Mi Lucha, por Eliseo y otros


Publicado el 08 de Septiembre de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


       Tratar de entender el origen de las atrocidades Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, ha llevado a más de una persona a tirarse un clavado al libro insignia del fascismo, Mi Lucha, escrito por Adolfo Hitler. Ahí y en otros documentos del fürher se expresan las más lindas teorías de gobierno para liderar al bloque occidental: Una sociedad íntegra en dónde la excelencia en las artes, el deporte, la investigación científica, la industrialización y las buenas costumbres fueran el sello de una Alemania presta para dirigir el mundo. Como muchas cosas en esta vida, en el papel todo era un tratado de buenos deseos, pero no especificaban como llegarían a a lograr el virtuosismo del individuo a través de las instituciones. Hoy todos sabemos que la receta era erradicar ó someter a quienes no compartieran sus creencias para alcanzar la utopía del desarrollo perfecto y ordenado, así como instituir un perfil específico de persona a fin de establecer la grandeza de la raza humana.
     Y en la semana que termina, no pude menos que recordar los preceptos nazis cuando escuchaba en entrevistas radiofónicas a altos funcionarios estatales de distintos poderes. El jueves, el presidente de la junta de gobierno del Congreso Local decía un montón de cosas relacionadas con la Ley de Alcoholes. Entre muchos otros temores, sus palabras me hicieron pensar que si hoy se pretende sobre-reglamentar a los giros nocturnos con medidas que se tutean con el toque de queda bajo el argumento de que por ahí la delincuencia organizada empieza con sus negocios, entonces los lotes de autos usados tendrán que poner sus barbas a remojar, igual que las casas de empeño, las constructoras y ni que decir de los gasolineros. Pedir que los trabajadores de los bares presenten una carta de no antecedentes penales equivale a decir que los programas de readaptación social no sirven para nada; filtrar por los ayuntamientos tareas de comprobación de obligaciones fiscales de los empresarios es como decirle a Hacienda que no esta haciendo su trabajo. Estás cosas, para ponerlas en palabras del fascista por excelencia de nuestro país, son mandar al diablo a las instituciones.
    Luego el viernes, en el mismo horario y programa que ya muchos bautizan como el de la vocería oficial, el vocero (este si oficial) para temas de seguridad del estado de Coahuila, dejo entrever la intención de que alguien legisle para normar el contenido de las redes sociales en la entidad. Con explicaciones que vuelven a mostrar un Estado paternalista por decir lo más suave, otra vez nos encontramos con la fácil salida de que sean cargadas a la sociedad civil las fallas en la prevención del crimen, dejando en claro que crimen es lo que se describe en las redes sociales, no el hecho de darlo a conocer. Pero postearlo podría convertirse en delito según entendí entre líneas.
     Para no caer en totalitarismos, nuestras autoridades habrían que entender que para que un ex convicto no peque, la readaptación social es la que debe funcionar, no la sobre-legislación; que para que el dinero sucio no ingrese a los negocios limpios, es la fiscalización y la procuración de justicia, no la sobre-reglamentación ni la cacería de brujas; que para que no exista el pánico infundado por rumores de redes sociales, es la prevención del delito, la presencia policial y la información detallada y oportuna, no la mordaza. Tendrían que entender que, para que exista una sociedad virtuosa, lo que se requiere no son los decretos, las leyes y menos la represión, lo que se necesita son las libertades.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx