Los Harbaugh y los Manning; ¿Genética ó ética?


Publicado el 26 de Enero en el Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

     Por mucho, las estadísticas dicen ser más factible que una persona gane el premio mayor de la lotería a que sea mariscal de campo en un Súper Bowl. Más difícil aún, que dos hermanos ganen ese juego en años consecutivos y sean además declarados como jugadores más valiosos del partido. Y como final planteamiento de que la realidad supera a la ficción, aún más improbable es presenciar lo que sucederá el primer domingo de febrero en el campeonato del fútbol americano profesional: Un orgulloso padre vera como sus dos hijos dirigen como entrenadores principales a los equipos que disputan el trofeo.

      Entre más de 300 millones de norteamericanos, ó entre 7 mil millones de seres humanos sobre la tierra, ¿Usted piensa que no hay gente con más aptitudes naturales para entrenar a un grupo de atletas que los hermanos Harbaugh? ¿Será posible que los hermanos Manning sean una especie de superdotados para practicar el deporte de la tacleadas? Luego de un interesante intercambio de ideas con decenas de amigos conocedores de este deporte así como hombres de éxito, me inclino a pensar que para ambas cuestiones la respuesta es la misma: Deben existir montones de personas por ahí dispersas que tienen mejores genes que ellos para realizar esos trabajos, pero la diferencia estaría entonces en que unos supieron como hacer las cosas mientras que otros no.

     Desde identificar si una habilidad es compatible con las pasiones de un niño, pasando por la elección de organizaciones en dónde un joven pueda desarrollar mejor sus capacidades, metiendo en la ecuación las variables académicas para cubrir imponderables y futuro (existe un tercer Manning que abandonó el deporte por lesiones), para luego llegar al profesionalismo buscando ahora sí los resultados que van más allá de la recompensa económica. Y en medio de todo eso, la formación de una estricta ética de trabajo personal en dónde los mentores son reemplazados conforme el alumno va ascendiendo a mejores estándares, razón por la que desde muy temprano habrían de contar con una férrea disciplina que más tarde nadie podría inculcar, pero sí muchos agradecer.

      Pero tampoco se pueden soslayar algunas realidades. Por más empeño que le pongamos al prodigio que nosotros vemos en casa, la posibilidad de que se convierta en el próximo "Chicharito" son menos que mínimas, reconociendo que al igual que nosotros, innumerables familias ó maestros estarán haciendo sus mejores esfuerzos para que las destrezas de sus pupilos les ayuden a encontrar un modo de vida; pero precisamente ahí está el quid: Alrededor del Chicharito, hay toda una industria apasionada por el soccer en dónde millones de personas se ganan la vida como administradores, contadores, abogados, médicos, periodistas, agentes, utileros, comentaristas, boleteros y hasta vendedores de cerveza que semana tras semana disfrutan de su deporte favorito al tiempo que se ganan la vida. 
    
Lo mismo vemos en la industria del cine donde por cada Oscar a mejor actor se da otro para mejor fotografía, por cada premio para actriz hay uno para maquillaje… Igual, cada grupo de rock se acompaña de un séquito de profesionales anónimos que nadie conoce pero sin los cuales ninguna nota musical saldría por bocina alguna. Y podríamos seguir con cada tipo de trabajo observando la misma constante: No solo las luminarias se apasionan por su trabajo y no es exclusivo de los famosos dedicarse a lo que aman.

    Por todo lo anterior, la próxima vez que nuestros hijos lleguen hasta el sillón para decirnos que quieren ser el próximo Manning y participar en un Súper Bowl, evitemos romper el sueño recitando las dificultades que tienen para ser deportistas elite debido a la genética, pensemos mejor que sin abandonar sus pasiones, existen muchas posibilidades más para consagrarse a lo que les gusta, y ayudémosles a fincar un carácter de conocimiento, de disciplina y ética, para que se den una oportunidad de participar en cualquier evento del calibre de un Súper Bowl, como los hermanos Harbaugh.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

El verdadero legado de Lance


Publicado el 19 de Enero de 2013 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


Lance Armstrong
     Virulenta en redes sociales fue la reacción a la entrevista concedida (¿ó vendida?) por Lance Armstrong a Oprah Winfrey. En horario triple A, Discovery Channel entregó el pasado jueves la primera parte de la plática en la que el ciclista admite haberse dopado para mejorar su rendimiento. Siete títulos del Tour de Francia son los laureles más reconocidos que le han sido arrebatados en los últimos meses. Para ponerlo en contexto, los triunfos de Lance son equivalentes en su especialidad a Wimbledon para Roger Federer, El Masters para Tiger Woods, el Campeonato Mundial de Pilotos de Fórmula 1 para Michael Schumacher y el Súper Bowl ó la Serie Mundial para deportes de conjunto.
    Seguidores y detractores aparecen por doquier. Los argumentos de los primeros son básicamente dos: Luego de vencer al cáncer hizo una impresionante fundación altruista y por el lado deportivo la justificación es que sus contrincantes también ingerían sustancias prohibidas. Quienes lo censuran parecen hacerlo desde el pedestal de esa moralina que es fácil mantener cuando se carece de tentaciones: Es sencillo ser honesto ante la caja cerrada, la fidelidad es más factible cuando no hay con quien pecar y ser un deportista íntegro para el amateur es una finalidad, pero habremos de conceder que para el profesional el propósito es otro.
      Lo que desde mi entender estamos atestiguando con el caso Armstrong, es la gota que derrama un vaso que a través de los años ha sido llenado por asuntos como el de Maradona en el mundial de 1994, por la devolución del puntaje ganado en Roland Garros del 2005 por el tenista Mariano Puerta igual que Martina Hingins tras Wimbledon 2007 luego de salir positivos, por un salón de la fama de las grandes ligas que ante la sospecha de dopaje decide ignorar los números de Barry Bonds, Roger Clemens y Sammy Sosa dejándolos fuera de la inmortalidad. Y la lista es larga en cientos de casos donde la presión por los resultados llevó a los deportistas a caer en, no necesariamente conductas inmorales, sino simplemente fuera de las reglas.
     Y en esa gota que derrama el vaso esta el legado de Lance. Y es que el vaso deportivo fue rebasado por un torrente de líquido llamado negocio. Si nos permitimos un poco de imaginación para comparar disciplinas, podremos aceptar que las artes nunca han sido regidas por aspectos que tengan que ver con la salud; de hecho, es creencia popular que las grandes obras clásicas así como las comerciales han sido concebidas bajo los influjos de alucinógenos, desde la pinturas rupestres de Lascaux hasta los bocetos de Dalí, incluyendo claro está, a virtuosos como Mozart ó contemporáneos compositores como Freddy Mercury.
    Por supuesto que por su misma naturaleza, una disciplina como el deporte deberá observar al menos en la etapa formativa y de aficionados el cuidado del cuerpo humano, con lo que finalmente llegamos al triste legado de Lance: En poco tiempo veremos como el deporte profesional, ante la avasallante realidad de su lado comercial, tendrá que definir estrategias para desligarse de las prácticas amateurs y formativas en el sentido del dopaje, eliminando en el profesionalismo las pruebas clínicas para que cada deportista compita bajo su propio riesgo. Porque de lo contrario, ¿Quién querrá ver una etapa del tour de Francia pensando que más tarde le quitarán el título al ganador? ¿Quién comprara un boleto para un partido de beisbol sabiendo que el cuadrangular que vea podrá ser cuestionado más adelante? ¿Quién utilizará los artículos cuya marca fue patrocinadora de su ídolo caído? ¿Quién pagará sus lujos?
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx