2% de IC = 0% de IQ

Publicado el 12 de Septiembre de 2009 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

Este hombre despertó de madrugada con una gran cruda, había ingerido cantidades industriales de cerveza y su cuerpo le exigía agua. Se dirigió a la cocina y abrió el grifo, por el orificio solo salía un pequeño chorro que pronto se convirtió en goteo. Contrariado, apurado y sin meditar mucho lo que hacía, pensó que los manerales estarían atascados por lo que decidió girarlos aún más en contra de las manecillas del reloj, estos estaban en la posición de máxima abertura pero el personaje de nuestra historia no podía pensar con claridad, así que continuo forzando los grifos hasta que los quebró.

Sin inmutarse demasiado, arranco de la base del fregadero las llaves mezcladoras esperando ver salir un torrente de agua que para su desgracia no apareció. Entonces, en un arranque de furia se dirigió al cuarto de herramientas de donde trajo un talache con la intención de romper la pared en el lugar en el que estaría la tubería con agua.

Empezó a dar golpes en los duros ladrillos. Poco a poco estos empezaron a caer conforme la destrucción avanzaba; de repente, un agudo ruido le hizo saber que por fin había dado con un tubo, el pequeño sentimiento de alivio se convirtió en horror cuando empezó a escapar el gas. Torpemente fue hasta el tanque que tenía en el frente de su casa y de alguna forma pudo cerrar la llave de paso para terminar con la pesadilla del gas.

Siguió con su faena hasta que destrozó una manguera por dentro del hormigón: El cableado eléctrico. De pronto todo quedo en oscuridad y nuestro hombre entendió que había provocado un corto que ahora lo tenía en tinieblas. Finalmente, apesadumbrado, cansado y derrotado por la falta de agua, recordó que ese amanecer era sábado y que por lo tanto el día anterior no había caído agua en su tinaco, razón por la que de los grifos nada salía.

Vio su cocina, y se dio cuenta de que además de tener un déficit de agua, había destruido la tubería del gas, había echado a perder la instalación eléctrica de toda la casa y por si fuera poco, tenía un gran muro totalmente demolido.

Imposible sacar más agua de la que tiene el tinaco, y si este esta vacío no habrá poder humano, galáctico ó divino que logre exprimir una gota de donde no existe. Obviamente la solución no es abrir más las llaves, dejar las tuberías expuestas ó botar la llave de paso; la única respuesta sensata es llenar de agua el tinaco.

Es la analogía más clara que puedo encontrar para señalar el garrafal error que supone el paquete planteado por el ejecutivo federal para solventar el presupuesto del próximo año. Intentar tapar el boquete que el gasto corriente del gobierno ha provocado en las finanzas públicas con más imposiciones fiscales a los consumidores, es creer que la solución al déficit se arregla forzando al contribuyente a pagar más impuestos cuando no se genera más riqueza; es querer sacarle más agua al grifo cuando nada cae en el tinaco. Por supuesto, lo pueden llamar combate a la pobreza ó como quieran, pero igualmente no se puede eliminar la miseria con más pobreza.

¿Cuánto representa en la economía de un país un impuesto del 2% al consumo de alimentos y medicinas? La respuesta es esa misma cantidad que deja de utilizarse en ropa, calzado, muebles, llantas y cualquier otro rubro que usted imagine. ¿Cuánto le cuesta al sector productivo un impuesto del 3% sobre depósitos en efectivo? Esa misma cantidad que deja de gastarse en tecnología, capacitación, sueldos, etc.

Generar riqueza, es la única manera de llenar sostenidamente un tinaco que está próximo a quedar vacío. El paquete que propone el ejecutivo no es ni por asomo la respuesta, esperemos entonces que esto no se convierta en un intercambio de concesiones entre fuerzas políticas porque de resultar así, no solo van a acabar con la cocina, derrumbarían la casa entera.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Ya merito no. Mérito sí

Publicado el 29 de Agosto de 2009 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

El mejor equipo es el campeón, no el que más trofeos tenga en sus vitrinas ni el que más tradición pueda presumir. Así, tenemos que el rey del fútbol mexicano es Pumas, Brasil lo es en nuestro continente y la madre patria es quién domina el balompié Europeo, Pittsburgh es el número uno en la NFL, Lakers en la NBA y Filadelfia en el béisbol de las grandes ligas. Notables ausencias de Chivas y Águilas en nuestro fútbol, Argentina en Sudamérica y Alemanes e italianos en Europa; omitidos también Dallas y San Francisco en la NFL y por supuesto los yanquis en el béisbol de la máxima categoría. Por está ocasión, en el béisbol de la liga mexicana de verano no figuran los nombres de Diablos ó Sultanes en la serie final. Esta vez nuestros Saraperos enfrentan la oportunidad de proclamarse campeones absolutos y ser el número uno durante toda una temporada, ocasión para colocarse por encima de alcurnias deportivas, glorias pasadas y dinastías acabadas. El campeón es aquí y ahora, el pasado caducó, el presente es el orgullo y debe ser perspectiva del futuro.

En las últimas cuatro décadas muchas cosas han pasado en nuestra entorno: Un depuesto gobernador, alternancia en el poder ejecutivo municipal, auge industrial, arribo de comercios de nombre mundial, transformación en infraestructura urbana, falta de agua, privatización del agua, equipos profesionales de soccer y americano, campeones nacionales en diversas disciplinas amateurs, ola de violencia, consolidación y caída de empresas locales, ir y venir de medios impresos.

