Publicado el 26 de Julio de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia
Me parece que es un término de guerra.
Pensaría que la cortina de humo se ha utilizado con fines bélicos desde antes
que se inventara la pólvora: Tiene que ver con fuego antes que con explosión.
Sirve para avanzar o para replegarse, para camuflarse y desaparecer, para crear
confusión y claro, de ahí obtener una ventaja. Y como dicen que en la guerra y
en el amor todo se vale, la cortina de humo es magistralmente utilizada en el
matrimonio por el marido deseoso de evadir un tema que no quiere afrontar; así se
salta de una posición defensiva ante el cuestionamiento de “a qué hora llegaste
anoche”, a un acusador reclamo con fundamento en el “¿no compraste leche para
desayunar?”
Los magos son quienes la utilizan con
descaro y gran destreza para llevar la atención del espectador a un lugar dónde
no está pasando nada para después, salir por otro lado con la sorpresa de la
ilusión presentada como magia. En los circos, la utilizan los payasos con fines
parecidos a los de los magos, aunque el fracaso de la cortina de humo va
implícito por la naturaleza de su profesión.
Luego tenemos que entre la guerra y el
circo, queriendo jugar al mago existen algunos políticos, esos seres que dan
bandazos entre el general Rommel y el payaso Bozo, entre el Napoleón Bonaparte pre-Waterloo
y el Guasón del Batman de los sesentas, entre el Pancho Villa que irrumpió en
Estados Unidos y el Cepillín de la colonia Mitras; pero quedándose frecuentemente
en el estado final del Garrick de Peza, de la oscura, triste y pesada esencia
del payaso que interpretaba Javier Solís, o con parte de la letra del payaso
que cantaba José José (uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser).
Y por supuesto que la cortina de humo
viene a cuento por la noticia de ocho columnas y ocho días en nuestro país, la
fuga del Chapo. Ya lo escuchaste repetidamente como chiste, hartazgo,
resignación o ironía: El fracaso de la selección mexicana es una cortina de
humo por la muerte de Joan Sebastian que es una cortina de humo para cubrir la
fuga del Chapo que es a su vez la cortina de humo de la privatización del
sector salud y que esta cubre la cortina de humo de los escándalos del SNTE que
vienen cubriendo los ostentosos e inútiles viajes de los gobernantes que a su
vez (tomar aire), son la humareda perfecta para tapar la incapacidad de la misma
autoridad para gobernar.
Pero los más entendidos hablan de lo que nadie
está hablando: Una moneda anémica, un empresariado nacional rendido y
aniquilado ante la voracidad fiscal, un mercado interno contraído, el
aterrizaje forzoso de la reforma energética por factores externos, estados y
municipios sobre endeudados, legislativos incondicionales y sometidos al poder
ejecutivo, una juventud que se sabe sin futuro, una delincuencia cada vez más organizada,
una sociedad dispersa y enconada entre sí, un sistema educativo insuficiente y
corrompido en todos sus frentes y un sistema de seguridad social quebrado.
De la primera fuga del Chapo (Enero de 2001)
para acá, basta recordar Nueva York, Bagdad y Afganistán para comprender que el
mundo ya no es el mismo; basta ver la religión católica para entender que nada
ni nadie es para siempre; y en nuestras casas, una mirada al espejo o ver el
tamaño de nuestros hijos nos dicen qué de tantas cosas han pasado en estos
años, pero… ¿Y en que cambió nuestro país entre la primera y la segunda fuga
del Chapo? En nada. Y mientras el Chapo estuvo preso, ¿Nuestros jóvenes dejaron
de consumir drogas?, ¿Nosotros dejamos de consumir piratería? ¿Nos esforzamos
en mejorar nuestro país y nuestra sociedad?
Dejemos
ya que el Sr. Chapo se largue en la falsa paz que en su “libertad” pueda
encontrar, dudo mucho que le queden ánimos para seguir delinquiendo; para
nosotros será mejor ocuparnos de todo lo que no hemos querido, podido ni sabido
hacer como pueblo: dejar de culpar a los demás de nuestras carencias y errores
como nación cuando imágenes como la del Chapo tendríamos que verlas como
figurativas y no como solitarios villanos o chivos expiatorios; cuando
habríamos de admitir en nosotros el error que cometen nuestros gobiernos porque
son precisamente lo que nuestra participación cívica y política ha merecido.
Porque primero habríamos de comprender que todo aquello que pasa en nuestra
patria no son esas cortinas de humo que algunos están vendiendo en lo
particular, sino el humo que en lo general despide nuestro país, un humo que es
el producto de una nación que se encuentra en llamas.
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