Anar de paella

Publicado el 16 de junio de 2019







Todas las paellas son arroz, pero no todos los arroces son paella.

Doña María Vanaclocha


“Anar de paella” es un termino utilizado por la comunidad valenciana alrededor de lo que ha venido a convertirse el platillo al paso del tiempo: un acontecimiento social, gastronómico y cultural. Es pues, toda la festividad y tradición que rodea a la elaboración de esa receta original valenciana, hoy extendida a todo el mundo.

Y en mi Saltillo, claro esta, siendo entusiastas participantes de la globalización, de la camaradería y del buen comer, tenemos nuestra versión local del Anar de Paella auspiciado por la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados delegación Saltillo, CANIRAC. Si, el próximo sábado 22 de junio celebraremos el XI Festival de la Paella Saltillo; y lo mejor: en un evento abierto al público con un costo de recuperación para beneficencia.

Imagina un aproximado de ochenta apasionados equipos elaborando paellas para tu degustación; desde familias enteras que gustan de cocinar hasta profesionales de la gastronomía, desde clubes de servicio hasta los grupos de amigos, desde la fórmula tradicional hasta recetas gourmet. Ahí estaremos también una tropa de jueces honorarios liderados por una institución saltillense como lo es Don Pastor López Atilano calificando en el grano de arroz los sabores, aromas, colores y texturas, así como los procesos, presentación del platillo, escudería (imagen de vestimenta) y ambientación del stand de los participantes, y observando aspectos como la inocuidad alimentaria, la creatividad, limpieza y originalidad.

También, tendrás oportunidad de probar los vinos que se producen en nuestra privilegiada región vitivinícola, un maridaje perfecto para la paella. ¿Te gusta la cerveza artesanal? Una docena de marcas regionales tendrán a tu disposición toda la oferta que puedas imaginar de cerveza clara y oscura, y quizás hasta algún exótico sabor encuentres por ahí. Mucha música y cantantes, más música y bailables, folclor ibérico y mexicano por todas partes.

¿Algo más que haya hecho la CANIRAC de Fabio Gentiloni para hacer el evento más atractivo? Ufff, la dirección: Parque Centro, inmejorable lugar por el fácil acceso desde cualquier parte de la ciudad y su céntrica ubicación, además que, con tu boleto pagado al evento, tienes derecho a un lugar asignado dentro del estacionamiento de Galerías Saltillo.

Total, que la ciudad “anará de paella” el próximo sábado en el Festival de la Paella Saltillo. Te invito a participar en este enorme esfuerzo de tantas instituciones y personas para tu esparcimiento y en beneficio de la Cruz Roja y de la asociación civil Cañón de San Lorenzo.   



Del Huawei a Hawái, pasando por el Jagüey

Pubicado el 26 de mayo de 2019




Del Huawei a Hawái, pasando por el Jagüey




Muy exótico en mi infancia y juventud fue visitar el Jagüey de Ferniza hacia el sur de Saltillo. -Ya casi llegando a Zacatecas- decíamos en ese tiempo, -Aquí nomás tras lomita- decimos ahora. Albergue de un desarrollo de fincas campestres privado, la diferenciación contra ir a Los Lirios, Carbonera, el Tunal o Jame, además del rumbo y los elotes a media tarde, era el espectáculo de ver pastar fuera de corrales a decenas de bisontes o búfalos americanos traídos desde quien sabe donde a un medio ambiente que se presume, fue destino para esos imponentes animales en su migrar y regresar a su hábitat natural en Norteamérica, esto antes de que Kevin Costner los domara como vaquero de rodeo en Danza con Lobos.

 Luego, con el acercamiento del mundo vía periódicos y revistas, televisión incesante y cine de perplejidad por encima de profundidad, dejamos de escuchar a la gente decir que iba al Jagüey y empezamos a enterarnos en bares y pláticas de café más que en las aulas y libros, de unas turísticas islas repletas de volcanes y etnias asiáticas que tenían un nombre similar al del ejido que antes visitábamos: Hawaii. En medio del océano pacifico, además de ser cuna de los estampados de palmeras y flores luego arrebatados por la narco-moda, Hawái pasó a ser ícono del turismo mundial, y por ende, de la cultura. Se pobló con más gente de ojos rasgados, esta vez, población flotante de japoneses con cámaras fotográficas colgadas al cuello, prestos para capturar recuerdos para la posteridad, desde los chocolatitos en la almohada de diario hasta la milenaria erupción de un volcán.

Y pues…ya sabes como soy, metí con calzador lo de la cámara del japonés para hilar ahora con la tecnología y equipamiento del tercer invitado a esta columna, el celular Huawei, de origen chino. Pero sabes también que para este columnista la tecnología es algo tan al alcance de su comprensión como la teoría de las cuerdas, así que nos vamos directo al tema que trae al Huawei citado en los mismos artículos en que aparece Trump y los buenos gringos: la libre competencia, el libre mercado, el sálvese-quien-pueda. Todo cabe en un parrafito sabiéndolo condensar:

La ilusión de un mundo libre y globalizado donde el más apto o trabajador pueda avanzar por méritos propios o independiente a un status quo, se topa con el interés económico que ve amenazado su futuro.

 Todo lo demás es puro rollo para justificar el aniquilamiento o sometimiento del rival en turno, ya se trate de los nativos que debía mantener a raya Kevin Costner en su película, de los japoneses que hoy siguen pagando el desmadrito de Pearl Harbour con abonos chiquitos en el costoso Hawái, o los destinos turísticos mexicanos, que de nuevo son blanco de la furia estadounidense y se les desacredita desde todos los ángulos. Total, que por oneroso para el mexica nos quedamos sin visitar Hawái y que por Trump y sus protegidos nos quedaremos sin teléfonos Huawei… ¿alguien sabe si aún quedan bisontes en el Jagüey? Pues inviten ¡¡        cesarelizondov@gmail.com



Periodista, influencers, y... chantajistas


Publicado el 12 de mayo de 2019




Periodistas, influencers, y… chantajistas



Nunca supe de dónde sacaron el dato, pero en clases de mercadotecnia escuché una y otra vez que por cada comentario negativo de un cliente, necesitas catorce buenas habladas de tus consumidores para nivelar la balanza en cuanto a imagen corporativa. La obvia intención de ese cuestionable parámetro es entender la importancia de cuidar la percepción que la gente tenga de nuestros productos y servicios. Pero te estoy hablando de una medición del siglo pasado, ¿Cómo es ahora?

Pues así como se viraliza para bien de su empresa la imagen de un chef echándole sal a la carne con estilo, pasa que si a alguien de mayor celebridad se le ocurre inventar y publicar que apareció una mosca en su platillo, el turco cocinero se las verá negras (las situaciones) para contrarrestar el quemón que estará dando vueltas por el mundo de las redes sociales. No importa cuantas vacas haya servido en corte y cocciones perfectas, el dicho de alguien de una mosca en la sopa echa a perder el negocio.

Sucede en todo cambio de estafeta: es bien sabido que antropológicamente el hombre se rezaga en su adaptación a las nuevas realidades de su entorno, ya sea un recolector de tubérculos que tuvo que salir a cazar en la prehistoria, o un campesino inglés durante la revolución industrial…o la horda que hoy somos de alegres espectadores-repetidores de cualquier contenido que se nos cruce en nuestro teléfono móvil.

Claro, esto es tierra fértil para vivales de la comunicación que han encontrado nuevas formas o sitios de chantaje ante la reducción de partidas oficiales-no oficiales para el chayote. Con la simple fabricación de una denuncia en redes sociales anónima y falsa, desde diseñadores hasta jardineros, médicos o arquitectos, mecánicos, mariachis y plomeros, comercios y escuelas de baile, empresas de servicio, restaurantes, cines o pastelerías, todos son sujetos a la nueva forma de extorsión que de forma alarmante se extiende como medio de vida entre algunos periodistas e influencers carentes de vocación pero con desmedida ambición, quienes cuentan con el mágico número (también quien-sabe-de-donde sacado el parámetro) de dos mil seguidores o más en sus redes sociales.

Instituciones de procuración de justicia, congresistas federales y diputados locales, gremios empresariales, periodistas serios y medios de comunicación comprometidos, colegios de profesionistas, sindicatos, organizaciones ciudadanas, y toda agrupación o persona que le da la cara a la sociedad, habríamos de buscar e implementar los mecanismos de adaptación jurídica a la nueva realidad en las formas y fondos de comunicación, porque apenas nos vamos despertando de la pesadilla de estar pagando a enmascarados con pistolas para que nos permitieran ejercer nuestros oficios y vivir en paz, como para ahora caer en pagarle a reconocidos bandidos sin caretas, pero con un arma tan temible y peligrosa como lo es azuzar a la opinión pública con conflictos inventados.

  cesarelizondov@gmail.com

Volar

Publicado el 10 de marzo de 2019




Volar



Los ojos de este niño tienen un brillo negado a buscar la metáfora: es el brillo único de la vida humana que denota conciencia, sentimientos, expectativas.