De esos más de treinta y cinco años podemos recordar porqué cierta zona de Saltillo es conocida como “el reloj”, si alguien le llama “la danesa” al lugar donde compra la nieve los domingos, si la avenida La Salle suena más a camiones Dina y autos VAM que a pasteles, si se comió alguna vez en el “Dik Dik”, haber visto películas en el cine Saltillo. Si usted reconoce algo de lo que escribí anteriormente, seguramente revive aquellas gloriosas temporadas de los Saraperos terminadas en dolorosas derrotas en las series de campeonato. Recordará aquella primer serie de los años setenta en la que se esfumo una ventaja de tres juegos ante Jalisco, de dos series más perdidas en los inicios de la franquicia, del asterisco que marca el campeonato sin series finales eclipsado por una huelga, de la serie de 1988 con el magistral pitcheo de Salome Barojas por el México durante el quinto juego, la sequía de los años noventa, y recientemente las dos amargas derrotas en la era Ley.

Hoy en día, “el reloj de la Ford” quizás sea un cuarzo de pulsera que le regalaron, “la danesa” ahora es Nestle, “la Dina” no existe más, en el “Dik Dik” venden ropa de dama, donde estuviera el cine Saltillo hoy venden muebles. Quizás usted ya tiene canas, ayer asistía al estadio Madero con su padre y hoy lo hace con sus hijos ó sus nietos. También puede ser que usted no se encuentre en los casos mencionados, probablemente sea un joven que nada recuerda de lo anterior ó quizás usted sea una persona afortunada de las que el destino trajo a vivir a esta adoptadora ciudad. En cualquier caso, en la zona sureste del estado de Coahuila solo hay una constante desde hace casi cuarenta años: el equipo de Saltillo, Saraperos.

Vamos al estadio y observamos en las bardas de los jardines los números retirados de Miguel Solís, Juan Navarrete, Lupe Chávez, Marcelo Juárez, Gregorio Luque, Carretas Pérez, y nos damos cuenta de que por más que hayamos cambiado en algunas cosas, seguimos siendo la misma ciudad beisbolera que continúa anhelando un campeonato. Dentro de una ciudad que a través de los años ha venido perdiendo algo más que la tranquilidad, el buen clima y la formación de liderazgos independientes del sector público, este fin de semana, Saraperos dejará de ser el equipo del ya merito, para convertirse en el equipo del mérito. Algo bueno que empiece a ser el nuevo perfil del saltillense: Tomar del pasado solo lo positivo, ser orgullosos de nuestro presente para forjarnos un mejor futuro.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

21 k Saltillo: La Carrera de la vida


Crónica del último medio maraton corrido por el autor


Publicado el Domingo 07 de Junio de 2009 EN DEPORTES


Kilómetro cero: Antes de iniciar el medio maratón se viven momentos que solo estando ahí puedes apreciar como lo son entonar el himno nacional totalmente despojado de idearios y afinidades políticas, exaltando un patriotismo basado en las tradiciones y la solidaridad, jamás en la superioridad como lo entienden otros pueblos; se experimenta también una especie de hermandad con todos los ahí reunidos, es ver miles de personas a tu alrededor y saber que al igual que tú, buscarán durante la competencia algo más importante que un logro deportivo. Por supuesto, existen otras sensaciones menos agradables, solo quien ha participado en una carrera de fondo reconoce ese tufo característico de una muchedumbre cuya última recomendación de su preparación física dice evitar una ducha en las horas previas para impedir una baja de presión.


La salida es en el Teatro de la Ciudad, recinto flanqueado por el Congreso del Estado y la Plaza de las Ciudades Hermanas. Al sonar el disparo, cerca de 3500 personas iniciamos nuestra jornada con la esperanza de regresar al mismo lugar después de recorrer veintiún mil noventa y cinco metros. Diversidad de nacionalidades, estratos sociales, capacidades físicas, condiciones atléticas, edades y géneros avanzamos lentamente, observando el cronometro oficial algunos metros adelante me desespero al ver como transcurren los segundos mientras la masa de gente apenas se mueve y no rebasamos la línea de salida. Los primeros pasos son siempre inciertos y lentos por la aglomeración pero optimistas por la ocasión.

Kilómetro 1: Recorriendo el bulevar Francisco Coss de poniente a oriente, la primer construcción que notamos es la actual Biblioteca del Congreso, ahí dónde hace mucho tiempo fue la estación de ferrocarriles; más allá paso por las oficinas de los diputados locales, aprecio la Plaza del Congreso que ocupa el lugar de lo que antes fuera la escuela Héroe de Nacozari y sigo sin entender porque el edificio no fue construido de frente a la calle, lo que habría sido infinitamente más estético que acomodarlo de lado, pero en fin, no soy urbanista.


Ahora, pasando por Industrias John Deere me doy cuenta de que la vocación industrial llegó a Saltillo mucho tiempo antes del arribo de las armadoras automotrices, la fábrica que también fue International Harvester hoy ha quedado en el centro exacto de la ciudad desde la visión aérea.


Vamos todavía en gruesos grupos que no se alcanzan a separar, el ambiente es de fiesta y al igual que en todas las carreras, hay competidores que van haciendo chistes mientras les dure el aire. Completando los primeros mil metros pasamos por conocido restaurante pozolero, con solo recordar juveniles trasnochadas en que llegamos ahí temo que hoy podría pesarme llevar un estilo de vida relajado.

Kilómetro 2: Continuando por la misma calle, puedo apreciar la vialidad reconociendo el gran esfuerzo económico, logístico y de gestión gubernamental que supuso la ampliación de lo que antes fue una angosta avenida. Llegando al primer cambio de rumbo doblaremos en Urdiñola hacía el sur, pero antes volteó la vista a mi izquierda para mirar el complejo deportivo que alberga al estadio olímpico y al parque Francisco I. Madero. Repaso entonces el gran cierre de la primera vuelta de nuestros Saraperos y vuelve a mí la esperanza de que esta temporada se cumpla el anhelado campeonato que durante tanto tiempo se nos ha negado.


Empieza el primer gran reto de la carrera, avanzar en subida constante y pronunciada durante los siguientes kilómetros, los primeros dos mil metros fueron apenas el aperitivo para el severo desafío que ahora afrontamos. Ahí esta el primer grupo de animación con sonido, al ritmo de “Eye of the tiger” del filme de la saga de Rocky avanzamos con más brío.

