a mi hijo y contesta que esta en el baño. Escucho de nuevo, aquello se arrastra, despacio, desde debajo de la silla, hacia la pared, y sube con rapidez hasta el techo al tiempo que entra, desde afuera de la pieza, un vientecillo helado. Siento miedo, mucho miedo.

Me quedo inmóvil. Mis ojos se adecúan a la oscuridad y, horrorizada, alcanzo a vislumbrar una mancha: es como el cuerpo de una tarántula, pero gigantesca y… sin patas; se mueve con sigilo en el ángulo de la pared y el techo. Su movimiento asemeja al de un fantasma, como flotando; pero va contra el techo, a través de la pared. Escucho, y ahora también veo en la penumbra cómo avanza, lento, sin prisa, sin ritmo y sin pausa, hasta el fondo de la habitación; parece huir del aire frio que se cuela desde la cocina. Siempre pegado al techo y a la pared. ¿Qué clase de ser es ese? ¿Es que está atrapado dentro de mi casa y busca salir? ¿O busca hacernos daño? Ahogo un grito.

Mi esposo balbucea algo, dormido. Escucho los pequeños pasos de mi hijo bajando la escalera mientras veo a aquella sombra detenerse un instante, como analizando su próximo movimiento. Grito muy fuerte, desde el fondo del estómago, desde el diafragma. Mi esposo sigue inerte; entonces, salgo de la cama arrojando las cobijas por un lado. Al levantarme, mis ojos se desajustan a la oscuridad y pierdo visibilidad. Pero escucho que aquello se agita, como dudando entre escapar del viento de la cocina o enfrentar a una madre que defiende a su familia. “¡No bajes, cariño ¡”, es lo que sale de mi boca entre jadeos y sollozos. Pero es demasiado tarde.

Corro hacia la pared mientras veo la silueta de mi hijo aproximarse al umbral de mi cuarto. La puerta abierta, mi marido a merced de aquel ente. Aquello se agita, nervioso. Alcanzo la pared y lista para encender la luz, me preparo para lo peor, entrecierro los ojos, aprieto los dientes y con todos los músculos de mi cuerpo crispados, enciendo la luz.  Y lo veo en todo su esplendor: el estúpido globo con helio del “Feliz Cumpleaños”. 

La misa del domingo pasado


Publicado el 02 de diciembre de 2018 en Saltillo 360, de Vangurdia




A veces no entiendo porqué voy a misa. Cargando el vacío existencial, culpas, remordimientos, dudas y quizás algún rencor, alguna vez en confesión con un sacerdote me dijo: mientras quieras encontrar algo en la religión, siempre habrá cupo para ti en cualquier templo, iglesia, congregación o movimiento, así te sientas el más fraudulento y egoísta de los hombres al reverenciar algo por tu necesidad de creer y afianzarte en cosas más trascendentes a esta vida, aunque carezcas de esa fe ciega, incondicional y buena deseable en todo ámbito humano. Y yo le creo a ese padre.

Así que en domingo, se queda la NFL una hora sin su fan número uno, mientras mi cuerpo lucha por recuperar un poco del sueño perdido durante la semana, y mi espíritu, igual, busca reencontrar los sueños extraviados durante media vida. De un ritual pasa la celebración a otro. Trato de hilvanar las lecturas para alinearlas al evangelio, pero hoy, como siempre, no entiendo nada. Escucho la palabra de dios, y durante la homilía cierro los ojos en gesto de ardua concentración, pero con la verdadera intención de reposar una vista que se torna más borrosa conforme pasan los meses, igualito a la visión del mundo que se nubla, se difusa y se oscurece. Sigue la misa hasta llegar al saludo de la paz, momento preferido para saludar a la familia y vecinos de butaca en sincero deseo de alcanzar la armonía con todos quienes me rodean. Y al final, la comunión. Falso como soy en esto, en mi lucha por cumplir con una religión en la que deseo creer más de lo que en realidad creo, unas veces sí, y otras veces no voy por la hostia. Mi señora piensa que estoy lleno de pecados, la verdad, me asaltan los cuestionamientos y las incertidumbres, pero también los anhelos y necesidades, de ahí mis recurrentes confesiones…bueno, y también tengo pecados. Ya.

Luego de los avisos a la feligresía y de la bendición final, el Padre habla de nuevo: “la capacidad del templo es de 722 personas sentadas, y este domingo hemos estado a máxima capacidad. Enseguida da otra cifra: de acuerdo con el número de hostias consagradas para el oficio principal de la semana, más de 600 personas recibieron la comunión. Que números¡  Después, en tono de broma dice que las 122 personas que no comulgaron han de ser los niños que no han hecho su primera comunión. Salgo de misa percibiendo el mundo de distinta forma, y me doy cuenta del impresionante número de personas que acuden a misa en mi parroquia, y de cuantos católicos multiplicados por el orbe creen con toda su fe que reciben a Cristo en la hostia, y luego van por la vida practicando las enseñanzas de ese hombre que pasó por este planeta hace tanto tiempo. Y termino por ver un cielo más claro para volar, y una tierra más fértil para sembrar, y sentir un aire fresco, renovado y limpio el cual respirar; y me percibo y percibo al Hombre humilde, espiritual y humanizado. Y entonces, entiendo porqué voy a misa.  c
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Es la productividad, estúpido


Publicado el 25 de noviembre de 2018 en Saltillo 360, de Vanguardia




El título de la columna es alusivo a la campaña de Bill Clinton en 1992, a nadie en particular.

Puntuales, todos los días dan cuenta del valor del dólar, la bolsa, la gasolina, los doritos y los tacos de la bodega. Ya ni abro el periódico, y es que tengo, por fortuna, tres o cuatro amigos agregados en mis redes que cumplen la labor social de publicar tempranito todos los indicadores económicos para platicarle al mundo de las atrocidades que provoca un hombre con solo despertar por la mañana; y es que, sin despachar, ya es culpable del robo del penacho de Moctezuma, de la descalificación de Daniel Bautista en Moscú ´80 debajo del puente y de que Salmita no ganase un Oscar por Frida.

Hablan de la bolsa como si tuvieran millones invertidos en las empresas del señor X, o como si fueran accionistas de Soriana cuando nomás tienen la tarjeta del ahorro, se quejan del dólar como si los compraran para hacer negocios internacionales y no para ir a Laredo un sabadito -de ida y vuelta-. Son aspiracionales, sin llegar a generales. Wanabe, pues.

No entienden, o no quieren ver, que el principio de toda la economía es el valor real de las cosas. Por ejemplo, ¿Cuánto vale tu constructora, con sus dos andamios, la vieja carretilla y una caja de herramientas? Pues, a ojo de buen cubero, once mil pesos. Muy bien. Pero, ¿qué pasa si a tu constructora le doy el contrato para construir un aeropuerto en Texcoco? ¿Y si le subes cañón al precio por metro cuadrado de construcción en el contrato? Ahhhh, pues pasa que de repente, aunque tus fierros nomás valgan once mil pesos en Mercado Libre, para mí y para tus nuevos socios, la empresa ahora vale cientos de millones. Productividad es lo que genera riqueza a un país, no los negocios al amparo del poder, por más que sus beneficiarios sean esos hombres que hablan bien bonito de estabilidad. Y pasa con carreteras, en concesiones gubernamentales de aire, tierra y agua, en minería y comercio, en pesca, ganadería y agricultura. El ogro no es el neoliberalismo como sistema, el problema esta en la corrupción cobijada desde ahí en naciones bananeras.

Bolsa y dólar, indicadores económicos que nos traen en jaque, suben y bajan por circunstancias tan variopintas como si matan a Colosio, si Fox saca al PRI de los Pinos, si se escapa el Chapo o si se nos pierde la mamá de Luis Miguel. Pero siempre, siempre, siempre, regresan dólar y bolsa a su valor real, cuestión que tiene que ver con productividad, con valuaciones, no con política. El problema, claro esta, es lo que pasa cuando empresas y empresarios no valen lo que suponíamos. En efecto, vale madres. Nada más una aclaración: no valen menos porque el mesías llegó como chivo en cristalería, valen menos en la bolsa porque no valían en la realidad, por fincar la economía en tráfico de influencias, de drogas y explotación de la naturaleza, sin productividad; y claro que la vamos a pasar muy mal todos, pero es nomás un ratito. Ya los verás sentaditos y aplaudiendo en la toma de protesta, recogiendo las migajas de lo que antes fue pastel.  