Es el más pequeño del grupo, ante la necesidad de completar equipos, en la cascarita futbolera se aceptan de todas edades, métricas y tonelajes. Gustoso, acepta a ir por el balón aterrizado sobre la azotea de su casa mientras su festiva expresión corporal es la de todo el que por primera vez recibe una importante encomienda.

Entra en la casa y antes de pasar por la cocina, atraviesa el recibidor, donde las mochilas continúan tiradas en el piso en espera de mejor hora para hacer las tareas. Luego, del comal toma una tortilla olvidada durante la comida, pero apreciada ya a media tarde, en el tipo de tortilla que hace recordar viejos amores: todavía guarda sabor, pero es fría y quebradiza.

Llega al patio masticando la tortilla y camina a través de un caprichoso arcoíris formado por el montón de prendas colgadas al sol vespertino. En la esquina, le toma unos segundos secar el sudor de ambas sienes con las mangas de su camisa mientras observa el bote de la basura, la ventana del cuarto de servicio y el alto pretil que rebasa a la pared.

Se encarama con facilidad sobre el bote de la basura para después apoyar un pie en el marco que sobresale a la ventana, agarrado de un hueco en la pared adyacente, toma impulso para subir el otro pie al mismo marco, y lo logra. Libera el aire de sus pulmones. Vuelve a respirar hondo, suelta el agujero y extiende su brazo hacia arriba, en donde alcanza el pretil; luego, su mano derecha busca también la cresta de la pared. En su cara hay alegría ante la inminente consecución de un logro, se encuentra erguido sobre el borde de la ventana, en posición de subir a la azotea.

Contiene de nuevo la respiración. Hace fuerza con el abdomen, con los brazos y las manos, para balancear una pierna y subirla. Sonríe. Apenas inicia el balanceo cuando se desprenden los ladrillos superiores del pretil. Empieza a caer de espaldas y, muy lejos del poético vuelo del grandioso cóndor o de las estoicas extremidades del Jesús crucificado, sus brazos asemejan al frenético aleteo de un muy frágil colibrí, o al atropellado machacar del inútil rezo cuando se exige un milagro.

Ante el arco dibujado por su espalda durante la caída, lo primero que toca al cemento es su cabeza. El brillo de sus ojos se apaga, ha perdido la conciencia.    



Disculpas


Publicado el 31 de marzo de 2019



Disculpas



Hoy se habla de la disculpa histórica que algunos, sostienen como Pereira, nos deben los españoles a los mexicanos. De esa manera que tenemos de informarnos por memes y mames, por los encabezados de los noticieros y por los descabezados que no escuchan la neta de la nota, por dichos y chismes, se desprende que, siguiendo el malicioso azuzar de unos y la lógica reduccionista de otros, terminaríamos por exigir una disculpa de parte de Adán y Eva por tragarse una manzana en el génesis, o a esos primeros humanos que salieron hace un titipuchal de años desde algún recóndito lugar del áfrica para colonizar el mundo; o ya de plano, al viejito aquel que por jugar con pólvora y fuego, le estalló en las manos el big-bang.

Como en esas películas que tratan desde la comedia el tema filosofal del “qué pasaría si…”, es posible imaginar un escenario alterno a lo que vivimos y somos. Quizás el imperio Azteca se hubiera extendido hasta la Patagonia hacia el sur y hasta Alaska por el norte, respetando ellos si (risas), a las culturas maya e inca, y a los nativos norteamericanos. En lugar de un auto Ford conduciríamos un modelo Mahuizototoca, las obras de Borges, Botero o Warhol estarían firmadas por gente llamada Mazatl o Tenoch, el tipo de Cleo habría ganado los certámenes de belleza por encima del tipo venezolano; de existir Carolina Herrera, sería una marca de gasolineras, el mejor futbolista no sería Pelé sino alguien llamado Cuauhtémoc (a caray, ese si encaja, dirán los americanistas), y habría más niñas con el nombre de Xóchitl que con el apodo de Brittany.