Kilómetro 3: Para iniciar el tercer kilómetro cruzamos Reforma, ahí esta el paseo que durante sus primeros años fue bautizado coloquialmente como “Blanca Nieves y los Siete Enanos” en alusión a una estatua principal y siete más pequeñas. En el mismo punto pasamos de largo a la empresa local que nos remite al hecho de que en el sector empresarial también se cuecen habas al referirnos a cacicazgos gremiales.


Se empiezan a separar los pelotones, esto me permite tener una visión más clara de todo lo que sucede en las calles en torno al evento. Me llama la atención una familia que ha puesto una mesa sobre la calle para regalar naranjas a los corredores y confirmo que a pesar de todo lo que suceda en este mundo, las buenas y desinteresadas acciones siempre superan en número e importancia a los yerros de la decadencia social.


Checo mi marcador de frecuencia cardiaca y me tranquiliza comprobar que el ritmo es menor a los 140 latidos por minuto, esto es una buena señal dada mi edad y complexión. Son las bondades de la tecnología. cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx


Publicado el Lunes 08 de Junio de 2009 EN DEPORTES:

Kilómetro 4: Andando por Urdiñola, más ó menos a la altura de la calle de Castelar inicia el cuarto kilómetro del medio maratón de Coahuila, en este punto empieza a subir el ritmo cardiaco a causa del ascendente camino, lo que entre otras cosas quiere decir que empiezo a requerir más energía para continuar mi marcha.


Unas cuadras más arriba es increíble la vista que uno tiene hacía adelante ya que el pavimento elevado hace la ilusión de un río de gente avanzando enfrente de uno, la curiosidad es mucha y al volver la vista atrás se observa el mismo espectáculo pero hacía abajo. La subida es cada vez más pesada, la pendiente es mayor y disminuyo la velocidad con el fin de administrar fuerzas que necesitaré más tarde. Consulto mi cronómetro por primera vez para descubrir que he recorrido menos distancia durante el lapso de tiempo en el que en condiciones planas tendría un mejor rendimiento.


Poco antes de completar los cuatro mil metros estoy a la altura de la colonia Centenario, siento que las piernas se endurecen y necesito grandes bocanadas de aire. Nos vamos compactando en pequeños grupos afines en capacidad deportiva y un señor a quien calculo unos cincuenta años trotando junto a mí pregunta con un ingenioso tono a los espectadores si todavía no han pasado por ahí los kenianos, la ocurrencia provoca carcajadas espontáneas de corredores y público cuando imaginamos a los fondistas de alto rendimiento mucho más adelante de nosotros.

Kilómetro 5: La cuesta tiene la inclinación más pesada de todo el trayecto, pasando la marca de los cuatro kilómetros veo hacía arriba no mucha distancia lineal pero muchos metros que subir con respecto al nivel del mar, casi como una escalera. En esta última parte de la subida está reunida la mayor cantidad de gente que he visto desde que arrancamos, los aplausos y los gritos de apoyo son inyecciones de vigor para quienes necesitamos un empujón para superar esta prueba. Terminado el ascenso, a la altura del bulevar Felipe J. Mery enfilo a la derecha, de inmediato se libera la presión sobre las piernas y la respiración se normaliza. Puedo así recuperar fuerzas con la vista que desde ahí tenemos parcialmente de la ciudad: Comercio, industria, gobierno, educación, religión, deporte y cultura, todo se aprecia mejor desde este mirador intermitente que acostumbramos circular en vehículos motorizados.


La marca de los 5 kilómetros está situada poco antes del Museo del Chapulín ó el Jardín de la Humanidad, si es que así se llama todavía, lo que ha pasado en este sitio con su denominación y uso describe perfectamente la devoción mexicana por reinventar lo ya existente cada seis años.

Kilómetro 6: Casi con el sexto kilómetro empieza lo que llamo el tobogán. Al llegar a la calle de Abasolo dejo de apreciar el paisaje para enfocarme en lo que viene a continuación: Una pronunciada bajada en la que por nada del mundo quisiera uno transitar sobre una bicicleta sin frenos. Mi inexperiencia y desidia por documentarme al respecto me provoca dudas sobre como afrontar el descenso; no se si lo mejor sea acelerar, frenar ó dejarme llevar por la inercia. Decido lo último y para mi fortuna las rodillas parecen estar en condiciones para ello.


Levanto la cara y la limpia visión que se extiende directamente hasta la ciudad de Ramos Arizpe hace que aprecie aún más el vivir en una zona relativamente libre de aire contaminado.

Ya para completar seis kilómetros del recorrido, al pasar por la Iglesia del Perpetuo Socorro escucho los alaridos desaforados de un puñado de jovencitas y mi ego se va al cielo, al mismo tiempo pasa veloz a mi lado un participante disfrazado del hombre araña y mi vanidad regresa de inmediato a su nivel cuando entiendo que los aplausos son para ese ídolo de la vida real que nos acerca a la verdadera esencia de los actos heroicos: El anonimato.

Kilómetro 7: Sigo en bajada al iniciar el séptimo capítulo, dejando atrás el barrio del Águila de Oro llego a la calle de Juárez y giro a la izquierda para adentrarme en el Centro Histórico de Saltillo.


Vuelo a revisar mi ritmo cardíaco, compruebo que después de una empinada subida y una precipitada bajada las noticias son buenas, la frecuencia de los latidos ha disminuido en el descenso y sigo estando en zona cardiaca saludable.


En la esquina con la calle de Matamoros siguen estando las más tradicionales tortas de Saltillo, lugar obligado después de ir a la oficialía civil para diversos trámites legales. Para completar siete mil metros paso por el negocio de Chuy y trato de recordar cuantas carreras le faltan para cumplir la centena, ya que sus amigos esperamos ansiosos el festejo que ha prometido para celebrar el acontecimiento.



