Tauromaquia, por un villamelon

 Publicado el 16 de Agosto de 2015 en revista Círculo 360 Domingo, del periódico Vanguardia

   El bisoño turista visita el museo de Louvre en París y se siente estafado al encontrarse de frente al sfumato de la Mona Lisa: Un pequeño cuadro de 77 por 53 centímetros con menos encanto que las pinturas colgadas en su habitación del hotel. Igual sucede con cualquier tipo de arte como el de Rodin o Bernini, de Picasso o nuestro Diego (no el argentino), y un largo etcétera de formas, corrientes y técnicas que se extienden a distintas disciplinas alcanzando hasta los archivos digitales con música de Vivaldi y a los empolvados y repletos estantes de las bibliotecas llenos de literatura esperando a ser descubierta por alguien. Si no leemos a Shakespeare, su obra no pasa de ser un montón de letras que pegadas forman palabras impresas sobre una pila de páginas.

     Así entiendo que la tauromaquia es un arte no descubierto o no apreciado por muchos, y ya con esto tengo para que algunos me recuerden a mi madre, pero antes vayamos con mi abuelo Pepe: fue un apasionado de la fiesta brava cuya imagen recordada por todos es una fotografía de él recargado en el burladero con su boina, con la vista en el horizonte y un cigarrillo sin filtro entre los dedos. Su pasión lo llevó a ser cronista taurino en Monterrey y fue ampliamente conocido y respetado en peñas regiomontanas. Heredó en mi homónimo tío la gallarda valentía de pisar el ruedo y en mi prima Gaby la facilidad para saber acompañar el conocimiento de la escritura; pero en mi padre no hubo rastros de torero. Y si bien mi padre no censuraba a lo que coloquialmente llamamos los toros, tampoco lo procuraba; de manera que crecí con mis propias aficiones alejado de la tauromaquia.

     Y así me pasé los años con esporádicas apariciones en los cortijos y plazas con más intención social que cultural, artística o deportiva. Hasta que un día mi buen amigo Gerardo Treviño me invitó a una corrida en la Plaza Armillita de Saltillo. La percepción de los sentidos me hicieron evocar vívidas memorias de niñez y juventud: El olor a tierra húmeda y seco estiércol me regresó a cuando descornábamos, castrábamos y marcábamos a fuego y hierro el ganado de mi primo en Ciénega de Flores. Escuchar los bramidos de la bestia me llevaron a cuando iba invitado al rancho El Roble en la carretera a Torreón, dónde los trabajadores improvisaban un pretal y nos montaban a jinetear becerros. La vista de salida por los toriles de la imponente figura del toro de lidia irrumpiendo en el ruedo me hizo temblar las rodillas como cuando en el cortijo del Rayito algún domingo de rodeo nos bajamos a participar en el toro-gol, modalidad en que teníamos que pasar por las porterías a una vaquilla, que al momento de embestir era como ser arrollado por la defensiva entera de los Burros Pardos del Tec de Saltillo. La sensación del aire, la tierra y la brisa en la cara, me pusieron de vuelta en los criaderos a dónde solemos conseguir el lechón o cabrito para festejar con cualquier pretexto. Y claro, el gusto de pasar por la garganta el licor que llevaba en la bota de vino, fue la cereza en el pastel de todo el preámbulo para disfrutar de la fiesta.

    Pacientemente, como quien le habla a una persona de diferente idioma, Gerardo me instruyó de todo lo que iba pasando en el ritual y el porqué de cada cosa: El paseíllo y el saludo, el tercio de varas o de quites y la razón de los puyazos, el tercio de banderillas y el porqué de las mismas, y finalmente el tercio de muerte y la muleta. Todo salpicado de explicaciones para apreciar lances de verónica, gaoneras, lances naturales o de derecha; luego de todo eso, la calificación o trofeos concedidos al matador por el juez de plaza. De no haber sido por Gerardo, aquello habría sido como turista queriendo apreciar a la Gioconda sin conocer el contexto e historia que la acompañan.

    Y si, ya sé que al debate que nos inventan ahora nuestros políticazos habrá que ponerle el asunto de la crueldad hacia los animales y todo aquello que se piensa políticamente correcto aunque sea científicamente inexacto. Pero antes habríamos de procurar y garantizar humanidad y dignidad para los humanos. Insisto a nuestras autoridades para que revisen el tema de la inseguridad pública dónde nuevamente la modalidad de extorsión está a la orden del día.

      No desviemos a la fiesta brava la atención de lo que realmente importa. Igual que los animales de consumo humano, se pueden criar, sacrificar y desangrar los toros de lidia, especie rebasada por la selección natural de Darwin para subsistir sin los cuidados del hombre y que los anti taurinos no van a criar; pero que por favor, que no se desangre la afición de tantos amigos míos, ni desangren la memoria de Armillita, ni de mi abuelo.

cesarelizondov@gmail.com

El Acuerdo

   Publicado el 09 de Agosto de 2015 en revista Círculo 360 Domingo, del periódico Vanguardia.

  Versión feminista ampliamente difundida para establecer el tono de esta historia: Se dice que si los cerebros pudiesen rescatarse como otros órganos y luego venderlos a quien los requiera, sería más caro comprar un cerebro de hombre que uno de mujer, dicen ellas que porque el de los varones estaría sin usar, nuevecito pues.

    Pues la historia es la adaptación de un tipo de acuerdo que quizás hayas visto en películas y series de televisión. Parejas que podríamos calificar de amplio criterio, de mente abierta, liberales le llaman otros, se dan la oportunidad de soñar despiertos con una especie de permiso para darse la libertad de cumplir sus fantasías: Cada quien hace un listado de cinco personas con las cuales podrían tener una aventura de darse la ocasión, con la anuencia de su contraparte para no reclamar nada si el improbable caso se hiciese realidad. ¿Machista? ¿Feminista? ¿Enfermo? Socrático me considero para responder esas preguntas.

    Él, tiene una vida interesante. La naturaleza de su trabajo lo pone constantemente en situaciones ventajosas para el acuerdo: Pasa mucho tiempo en esos remansos de anonimidad que se prestan para ser quien no eres, los aeropuertos. Igual tiene una gran cuenta para viáticos que lo ponen en las mejores mesas de los más reconocidos restaurantes, también se hospeda en los mejores hoteles y sus juntas de trabajo son en las zonas más exclusivas de las ciudades a las que viaja. Él piensa que se merece lo mejor, lo inalcanzable; piensa también que en algún momento, una afortunada casualidad pondrá en su camino la ocasión de hacer válido el acuerdo.

   Ella, parecería vivir en la época de la postguerra: Ama de casa, dedicada a los hijos, sus relaciones sociales se limitan a cuando su marido está en casa y es voluntaria en un par de fundaciones. Claro, vive lejos de su tierra, por lo tanto de su familia. La buena vida la ha llevado a dejar de lado el desarrollo profesional que pudo haber tenido con los estudios que cursó en su juventud, pero se sabe realizada porque ha elegido por su cuenta, sin presiones, sin imposiciones. Sabe que para disfrutar la vida hay que valorar lo que se tiene al alcance.

     El acuerdo, claro está, fue a petición de él. Ella pensó en un principio que no cambiarían mucho las cosas; presentía sin tener bases para creerlo, que su pareja tenía sus escapes de cuando en cuando y que el acuerdo lo vería él como un permiso de lo que ya hacía más que como una nueva modalidad. Sin nada que perder, pensó ella, accedió al acuerdo que no acababa de entender bien. Total, el hecho de ser una mujer que respetaba las convenciones sociales no la convertía en una monja enclaustrada; ponerle sabor a la vida le podría sentar bien.

      Por su lado, él estaba aburrido de las insípidas aventuras que Master Card puede comprar y la idea del acuerdo le dio la ilusión de poder moverse con cierta libertad en las junglas de luces y asfalto, todo en busca del tipo de trofeo que todo hombre cazador quiere, trofeo que tiene que ver con un instinto de millones de años y especies que lucha contra la evolución de miles de años de una sola y superior especie. Iluso, con la arrogancia y el ego del hombre, y pensando con el órgano que algún@s dicen pensamos los hombres, le dio la lista a su mujer, una lista bastante universal e inalcanzable, diría yo: Angelina Jolie, Scarlett Johanson, Halle Berry, Barbara Morí, y, supongo que también por instinto de empoderamiento, a Hillary Clinton.

   Ella vio la lista y se quedó sin habla. Él supo que algo había entendido mal y pensó que su esposa estaría por echarse para atrás. Por primera vez en su vida la presionó para hacer algo, la urgió a seguir con el acuerdo e insistió en ver la lista de ella. Ella solo le dijo que si se empecinaba en ver su lista, tendrían que honrar el acuerdo. Él accedió a seguir el acuerdo hasta las últimas consecuencias, según su óptica, era casi como un juego. Pensaba que si él la tenía difícil para hacer realidad alguna de sus ambiciosas fantasías, para ella sería imposible concretar una aventura con los nombres de su lista.

     Pero esta fue la lista de ella, bastante original y a la mano, diría yo: El joven jardinero, el gerente del banco, el compadre que levantaba pesas, la vecina Susy, y, supongo que por un instinto de empoderamiento, el Pastor con acento extranjero del oficio dominical.



El Milagro del Santo Cristo de la Capilla

Publicado el 02 de Agosto de 2015 en Revista Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

       Sin la mínima idea de a que se debía todo aquello, por la mitad de las llamadas vacaciones largas estaba impaciente por que me llevaran hasta aquella suerte de feria: juegos mecánicos y de destreza, fritangas y dulces, rifas y lotería, tiro al blanco y todo lo que igual encontrábamos meses antes en la Feria del Pequeño Comercio de Saltillo y que había desaparecido de la Feria Estatal truncada por aquella trágica muerte de un volador de Papantla. Ahhh, y por ahí andaba también la gente en el atrio de Catedral entrando y saliendo de la aledaña Capilla del Santo Cristo.

    Época en la que el término o figura del uso de suelo no existía o no era aplicado permitiendo toda clase de excesos y desproporciones urbanas; pero si bien el uso de suelo alrededor de los templos era laxo y ambiguo, los usos y costumbres alrededor de la Iglesia eran igual de marcados a los de hoy.

     Desde la ultra-ortodoxa formación religiosa de una escuela católica, vacunado por dogmas que se entendían por rígidos cánones más que por rumiadas razones, el Chicharito Moldingo (o sea yo) no veía relación entre la pagana fiesta popular y la ciega veneración religiosa de principios de agosto en el centro de su ciudad, manifestación de fe tropicalizada regionalmente, solo comparada en forma proporcional con la celebración que en todo el país tenemos del doce de diciembre. De hacer una conexión lógica entre la frívola festividad de la calle con la sacra efemérides religiosa dentro de la capilla y entendiendo que una era producto de la otra, cualquier niño o fundamentalista se convertiría en el encabronado Jesús que arrasó como chivo en cristalería con los puestos de los mercaderes expulsándolos del templo.

       Pero jamás sería mi estilo. Así que me la pasaba en los juegos hasta el anochecer y luego caminábamos por la calle de Victoria de regreso hasta la casa, pasando antes frente a la iglesia de San Esteban y el pulcro edificio del templo “El Mesías” de la Iglesia Metodista. Años después y mientras estudiaba mercadotecnia, pensaría que desde un punto de vista comercial, a los metodistas les faltaba mucho para ganarle el mercado a los católicos; y dentro del catolicismo saltillero, el director de San Esteban habría de aprenderle mucho a aquel que de facto fungía como gerente de la catedral, experto también por cierto en relaciones públicas estando siempre muy cercano al poder del César negociando lo que le correspondía a cambio de llevar la fiesta en paz. Pero claro, en las cuestiones de Dios que manejan los hombres no tienen cabida ni lo comercial, ni las relaciones públicas. Deja de reír, lector.

       Y en el pasar del tiempo que ha sido un pequeño paso para un hombre pero un gran saltillo para nuestra ciudad, alrededor de cuatro décadas han pasado desde que en mi niñez esperaba ansioso la mitad del verano para ir a los juegos por la calle de Hidalgo sin otra expectativa que la diversión. La suerte de nacer privilegiado en oportunidades económicas me ha llevado a conocer otro tipo de ferias y  parques de diversiones a lo largo de mi juventud y edad adulta. Hoy ya no espero anhelante la mitad del verano como lo hacía cuando niño.

    Hoy hago lo posible por ir a caminar por los callejones y calles que rodean la catedral durante algún día del novenario dedicado al Santo Cristo de la capilla. E imposible es no agradecer que en ese lugar me uniera en matrimonio con La Mujer, pero ese tipo de agradecimiento se finca en una especie de estrato físico o material. Porque no me queda duda que aquello haciendo las veces de pegamento para que nuestro espíritu no se despedace ante los golpes y reveses de la vida, no es un templo lleno de imágenes y bancas, o la figura de indescifrable materia que los fieles tocan y besan y ni siquiera los ritos que en toda religión existen. No, pienso que todas esas cosas y rituales son solo vehículos para acercarnos a aquello que es incomprensible pero que todo ser humano busca en algún momento dado de su existencia terrenal, y los más suspicaces lo buscan en el momento de la inminente muerte o en ese recóndito rincón de su cerebro dónde solo ellos pueden entrar.

     Poco sé y nada he estudiado de los supuestos milagros de personajes (¿Cómo más podría llamarlo?) como nuestro Santo Cristo de la Capilla. Pero durante cada novenario en que recorro las calles del centro de Saltillo para llegar hasta ahí, no hago más que constatar cuantos tantos de individuos seguimos aferrados a la promesa de un futuro redentor, y esto hace que logremos de esta misma vida y de este mismo planeta un mejor lugar en dónde estar, a pesar de todo lo negativo que sucede en el mundo y nuestras ciudades. Para mí, ese es el milagro de las religiones.

  cesarelizondov@gmail.com


No es una Cortina de Humo

Publicado el 26 de Julio de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

      Me parece que es un término de guerra. Pensaría que la cortina de humo se ha utilizado con fines bélicos desde antes que se inventara la pólvora: Tiene que ver con fuego antes que con explosión. Sirve para avanzar o para replegarse, para camuflarse y desaparecer, para crear confusión y claro, de ahí obtener una ventaja. Y como dicen que en la guerra y en el amor todo se vale, la cortina de humo es magistralmente utilizada en el matrimonio por el marido deseoso de evadir un tema que no quiere afrontar; así se salta de una posición defensiva ante el cuestionamiento de “a qué hora llegaste anoche”, a un acusador reclamo con fundamento en el “¿no compraste leche para desayunar?”

    Los magos son quienes la utilizan con descaro y gran destreza para llevar la atención del espectador a un lugar dónde no está pasando nada para después, salir por otro lado con la sorpresa de la ilusión presentada como magia. En los circos, la utilizan los payasos con fines parecidos a los de los magos, aunque el fracaso de la cortina de humo va implícito por la naturaleza de su profesión.

    Luego tenemos que entre la guerra y el circo, queriendo jugar al mago existen algunos políticos, esos seres que dan bandazos entre el general Rommel y el payaso Bozo, entre el Napoleón Bonaparte pre-Waterloo y el Guasón del Batman de los sesentas, entre el Pancho Villa que irrumpió en Estados Unidos y el Cepillín de la colonia Mitras; pero quedándose frecuentemente en el estado final del Garrick de Peza, de la oscura, triste y pesada esencia del payaso que interpretaba Javier Solís, o con parte de la letra del payaso que cantaba José José (uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser).

