Trump

Publicado el 20 de Septiembre de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia

     Lo he dicho antes: pocas cosas son más divertidas y reveladoras a leer los comentarios que los cibernautas hacemos en torno a la publicación de una noticia, un post, imagen, pensamiento o chisme que alguien más divulgue en la red. El pulso, cultura, información y hartazgo de un pueblo se deja ver en las democráticas redes sociales y páginas web por la propia voz y decisión de participación de quienes interactúan, más que en la oligarquía de acudir a las urnas.

       Y déjame decirte algo antes de que desestimes las redes sociales como medio de comunicación e indicador social y político por tener el candado de la conectividad a internet: Las aplicaciones de telefonía móvil y las necesidades laborales de hoy, hacen posible que la inmensa mayoría (casi la totalidad) de los adultos tengan acceso a las formas más comunes de redes sociales y navegación virtual. De ahí a que no nos sorprenda si en el futuro inmediato, nuestros diputadazos tengan la brillante y fascista idea de promulgar una ley que regule las publicaciones en la web y redes sociales.

       Pero ya me fui por otro lado, como diría Madrazo. A donde quiero llegar, además de al fin de quincena, es a la genialidad con la que el partido republicano de los vecinos del norte ha pavimentado su camino para las inminentes elecciones presidenciales en aquel país. Como tú sabes, los comentarios vertidos por latinos que ni siquiera viven o vivirán en Estados Unidos han inundado la red a raíz de las escandalosas declaraciones de Donald Trump en relación al tema migratorio; y tenemos que durante esta semana, los republicanos dieron un sutil golpe de timón al barco que Trump puso en marcha y en la agenda de propios y extraños, esto para empezar a posicionar en la mente del electorado a su verdadero candidato, me explico:

      Siendo el puntero en las encuestas dentro de los simpatizantes de su partido (ojo con la primer variable, su partido no es el país), pero siendo muy mal visto fuera de los ultra conservadores, míster Trump tuvo un primer y medido revés ante el fuego amigo en días pasados cuando fue evidenciada su falta de pericia en política exterior por sus contrincantes de partido. Resulta que el hijo (o hermano) del ex presidente Bush (ahhh, hijo y hermano), anda por ahí queriendo recuperar la franquicia que su familia ha construido a través del tiempo, lo que además nos dice que allá también hace aire.

    ¿Y adivina quién será visto como un pan de dios cuando hable de muros e indocumentados en un discurso mucho más conciliador que el del magnate inmobiliario, aunque más rudo que el de los demócratas? Así es, el tercer Bush. Cualquier tono que le ponga quien sea candidato republicano al tema migratorio será visto como humanista ante los incendiarios dichos de Trump, quien, dicho sea de paso, también pavimenta su futuro empresarial al prestarse para el maquineo de la política, ¿Verdad que no está tan alejado de la cultura mexicana?

     Mientras tanto, aquí seguiremos satanizando al despiadado Trump por hablar de muros fronterizos, omitiendo en nuestro juicio las grandes bardas que cercan las colonias donde cómodamente vivimos para protegernos de nosotros mismos, aun violentando el derecho constitucional de libre tránsito; seguiremos juzgando a los gringos de mente corta por no aceptar a nuestros paisanos siendo que aquí no aceptamos a los centroamericanos; y tristemente, seguiremos condenando a un país que expulsa a nuestros hermanos cuando nosotros los expulsamos del propio por falta de oportunidades; y aquí hago el paréntesis más importante: no estoy hablando de oportunidades en un trabajo solamente, porque es verdad que en una vuelta por las zonas industriales, comerciales y hasta habitacionales, veremos las insistentes lonas y escucharemos perifoneo ofreciendo más vacantes de las que se pueden cubrir; no, estoy hablando de oportunidades de una vida digna, de educación realmente garantizada por lo menos hasta la enseñanza media para nuestros hijos, de un sistema de seguridad social sano y sustentable, de recursos fiscales reflejados en obra pública y no en burocracia partidista, de lugares de esparcimiento comunes, bien mantenidos y gratuitos, de seguridad pública y combate a la delincuencia desde la inteligencia y no desde la fuerza bruta o la complicidad.

      Seguiremos llenando las páginas web y redes sociales de comentarios en contra de gente que poco tiene que ver con nuestro país y que juegan a jugar con la opinión pública como lo hace el señor Trump, pero mientras no aceptemos que es aquí mismo dónde hacemos que se gesten esas opiniones, junto a esa victimización que nos colgamos patrioteramente ante el mundo, le damos más vida a la nefasta oligarquía que nos tiene en la lona como pueblo.


Kickoff NFL

Publicado el 13 de Septiembre de 2015 en Círculo 360 Domingo, de Vanguardia


    Así como los mexicanos somos propensos fiesteros y hacemos harta veneración al maratón Guadalupe Reyes que llevamos a cabo entre las fiestas del 12 de diciembre y el 6 de enero (La virgen de Guadalupe y los Santos Reyes), los amantes del fútbol americano entran desde la segunda semana de septiembre y hasta el primer domingo de febrero en su propia negación de la realidad que bien podríamos tropicalizar llamándola maratón Hidalgo-Candelario, siempre atendiendo nuestras efemérides y fiestas religiosas.

     Y es que a partir del jueves pasado vuelven a aparecer las viudas de la NFL. Domingos con menos hombres atendiendo misa, restaurantes familiares sin familias, reuniones familiares en torno a un televisor, adultos hablando de juegos de fantasía, niños y jóvenes portando a todas horas el jersey de Manning, Rodgers o Romo. Y lunes de salir con los amigos a ver el coloquialmente llamado “Americano” con el pretexto de tomarse unas cervezas; martes y miércoles de rumiar estadísticas, devorar cuanto artículo o columna aparezca en medios impresos y electrónicos; y jueves de rehacer pronósticos, quinielas y alineaciones para empezar desde ese día el ritual de fin de semana que hábilmente han deslizado entre nuestra cultura futbolera los primos de allende el río Bravo.

      Y el Tuca Ferretti, el Chicharito y hasta el Presidente han de sentir que la válvula de presión les da un respiro. Se vuelve la espalda a los más queridos compadres si son seguidores de un equipo distinto al propio; se perdona la peor ofensa al más odiado de los enemigos cuando se enteran que son fanáticos de la misma escuadra; se desempolvan gorras, camisetas y bufandas; el tarro de cerveza con el logo vuelve a aparecer en el congelador para ser utilizado en domingo; se pega una nueva calca en los vidrios del auto y se cambia el avatar o icono de todos los perfiles de redes sociales: se quita la fotografía de la abnegada madre, de la bella esposa o de la dulce hija, y en su lugar se pone el rudo escudo del equipo preferido.

      Los televisores vuelven a temblar de miedo porque saben que escucharán más fuertes los desaforados gritos y regaños de quienes están frente a ellos en relación a los que estarían dentro de ellos: ¡No era esa la jugada, si serás estúpido¡…. ¡Era correr, no era pasar¡…..!Ese árbitro está ciego ¡…..!Corre, corre, corre, corre, siiiii ¡¡….! Balón sueltoooo, balón sueltoooo ¡…. Y el televisor será una y otra vez increpado por los errores de aquellos que están a miles de kilómetros de distancia.

      Exhausto, el aficionado de la NFL queda después de los juegos como si él mismo hubiese pisado el emparrillado: no se le hable ni se le presione, no le pidan nada y déjenlo meditar; máxime si su equipo ha perdido. Luego, dejadle ver los noticieros deportivos para enterarse de lo que pasó en otros frentes… y ver las repeticiones importantes del juego que ya presenció. Pero es solo de septiembre a febrero, se pasa rápido.

    ¿Y que tiene este deporte que tanta afición levanta en nuestro país? Porque, he de decir que actualmente son muchas las mujeres que se han incorporado a ver cotidianamente las transmisiones de los partidos, y las que no son tan aficionadas al menos lo ven cuando juegan los campeones Patriotas con Tom Brady, ¿Será acaso que les gusta ese uniforme? Me parece que en primer lugar, al ser una liga que no tiene representativos en México, la afición se forma por indefinidos mosaicos de preferencias por todo el país, lo que hace que sea igualmente interesante de seguir desde cualquier rincón de la geografía nacional, lo cual no sucede con el regionalismo del soccer. Luego viene la forma en que la organización de la NFL ha logrado el equilibrio de fuerzas entre franquicias, esto en beneficio del espectáculo y la competitividad.

     Pero lo más importante, pienso, es la identificación de ideales que el hombre encuentra en sus pasiones y sus gustos: Una mística de fuerza combinada con inteligencia, de dura preparación física y ardua preparación táctica, de conocimientos técnicos y capacidad de reacción, de pensar rápido y bien, de ejecutar sin error y….de compañerismo.

       Nos gusta la NFL porque nos acerca al improbable resultado de una utopía: Organización líder del deshumanizado capitalismo, ha dado con la fórmula para que sus participantes compitan en igualdad de circunstancias y posibilidades sin menoscabo de la calidad del espectáculo o los ingresos de sus socios; premia el individualismo con reconocimiento, fama y fortuna. Pero siempre prevalece lo más importante de la convivencia humana: ese trabajo en conjunto que brinda la oportunidad a todos de vestirse de gloria. Y es que en la NFL cada persona del equipo campeón, desde el más humilde barrendero hasta el dueño de la franquicia, recibirán al final un anillo conmemorativo que los acredita como campeones.

cesarelizondov@gmail.com

Maraton CDMX 2015

Publicado el 30 de Agosto de 2015 en Revista Círculo 360 Domingo, de Vanguradia

     Estimado Chuy:

     Es difícil hacer de una historia dónde no exista la tragedia algo que pueda ser interesante. Y tú sabes bien que en esta historia quizás encontremos un poco de drama o desgracias, pero sin llegar a la tragedia. Por lo pronto, aquí estoy por tu culpa dónde dije que jamás regresaría, haciendo lo que algún día te dije que en mi opinión era incorrecto, sufriendo innecesariamente por honrar una amistad.