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Historias donde hay fantasmas, real


publicado el 04 de noviembre de 2018 en Saltillo 360, de Vanguardia



Es complicado hablar de fantasmas desde la realidad, máxime cuando uno saca del periódico los temas para escribir: el sesgo del reportero se convierte en la nota. Para ficción, te puedes leer “Ese fantasma vecino”, recomendable, divertida e ingeniosa novela del buen amigo saltillense Al Boardman, bájala en Amazon; o si buscas la sensación del miedo consíguete algo de Poe, de Henry James o ya de perdido de Anne Rice.

Pero ya lo sabes, aquí hablamos de hechos, no de ilusiones. Por eso mi frustración semanal al buscar cosas para escribir desde un punto de vista de interés para los lectores de Saltillo 360: una consulta ciudadana con una semana de antigüedad, equivalente a la eternidad, el desenlace de la serie mundial de beisbol con similar añejamiento, dólar arriba y bolsa ´pa abajo. Nada que no hayamos escuchado durante toda la semana hasta el cansancio. Además, mi editor me pide entregar el jueves por la mañana la colaboración para aparecer en domingo, desfasado siempre ahí. Pero…el tema de los fantasmas nunca pierde vigencia, aunque a fines de octubre se agudiza su aparición en charlas y películas, en escritos y en dibujos, en programas de televisión y contenidos de internet. La dificultad estriba en dar el beneficio de la duda a lo que vemos, o a creer sin cuestionar cualquier historia, o de plano a ser escépticos a todo lo que nos rodea.

Y ahí me tienes buscando tema para escribir, cuando aparece una nota en Vanguardia…y me pongo a investigar. Hoy en día es sencillo encontrar información para ser opinador: tecleo tres palabras claves sacadas de la nota del periódico y cae una avalancha de información. Filtro los medios para desaparecer a los sitios patitos y al permanecer solo los más serios, siguen apareciendo en prestigiadas páginas web noticias y más noticias sobre el mismo tenor.

Pero viene lo mejor. No es un solo evento repetido por distintos canales, son diferentes notas, desde distintas partes del país y aun del mundo, donde existe un común denominador, en todas se repite la palabra: fantasma. Se acaba el espacio y te quedo a deber los pormenores. Pero no te enfades ni te sientas defraudado, te daré las palabras a teclear en tu computadora, tablet o teléfono celular para que por ti mismo, descubras cuantas notas verdaderas existen cuando hablamos de fantasmas.

Ve a tu navegador, Google, Safari, Fire-fox, Yahoo o lo que sea. Ponte en la barra de buscar, falta poco para que seas testigo de historias verdaderas escritas por reporteros desde el lenguaje coloquial. Ahora coloca tus dedos sobre el tecleado…y escribe: “auto fantasma atropella…”    
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y Tú, ¿quién eres?


Publicado el 28 de noviembre de 2019 en Saltillo 360, de Vanguardia






Sigo siendo el hijo de mi papá. No importa la edad, los amigos y conocidos de nuestros padres se refieren a nosotros como “el hijo de…”. Y pues, ahí ni como hacerle, así nos conocieron y a veces hasta te llaman como tu progenitor, no le hace si tu eres Pedro y él es Arturo. En la familia extendida, si tu nombre no es muy repetido entre abuelos, tíos y primos al estilo de Arcadio o Aureliano, tal vez con un poquito de suerte se aprendan tu nombre y no hablen de ti con el aclaratorio del “hijo de…” en su referencia. Hasta ahí, bien con el sello de amistades y familia.


 Luego sucede que uno se refiere a las nuevas generaciones de la misma forma, glosando triunfos y pecados de la ascendencia cuando queremos ubicarlos, saber quienes “son”. Así es que el Potrillo siempre será el hijo de Vicente, el Gómez Morín actual extiende hasta el infinito sus apellidos para aclarar de quien es nieto, Benny es hijo de Julissa y así nos la llevamos. También, bien hasta ahí con el sello que otros nos endilgan.


La bronca viene cuando nosotros mismos nos moteamos (no, nada que ver con la mariguana) con calificativos como tigre o rayado, virgo o acuario, metalero o cumbianchero, carnívoro o vegano, cervecero o tequilero, ingeniero o administrativo, dodger o yanqui, ventas o producción. Solitos nos apegamos a algo que suponemos nos da identidad. La verdad, de lo que hablamos es de fútbol o beisbol, de música o esoterismo, de comida y de bebida, de oficios o profesiones. Y uno es igualito al otro, nomás con diferente logo. Ahí si, mal con un sello autoimpuesto de pertenencia, pero no de identidad.


¿Empirista o racionalista? ¿nihilista o existencialista? ¿idealista o materialista? Quizás, si nuestra cultura nos llevase a definirnos desde la filosofía, a conocernos y que nos reconozcan como simpatizantes de algunas corrientes de pensamiento, nos ahorraríamos el andar preguntado fechas de nacimiento para saber de compatibilidad según la luna y las estrellas, para saber no que música nos gusta, sino que tipo de expresión humana buscamos ahí, para entender que esperamos del deporte, no para llorar por un partido perdido, para saber porque trabajamos, no lo que hacemos para sobrevivir. Para saber quién soy y hacia donde quiero ir, no para exhibir al mundo otros rasgos de personalidad.

Un gran paso es pensarse liberal o conservador, demócrata o republicano, de izquierda, centro o derecha; ateo, agnóstico o religioso. ¿Será posible que algún día así nos reconozcamos? No sé, pienso en quienes llegan a casa con mis hijos a jugar, estudiar o pasar un rato conviviendo. Nunca les pregunto si les gusta más la música o el deporte, si creen en dios o dudan de él, si votaron en las pasadas elecciones o si piensan estudiar un postgrado. Siempre, siempre la pregunta es: ¿Cómo me dijiste que te apellidas?   
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Un ¿improbable? Campeón


Publicado el 14 de octubre de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia



Por César Elizondo Valdez


Jamás pensé en alegrarme así por un título de los acérrimos rivales, Sultanes de Monterrey. Ya te lo había platicado: todos los días abro el periódico en la página de deportes o espectáculos porque ahí leo primero de los triunfos del Hombre, de la expresión artística de sus capacidades, del romper con paradigmas, del utilizar las destrezas y talentos propios para la felicidad y logros comunes, así sea en el profesionalismo.

Por eso mi alegría del miércoles pasado, cuando al abrir la sección deportiva (extremo) de Vanguardia, me encontré con el rostro feliz, orgulloso y satisfecho de mi amigo Luis Galindo, sosteniendo a su hijo Renato en brazos, posando junto al equipo de los Sultanes para la foto del campeonato. Quizá piensas que tengo amigos superdotados, que nacieron con la pelota de béisbol en una mano y la fortuna en la otra; pero no, resulta que Luis es una persona muy similar a ti y a mí; es solo que desde su oficio, no ha perdido los sueños de grandeza que solemos abandonar conforme la vida nos va llevando. Nutriólogo de profesión, mi amigo ha podido equilibrar una carrera que le brinda una forma de vida digna y honesta, con los auténticos y más nobles ideales que un Hombre pueda perseguir: contribuir a otros para llegar a la cima.

