Publicado el 12 de
Julio de 2015 en Círculo 360 Domindo, de Vanguardia
El chiste es viejo pero el
sarcasmo sigue teniendo vigencia: ¿Cuánto cuesta la educación de un mexicano?
Veintitrés pesos. Y es que esa es la tarifa a pagar en la caseta para abandonar
México e ingresar a Estados Unidos en automóvil; una vez del otro lado, dejamos
de tirar basura, damos el paso, decimos buenas tardes y… respetamos los límites
de velocidad.
Y por acá en nuestro Saltillo, hasta
el más cándido de los inocentes sabe lo que se esconde detrás de la
implementación de cámaras y radares para multar a quienes excedan los límites
de velocidad: una política recaudatoria. Podrá venir el híbrido cabildo, el
alcalde panista, los paleros golpeadores, el vocero oficial o los emisarios a
sueldo diciéndonos que velan por nuestra seguridad en primera instancia, pero
el automovilista sugiere que si realmente les importa nuestra seguridad, será
mejor que vean la forma de blindar la ciudad y a la población ante el inminente
y campante regreso, el avance y la definitiva estadía de la delincuencia
organizada en la región.
Por otro lado, hasta el más
rancio y “revolucionario” de los simpatizantes priístas entiende que en
Coahuila, detrás de toda política recaudatoria municipal existe también una
causal indirecta heredada, algo llamado menos participaciones a municipios, y
detrás de eso tenemos algo llamado pago de deuda estatal, y así hasta llegar a Texas,
Cuba o Barcelona. Pero eso le tocaba decirlo al ayuntamiento, no a mí. Al
margen del texto diré que las palabras más escuchadas durante mi niñez y
adolescencia cuando el tema era la administración pública fueron “deuda
externa”; hoy me siento estúpido porqué pensé que la siguiente generación no habría
de crecer con esas sombras que impiden el paso de la luz. Pero aquí estoy,
heredando a mis hijos un país muy similar al que me legaron mis padres.
Y luego tenemos que hasta algunos
miembros de la especie más insensible de la flora y fauna política, los
diputados locales, hacen como que se apiadan de los ciudadanos y recomiendan a
los infraccionados buscar la manera de ampararse ante la ley, se desgarran las
vestiduras y también piden bajar el monto de las sanciones económicas a la
autoridad municipal. Ya solo les falta exigir al gobierno estatal que aterrice
las promesas de campaña en cuanto a eliminar el pago de tenencia para que ahora
si les podamos creer su pose de Robín Hood. Porque mientras tanto, su
pretendida imagen heroica se queda en la misma seriedad y tamaño que la del
Chapulín Colorado.
Y total que no queda títere con
cabeza. Y termina el automovilista por sentirse solo y desamparado ante la
realidad de una medida que sin importar la percepción del porqué, una vez
entendidas las razones económicas de fondo para su implementación, tendría que resultar
positiva como un paso hacia el futuro.
Porque estaremos de acuerdo en
que ni Javier, ni Jorge, ni Humberto van a venir a arreglar ni a darle
mantenimiento a nuestra ciudad, nunca más. Y que los millones y millones de
dólares que alguna instancia norteamericana pueda embargar, en el mejor de los
casos irán a parar a nuestra hermana ciudad de Austin, pero jamás a Coahuila. Y
también entendemos que ni Pancho ni Chema ni compañía en el Congresito pelean
por el interés del ciudadano, su lealtad esta en otra parte; porque si así no
fuera, podrían ser heroicos y congruentes exigiendo la eliminación de la
tenencia al estado como contraparte financiera en beneficio del automovilista
ante el “abuso” de una tercera autoridad. Pero esto no lo veremos.
Ruego entonces porque los
automovilistas de bien, sepan auto-regularse cuando pisan el acelerador de su
coche para que su economía no sea mermada. Porque, si otros hubiesen sabido
auto-regularse, o al menos hubieran sido regulados por los mismos que hoy
legislan o pretenden seguir dentro del juego, como lo decía párrafos arriba, la
causal indirecta heredada no tendría a los gobiernos inventando formas de
recaudación para seguir operando. Pero ahí se encuentra el lado positivo de
todo esto: La auto-regulación del automovilista será la primera forma civil que
impedirá a un gobierno endosar a la ciudadanía los abusos e irresponsabilidades
de otros gobiernos. Y en una espiral de auto-regulación ciudadana en contra de
la fácil recaudación, podremos finalmente demandar a las autoridades que entre
ellos mismos se cuiden las manos, porque nuestros bolsillos ya están vacíos.
cesarelizondov@gmail.com
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