      Sabes que me gusta la bohemia mucho más que la trotada, que siempre preferiría un buen corte de carne roja antes que atiborrarme de pastas y otros carbohidratos; que disfruto más del humo que despide un Marlboro a los olores que uno se fuma en las carreras; que entre el caballito de tequila y la botella del Gatorade, me brota lo tapatío. Que me considero más amante de la almohada a que amigo del despertador.

     Lo había dicho desde que la adversidad (que no tragedia) me había impedido correr contigo lo que fue tu primer maratón: No volvería a prepararme para participar en algo así porque para mí significaba un enorme sacrificio que no estaba dispuesto a repetir. Jamás regresé, y hoy no sé a ciencia cierta si mi decisión fue por el duro golpe a mi estado moral o por lo pesado de los entrenamientos físicos y mentales para afrontar el titánico, colosal e irracional reto de andar cuarenta y dos kilómetros con la única esperanza y orgullo de ganarse el mote de maratonista.

       Y hablando de preparación, diré que somos muchos los que hemos escuchado de ti decir aquello de que los premios se ganan en los entrenamientos, que el día de la carrera todo es cuestión de trámite y que solo vamos a recoger la medalla porque ya hemos cumplido con lo más complicado. Así es, cualquiera que haya competido en una carrera de fondo, o que haya alcanzado algún otro logro deportivo o académico, cultural, social o profesional, sabe que en el largo y pesado trayecto de la preparación y constancia es donde se ganan las cosas, y que al final solo debemos estirar la mano para obtenerlas.

       Pero te sobrevino la desgracia. Y el médico te recomendó alejarte de este deporte en el cual tantas cosas positivas has encontrado. Y tus amigos hemos sido testigos de tu desilusión. Y te has sentido terrible porque te ha quedado truncada la palabra MEXICO, palabra que formarías con seis medallas en forma de letras que acumularías durante igual número de años corriendo el maratón más importante de nuestro país. Pero…

      Cuando estés leyendo esto, estimado amigo, mis piernas llevarán un rato corriendo sobre el asfalto de la ciudad de México. Atado a cada uno de mis zapatos tenis tendré un chip: uno tuyo, el otro mío; mi camiseta llevará dos números sujetos con seguros, uno tuyo, el otro mío; y espero que por esta vez, mi pequeño y duro corazón pueda parecerse un poco al grande y noble corazón que Dios te ha dado para así aguantar de cualquier forma hasta el final.

     Estaré corriendo por las avenidas y parques de la ciudad más grandiosa de nuestra civilización. Por Reforma buscaré ver en lo alto del Castillo de Chapultepec los aposentos de Carlota y Maximiliano, luego pasaré por el museo Soumaya tratando de que mi mente adivine que piensa la perfecta reproducción de “El Pensador” de Rodín que ahí exhiben; de ahí a Masarik para después cruzar por el Bosque de Chapultepec y de ahí a La Condesa para enfilar por Insurgentes hacia el último tramo. Y finalmente, espero me queden fuerzas para una entrada triunfal al estadio de Ciudad Universitaria; ahí donde Bob Beamon realizó el increíble salto de casi nueve metros en México ´68, dónde Hugo Sánchez se coronó con los Pumas al despedirse de México para (vaya ironía), ir a la conquista de España; dónde Maradona inició su impresionante periplo durante el Mundial ´86.

     Entonces cruzaré la meta con el cuerpo deshidratado, las piernas entumecidas y las rodillas deshechas, pero siempre con el alma radiante y el espíritu indomable; y por esta ocasión recogeré dos medallas. Si, ya sé que alguna vez te dije que en mi opinión una carrera la podíamos dedicar a quien quisiéramos pero que regalar una medalla era un falso valor porque quien la recibía no habría tenido mérito en ello, que era incorrecto; en eso estuvimos de acuerdo. Pero luego tú me enseñaste algo más: Y entonces, si es cierto que las medallas las ganamos a lo largo de la preparación y el sacrificio, de la constancia y la entrega, y que los domingos solo vamos a recogerlas, entonces hoy no hago más que venir a reclamar una medalla que te pertenece, una medalla que te has ganado a pulso por tu gran aportación a la comunidad de corredores de nuestro Saltillo, una medalla cuyo mérito es haber sido innumerables veces guía de corredores invidentes, una medalla que tú nos has regalado a los miles que hemos participado en la carrera que lleva tu nombre y que año tras año organizas, una medalla que nadie te escatimará por ese gran testimonio sobre cómo apreciar la vida, testimonio que durante mucho tiempo nos has dado a tus familiares y amigos. Te llevo, mi estimado Chuy, la más merecida de las medallas.

    Tienes tres letras y aún faltan otras tres, espero que la vida nos dé tiempo, salud y amigos para terminar de ver formado ese MEXICO que nos merecemos, y con el que soñamos.