 Para mí, algo que saco de esto es lo siguiente: un niño no debe abandonar jamás su intención de representar a México en un mundial de fútbol, así como una joven debe ir tras su sueño de ganar un Oscar mientras otros aspiran al Nobel de literatura y alguien más quiere ser el próximo Steve Jobs. Si, quizás no tenga ese niño la habilidad de Hugo Sánchez o la joven el histrionismo de Meryl Streep, difícil será que alguien escriba algo cercano a Cien años de soledad y muy complicado es salir desde la cochera de tu casa a conquistar el mundo. Pero si creo, que en la próxima generación habrá mexicanos que levanten la Copa del Mundo, y algunos de ellos vestirán pantalón largo, y en ese vestidor campeón del mundo habrá nutriólogos y abogados, contadores y publicistas, mercadólogos y aguadores. Igual en Hollywood y en cualquier tipo de industria u oficio que a nuestros niños les apasione. Espero ver un futuro lleno de ganadores en nuestra comunidad, donde al igual que Luis, todos entendamos que nadie llega solo a ningún lado, y que es mejor ser parte del todo, a ser el todo de nada.   cesarelizondov@gmail.com

Suicidio de un hincha Tigre


Publicado el 30 de septiembre de 2018 en Círculo 360, de Saltillo

Por César Elizondo Valdez.

Nota: al cierre de la edición, el estado físico de la víctima es incierto para el autor,

pero para los fines alegóricos del escrito, la agresión es motivo suficiente.

El hombre del cabello largo no es un asesino solitario. El rostro crispado, su agresivo mirar y el salvajismo de todo su lenguaje corporal, ilustran de forma perfecta la estupidez y cobardía de la masa; esa sí, homicida con arma blanca, a patadas y pedradas, de un indeseable fanático del fútbol, o en otro tiempo y lugar de este mismo país y época, de presuntos secuestradores (luego hallados inocentes) quemados vivos; ese tumulto de gente enojada con la vida y resentida con el mundo, esa horda desquiciada que se convierte en jurado, juez, y verdugo, de violadores y raterillos.

No tardaron los falsos discípulos de Montag en rociarle gasolina al fuego, llamando nacos y chairos, trogloditas y neardentales a quienes se apasionan por el fútbol, esos pensantes cuya estrechez de criterio no les da para entender que el enfrentamiento en la periferia de los contextos geográfico, deportivo, social y económico en torno al clásico regio, poco tiene que ver con un domingo de fútbol, y mucho tiene que ver con los días de la semana vistos desde el arrabal, desde la aglomeración del transporte público o desde la maquila incesante, esclavizante y mata-aspiraciones.

Los videos publicados en medios de comunicación y redes sociales, son suficientes para que la autoridad encuentre y enjuicie a unos cuantos representantes de la masa asesina. Pero mi pensar sigue varado en esas imágenes, y tomando algunas licencias de las leyes de la física, pero sobre todo abusando de las anuencias que permite el intentar escribir desde el realismo mágico, aventuro un pensamiento con el único propósito de encontrar empatía con la víctima, jamás en el afán de ser abogado del diablo y menos de ser irreverente:

Un momento antes de ser alcanzado por sus enemigos, veo a la víctima lanzar una piedra con la misma saña, intención y odio con que luego fue atacado. Pero las imágenes son tan confusas que se pierde el foco del ataque por instantes, y en esa ventana de elipsis me atrevo a pensar que fue tanto su impulso para lanzar esa piedra, le puso tanto coraje, tanto ardor y complejos, que no podemos apreciar como esta roca se siguió de largo, y siguió y siguió…y le dio la vuelta al mundo al ras de su circunferencia, atraída por la gravedad; y viajo con la velocidad de la injuria y la fuerza del rencor para regresar al mismo sitio de dónde salió. Y por supuesto, mató de certero golpe a quien antes la hubo arrojado.

Y si el atacante de largo cabello y múltiples tatuajes lleva en su rostro a la estúpida masa asesina, entonces la víctima que huye despavorida luego de lanzar la piedra, tiene la cara del Yo, de mí y de ti; y se convierte en suicida al morir de una pedrada, repleta de sus huellas dactilares.       
 cesarelizondov@gmail.com

Ser feliz


Publicado el 16 de septiembre de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia





Por César Elizondo Valdez




“Descubrir que la felicidad es una decisión del hombre”, es el objetivo que persigue para sus asistentes este año el XXIV Congreso Regional de la Mujer. Por supuesto, al decir hombre la referencia es a la especie humana.