      Y por supuesto que la cortina de humo viene a cuento por la noticia de ocho columnas y ocho días en nuestro país, la fuga del Chapo. Ya lo escuchaste repetidamente como chiste, hartazgo, resignación o ironía: El fracaso de la selección mexicana es una cortina de humo por la muerte de Joan Sebastian que es una cortina de humo para cubrir la fuga del Chapo que es a su vez la cortina de humo de la privatización del sector salud y que esta cubre la cortina de humo de los escándalos del SNTE que vienen cubriendo los ostentosos e inútiles viajes de los gobernantes que a su vez (tomar aire), son la humareda perfecta para tapar la incapacidad de la misma autoridad para gobernar.

    Pero los más entendidos hablan de lo que nadie está hablando: Una moneda anémica, un empresariado nacional rendido y aniquilado ante la voracidad fiscal, un mercado interno contraído, el aterrizaje forzoso de la reforma energética por factores externos, estados y municipios sobre endeudados, legislativos incondicionales y sometidos al poder ejecutivo, una juventud que se sabe sin futuro, una delincuencia cada vez más organizada, una sociedad dispersa y enconada entre sí, un sistema educativo insuficiente y corrompido en todos sus frentes y un sistema de seguridad social quebrado.   

    De la primera fuga del Chapo (Enero de 2001) para acá, basta recordar Nueva York, Bagdad y Afganistán para comprender que el mundo ya no es el mismo; basta ver la religión católica para entender que nada ni nadie es para siempre; y en nuestras casas, una mirada al espejo o ver el tamaño de nuestros hijos nos dicen qué de tantas cosas han pasado en estos años, pero… ¿Y en que cambió nuestro país entre la primera y la segunda fuga del Chapo? En nada. Y mientras el Chapo estuvo preso, ¿Nuestros jóvenes dejaron de consumir drogas?, ¿Nosotros dejamos de consumir piratería? ¿Nos esforzamos en mejorar nuestro país y nuestra sociedad?

      Dejemos ya que el Sr. Chapo se largue en la falsa paz que en su “libertad” pueda encontrar, dudo mucho que le queden ánimos para seguir delinquiendo; para nosotros será mejor ocuparnos de todo lo que no hemos querido, podido ni sabido hacer como pueblo: dejar de culpar a los demás de nuestras carencias y errores como nación cuando imágenes como la del Chapo tendríamos que verlas como figurativas y no como solitarios villanos o chivos expiatorios; cuando habríamos de admitir en nosotros el error que cometen nuestros gobiernos porque son precisamente lo que nuestra participación cívica y política ha merecido. Porque primero habríamos de comprender que todo aquello que pasa en nuestra patria no son esas cortinas de humo que algunos están vendiendo en lo particular, sino el humo que en lo general despide nuestro país, un humo que es el producto de una nación que se encuentra en llamas.
  cesarelizondov@gmail.com





Detrás de las Foto-Multas

Publicado el 12 de Julio de 2015 en Círculo 360 Domindo, de Vanguardia

      El chiste es viejo pero el sarcasmo sigue teniendo vigencia: ¿Cuánto cuesta la educación de un mexicano? Veintitrés pesos. Y es que esa es la tarifa a pagar en la caseta para abandonar México e ingresar a Estados Unidos en automóvil; una vez del otro lado, dejamos de tirar basura, damos el paso, decimos buenas tardes y… respetamos los límites de velocidad.

    Y por acá en nuestro Saltillo, hasta el más cándido de los inocentes sabe lo que se esconde detrás de la implementación de cámaras y radares para multar a quienes excedan los límites de velocidad: una política recaudatoria. Podrá venir el híbrido cabildo, el alcalde panista, los paleros golpeadores, el vocero oficial o los emisarios a sueldo diciéndonos que velan por nuestra seguridad en primera instancia, pero el automovilista sugiere que si realmente les importa nuestra seguridad, será mejor que vean la forma de blindar la ciudad y a la población ante el inminente y campante regreso, el avance y la definitiva estadía de la delincuencia organizada en la región.

     Por otro lado, hasta el más rancio y “revolucionario” de los simpatizantes priístas entiende que en Coahuila, detrás de toda política recaudatoria municipal existe también una causal indirecta heredada, algo llamado menos participaciones a municipios, y detrás de eso tenemos algo llamado pago de deuda estatal, y así hasta llegar a Texas, Cuba o Barcelona. Pero eso le tocaba decirlo al ayuntamiento, no a mí. Al margen del texto diré que las palabras más escuchadas durante mi niñez y adolescencia cuando el tema era la administración pública fueron “deuda externa”; hoy me siento estúpido porqué pensé que la siguiente generación no habría de crecer con esas sombras que impiden el paso de la luz. Pero aquí estoy, heredando a mis hijos un país muy similar al que me legaron mis padres.

      Y luego tenemos que hasta algunos miembros de la especie más insensible de la flora y fauna política, los diputados locales, hacen como que se apiadan de los ciudadanos y recomiendan a los infraccionados buscar la manera de ampararse ante la ley, se desgarran las vestiduras y también piden bajar el monto de las sanciones económicas a la autoridad municipal. Ya solo les falta exigir al gobierno estatal que aterrice las promesas de campaña en cuanto a eliminar el pago de tenencia para que ahora si les podamos creer su pose de Robín Hood. Porque mientras tanto, su pretendida imagen heroica se queda en la misma seriedad y tamaño que la del Chapulín Colorado.

    Y total que no queda títere con cabeza. Y termina el automovilista por sentirse solo y desamparado ante la realidad de una medida que sin importar la percepción del porqué, una vez entendidas las razones económicas de fondo para su implementación, tendría que resultar positiva como un paso hacia el futuro.     

    Porque estaremos de acuerdo en que ni Javier, ni Jorge, ni Humberto van a venir a arreglar ni a darle mantenimiento a nuestra ciudad, nunca más. Y que los millones y millones de dólares que alguna instancia norteamericana pueda embargar, en el mejor de los casos irán a parar a nuestra hermana ciudad de Austin, pero jamás a Coahuila. Y también entendemos que ni Pancho ni Chema ni compañía en el Congresito pelean por el interés del ciudadano, su lealtad esta en otra parte; porque si así no fuera, podrían ser heroicos y congruentes exigiendo la eliminación de la tenencia al estado como contraparte financiera en beneficio del automovilista ante el “abuso” de una tercera autoridad. Pero esto no lo veremos.

    Ruego entonces porque los automovilistas de bien, sepan auto-regularse cuando pisan el acelerador de su coche para que su economía no sea mermada. Porque, si otros hubiesen sabido auto-regularse, o al menos hubieran sido regulados por los mismos que hoy legislan o pretenden seguir dentro del juego, como lo decía párrafos arriba, la causal indirecta heredada no tendría a los gobiernos inventando formas de recaudación para seguir operando. Pero ahí se encuentra el lado positivo de todo esto: La auto-regulación del automovilista será la primera forma civil que impedirá a un gobierno endosar a la ciudadanía los abusos e irresponsabilidades de otros gobiernos. Y en una espiral de auto-regulación ciudadana en contra de la fácil recaudación, podremos finalmente demandar a las autoridades que entre ellos mismos se cuiden las manos, porque nuestros bolsillos ya están vacíos.
     cesarelizondov@gmail.com



Turismo Endémico

Publicado el 05 de Julio de 2015 en Círculo 350 Domingo, de Vanguardia

     Veníamos de conocer el área en donde siglos antes se llevaba a cabo el juego de pelota. Estaba sentado, sudoroso y abochornado, cansado y ya un poco aburrido. Escuchaba la monótona oratoria que sin ningún cambio en la modulación de voz recitaba de memoria un avejentado guía turístico a orillas del Cenote Sagrado en Chichén Itzá. Una vez que acabó su monólogo, preguntó rutinariamente a la concurrencia si alguien necesitaba más información, si es que había preguntas; y como si estuviera nuevamente en la escuela, instintivamente levanté la mano. Quería quitarme una duda que había surgido minutos antes.