Publicado el Martes 09 de Junio de 2009 EN DEPORTES:

Kilómetro 8: Luego de completar la tercera parte del 21k de Coahuila, pasando el Templo de San Francisco, en la plaza del mismo nombre admiro la estatua del gran ícono mexicano ante el mundo: Fermín Espinosa Saucedo “Armillita”; todavía cuentan en las peñas taurinas el desplante que algún día tuvo lugar en el despacho del entonces gobernador Oscar Flores Tapia, caro error en el pedir por el cual hubo que esperar sexenios para cristalizar en su tierra el merecido homenaje al torero saltillense. Pisando las adoquinadas calles llego hasta la calle de Bravo donde una dama nos anima en nombre del cristianismo, agradezco el detalle recordando que cuando existe tolerancia hacía las doctrinas ajenas, las religiones coinciden en una sola creencia: El amor a Dios y al prójimo.


Llego al Recinto de Juárez, la casa que habitó el primer presidente de origen indígena durante su gobierno itinerante se funde con el Casino de Saltillo, paralela por la calle que transito esta también la Catedral de la ciudad.


Revivo momentos de mi vida consagrados en el espacio de Catedral como dolorosos oficios fúnebres, misas de acción de gracias por graduaciones, algunos bautizos, comuniones y confirmaciones, las bodas de personas queridas y vuelvo a ver a Liliana avanzando hacía mi por el pasillo de la capilla del Santo Cristo para casarnos. Pasando por la Plaza de Armas distingo el Palacio de Gobierno para caer nuevamente en reflexiones pasadas acerca del curioso hecho de que en nuestro país la casa de Gobierno siempre aparezca de frente a la casa de Dios.


Para terminar la calle de Juárez dejamos atrás las importantes notarías que durante mucho tiempo dieron fe de buena parte de la documentación de nuestra población. Bordeamos el banco que fuera de Don Manuel Espinosa Yglesias y me prometo visitar la ciudad de Boston para conocer el edificio que albergara al Hotel Coahuila, el cual mudaron piedra por piedra y solo he conocido en fotos. Sobre la Calle de Victoria prácticamente se apiñan el templo de San Esteban, el Hotel Arizpe y la casa en que naciera Julio Torri. En la acera de enfrente casi cerramos los ocho kilómetros en el templo “El Mesías” de la Iglesia Metodista. Físicamente me siento bien, el tramo por el que avanzamos es uno de los pocos espacios planos del recorrido y esto es algo que permite al cuerpo no gastarse para realizar un mejor papel.


Kilómetro 9: Todavía sobre Victoria entramos en la zona comercial que alguna vez escuche decir es el corazón de la ciudad, una referencia sentimental al comercio más que territorial a lo que conocemos como centro. Pasando Xicotencatl, en la acera derecha me maravillo con la majestuosa casona que habitó la familia Guajardo durante buena parte del siglo pasado, hoy remozada pero abandonada.


Llegamos así hasta la Alameda Zaragoza, casi la rodearemos a través de Purcell, Aldama y Cuahútemoc. Serpenteando la Alameda repaso las historias de mis padres y abuelos que sucedieron en ese lugar. Atesoro pertenecer a la última generación que disfrutó ese parque como sitio de reunión multitudinaria de jóvenes, me pregunto entonces dónde y en que condiciones podrán mis hijos cubrir esa necesidad social que ni la televisión, el internet, los video juegos ó las relaciones impersonales pueden satisfacer.


Cualquier persona con un mínimo de interés en la historia de Coahuila no puede andar las calles aledañas a la Alameda sin pensar en el trágico fin del gobernador Ignacio Cepeda Dávila. Rápidamente dejamos ese episodio atrás al pasar por enfrente de la Benemérita Escuela Normal, alma mater de mi madre y del actual jefe del ejecutivo estatal, Humberto Moreira Valdés. Brevemente tomamos la Calle de Cuauhtémoc en donde la vasta sombra que proyectan los árboles provoca que la pequeña inclinación sea apenas perceptible, me refresco en una regadera de rocío que han puesto en la Preparatoria Nocturna Mariano Narváez.

Kilómetro 10: Tomamos fugazmente la calle de Ramos Arizpe hacía el poniente, apenas llegamos a Emilio Carranza y seguimos hacía el norte, es decir hacía abajo en esa difícil y confundible orografía saltillense donde el sur es hacía arriba y norte hacía abajo en relación a la altitud.


Al pasar por una funeraria al tiempo que sacan unas coronas de la carroza vienen a mí las palabras que una distinguida mujer me dijera el día que murió mi padre: “Ya no se puede hacer nada terrenal por los difuntos, pero podemos rezar por su eterno descanso de acuerdo a sus creencias y especialmente por la resignación de sus seres queridos”. Así que aún sin saber a quien velaban, lo que me pareció más sensato fue descubrirme la cabeza al pasar por la funeraria y elevar una plegaría por el alma de aquel ser humano y las personas que se dolían por su partida.


Inmediatamente rebasamos la sede de la Sección V de maestros y es imposible olvidar que ahí estuvo durante años el Hotel Bermea. Metros adelante alcanzamos a vislumbrar parte del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe justo detrás de lo que fue La Colmena, molinera que con sus vecinos del Fénix son insignes del pasado saltillense.


Poco antes de la calle de Múzquiz se encuentra la señalización de los diez mil metros, otro vistazo al reloj me indica que he recuperado tiempo en el terreno plano, que la frecuencia cardiaca sigue siendo óptima y que he quemado suficientes calorías como para comer sin restricciones el día de hoy.

Kilómetro 11: Iniciando el onceavo tramo veo a mi izquierda la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y me doy cuenta de que si en semana Santa olvidé visitar los siete templos, el día de hoy estoy cumpliendo mi propio calvario. Por segunda vez en la carrera decido tomar algo de lo que los voluntarios ofrecen a los participantes y acepto una bolsa con agua para refrescar mi boca y recuperar algo de hidratación. Más adelante, al llegar al cruce de calle con el bulevar Coss observo que los mejores atletas están tomando la recta final. Aunque ya sabía que mi preparación y capacidad física es muy inferior a la de los líderes, ser conciente que cuando yo voy a la mitad ellos ya van terminando me hace sentir algo incomodo, me siento merecedor de la irreverente expresión norteamericana que tanto ha penetrado en la jerga juvenil: ¡ looosser!.


Al empezar el bulevar Isidro López, pasamos por la parte trasera de la primera gran tienda de autoservicio que invirtió en nuestra ciudad. Repaso entonces algo que de alguna forma marcó mi vida en aquel lugar: Siendo mi padre funcionario municipal estábamos sentados en la banqueta de dicho centro comercial días antes de su inauguración, platicábamos con un sencillo hombre que hablaba de cosas importantes de una manera que hasta yo, siendo un niño, podía entender. Más tarde me diría mi padre que aquel hombre era el fundador de la exitosa cadena de tiendas de autoservicio en ciernes. Recordando mi plática infantil con aquel importante empresario lagunero que hablaba de largos plazos, sentido común y trabajo arduo, desaparece el negativo sentimiento experimentado a media carrera al descubrir que la misión de los punteros es correr a toda velocidad, mi objetivo es simplemente avanzar sostenidamente hasta la meta.


Vuelvo a consultar números para ver con entusiasmo que mi ritmo cardiaco continúa siendo estable y que estoy recuperando tiempo durante el trayecto que desciende.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx


Publicado el Miércoles 10 de Junio de 2009 EN DEPORTES:

Kilómetro 12: Una vez superada la primera mitad el medio maratón de Coahuila, el aspecto psicológico empieza a ser más importante ya que las limitaciones físicas están siendo superadas, pero no necesariamente es así con los fantasmas mentales.


En la frontera entre los kilómetros 11 y 12 inicia el corredor industrial. En una semejanza con el desarrollo económico regional, la zona industrial inicia con la Cinsa, donde el orgullo de los colaboradores del grupo empresarial más influyente en la historia de la ciudad es representado por la antigua maquinaria que aún podemos observar en los patios de la empresa.


Un buen amigo me dijo días antes de la carrera que llegaba un momento en el que una adecuada preparación física podría hacer que corriéramos como en piloto automático, de una forma relajada, a un buen paso y sin consumir demasiada energía. Así me siento ahora al cruzar por avenida Universidad cuando me parece regresar en el tiempo para verme con mis compañeros de adolescencia esperando la salida de las jóvenes del Colegio La Paz. Imagino generaciones y generaciones de jóvenes que viven esa parte de la vida que tantos riesgos ofrece, que tan incomprensible es y tan difícil parece, algo tendremos que hacer los adultos con su formación para que ellos se desarrollen sanamente, como en piloto automático.

Kilómetro 13: Luego de doce mil metros atravesamos el periférico Echeverría entre grandes edificios y terrenos en breña cuya historia es aún precaria, es la parte más solitaria, aburrida y desoladora de la travesía.


Para terminar los trece kilómetros llegamos a la planta tres de CIFUNSA, en la acera de enfrente a la fundidora es evidente como la industria genera la multiplicación de diferentes giros de comercios y servicios desde la modalidad de proveedor institucional, perspectiva que antes del auge industrial era nula en el sureste de Coahuila.

Kilómetro 14: A medida que sigo avanzando sin dar cuenta de un cansancio substancial, empiezo a creer que podré completar la carrera sin parar. Continúo a través de la zona industrial y hago analogía de lo que pasa: Así como lo ha hecho mi ciudad, he atravesado un importante tramo donde he dejado atrás los símbolos de cultura y comercio, me encuentro inmerso en la industria y parece que tengo suficiente empuje para seguir avanzando, pero no debo hacer cosas que echen a perder todo el esfuerzo, debo aprovechar lo que me permiten las reglas y aceptar de terceros lo que me ofrecen para ayudar. Estos pensamientos me llevan a hidratar mi cuerpo aunque sienta que no lo necesito; literalmente es curarme en salud.


Sostengo, al igual que lo han venido señalando muchas voces de nuestra sociedad, que en materia económica lo mismo deberíamos hacer en nuestra región para no depender tanto de la industria automotriz.

Kilómetro 15: Al pasar frente a la estación de bomberos veo que efectivamente, como lo ha venido informando su patronato, esta institución requiere del apoyo de todos en la colecta que llevan a cabo a fin de mejorar su equipo. Veo a un grupo de apaga fuegos haciendo presencia en el trayecto y quisiera identificar para agradecerles a los que un día fueron a mi casa para poner fin a un problema de abejas que no podíamos controlar con nuestros medios.

El próximo cambio de rumbo será en el bulevar Egipto hacía el poniente, donde se encuentran las instalaciones de Delphi, empresa de origen británico que nos enseña el potencial que tenemos para buscar sinergias con organizaciones de todo el mundo.


Una vez corriendo hacía el este nuevamente reviso los números referentes al rendimiento físico, todo sigue estando bajo control. Dejando atrás la colonia Virreyes consumo los quince kilómetros, los últimos seis kilómetros que tengo por delante pondrán a prueba preparación y carácter. ¿Podré completar los veintiún mil noventa y cinco metros sin parar? cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx


Publicado el Jueves 11 de Junio de 2009 EN DEPORTES:


Kilómetro 16: Aunque durante cada parte del recorrido del 21 k de Coahuila ha habido espectadores en las calles, a partir de aquí se nota una afluencia mucho mayor. Llegando a la intersección con el Distribuidor Vial Carranza empieza otra difícil subida, esta vez menos pronunciada pero más prolongada. De aquí en adelante es donde realmente comprobaré si mi preparación fue atinada.