“Ser feliz” es el tema del congreso, que como en cada edición, busca permear ante las mujeres de nuestra tierra, la visión y los valores observados por las organizaciones de Familia Unida Saltillo y Pastoral familiar, quienes una vez más, de forma incansable, generosa y altruista, coordinan un titánico esfuerzo en el cual involucran a patrocinadores de giros tan variados como comerciales e industriales, financieros o del sector salud; de origen local, nacional e internacional, así como al ayuntamiento y gobierno estatal, de forma directa y a través de otras dependencias.

Y se convoca a personas como tú que me lees en el sureste de Coahuila, a disfrutar de ocho conferencias a lo largo de dos días, donde como participante, escucharás en Villa Ferré charlas de consumados oradores que versarán sobre entender que la felicidad es una búsqueda continua, o sobre dos realidades innegables e ineludibles: la felicidad y el dolor; también te darán las ocho claves para acercarte a la felicidad, aprenderás a abrir las puertas de la felicidad, conocerás un inspirador testimonio de rehabilitación física y psicológica bajo el título de Expectativas ante conflictos, te hablaran acerca del dilema del éxito y la felicidad, de amor y finanzas en pareja, y te invitarán a cambiar tu vida y ser feliz.

Desde distintos perfiles, oradores con impresionantes bagajes académicos, profesionales y sociales, traen para ti todo su conocimiento en filosofía y psicología, en ciencias sociales, en comunicación y desarrollo humano, en inteligencia emocional, pedagogía, tanatología y bioética, en teología…vaya hasta un profesional del derecho, de marketing y ventas, estará relacionando sus talentos con alguna forma de alcanzar la felicidad.

Si damos por bueno el eslogan u objetivo de este próximo Congreso Regional de la Mujer citado en la primera línea de esta columna, estarás de acuerdo conmigo en que la primera decisión a tomar para conseguir o continuar la felicidad, es asistir este jueves y viernes a Villa Ferré, y aprovechar la oportunidad de aprender o reafirmar los conceptos manejados por los conferencistas. Informes:

Pastoral Familiar y Familia Unida Saltillo.

Teléfonos 415 7487 y 416 0858.


Lugar: Villa Ferré

Fecha: 20 y 21 de septiembre.




Pomporrutas


Publicado el 02 de septiembre de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia


Por César Elizondo Valdez

Ahí anda uno en bodas y graduaciones, en fiestas de XV años y hasta en algún funeral, a paso carnavalesco. Agita todo el cuerpo y aplaude al ritmo del éxito de Banda Blanca, baila y canta el guata-negri-sun-tzu ¡sopa de caracol, yes! Muy bien todo, lo único a señalar es que el estribillo de la canción dice ese pedacito en ingles: what a very good soup, y no el guata-nergi-sun-tzu que con mexicana alegría coreamos.

También, si eres de la generación que vio nacer los video clips de Michael Jackson junto con Mtv, los tenis nike, el walkman y los peinados tipo loco por Mary, ya te habrán compartido por redes sociales al ochentero grupo de rock Twisted Sister complaciendo multitudes latinoamericanas en algunos conciertos, deformando su original coro de we´re not gonna take it por un tropicalizado “huevos con aceite”. ¿Escuchas la pomporruta? Igual decimos Juan Talavera en lugar de Guantanamera y por supuesto, la joya de la corona, Masiósare un extraño enemigo en vez de “más si osaré…”

No confundir la pomporruta, falta auditiva y verbal propia de repetir canciones, poemas y otras figuras de ritmo o cadencia, con el malapropismo, igual, pero en el hablar llano nada más. ¿Un ejemplo? Imagina quien, por jamás haber leído ya no digas un cuentito, sino ni siquiera el nombre impreso del autor, puede caer en el malapropismo de llamar José Luis a Jorge Luis Borges; seguro que así lo creía escuchar de sus profes en prestigiada institución académica. Y bueno, espero no venga desde la tumba a reclamar un gran (esto no es sarcasmo) director de turismo de Coahuila de lejana administración, quien, ante un público pletórico de cazadores, terratenientes y funcionarios de gobierno, prometió impulsar el turismo ginecológico, provocando las carcajadas de todos los que esperaban noticias de lo cinegético.

