Publicado el 01
de mayo de 2016 en 360 domingo, de Vaguardia
Por
supuesto que es atractiva, más que Belinda, dicen por ahí. Pero no es por eso
que le aplaudo. Y sí, estoy de acuerdo contigo en que su forma de saltar al
escaparate de la opinión pública es una amenaza para la seguridad de los demás;
pero coincidirás conmigo en que al final del día, y gracias a que sus faltas
tuvieron secuelas solo para ella, #Lady 100 se merece el aplauso del gran
público, tantas veces simple y pasivo espectador del mundo.
Para
iniciar en el contexto que para algunos pocos es desconocido, diremos que hoy
en día, todo aquello que vaya precedido por el símbolo #, es algo que ha sido
bautizado con el signo precedente del número o coloquialmente gato, esto para
su fácil localización, clasificación o búsqueda en diversas redes sociales
cibernéticas.
¿Ya la
recuerdas? #Lady 100 es una joven mujer de Guanajuato que irrumpió a la fama
como chivo en sucursal de Swarovski. Fue hace poco más de una semana cuando se
viralizo en todas las plataformas existentes un video en que ella aparecía, en
plena y primaveral mañana de abril, totalmente embriagada y enfiestada tras el
volante de un vehículo de reciente modelo, discutiendo con un par de guardianes
del orden público, pretendiendo salir bien librada de aquella penosa situación
ofreciendo un arrugado billete de cien pesos a los agentes que
infructuosamente, intentaban deportarla a la policía.
Los
dichos y memes de Donald Trump dejaron de reproducirse como por arte de magia,
los continuos traspiés de dicción de nuestro Presidente también tuvieron un
respiro en cuanto a compartirlos alegremente entre la mexicanada, y claro, en
nuestro Estado de Coahuila, (chiste menso: ¿Cuál es el Estado que más le gusta
a #Lady 100?... el estado de ebriedad) se dejó un poco de lado el ominoso y
siempre presente tema de la mega deuda para enfocarnos en la amanecida mujer
guanajuatense y su pequeño pero muy difundido calvario para quitarles de la
cabeza a los policías aquello de que lo que se ve, no se pregunta.
Y a los
pocos días el planeta tierra dio un giro como lo viene haciendo desde que se
formó hace tantos miles de millones de años. Y con esas vueltas de la vida,
nuestra musa de la semana vino a encontrar su reivindicación. Resulta que los
inocentes y tira-piedras que nunca se equivocan, encontraron la antítesis de
nuestra Lady en una meritoria mexicana que se alzó con la medalla de oro en la
olimpiada europea de matemáticas. Y con inusitada rapidez empezó a inundarse la
red con las comparativas entre ambas historias: que a una la hicimos famosa y a
otra no, que una va becada al MIT y la otra a ser la imagen de una marca, que
una es bella y la otra más. Y nadie se pone a pensar, preguntar, ¿Quiere fama y
portadas de revistas la campeona de matemáticas? ¿No es mejor ir al Instituto
Tecnológico de Massachusetts que a modelar trapos? ¿No es preferible hacer tu
vida mientras otros hacen la suya? Al final, vemos que una joven mexicana
avanza en su vida por un complicado y virtuoso camino convencional mientras
otra apedreada mujer, aunque en ningún sitio del Quijote lo dice, también
avanza ante el ladrar de los perros.
Y bien,
solo que te llames Teresa de Calcuta (porque hasta Jesús de Nazaret le entraba gustoso
al vino y departía felizmente con sus amigos) estarías en posición de juzgar a
#Lady 100 solo por lo que la hizo famosa. Y es que, para quienes hemos tenido
la fortuna de caer en situaciones bochornosas para tener la oportunidad de
levantarnos, sacudirnos el polvo y levantar la mirada, la forma en que la chica
de Guanajuato ha encarado su tropiezo nos recuerda algo que si habríamos que
aprenderle al nazareno: Se juzgan los actos, no a las personas.
Pero hay
que entender algo muy importante en la correcta actitud de #Lady 100: levantar
la mirada no es hacerlo desde la soberbia de quien se siente víctima o dice ser
inocente como si nada hubiera pasado, levantar la mirada y ver a los ojos a la
gente aceptando sinceramente los propios errores es uno de los actos más difíciles
de llevar a cabo para un ser humano, más difícil que juzgar a los demás desde
el olimpo de la mediocridad o el anonimato de quien nunca se equivoca por vivir
en esa tibieza también condenada desde las escrituras, por ejemplo.
Por eso mi
aplauso y reconocimiento para #Lady 100. Porque es una redentora de todos
aquellos que hemos cometido cualquier cantidad y tipo de errores desde
cualquier ámbito o circunstancia y nos dice que finalmente, no es la gente
quien nos brinda las segundas oportunidades, que es uno mismo quien se las
busca, quien se levanta, quien se perdona a sí mismo. Porque nos recuerda que por
oscura que sea una noche, siempre habrá un mañana al cual ponerle uno mismo los
colores, matices, texturas y brillos que uno quiera.
cesarelizondov@gmail.com
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