Pero, ohhh tragedia, nada es así. Resulta que unos malvados y sus familiares llamados Elizondo, Valdez, García, Sánchez y demás, llegaron a estas tierras expulsados de su patria igual como hoy sale de aquí una raza más noble hacia el norte, siempre en busca de riqueza; y estos invasores procrearon con los pobres e inocentes nativos durante generaciones, y a la vuelta de muchos años tanto sus nombres como una esencia indígena permanecen enzarzados en algo más grande a la herencia azteca o a la conquista española, en algo llamado Mexicanos. Y tal vez, en el ucrónico imperio azteca actual habría algo más delicioso que el jamón serrano o más asombroso que el ipad, quizá habrían descubierto cura para el cáncer y una pastilla para no roncar, pero no creo en el destino de haber nacido español o indígena de haber sido las cosas de otro modo; simplemente, no hubiera nacido ni habría tenido oportunidad de reflexionar sobre todo esto. Ni tú.

cesarelizondov@gmail.com

Carolina Herrera e Ikea

publicado el 13  junio de 2019  en INFONOR DIARIO DIGITAL




Por César Elizondo Valdez




La declaración ecológica del director de Ikea en México pasó desapercibida apenas en mayo, no así la nota del País de esta semana dando cuenta de un airado reclamo del gobierno mexicano a la marca de Carolina Herrera acusándola de algo así como piratería, porque aún no entiendo de que la culpan en realidad.


Denominación de origen, indicación geográfica, patrimonio cultural inmaterial, captación de lluvia o cosecha de agua. Los anteriores conceptos fueron enarbolados hace dos años por quien esto escribe durante su malograda aventura como candidato independiente a una diputación local en Coahuila.


“A nadie le importa eso”, “las propuestas deben ser para ya, a nadie le interesa el largo plazo”, “la ecología es una bandera política, no es un fin”, “acá los empresarios hacen negocios con influencias, no con diferenciadores”, “la cultura pesa en la agenda política lo mismo que Timbuktú”. Frases así me dijeron quienes escucharon mis propuestas y me alertaron sobre la inutilidad de ofrecer respuestas para el largo plazo. Por supuesto, tuvieron razón en cuanto a lo electoral.


Y si, en México seguimos atendiendo lo urgente y despreciando lo importante mientras el mundo sigue en otra dirección hacia el futuro. Por eso ponemos el grito en el cielo cuando una diseñadora toma como inspiración algo que reclamamos como nuestro, aunque no exista un documento que avale ese decir. Es como ir a una procuraduría a reclamar la propiedad de la podadora del vecino sin presentar remisiones, facturas, recibos ni nada que compruebe la pertenencia del bien. Si no lo registras o demuestras propiedad, cualquiera es libre de usarlo. 


Apenas hace unos meses, le pregunté a una regidora saltillense si llevarían a la UNESCO un asunto de los matachines de la localidad por el qué, ya imaginas, hicieron un gran alarde. Terminó su gestión y por supuesto que no se ha inscrito ante la instancia competente (UNESCO) como Patrimonio Cultural Inmaterial la danza de los matachines. No te sorprendas si algún día en Broadway lo integran en un showcito y no tienen porque pagar regalías y ni siquiera dar el crédito a nuestra gente; es más, si alguien se pone abusado hasta lo puede registrar y luego venir a impedirnos esa tradición. 


También, años atrás, en nada quedó el registro de la Denominación de Origen (DO) del Sarape de Saltillo, trámite sin terminar. Nosotros decimos que es nuestro, pero si un individúo de nombre Yan Lee se pone las pilas, mañana lo registra como originario de su tierra y él si va a tener forma de cobrar regalías a doña Carolina.


Date una vuelta por el súper mercado más cercano a tu casa y pasea por el corredor de vinos, verás, además de DO, algunas botellas que tienen un sello de Indicación Geográfica Protegida, otro truquito que el empresariado de otros países logra junto con sus gobiernos para que acá paguemos un sobreprecio por una diferenciación que tiene que ver más con trámites que con calidad. Igual hazlo por el área de quesos y embutidos, de dulces y conservas, de cafés y chocolates.


Manzana de Arteaga, pan de pulque, arroz huérfano, sarape, vinos de la región, piso de barro o Saltillo tile, dulces de leche… hasta un estilo de escribir o de cantar se puede registrar como único o diferenciado para que sus creadores-productores-comercializadores accedan a mejores plataformas de distribución y con ello a mercados más grandes y de mayor poder adquisitivo. Empezar por Pineda Covalin y Palacio de Hierro no ha de ser tan complicado para que el Sarape de Saltillo se convierta en motor de desarrollo económico.