No tengo idea de si los siguientes ejemplos abarcan en la definición: el carpintero debió decir cinco semanas y tu entendiste cinco días. Quise decir que llegaría del dominó a las 3am, pero mi domadora insiste en que dije media noche. Juras haber escuchado que no va a haber gasolinazos, y sin embargo los hay; escuchas decir que caerá todo el peso de la ley, y los pesos perdidos que no aparecen, y los pesos completos, menos; acabaré con la corrupción, y acoges a la maestra, a Bartlett y a Bejarano. Está cañón, dirían los jóvenes, pero entre tanto malapropismo demagógico que nos endilgan como si nada, solo nos queda invocar, pero invocar bien y sin pomporruta, el mero final de la oración que Jesús nos enseñó: líbranos del Málamen.     cesarelizondov@gmail.com

Magna en Coahuila, más empleos para...Oaxaca


Publicado el 26 de agosto de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia


Por César Elizondo Valdez



Bendito problema, decían los comerciantes locales cuando no había quien atendiera el mostrador por irse a trabajar a las fábricas gracias al pleno empleo que, salvo la crisis mundial de 2009, viene gozando Coahuila desde los años noventa del siglo pasado. Empleos, justo es decirlo, generados por las automotrices y su proveeduría mayormente, no por legiones de turistas viajando al oriente con cargo al erario para luego anunciar inversión gringa, alemana o canadiense.

Si, con un nivel salarial en constante aumento por una ley natural de economía llamada oferta y demanda de mano de obra, con la inflación anual por debajo del cuatro por ciento, y con una globalización y tratados internacionales que primero pusieron al alcance de los comerciantes tradicionales más productos a mejores precios, aquello de la falta de personal en el comercio era un bendito problema, el buen nivel adquisitivo del mercado interno subsanaba el reto.

Pero hoy, con una inflación desbocada, inalcanzable para un hogar con uno, dos o tres salarios mínimos sumados, con una realidad global que quiere decir marcas nacionales e internacionales desplazando al empresariado local, con gastos operativos altísimos que suman servicios como luz, agua, teléfono, rentas, salarios y carga fiscal, al comerciante local ya no le hace tanta gracia escuchar de nuevas inversiones en su tierra, por una simple razón: ya ven más problemas que beneficios sociales en cada oleada de nuevas plazas laborales en la industria. Ya estoy escuchando la llamada telefónica de cortesía, pero llena de reclamo: nada te embona Cesarito.

La razón es que nos ha pasado algo muy curioso: nos agringamos. Y no quiero decir que nos brotó el pelo güero o que cantemos el éxito anglosajón del momento en perfecto inglés sin pomporruta (no es necesario consultar la última palabreja, se entiende la oración y la próxima semana ahondaremos en pomporrutas mexicanas), pero es de dominio público la problemática que enfrentan los responsables de recursos humanos para proveer de mano de obra a las maquiladoras encargadas de sacar más productos de los que la plantilla laboral tiene capacidad. Esto, primero trajo como consecuencia la facilidad para cualquiera para hacerse de un empleo…cosa desaprovechada. Ante la posibilidad de largarme hoy de un empleo y mañana encontrar otro igual, yo, coahuilense de la región sureste, me hice acomodaticio, así como los gringos que desdeñan los trabajos que terminan haciendo los latinos; y los empleadores empezaron a importar gente de otros estados. De ahí que ahora, al anunciarse en nuestra tierra nuevas inversiones y nuevos empleos, la noticia caiga como bálsamo en lugares como Chiapas, Veracruz, Oaxaca y demás sitios de la geografía nacional dónde si bien estiran la mano y arrancan el mango, no tienen la facilidad de estirar la mano y fabricar un auto. Pero la gracia para el maquilador es la desgracia del comerciante local: vienen por salarios bajísimos. ¿Y que crees? Además, el paupérrimo salario se envía cada semana íntegro a su casa, allá, al sur, nada se gasta en Saltillo o la región. Si, nos convertimos en un mini-USA.

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