En los primeros metros de la subida, al ver los cabritos en los aparadores pienso en la casual ubicación de diferentes negocios familiares que mucho tiempo atrás fueron (y siguen siendo) vecinos en la calle de Allende, luego durante los años ochenta se avecindaron nuevamente en el bulevar Carranza, y hoy, en pleno siglo XXI son colindantes en la carretera Saltillo-Monterrey en sus más recientes proyectos. Casualidad geográfica de inversionistas restauranteros y hoteleros de familias cuyo factor común ha sido la virtud de adaptarse a una realidad globalizada que exige reinventarse sin abandonar los orígenes.


Jadear a cada paso me hace pensar que quizás claudique eventualmente a completar el recorrido sin parar, llevo la vista clavada al suelo pero en un momento que miro al frente llega la inspiración que necesito: Uno de los competidores de capacidades diferentes sigue bregando con una actitud que me hace entender que la principal diferencia de capacidades es el extraordinario carácter que muchas personas con impedimentos físicos expresan aquí como seguramente lo hacen en sus actividades cotidianas.

Kilómetro 17: Para iniciar el décimo séptimo kilómetro paso por la calle de Canadá, primer semáforo de la ciudad si se llega por el norte gracias a los nuevos puentes, ahí era dónde el visitante sabía que había llegado a Saltillo, la señal era el famoso “Reloj de la Ford”.


Mi frecuencia cardiaca empieza a elevarse considerablemente, aminoro la velocidad sabiendo que de lo contrario no podré aguantar el ritmo hasta el final. Sigo trotando despacio pero constante, cada vez son más las personas que nos alientan a dar nuestro mejor esfuerzo hasta la meta.


Al pasar por el Hotel Imperial solo leyendas quedan de la plaza de toros que atrás estuvo; en la acera de enfrente tampoco existe ya Conservas Lucano, empresa dulcera de mi ascendencia familiar que hoy solo queda perpetuada en el nombre de mi sobrino.


Cada vez son más los deportistas que caminan a intervalos acogiéndose a la filosofía de José Alfredo Jiménez: No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.


La clínica dos del IMSS trae a mi memoria la ayuda que en esa institución me dieron de urgencia cuando tuve un accidente en carretera, auxilio que toda mi vida agradeceré. Metros adelante una familia de conocidos míos ha montado también un oasis para repartir viandas a los que seguimos andando, me acerco a ellos cuando Carlos Simón, hijo de un buen amigo, me entrega media naranja que en este momento no cambiaría por todos los manjares del mundo.

Kilómetro 18: Falta poco porcentaje para terminar, pero la reserva de energía está agotada y solo lo que nos brindan los voluntarios nos da un poco de combustible para no renunciar. A cada paso las piernas se sienten más pesadas, las rodillas parecen no soportar un impacto más al piso y las plantas de los pies duelen a cada zancada como si fueran golpeadas con mazos. En este momento es evidente aquello de que el sobrepeso es para el esfuerzo físico como una mochila que cargamos todo el día, lo que daría ahora por deshacerme de esos kilos de más.


A la altura de la avenida La Salle recuerdo haber conocido el nacimiento del negocio pastelero que lleva el nombre de la colonia donde inició. Pasteles hechos en casa para festejar a los compañeros de trabajo hoy parece muy remoto para ser el origen de un ejemplar caso empresarial.


Avanzamos por debajo de la joroba del periférico Echeverría, el controversial puente 2001 por aquello de que pasaban dos mil por abajo y uno por arriba, pocos entendieron una obra que sería la columna vertebral de un sistema integral de desahogo vehicular.


Cuando estás fuera de la ciudad y le explicas a la gente de donde eres, invariablemente te dicen saber que de aquí es Catón y que también es en Saltillo donde sirven el famoso arroz huérfano, antes de cubrir los dieciocho kilómetros franqueamos el restaurante que sirve el platillo donde saludo a su creadora Doña Graciela, quien observa atentamente la carrera. Aprovecho para refrescarme nuevamente en las regaderas de rocío que han puesto en ese punto.

Kilómetro 19: Poco más adelante esta el Ateneo Fuente escoltado por varias facultades de la Universidad Autónoma de Coahuila así como por el edificio de rectoría, miles de historias saltillenses de éxito, amor, deporte y cultura se han entretejido en ese campus; enfrente esta el Tecnológico de Saltillo y mi ritmo cardiaco sufre un salto cuando paso bajo el puente Interinstitucional al recordar el durísimo pero limpio golpe que me propinó en alguna ocasión un jugador de los Burros Pardos en un partido de fútbol americano estudiantil durante mi efímera estancia en el equipo novato de los Pumas de Sistemas de la U A de C., multicampeones durante los noventa.


Después llego a la calle de Chiapas donde se siguen vendiendo helados, la concesión ya no es Danesa 33 pero la arquitectura que fue característica de la marca aún permanece en el local, pienso que Don Gustavo debe ir por ahí corriendo como lo ha hecho tantas veces.


Casi completo 19 mil metros, al llegar a la calle de Campeche, como lo habíamos planeado veo que mi esposa y mis hijos están ahí para animarme como lo han hecho en otras ocasiones. Sé que chocar las manos es lo único que me puedo permitir para no perder la cadencia de la respiración, pero con solo ese gesto parecería uno absorber toda la energía de cada miembro de la familia para seguir avanzando. La orgullosa mirada de mis hijos me provoca sentir que ellos, a pesar de conocer a tantos súper héroes de ficción, aún están en esa edad de percibir a su padre como una persona de virtudes especiales, perfecto sería que jamás crecieran.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Publicado el Viernes 12 de Junio de 2009 EN DEPORTES:

Kilómetro 20: Última parte del medio maratón de Saltillo. Falta poco para finalizar el bulevar Carranza y de ahí tomar la calle de Presidente Cárdenas hacía el poniente, único tramo que se corre en contra de la circulación vehicular, pero antes de eso hay que salvar un último examen de resistencia. Tengo que bajar por el paso a desnivel con unas piernas que ya van poco flexibles y luego subir con las mismas piernas que ya no tienen fuerza. Estos son los quinientos metros más largos de mi vida, descender la mitad de la distancia no tiene alivio mental cuando sabes que llegando al punto bajo todo será cuesta arriba, pero también se que una vez superado eso todo será más fácil.