   -La pieza sobre la que estoy sentado –le pregunté, -¿la tallaron sobre piedra maciza o está hecha con algún tipo de mezcla en un molde?-

  - Pero por favor joven amigo,- me respondió con ese tonito amable pero no exento de soberbia de quienes cumplen con su trabajo pero no con una vocación -obviamente esta y todas las demás cosas que vea por aquí están trabajadas sobre piedra. En la época en que la civilización Maya realizó estos grabados, aún no existían o ellos no conocían las técnicas actuales de moldeo.-

      Me quede petrificado como la misma roca sobre la que descansaba. No podía creer lo que estaba escuchando: habría pensado que la pieza sobre la que mi sudoroso trasero reposaba era una copia hecha a semejanza de las originales encontradas en aquel recóndito lugar del centro de Yucatán. Resultaba que no era así, todo mi transpirado ser estaba sentado sobre una pieza original con cientos (quizás miles) de años de antigüedad; pieza que por su fabricación artesanal y su historia es única en el mundo, pieza a la que teníamos acceso por menos de lo que cuestan un par de zapatos o llenar un tanque de gasolina de auto compacto. Cuando por fin asimile lo que acababa de escuchar, me levanté disparado como por un impulso, como si hubiera recibido una descarga eléctrica de aquella piedra.

     Continuamos el recorrido, pero presté poca atención a las indicaciones referentes a la Pirámide o     Castillo de Kukulcán, el Templo de los Guerreros, El Observatorio o Caracol, y unas nuevas excavaciones en las que parecía que algo habían encontrado. Ya solo tenía ojos para ver las incontables piezas esparcidas por todo el lugar sin ningún orden, clasificación, registro o sistema de compilación. Al caer la tarde, no solo compartía la rabia que sentían los turistas por los cobardes bandidos que durante el siglo XX saquearon gran parte de la riqueza histórica del lugar, mi coraje mayor era en contra de mi pueblo y gobierno mexicano que en la actualidad no ha podido crear una cultura de respeto, responsabilidad y orgullo alrededor de lo que otras civilizaciones nos legaron.

    Comprendí que si esas invaluables piezas no tenían la atención que se merecían, sería porque de algún modo no hemos reparado en las riquezas que tenemos en nuestro suelo, me di cuenta que le prestamos menos atención a lo más valioso por estar inmersos en lo que se nos dicta de otras partes en cuestiones artísticas, culturales y turísticas.    

     Concluí que nuestros esfuerzos en materia turística deberían ir hacia lo que nos diferencía del resto del mundo, no de lo que comercialmente el mundo espera. Pienso que no tenemos porque competir con Mickey Mouse, Donald Trump o Dubai para ganar parte de ese gran negocio que está destinado a ser el más importante en el futuro; pienso que si los hoteles en Las Vegas son derrumbados para levantar otros desarrollos más majestuosos, aquí tenemos la ventaja de contar con atractivos turísticos que no saben de depreciaciones, y que por el contrario, cada día que pasa se transforma en plusvalía para todos esos destinos que son únicos en nuestro planeta.

    Con cada avance tecnológico que la humanidad hace, se vuelve más valioso e imperioso en términos culturales saber del pasado de la raza humana y la tierra en general: ¿Qué había antes de nosotros?, ¿Quienes nos precedieron?, ¿Que sabían?, ¿De dónde venimos como especie?, ¿Y cómo nación? Y en nuestro país abundan los yacimientos que permiten dar un atisbo al pasado, con toda la derrama cultural y turística que eso representa. Y no nos quedamos solo en las culturas precolombinas como la Azteca y la Maya, existen además otras vetas como la paleontología, el choque de razas, las batallas de guerras contra otros países y nuestras guerras civiles, las riquezas naturales como desiertos, bosques y playas, y un largo etcétera de cosas que aquellos países que no las tienen, se tienen que inventar la guitarra del bajista de un primo de Elvis para de ahí levantar un museo y exhibir sus memorabilias tras un cristal contra balas, humedad y luz para que la gente visite un pueblo carente de historia.

     Seguirán levantando hoteles en forma de barcos en Dubai, o en forma de guitarra en Norteamérica, o con pasajes bajo el agua en las Bahamas; y seguirán levantando parques temáticos de Disney, Bugs Bunny o los Estudios Universal; y seguirán los países abriendo sus legislaciones al juego para copiar a Las Vegas; pero algo no cambiará: En el mundo nunca más será creada otra vertebra de dinosaurio o un fósil de trilobite, nunca más volverán los Mayas o los Aztecas a levantar sus civilizaciones, nunca más habrá un choque de culturas en México. Es por eso que, aunque el término no sea el correcto, diferenciar nuestra oferta turística como “Endémica” (única en el mundo), podría ser una ruta segura y prometedora que pueda catapultar nuestra economía dentro de una sociedad universal en dónde el gasto en esparcimiento por persona aumenta en mayor proporción que en cualquier otro rubro.
cesarelizondov@gmail.com




La Constancia del Movimiento

Publicado el 17 de Junio de 2015 en Círculo 360, de Vanguardia

        En lo general, hay sucesos que son comunes a todos y que nos hacen ser miembros de una época. Compartimos la época del nuevo milenio; y en la más grande paradoja, el universo, que siempre está creciendo, expandiéndose y en movimiento, parecería ser lo único que presenta una constancia en estos primeros quince años del nuevo milenio cuando Círculo 360 de Vanguardia ha nacido, ha madurado y se ha desarrollado:

        En el mundo, una vez llegado el esperado año dos mil de la era cristiana sin que los autos voladores fuesen realidad, los sucesos se vinieron dando con rapidez inusitada: Iniciamos temprano en el siglo con lo que será el evento más recordado del mismo, los ataques del 11/9 en contra de los símbolos del capitalismo. La Iglesia católica ha tenido tres jerarcas representantes de su fundador mientras distintas religiones siguen esperando a su mesías. Tsunamis, terremotos, incendios, plagas y enfermedades, así como arcoíris, lluvias de estrellas, crepúsculos y amaneceres, han sido enviados por ese Dios enfadado y vengativo, bonachón y consentidor; o por esa voluble novia suya, en ocasiones maternal y otras veces infernal, la Madre Naturaleza. Un hombre de color dirige a la nación más poderosa del mundo y hasta los Medias Rojas de Boston rompieron la maldición del Bambino coronándose campeones de la serie mundial. Si un adolescente de la época anterior a Círculo 360 de Vanguardia pudiese viajar en el tiempo hasta este día, tendría que preguntarle a sus abuelos como se utiliza un Smartphone, y enseñarles a ellos a enviar un fax; tanto la ciencia como la tecnología corren más rápido de lo que mis todavía saludables dedos puedan alcanzar a teclear y tus ojos a leer.

       En nuestro país, a los pocos días de la primer publicación de Círculo de Vanguardia, vino el parteaguas de las campañas políticas para elegir Presidente de la República en el año 2000: El “hoy, hoy, hoy” de Vicente Fox, se convirtió en un clásico mercadológico de lo que se puede lograr en comunicación y posicionamiento del individúo o producto para rescatar una situación y salir ganando aun partiendo de un hecho o dicho desafortunado. Años desperdiciados sin avanzar dieron lugar a que más tarde la descomposición social incubada durante lustros rompiera el cascarón y por tal motivo se desató una guerra que en un momento dado parecía extinta, y que hoy percibimos más viva que nunca. Luego regresamos –para algunos, nunca mejor utilizado el verbo- al régimen anterior. En el fútbol, nuestros equipos juveniles y olímpico han alcanzado tres campeonatos mundiales y la Selección Nacional…bueno, esa sigue sin pasar de octavos de final en la Copa Mundial.

     En nuestro estado fuimos de la cero deuda a la sorpresa y asombro de las obras que nos llevarían al futuro, y de ahí a la sorpresa y estupor de saber ese mismo futuro hipotecado. El Santos Laguna solo tenía un título de liga hace quince años, y el pasado domingo conquistó su quinto campeonato en la máxima categoría del fútbol mexicano.

