Publicado el 08
de enero de 2017 en 360 domingo, de Vanguardia
Temblando
estamos los coahuilenses y especialmente la región sureste del estado en este
inicio de año. Y nada tiene que ver con estar en pleno invierno dónde las
predictivas cabañuelas anticiparían doce meses de tomar el sol dentro del mismo
infierno.
Temblando estamos,
pero de miedo. Y sí, ya sabes a dónde voy: a darle eco a los dichos del más
celebre enemigo-cortina de humo-verdugo de todos los mexicanos, el presidente
electo de los Estados Unidos (favor de insertar aquí la música del Hail to the
Chief), míster Donald Trump.
Contra toda
la opinión de quienes desestimaron la influencia del poder ejecutivo en un país
que se vanagloria de su equilibrio entre poderes, y aún sin haberse sentado a
despachar, el próximo presidente de los gringos tumbó una inversión de la
industria automotriz en tierras mexicanas por un monto que, para ponerlo en
contexto, diremos que es del tamaño de la megadeuda coahuilense. Luego remató
dando a entender que las barbas de General Motors habrían de ponerse a remojar
ante la posibilidad de gravar la entrada al mercado estadounidense de
automóviles fabricados fuera de la unión americana. ¿Y qué haríamos entonces en
las regiones dónde estamos colgados de la industria automotriz cómo
principalísima liana para columpiarnos? Hasta ahora, solo ponernos a rezar.
Pocos han
entendido la lógica Trumpiana, equivocada o no: el truco para fabricar en suelo
americano aquellos bienes que hoy se producen en otras partes del mundo, tiene
que ver con los aberrantes márgenes de utilidad de que hoy gozan los dueños de
las marcas que acaparan y dirigen los mercados. Pagar sueldos de miseria por
ensamblar un auto en México, por fabricar un Ipad en Taiwan o por confeccionar
una blusa de marca en Bangladesh, nunca ha sido por el afán de ofrecer precios
accesibles a los consumidores, siempre ha sido por obtener mayores márgenes de
utilidad para los inversores. Por supuesto y para no caer en la inocencia:
Trump jamás pudo ingresar en esa elite de negocios que ordenan maquilar con
costos de risa y ordenan vender a precios de robo. La apuesta de Trump sería
entonces, no que el consumidor norteamericano pague más por los mismos bienes,
sino que el empresariado internacional reduzca sus márgenes de utilidad si
produce en Estados Unidos, o pague altos aranceles si fabrica fuera del mercado
más dinámico y consumista del mundo.
Con
respecto a Coahuila, se entiende la urgente necesidad de haber atraído hacia
nuestra tierra empresas maquiladoras que nos han dado durante años un estable modo
de vida, pero habrá que admitir que nuestros gobiernos se han sentado a
observar cómo llegan y se van las inversiones al son que nos toque el mundo,
sin preocuparse jamás por hacer de Coahuila un estado desde donde ofrezcamos al
mercado internacional aquellos productos para los que tenemos ventajas
competitivas más interesantes que la gracia geográfica de ser el vecino de un
consumidor voraz.
¿Podemos como
estado sustentar nuestra riqueza en algo distinto a la industria automotriz? Claro
que podemos. Tenemos la orografía y los microclimas para despuntar con algunos
productos agrícolas de características únicas en el mundo, tenemos en Coahuila
especies endémicas como atractivo al turismo así como históricos sitios para
visitar o inigualables lugares donde la naturaleza te roba el aliento, tenemos
gastronomía e industria dulcera y panadera para ser punta de lanza en las
mejores mesas, todavía tenemos industria textil y un montón de cosas más desde dónde
respaldar nuestra economía.
Pero, ¿qué
han hecho durante décadas nuestros gobiernos y legisladores para darle a
Coahuila sustentabilidad económica más allá de rentar nuestra mano de obra y
vender nuestro suelo? Nada, se la han pasado grillando, saltando de un puesto a
otro y velando por la sustentabilidad de un sistema viciado por y para los
partidos políticos, pero dejando de atender las demandas y necesidades
ciudadanas a largo plazo. Y es por esa irresponsabilidad y falta de visión de
gobiernos y legisladores coahuilenses, que hoy, todos temblamos ante los dichos
de un gobernante extranjero.
cesarelizondov@gmail.com
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