Intento divagar un poco en la mente para hacer más llevadero el paso, me parece recordar que lo único que dejó a la ciudad aquel malogrado alcalde de aficiones beisbolísticas fue la modernización del paso a desnivel. Finalmente, a duras penas llego al cruce con Presidente Cárdenas y doy vuelta a mi derecha, ahí se empieza a formar una autentica, tupida y entusiasta valla de gente. En cada rostro reconoces a una persona deseando que termines la carrera y cada palabra de aliento te pone en la paradoja de querer ir más lento para seguir escuchando pero más rápido para terminar más pronto.



Kilómetro 21: Siguiendo sobre Presidente Cárdenas en dirección hacía el oeste, la aglomeración de gente reunida no permite ver que hay más allá por lo que todo se vuelve imaginación, si la memoria no falla estamos pasando por delante (¿ó por detrás?) de la presidencia municipal, aunque la mayoría de los visitantes entra por Coss que se ha convertido en arteria principal, sabemos que el frente es por Cárdenas, avenida original. Cruzando Purcell esta el INMARC, instituto pionero en la instrucción académica multilingual que el nuevo orden mundial demanda, poco más adelante atravieso por el del Palacio de Justicia tapizado en cantera rosa, coherente con los edificios públicos de la zona.

Últimos metros: Después de dar vuelta donde se mezclan la Calle de Emilio Carranza y el Bulevar Isidro López, enfilo por la avenida de Francisco Coss con rumbo al oriente en la recta final, por aquí pasaron los ganadores hace casi una hora. Ya no me siento tan cansado, la adrenalina que mi cuerpo produce es energía pura para el sprint final.


Pasando nuevamente por la presidencia, esta vez por el lado contrario, recuerdo ocasiones en las que desfilamos ante los tres poderes locales durante festejos de Independencia y Revolución Mexicana, también recuerdo la inauguración del inmueble a finales de los setenta, un diseño modernista que muy poco tiempo después tendría que ser remodelado para no desentonar con las obras cercanas.


Durante estos últimos metros, empieza ese raro sentimiento que tantas veces domina a los seres humanos: Una especie de vacío que explica el porqué de eso que erróneamente llaman lagrimas de alegría, algo que no existe ya que todas esas gotas son, tal vez no de tristeza, pero sí de melancolía. Melancolía al darnos cuenta de que los premios nunca están en la meta, que estos siempre están en el proceso y por lo tanto hemos dejado atrás algo muy valioso de nuestra existencia; melancolía al percatarnos que con cada logro que alcanzamos dejamos de tener un reto que superar, que siempre será uno de los sabores de la vida; melancolía al darse uno cuenta hasta este punto de que iniciamos una carrera juntos, pero que algunos se nos han adelantado y otros llegarán el destino después de nosotros.

Finalmente, igual que hace dos horas y un minuto, puedo ver el cronometro oficial pero está vez corro hacía la meta libremente y a mi paso.

Meta: Una vez rebasada la línea final, atiendo el consejo médico de mantenerme en movimiento durante unos minutos para no colapsarme ya que a mayor esfuerzo, mayor riesgo al permanecer estático, una verdadera metáfora con muchos aspectos de la vida. Paso de largo la zona de masajes y voy directo a hidratarme.


En la zona de recuperación busco a mis amigos y los voy encontrando uno a uno. ¿Cuánto hiciste?, es la pregunta que más se repite al terminar una carrera en la retórica clásica de intentar medir resultados, una tercera persona que escucha responde con la sabiduría de quienes consideran el mérito por encima del resultado: Pues todos hicimos lo mismo, veintiún kilómetros.


Reflexiono entonces como es que emprendemos juntos una aventura en la que durante el trayecto, más por las condiciones individuales de cada quién que por la senda que habremos de recorrer, nos vamos distanciando en diferentes puntos del camino, pero siempre conscientes de que en el mismo viaje nos acompaña alguien que, aunque no lo veamos, sabemos que está aquí por lo mismo que nosotros y que a más tardar en la meta nos volveremos a encontrar.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Saltillo: Pésima variación de la doctrina Monroe

Publicado el 25 de Julio de 2009


No, no tiene nada que ver con Marilyn. “América para los americanos” fue la sentencia que sintetizó la propuesta del Presidente Santiago Monroe hecha ante el congreso norteamericano a finales de 1823. La doctrina Monroe establecía primordialmente las bases del expansionismo estadounidense sujetada por tres frentes: Impedir la colonización europea en el nuevo mundo, la renuncia de los Estados Unidos para los asuntos políticos de Europa y la misma abstención de los gobiernos europeos para con América.

Por supuesto, la citada doctrina buscaba cambiar el yugo que los países al oeste del atlántico sufrían de parte de sus colonizadores a fin de sustituirlos por la dependencia económica que el imperialismo pronto dictaría. Románticamente tuvimos noción durante la enseñanza primaria de una especie de emancipación americana, algo así como un sueño monro-bolivariano.

Aterrizando en distinto tiempo y espacio, hoy nos encontramos que en nuestro Saltillo algún iluminado ha dado con la genial idea de un tipo de variación de aquella iniciativa expansionista: Saltillo para los saltillenses, ó lo que es lo mismo, Saltillo es otra cosa. La horrible variación, hablando en términos económicos, es que la proposición no va hacía la expansión turística como sería en todo caso deseable, parece ir en la dirección de contención turística externa.