    Saltillo pasó casi todo este tiempo con gobiernos emanados de un mismo partido hasta que salió uno más viejo que el diablo. Nuestros Saraperos, con una simple acentuación pasaron del “ya merito”, al mérito; y no se conformaron con un campeonato repitiendo títulos en temporadas consecutivas. El clima ideal se fue a quien-sabe-dónde….y Círculo 360 de Vanguardia continúa apareciendo cada fin de semana. Antes salía los sábados, hoy se publica los viernes en su formato tradicional y dos días después tenemos la edición dominical.

     ¿Y qué fue de aquella joven señorita de quien Círculo 360 cubrió alguna vez su despedida de soltera? Hoy es una orgullosa madre. Y los papás que ayer posábamos para la cámara en la primera comunión de nuestros hijos hoy hojeamos en las mismas páginas las graduaciones de nuestra descendencia; y nuestras hijas ayer bautizadas, hoy aparecen en las coberturas de las fiestas de XV años. Y los que festejaban su medio siglo de vida hoy aparecen radiantes junto a sus nietos. Y quienes hace tiempo fueron fotografiadas como candidatas a reina hoy son las reinas de un hogar, y los artistas crearon arte y los empresarios generaron empleos, y los docentes formaron mejores estudiantes y las señoras del club de jardinería embellecieron nuestras páginas y los patios de sus hogares. Y algunos escucharon el llamado de Dios mientras otros el de la libertad y autonomía. Y quienes ayudaban en movimientos altruistas no han podido erradicar las diferencias…pero siguen haciendo su humanitaria labor. Y algunos otros ya se han ido, pero dejaron en las páginas de nuestras publicaciones algo de sí mismos. Y el universo parece no alterarse, aunque sabemos que siempre cambia.

       Y tenemos que al igual que el universo, Círculo 360 de Vanguardia está en un constante cambio mientras la vida parece caminar igual: Despedidas y bodas, llegadas de bebés y bautizos, comuniones y confirmaciones, graduaciones y vacaciones, compromisos y cumpleaños. Cuándo unos vamos a un evento, otros ya vienen de otro.

       Y así es como la vida de una sociedad queda retratada. Pero no como en la foto del inimaginable universo que tomamos desde la tierra con los más modernos aparatos enfocados hacia el cielo, sino desde detrás de la cámara, del diseño, la administración y la nota de un equipo de profesionales del periodismo, quienes, a través de las miradas, vivencias y testimonios de quienes aparecen en las publicaciones de Círculo 360, captan cómo las vidas de los saltillenses y lectores de Vanguardia cambian, evolucionan y se transforman como lo hace el universo constantemente.

    Pero también tenemos que, aún inmersos en ese constante cambio que nos ha hecho diferentes a lo que éramos hace quince años, tanto en ustedes lectores como en nosotros colaboradores de Círculo 360, nuestra esencia sigue siendo la misma. Enhorabuena ¡¡
cesarelizondov@gmail.com



Desesperación

Publicado el 28 de Junio de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

       ¿Por qué ya no era como los otros niños? Todavía recordaba lo que era sentirse feliz y liberado como cualquier persona de su edad; un niño no debía sufrir lo que él pasaba. Arrastraba sus pies y con la mirada al piso veía como los sucios zapatos se ponían uno delante de otro sucesivamente en agónica procesión hacia la puerta de aquel colegio católico. Era viernes, y conforme dejaba atrás el último salón del corredor sentía como se acercaba al temido, triste y eterno fin de semana. Quisiera no abandonar la escuela; tenía semanas odiando estar en su casa. Lo tenía perfectamente cronometrado: sesenta y cinco horas más treinta minutos era la duración del receso para volver a clases. Y en medio de esas largas horas, desesperación.

      Ya en la banqueta, esperando desesperanzado a que su madre lo recogiera, una forma de envidia anidaba en él mientras observaba a los otros chicos que radiantes, estaban listos para el gozo que representaba el fin de semana: cine, salir a cenar, comer con la familia, jugar con los amigos, ver televisión, ir por un helado; vaya, hasta ir a misa les resulta divertido a quienes la vida no hiere.

      Llegó su madre. Él sabía que no podía decirle nada de lo que estaba pasando en su mundo. Quizás ella sospechaba, pero por algo no lo decía. A las preguntas de porque la cara larga y las respuestas monosilábicas, solo respondía con un gruñido; y ella se quedaba sin preguntas mientras un incómodo silencio los acompañaba hasta llegar a su hogar. Y durante la tarde de ese viernes pasó lo que venía sucediendo cada viernes desde semanas atrás. Y después llegó la noche.

      Luego de mucho tiempo pudo conciliar el sueño. Y soñó que era feliz. Jugaba fútbol en el patio de la escuela, y sentía la brisa en su cara, y las piernas le dolían de tanto correr y el sudor resbalaba por su cuerpo. Y era feliz. Pero cuando despertó, se dio cuenta de que apenas era sábado y que dos días faltaban para terminar con el detestable fin de semana. Y ese sábado durante el día, tuvo la misma experiencia que había pasado siete días antes.

     Por la noche nuevamente batalló durante horas peleando con las sábanas y almohadas. Asomaron por sus ojos unas lágrimas pesadas, las enjugó un par de veces, la tercera las dejó correr. Finalmente se durmió cuándo el sábado se había convertido en domingo. Y volvió a soñar bonito. Esta vez fue en una especie de feria con circo; los recuerdos incrustados aparecieron en sueños: los payasos y camellos, el carrusel y los dulces, los juegos para destreza, los leones domesticados. Soñaba lo más preciado, lo más inocente y puro; y es que en su sueño era un niño.

     Domingo muy de mañana. Cansado de no dormir, la cama le apetecía. Pero el deber le llamaba, igual que cada semana. Obligado por su madre se apersono ante la Iglesia, a la misa toleraba, más no solo por creencia, es que un refugio encontraba. La religión era duda, sin embargo practicaba por una causa que si bien no conocía, bien la podía percibir; te la digo a ti lector por si la sabes o la quieres consultar, por la Apuesta de Pascal es que aquel niño creía. Sería en la consagración cuando elevó una plegaria: “Dios: Por favor, desaparece el domingo, que acabe el fin de semana.” Y como ya era costumbre, no hubo respuesta a ese rezo.

     El resto del domingo para él fue como todos los que le precedían recientemente, un infierno en paraíso. Y otra vez cayó la noche. Esta vez durmió mejor, pero no registró sueños; no los tuvo o lo olvidó. Y llegó el lunes. Técnicamente había concluido el pavoroso fin de semana pero aún estaba en casa, una hora aún restaba para dejar todo atrás y regresar al colegio. Qué curioso, ¿no es verdad? Parece una gran mentira saber que alguien prefiere las aulas por sobre las vacaciones. ¿Será que así son los mártires? Distintos a los demás.

      Esta vez fue su padre quien lo llevó al colegio. No sabría cómo describir el inexistente dialogo entre padre e hijo cuando algo pasó el fin de semana; la mirada cómplice del padre, el sumiso mirar de su hijo. Un gélido adiós se dijeron cuando él bajó del auto. Y se encaminó al último salón del corredor.

     Inició caminando con la mirada baja, y, mientras veía los lustrosos zapatos que avanzaban uno detrás de otro, comprendió que con nueve años, ahí mismo una nueva oportunidad iniciaba, y poco a poco fue caminando con más brío y con la frente en alto. El fin de semana había quedado atrás y una vez más tenía cinco días por delante para darle un giro a su vida.

     Entró en el salón de clases y tomo asiento. Sabía lo que venía a continuación y estaba preparado. Y fue entonces que la maestra de tercero “B” de primaria dijo a su grupo: ¿Quién nos platica sus experiencias del fin de semana? Fue en ese momento que levanté la mano. Y cuando me dio la palabra, con temblorosa voz le dije cuántas cosas que parecerían divertidas había hecho el fin de semana con mi padre, mis amigos y mis hermanos. Pero a la hora buena no salieron las palabras de mi boca, y fui incapaz de decirle que nada había disfrutado por estar pensando en ella, porque estaba enamorado de mi maestra Leticia. Pero apenas era lunes, el martes se lo diría.

cesarelizondov@gmail.com

Crónica de la Carrera

Publicado el 21 de Junio de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

       ¿Pues en que X%$&Q&% pensaba cuando decidí correr el 21k de Coahuila sin la preparación adecuada? Avanzaba por el kilómetro dieciséis cuando me percaté de que era muy tarde para utilizar el método Roberto Madrazo: No podía cortar camino porque estaba en el punto más alejado de la meta.

