Cuando el capitalismo se volvio comunismo

Para publicarse el 11 de Febrero de 2005 en El Heraldo de Saltillo.
Por César Elizondo Valdés



Cuando el capitalismo se volvio comunismo


Las definiciones más claras del comunismo predican sobre la propiedad de los medios de producción pretendiendo la colectivización de estos, los promotores de esta doctrina razonaban que la practica de este sistema arrojaría como resultado la equidad entre la población en términos de bienestar social. El capitalismo, apuntaban lo regímenes igualitarios, fomentaría la disparidad de las clases sociales, abriendo la brecha entre los dueños del capital y la clase trabajadora.
La verdad, no creo ni por un segundo que los líderes de los gobiernos de extracción de izquierda vivieran en el mismo nivel que sus gobernados, no me imagino a Stalin haciéndole la cama a los sirvientes acogiéndose a una paridad de clases, no veo a Castro sirviendo los refrescos en las reuniones de gabinete. Eso solo lo hizo Cristo al lavar los pies de sus discípulos en un acto que nada tuvo que ver con sistemas económicos. La naturaleza humana va en contra del comunismo, lo vemos desde los primeros años cuando los niños empiezan a tener noción de la propiedad privada con sus juguetes, desde la primera infancia el hombre defiende lo que considera suyo. El ser humano tiene el instinto de ayudar a sus semejantes, de ver por ellos, esto no está peleado con el capital, lo que el individuo no puede soportar es el grillete que frena sus necesidades de autorrealización en pos de un bien común que la repartición de la riqueza no ofrece; no es repartir la riqueza, es crearla.
Al observar la cultura norteamericana, sello del capitalismo, te das cuenta que aquella igualdad soñada por el comunismo fue alcanzada de algún modo por los defensores de la individualidad, aunque claro está, también se materializó la distancia económica entre los dueños del capital y la clase trabajadora. Así, el estadounidense promedio confía en que tiene cubiertas sus necesidades primarias, basado en un sistema económico que le garantiza estabilidad financiera, entra en una cultura de acuerdo a lo que el estilo de vida americano (“american way of life”) le dicta, alcanzando la igualdad que millones de compatriotas comparten, irónicamente, abandona el individualismo y se convierte en parte de la masa, aceptando la verdad de la cada vez más grande diferencia entre una clase que tiene los medios de producción y la otra, la fuerza laboral. Tener acceso a internet, visitar los centros comerciales con regularidad, estar pagando auto y casa, poseer una tarjeta de crédito, conocer Disneylandia, salir de vacaciones, trabajar 40 horas a la semana, llevar a los niños al McDonald´s, tener a la mano una cerveza para ver el lunes por la noche el fútbol americano; esa es la igualdad que el capitalismo si pudo traer, es en lo que se ha convertido el sueño americano.
En México, sujetos a las políticas económicas del Fondo Monetario Internacional, hemos entrado en la misma dinámica de consumo e indicadores macroeconómicos; las fronteras económicas se han abierto y la brecha entre clases será cada vez mayor, lo cual no necesariamente es malo, siempre y cuando los de abajo alcancen la calidad de vida que desean. Debemos como sociedad hacer conciencia de la inminente desaparición de la clase media, es preciso tener programas de gobierno que impulsen a está clase hacía arriba, a ser generadores de capital; de lo contrario, veremos en una generación a quienes tuvieron la oportunidad de generar capitales nacionales volverse mano de obra, con un estilo de vida cómodo y estable, pero abajo.
Los Rockefeller de hoy son los dictadores de ayer, la similitud es que ellos están por arriba de todos, dictan el rumbo; las diferencias, que realmente están logrando la igualdad socio-económica entre las masas, que está tendencia no desaparecerá, que traspasan las fronteras, que son de cualquier nacionalidad y que llegaron para quedarse. mjoly@terra.com.mx