Y bueno, del asunto de Ikea, la declaración de su director en México en el sentido de dotar a la primera sucursal en nuestro país de un sistema de captación de lluvias o cosecha de aguas. Ni como cerrar las puertas a la inversión que además de asentarse como comercio en CDMX y como industria en Ramos Arizpe, viene a ponernos la muestra de cómo ser amigables con el medio ambiente….además de ahorrar mucho dinero. 


Nos queda como mexicanos (y saltillenses) ponernos a pelear una batalla perdida contra Carolina Herrera y similares porque no tenemos los documentes que acrediten derechos de autor, o empezar a tramitar nuestras denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas para de una vez lanzarnos a desarrollar clústers alternos al automotriz. Y por supuesto, a la de ya, propiciar las condiciones para que más inversiones preparen sus construcciones con los sistemas de captación de lluvias que tanto son aprovechadas en los países que como lo es Ikea al comercio, son ejemplo a seguir en cuanto a naciones.  



El aleteo de...miles de mariposas


23 de abril de 2019


El aleteo de…miles de Mariposas


Por César Elizondo Valdez

                                                                                                                                                  Para Lili.

No creo en el destino. Pero si me maravilla como las cosas que nos suceden vienen precedidas por una inmensidad de causas y efectos anteriores, no todos apegados a ese libre albedrío que explica la dificultad de un destino escrito sobre piedra: ya sabes, ese efecto mariposa que habla sobre como el aleteo de una mariposa en algún lugar del mundo produce una brisa que desencadena una serie de sucesos en dominó que terminan por afectar algo al otro lado del planeta. Cuantas cosas serían diferentes con un pequeño cambio en el pasado, se entiende de ahí.
Y brincando un poquito de canal, imposible obviar al hablar de mariposas, a aquellas que precedían o acompañaban a Mauricio Babilonia. No lo sé, dicen que en cada nueva lectura de una misma obra se descubren otras cosas y distintas percepciones sobre lo que se lee, y pues bueno, en recién y tercera lectura al libro insignia de García Márquez, encontré en las mariposas de Mauricio Babilonia la máxima expresión de belleza dentro del realismo mágico.
¿Y porqué no? Si yo soy quien esto escribe, ahora puedo saltar de forma arbitraria del realismo mágico a mis mágicas princesas. Y claro, ya salió el peine: esta semana cumplió quince años Lili, mi niña Navidad. ¿Y cómo hacerle con eso? ¿Cómo poder compensar en palabras escritas lo que me regala ella en vida? Imposible. Y por eso todo el rollo, porque me siento incapaz de poder estar a su altura, tengo miedo de fallar en el regalo, de causarle desconsuelo.
Por ello como padre en ocasiones recurro a recetas infalibles: la serenata entre amigos, la comida familiar, aretes y maquillajes, un grande ramo de rosas, y a veces, hasta el dinero parece un recurso válido. Pero nada es suficiente cuando un padre quiere hacer sentir bien a su hija, cuando buscas meter sentimientos y valores dentro de simples objetos o vetustas tradiciones. Que me perdonen madre y marida, ellas tuvieron su padre.
De ahí la necesidad de intentar un buen escrito como regalo, y de ahí a darle vueltas a cosas ya creadas por otros y aceptar que a uno solo le alcanza para copiar de lo existente y plasmarlo en el papel. Y surge el intangible presente: tienes una vida por delante, Lili, tendrás tiempo en la preparatoria o más tarde de leer Cien años de Soledad y conocer en Mauricio Babilonia el realismo mágico de mariposas apareciendo por dónde el amor se mueve; también podrás ver una película genial, de esas raras que le gustan a tu papá, se llama Mr. Nobody (la película, no tu padre jajaja), y ahí también envuelto en sencilla poesía podrás ver una explicación del efecto mariposa…y entonces entenderás porque tu padre es incapaz de alcanzar para ti la excelencia en sus escritos: porqué a veces me recuerdas a Mauricio Babilonia, con un aura de bellas y amarillas mariposas aleteando sobre ti, e imagina como has venido a cambiar mi mundo desde que, inesperada, llegaste a nosotros, porque el efecto de esas tantas mariposas que siempre te acompañan me llega con tal fuerza y rapidez, que cuando te veo o te pienso, la felicidad recorre cada rincón de mi ser, y termina por brotar en mi cara, en una inmensa sonrisa. Y entonces, no queda nada por escribir que se acerque a esa belleza que tus mariposas provocan en toda la gente, que tocas con tu existir.