     Muy atrás había quedado el momento de sentir la piel de gallina al entonar el himno nacional junto a siete mil almas y arrancar codo a codo con mi colega y amigo regiomontano Eduardo de la Garza, atrás estaba también el compromiso y el ánimo de Álvaro Martínez y el Lic. Genaro Ríos de darle hasta el final a como fuera, atrás quedó el “vas muy bien” de Gilberto Gloria en el punto dónde la familia de mi Colegio Ignacio Zaragoza estuvo apoyando a todos los corredores, atrás quedó la orgullosa mirada y el saludo de mi hermana Cynthia así como el sprint de Gerardo del Bosque para alcanzarme y regalarme una bolsa con el agua de coco más refrescante y sabrosa que en mi vida haya probado. Atrás por supuesto estaba la promesa a mi esposa Paxy (Liliana) de hacer las cosas bien sin poner en riesgo la integridad física.

      Me pesaba mi pasado. Y no me refiero al pretérito añejoso, sino al inmediato pasado de semanas anteriores entregado al sedentarismo y alejado de cualquier cosa parecida al deporte. Confiado en la memoria del cuerpo, nuevamente me embarqué en la estúpida arrogancia de pensar que la garra o los arrestos de un inspirado momento son más fuertes que la voluntad y el carácter de la ardua preparación. Se me olvida a cada rato aquello de que el éxito es solo uno por ciento inspiración, y que el resto es sudoración. Y ante la imposibilidad de la fácil forma de cortar camino o mi negativa macho-cultural de abandonar la carrera, opté por una variación del método Osler: Alternar minutos de trote con tiempo de caminar. Y fue tras el primer cambio de ritmo que sentí la advertencia de los calambres en mis chamorros. -Ya valió madres-, me dije.

     -¿Necesitas algo, te sientes bien?- Me preguntó aquel Gran hombre. Mientras veía colgado a su cuello un Rosario, le expliqué que no era deshidratación ni falta de aire, sino que mis músculos ya estaban quemados. Me dijo que intentara poner agua fría en mis chamorros, que eso ayudaría un poco, y que me lo tomara con calma. Por fortuna, además de los puestos de agua y otras viandas improvisados por miles de generosos saltillenses, ahí estaban cada mil metros los equipos voluntarios de los Boy Scouts con los bolis o bollos de agua; y ahí me la seguí llevando. Cuando aquel Gran hombre adelantó su trote, leí en el dorso de su camiseta la leyenda “We care about you” (cuidamos de ti).

      Y el consejo funcionó. En cada estación de abastecimiento aprovechaba para tomar agua y derramarla sobre chamorros y muslos, aunque el daño ya estaba hecho. Prácticamente había dejado de trotar y el aviso del inminente calambre era más fuerte e insistente a cada pisada. A la altura de la clínica dos del IMSS saludé a mi Compa de mil y todo tipo de aventuras y batallas que presenciaba la carrera, el Camarón Siller. Algo debe haber visto porque se montó en su bicicleta y emparejó mi ritmo haciendo no sé qué trucos para mantener el equilibrio mientras avanzábamos al lento paso de condenado hacia el patíbulo.

     Llegó el momento en que debía ordenar conscientemente a mi cuerpo poner un pie delante del otro para poder avanzar, mecánicamente ya no funcionaba. Y mi Compa Luis se la llevó tratando de hacerme el trayecto divertido, interesante, y a veces, irónico. Pasé bajo el puente interinstitucional dónde estaba mi amigo nutriólogo Luis Galindo, quien junto a su equipo de 3.0 Centro de Fortalecimiento y Nutrición, regalaba además de naranjas y plátanos, el comentario acertado a quienes pasábamos por ahí.

     Bajé a como pude el columpio del paso a desnivel para llegar a Presidente Cárdenas, la subida fue espantosa. Y ahí pude ver por segunda vez a mi hermana, pero esta vez su mirada era otra, era como de preocupación. Y sí, unos metros más adelante me sobrevino el espasmo muscular o calambre. Jamás me lo había preguntado, pero habría pensado que el chamorro es de una sola pieza, hoy sé que tiene dos músculos llamados gemelos. No imaginaba lo que era ver como los músculos gemelos del chamorro se abrían separándose uno del otro formando un impresionante hundimiento en mi pierna, como diría el personaje de Derbez: Fue horrible, fue horrible. El Camarón improvisó unos estiramientos y un masaje; me hubiese gustado decir que me levanté como nuevo, pero bastante fue levantarme.

     Penosamente, continué caminando hasta la recta final. Y ahí estaba esperándome como cuando iniciamos Guayo de la Garza, mi colega de Monterrey quien me insistía en tratar de correr los metros finales, pero fue inútil. Caminé sin muchos ánimos y crucé la meta sin aspavientos ni el júbilo de otras ocasiones. Treinta y cuatro minutos más tarde que en mi mejor cronometraje, doce más que mi anterior peor tiempo, media hora de diferencia ante mis marcas habituales.

      Ya en la zona de recuperación acudí con mis viejos amigos del club de corredores Mustang-Happy Feet, de quienes he estado distanciado organizacional y deportivamente por atender otras lealtades, pero aun así me recibieron con los brazos abiertos. Y entonces, mientras pasaba hielo por mis chamorros sopesé el resultado de La Carrera: Por temerarias decisiones o circunstancias de la vida he corrido riesgos y he caído, y siempre, como me sucedió el domingo pasado, encuentro en el camino amigos y familiares que me ayudan y me apoyan de distintas maneras para llegar hasta mis metas. Pero también encontré que a veces, en medio de los fracasos y reveses, la vida te ofrece además la oportunidad de encontrarte con Grandes hombres como Carlos Alberto Medina Charles, quienes sin conocerte te ofrecen su conocimiento y auxilio, y que más que una leyenda sobre una camiseta, son sus actitudes las que te dicen que puedes estar tranquilo, ya que ellos cuidan de ti.  


cesarelizondov@gmail.com



Los enemigos de Coahuila

Publicado el 14 de Junio de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

     No es el abstencionismo, ni son los priístas. No es el crimen organizado, ni la Iglesia Católica. Ni son los gringos y menos aquellos españoles de hace quinientos años. No, los enemigos de Coahuila son otros. Pero antes de decirte quienes son, habré de hacer unas precisiones: No trabajo para el gobierno. No recibo ningún tipo de pago, compensación, concesión o condonación de nada y de ninguna instancia pública. No asisto a eventos partidistas y procuro estar informado para tener mis propias opiniones. Pero eso sí, desde que cumplí la mayoría de edad en 1987 previo a las elecciones para gobernador de Coahuila, siempre he hecho uso de mi derecho como ciudadano para emitir una opinión en forma de voto. Dicho lo anterior y para no generar el sospechosismo de los amables lectores, diré que, aunque parezca broma o mentira, a mi juicio, los principales enemigos de Coahuila son los panistas.

    ¿Qué no eran los de la megadeuda quienes nos metieron en honduras? Si, ellos nos metieron y podemos estar seguros que en su agenda no contemplan rescatarnos de ese infierno, pero los panistas parecen empeñados en que nada cambie por estas tierras. En términos de fútbol, el panismo coahuilense no mete un penal ni siquiera sin portero. No quiebra un buñuelo a sentones, no estira la mano para alcanzar una fruta, no gana una pelea ante un adversario noqueado. Y el problema es que para subsistir, ese partido recibe millones y millones de pesos que vienen de los bolsillos de usted y de mí; ¿Y todo a cambio de qué? De cero diputaciones locales, de cero diputaciones federales.

     No han entendido que su complejo de superioridad y la forma despectiva en que tratan a los demás con términos como Come-lonches, idiotas, arrastrados, ignorantes, paleros y otra serie de adjetivos des-calificativos, no hacen más que alejar cada vez más al electorado de su simpatía. A nadie le gusta que luego de una elección lo insulten y un año más tarde regresen a mendigar votos.

    No han entendido que las redes sociales (desde una posición de poder) son para atender y resolver problemas y no para presumir sonrisas ni atiborrarnos de propaganda “yoyística” que no pone comida en nuestras mesas. No han entendido que la mayor parte de la gente es apartidista y que el hecho de criticarlos nada tiene que ver con recibir dádivas del otro partido. No entienden que el día de la votación no se gana una elección. No entienden que el ladrillito es muy pequeño y que los períodos son finitos.

      ¿Cuándo sería la última vez que vimos una candidatura panista respaldada por todas las fuerzas de su partido? No lo recuerdo. Solo vemos que una tras otra vez, sus más prominentes líderes y miembros pelean entre sí por aparecer en una boleta o acceder a un cargo público sin importar nada de lo que los demás quieran, y menos lo que el pueblo necesite. Se acogen una y otra vez a la filosofía de que es mejor ser cabeza de ratón que cola de león, y así, obstruyen los intentos de sus compañeros por ganar elecciones porque ser alto funcionario de su partido los convierte en cabeza de ratón.

      Ningún cambio de importancia espero de nuestros próximos diputados, me parece lógico que si desde puestos ejecutivos fueron disciplinados a sus preferencias partidistas más que a la ciudadanía, desde el legislativo más clara será esa lealtad. Pero esperaría que los panistas hagan algo por rescatar a Coahuila del unipartidismo que tanto daño nos ha hecho, unipartidismo que por definición de monopolio encierra todos los vicios y riesgos que la nula competencia genera.

      Espero que la única oposición coahuilense que en un pasado fue seria, encuentre la forma de revertir la percepción popular de que se han convertido en los enemigos de Coahuila por omisión. Y para quienes vivimos ajenos a la política no es un asunto de partidismos con buenos y malos, es una cuestión de competencia, única vía de mejora.

cesarelizondov@gmail.com




Haz de tu voto una imagen

Publicado el 06 de Junio de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

        No todos los visitantes la conocen y para la mayoría pasa desapercibida, pero para muchos otros es una de las cosas imprescindibles que hay que ver en el Distrito Federal. Esta dentro de un edificio emblemático y majestuoso, de los más admirados de nuestro país, es en el Palacio de Correos de México. Situado en el centro de la ciudad de México en las esquinas del eje Lázaro Cárdenas y la calle de Tacuba, la Quinta Casa de Correos y también conocido como Palacio Postal, alberga un mural que a primera vista nos parece desabrido y que no aparenta gran cosa, pero cuando lo analizamos suele resultar impresionante: Un águila sobre un nopal devorando una serpiente.

       Y es que si uno observa con detenimiento la obra, esta te va jalando a que mires más de cerca, y de repente lo ves: decenas de miles de estampillas postales individuales fueron acomodadas por colores y matices para formar un mosaico que en su conjunto es un gran dibujo de nuestro escudo nacional.

      La técnica se llama mosaico de imágenes y la has visto utilizada en cualquier cantidad de publicidades, campañas, páginas web, museos y escaparates de arte moderno. Miles de fotos acomodadas de cierta forma se pierden en el universo de lo que todas juntas representan. Con las imágenes de toda la vida de Michael Jackson alguien hace un mural relativo a su muerte, estampas religiosas unidas forman un Cristo resucitado, las fotos de Cristiano Ronaldo metiendo goles terminan por formar un botín de oro, y un collage donde aparecen desde los nativos norteamericanos hasta las torres gemelas, pasando por Martin Luther King, George Washington y el beisbolista Jackie Robinson, hacen que el resultado sea un gran retrato de Barack Obama jurando ante la biblia y la bandera de su país.

      El simbolismo de pegar imágenes distintas para construir un todo es obvio y a estas alturas ya debes haber relacionado el tema de mi colaboración de hoy con todo esto. La suma de todos los votos mexicanos hacen un solo retrato, y eso es lo que somos como país. En cuestiones de informática, computación o electrónica, han dado en llamar pixeles a las unidades de cuadritos de colores que se acomodan en un área determinada para formar imágenes, dónde a mayor número de pixeles por área, mejor nitidez. Y el simbolismo vuelve a ser evidente, ahora en cuestión de volumen.

    ¿Y qué pasa cuando las fotos no son suficientes para formar un buen conjunto?¿Cuando los pixeles son insuficientes para la claridad de imagen que requerimos? Todo resulta en un cuadro mal acabado, incompleto, con aristas que dificultan su completa apreciación.

    ¿Qué pasa cuando en un país libre para elegir gobernantes la gente no quiere votar? Tenemos una imagen muy aproximada de la democracia, pero no tenemos la nitidez que quisiéramos porqué unos cuantos siguen tomando las decisiones que afectan a muchos.

     Por supuesto, todos entendemos que nuestro voto particular solo puede inclinar una balanza en las discusiones familiares, las decisiones en nuestros trabajos y quizás hasta en las votaciones para renovar al comité de la parroquia; pero sabemos que nunca veremos una campaña política decidida por un solo voto y eso parecería ser causa suficiente para convencernos de que no vale la pena gastar agua y jabón para desmancharse un dedo.

      Pero, igual que con la técnica del mosaico de imágenes, pienso que la suma de muchos votos puede enviar a toda la clase política (gobernantes y opositores) mensajes tan claros como una imagen que diga más que mil palabras. Hay muchas imágenes que podemos enviar a nuestra clase política con la suma de nuestros votos. Te invito entonces a votar hoy por quien o lo que tú quieras. Porqué siempre ha sido que en cualquier tiempo y espacio de este mundo, cuando las votaciones han sido copiosas, la clase política recibe el veredicto del pueblo de forma tan clara como la imagen de un dedo: Un pulgar hacia arriba si las cosas están bien, o el dedo medio si las cosas no van bien.

  cesarelizondov@gmail.com

Mi respuesta a tu crítica

Publicado el 24 de Mayo de 2015 en Revista 360 Domingo, de Vanguardia

Mi respuesta a tu crítica (1 de 2)

       Nada más presuntuoso que un escritor diciendo que tiene solo un lector a diferencia de Catón, quien dice tener cuatro; y es que en una simple aritmética sin abandonar la misma alegoría, ese escritor nos estaría diciendo que lo leen la cuarta parte de los lectores que tiene el cronista de nuestro Saltillo, lo que sin duda muy pocos editorialistas han de alcanzar en todo México y hasta dónde llegan las publicaciones de Don Armando. Pero bueno, habemos quienes, dejando de lado la metáfora de los lectores de Catón y la falsa modestia de algunos escritores, pensamos que hay un puñado de personas que gustan de leer lo que escribimos.

      Y de vez en cuando recibes una de las principales satisfacciones que un escritor pueda obtener: La retroalimentación en forma de crítica por alguien ajeno a tus puntos de vista. Y es que muchos de quienes luchamos por obtener o conservar un espacio editorial donde publicar, lo hacemos porque la vida nunca ofrece muchas formas de compartir nuestros pensamientos, experiencias e ideales independientemente de que estos sean bien o mal valorados, aceptados o rechazados, entendidos o malinterpretados.

      Sin importar el lugar o grupo dónde quieres expresar tus puntos de vista, siempre contaminan lo que en comunicación se llaman ruidos, eso que hace imposible el intercambio genuino de ideas: En la familia existe un patriarca al que se debe escuchar por lealtad pero jamás contrariar por respeto, el sistema educativo está diseñado para contener miles de datos pero no para liberar mínimos debates, con los amigos nunca está exento el alcohol y la fiesta que todo lo trivializan y tergiversan, siempre en el trabajo hay una imperturbable línea jerárquica que inhibe la comunicación, y con los medianamente conocidos, la errónea percepción de una buena educación traducida como lo políticamente correcto, nos prohíbe polemizar sobre cualquier tema para no ser calificados de intransigentes, fundamentalistas, fóbicos, torpes o cerrados de mente.

      De ahí la catarsis que uno encuentra cuando puede verter sus “verdades” en una especie de monologo dándole rienda suelta a las percepciones que uno tenga acerca de todo lo que nos rodea. Pero sin que uno se dé cuenta, luego resulta que el monologo se vuelve predecible, uniforme, y peor aún, peligroso. Y entonces alguien hace sonar la campanilla que lo hace a uno abrir más los ojos y ponerse alerta ante la puntualización crítica de una persona que desde que tiene la decisión de hacer algo como escribir y enviar un correo electrónico, demuestra una sana intención de hacer del monologo, un dialogo.

     Pero ya entrando en materia, me escribe uno de mis lectores reprendiéndome porque en no pocas ocasiones he tocado temas en dónde la religión y la divinidad han sido abordadas desde mis personales creencias y la doctrina que profeso, las cuales son algo lejanas a las creencias científicas y a las doctrinas de Estado que imperan en casi todo el mundo. En primera instancia habré de decir que las páginas de opinión no están obligadas a tener la objetividad de la crónica periodística, pues precisamente y como su nombre lo indica, son una opinión.

      Dice mi lector que las personas, aterradas a la vida, buscan una explicación divina a las cosas que no pueden entender, me recomienda leer las noticias de lo que sucede en el mundo para hacer un análisis frío de las cosas. Me insta también a leer un poco de historia para darme cuenta de cómo las creencias en la divinidad han perjudicado sistemáticamente a la humanidad durante siglos.

    Finalmente remata diciéndome que debería utilizar mi espacio y habilidad para escribir sobre cosas menos perjudiciales, entendiendo lo complicado que eso sería para mí. No entendí que quiso decirme con la última oración, pero agradezco su interés de aportar al bien común.

   Desgraciadamente, la premura implícita en esa teoría de Einstein que habla sobre el tiempo y el espacio, me ha dejado sin oportunidad de responder a los cuestionamientos de mi amigo el lector enojado. Pero te prometo lector que si Dios, la ciencia, el Estado, la naturaleza o los humanos me prestan vida, estaré publicando el próximo domingo mi respuesta a tus comentarios.



Publicado el 31 de Mayo de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

Mi respuesta a tu crítica (2 de 2)

         Me llevó toda la colaboración de la semana anterior establecer el contexto de la crítica. Crítica que recibí por parte de un iracundo lector que no está de acuerdo con mi forma de abordar en ocasiones las cosas desde la particular perspectiva de mis creencias teológicas y religiosas. Te platico más adelante un porqué de lo que me hace creer, algo que tiene que ver con el instante más triste de mi vida.

        Mi lector me recomienda empezar a leer, asumiendo quizás que soy un iletrado. Infiero que es del tipo de personas que piensan que si llegas a conclusiones sencillas ha de ser porque no te cuestionas lo suficiente y te quedas con lo que te dijeron cuándo niño, ya sabes cómo es eso: Para hacer gala de conocimiento y erudición, hay que explicarse de forma que nadie te entienda, citando a rebuscados autores, misteriosos libros e intrincadas teorías. Y leyendo las noticias de lo que pasa diariamente por todo el mundo, por supuesto que entiendo su entender de que un Dios bondadoso no permitiría tanto desmadre. Pero acá lo llamamos libre albedrío. Y no creo equivocarme cuando pienso que desde el simbolismo de todos los Dioses, los mejores padres son aquellos que dejan en sus hijos la libertad de elegir, así se equivoquen en sus decisiones. Porque la vida no se disfruta desde la cómoda y allanada tersura de un mundo utópico e ideal preconcebido, sino desde la lucha inteligente, espiritual y diaria por adaptarse a una realidad cambiante, imprevisible, y en ocasiones, injusta.

     ¿Dije adaptarse? Sí, y es que también he leído historia, pero no solo esa historia escrita por los ganadores de las guerras que para algunos “instruidos” viene a ser el opio del pueblo que achacan despectivamente a otros, esa historia contada por los vencedores que sí nos dice hasta qué punto el hombre puede hacer barbaridades en el nombre de Dios, o por un territorio, o por un sistema político, o por una calentura; lo cual sigue siendo el libre albedrío del hombre terrenal. Pero también me he tomado la molestia de leer algo de las ideologías de quienes perdieron las guerras, así como su versión no oficial de la historia; y pienso que confrontar interpretaciones de mismos hechos ayuda a formarse una opinión propia para no irse con la finta de la propaganda dogmática de cualquier tipo. Y claro que me ha gustado la historia que hoy tratamos de descifrar desde nuestra civilización, tan diferente a las tribus y primeros asentamientos de homo sapiens y Neandertales que habiendo salido airosos de ese proceso de adaptación por selección natural propuesto por Darwin, ya compartían con nosotros la noción de las religiones como vehículo para acceder al concepto de Dios, porque dentro de su cerebro ya se generaban las mismas interrogantes que a cientos de miles de años, nos siguen dando motivos de insomnio.

    ¿Dije interrogantes? Sí, y es que, aunque por encimita, algo de psicología y un poco de filosofía he tenido oportunidad de leer. Y pienso que más allá de la superficialidad e imprecisión del internet, la sesgada crónica de los diarios, las medias verdades de los libros de historia y la cuestionable cronología y apego a la realidad histórica de las escrituras sagradas, es en la introspección que nos ofrecen la psicología y la filosofía dónde hurgamos incansablemente para finalmente quedarnos siempre con la máxima del papá de los pollitos: Yo solo sé que no se nada. Y es el concepto de Dios quien vuelve a aparecer cuando seguimos buscando respuesta a esas interrogantes que nadie nos puede despejar sin caer en los mismos supuestos que nos critican.

    ¿Dije supuestos? Sí, y es que, amigo lector enojado, ¿Tú has visto un átomo? ¿Has salido al espacio exterior para corroborar que la tierra sea redonda? ¿Has presenciado una aurora boreal? Si no lo has visto con tus propios ojos, con lo único que cuentas para creer que todo eso es real, es con tu fe. Esa misma fe ciega que tenemos los inocentes creyentes. Probablemente al igual que yo, tú crees en lo que te dicen los científicos sin cuestionar nada de sus postulados, pero yo también creo  en lo que dice mi voz interior, mis anhelos, mis dudas, y un humilde entendimiento que me hace fácil imaginar que si algún día explotó el Big Bang, pudo haber sido porque (por favor entiende la metáfora) algún viejo socarrón habría estado jugando con pólvora y fuego. O si no, ¿Cómo?

     Para terminar, te diré que el instante más triste de mi vida nada tuvo que ver con una pérdida o fracaso personal; eso sucedió cuando fui a ofrecer mis condolencias a un compañero ateo que había perdido a su hijo en un accidente. Saber lo que él pensaba de cuestiones fuera de nuestra comprensión y conocimientos científicos, me hizo compartir su dolor en el sentido de pensar que la existencia de su hijo había llegado a un punto dónde ya no había nada más adelante. Más que perder a un ser querido, pensar que este ha desaparecido para siempre de cualquier forma de dimensión, vida o conciencia, es el peor sentimiento que un hombre pueda experimentar.

     No sé si nos veremos algún día en esta vida, amigo Manuel, seguro tendríamos una interesante y larga charla, pero si no es así, espero que puedas concederme la razón en cuanto a que será preferible que nos saludemos alguna vez por allá en el espacioso y eterno paraíso de una conciencia post muerte que yo imagino, a que jamás nos encontremos en el infierno de la oscura inexistencia post vida que tu afirmas.      

cesarelizondov@gmail.com