Ahondar en los promocionales de una campaña cuyo contenido ha sido vapuleado desde cualquier cantidad de tribunas, medios, cafés, aulas ó lugares de congregación sería ocioso. Lo que aquí intentamos hacer notar es la cantidad de dinero mal empleada en una pauta de publicidad erróneamente diseñada. Un somero estudio de mercado indicaría inmediatamente la conveniencia de promover hacía los mercados regionales, nacionales e internacionales nuestra ciudad, nunca nos aconsejarían encerrarnos a publicitar localmente entre nosotros mismos lo que ya sabemos.

Nunca tendrá usted noticias de una venta de garaje cuyo anuncio este dentro de la sala de una casa; no pretende un comerciante poner un listado de ofertas en el tablero de avisos al personal para sortear una crisis; un restaurante no vive de lo que comen sus cocineros; la venta de automóviles a sus empleados no es la forma en que General Motors saldrá de sus problemas; de cara a las elecciones, no se hace campaña para el voto duro, se hace para los indecisos. En todos los casos, la promoción de cualquier producto debe ir orientada hacía afuera, no hacía a dentro como lo estamos haciendo en materia turística. El turista que debemos buscar es aquel que viene de otros lugares, lugares a los que, desgraciadamente, la millonaria campaña no ha llegado.

Hoy Sábado que Saltillo celebra 432 años, dentro del marco de la entrega de preseas a saltillenses distinguidos será presentado un promocional que regala la producción de Pedro Torres a nuestra ciudad, bueno sería que las autoridades piensen que el trabajo podría ocupar el lugar de esa campaña cuyo contenido es inconveniente desde el punto de vista de la mercadotecnia. Pero más importante aún, podría ser la excusa perfecta para empezar a promocionar nuestra ciudad más allá de nuestro territorio, que es donde están todos aquellos turistas ávidos de conocer nuevos lugares.

Claro que sí, Saltillo es otra cosa, pero no es solo para los saltillenses, es tiempo de que lo sepan en otros lugares.

cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx



Arteaga: ¿Manzana ó papa?

Publicado el 22 de Mayo de 2009

Veía raro el paisaje y no sabía porqué. He conducido cientos de veces por esos caminos rurales y notaba que algo había cambiado pero no podía descifrar que era, cuando de repente, lo descubrí: Los campos en los que antes había manzanos ahora estaban sembrados de papa, desaparecieron los postes para tender las redes antigranizo y con ellos los árboles de manzana.

En las próximas visitas a la sierra de Arteaga recorrí diferentes rutas para ver si se repetía lo que primero observé en Los Lirios. Desgraciadamente cada vez noté que más tierras están cambiando su vocación de cultivos pomáceos para producir tubérculos. Entendible la visión inmediatista de hacer rentables plantaciones de manzana que tradicionalmente han sido percibidas como pasatiempos, caprichos, cargas económicas ó simples remansos de esparcimiento, pero…

Poco sé de agricultura, aún así tengo entendido que la tierra de labranza para papa debe descansar algunas temporadas después de varias cosechas, por este motivo el agricultor se ve obligado a rentar predios para permitir a la naturaleza completar los ciclos necesarios a fin de que el suelo que ya fue utilizado recupere los nutrientes que lo hacen fructífero, de ahí la desaparición de huertas manzaneras ineficientes convirtiéndose en la alternativa a la demanda de solares reposados, pero…

A primera vista, parecería un acierto económico obtener utilidad de terrenos prácticamente improductivos, analizar el caso desde cierta perspectiva nos diría que hoy se benefician más personas del cambio de uso de suelo (si lo pudiéramos calificar así) en los distintos cañones de la sierra de Arteaga. Arrendamiento para el terrateniente, empleos para los jornaleros, retorno de inversión para los agricultores, fletes para los transportistas y muchos satélites más incrementan sus ingresos gracias al volumen de cosecha que la papa tiene en la región, pero…

Pero, como en toda historia tendríamos que encontrar un pero. Volvemos a dejar pasar las oportunidades de colgar una parte de nuestra economía en ventajas competitivas únicas; entre el afán del inversionista por realizar negocios rápidos y la urgencia gubernamental de procurar medios de empleo para la población, al igual que en cada arista del quehacer económico local, se omite una visión de largo plazo que de haber existido en el pasado, la crisis económica mundial que hoy nos aqueja sería más tolerable para los coahuilenses.

Me explico: Nadie ha fijado su atención en el enorme potencial que la manzana de Arteaga tiene en el mercado de alimentos gourmet como lo han hecho medio centenar de productos españoles y solo un puñado de artículos mexicanos como el tequila, el mango atahulfo ó el café Veracruz. Un somero estudio de agronomía nos indica que las características de los alimentos tienen más que ver con los microclimas en los que son producidos (topografía, agua, altitud, sol, temperatura) que con las cepas ó injertos de los que provienen, esto es lo que pone a nuestra manzana en lugar privilegiado al comparar sabores, texturas y pulpa con las de cualquier región del planeta.

Las denominaciones de origen son hoy el salvavidas de diversas regiones ibéricas que han encontrado en la explotación del concepto de autenticidad de lo que fabrican un mercado internacional de alto poder de consumo que exige en su mesa aquello que solo puede ser elaborado-cultivado-criado bajo estándares de calidad únicos en el mundo, ya sean naturales ó procesales. Aquí es dónde la manzana de Arteaga, gracias a una cuestión de gracia geográfica, encuentra un nicho interesantísimo que la papa jamás podrá encontrar.

El interés por obtener una denominación de origen que a la larga eleve el precio de nuestra manzana debe ser de todos, pero ¿De quien es la responsabilidad de hacerlo realidad? ¿Secretaría de Agricultura ó Fomento económico? ¿Agricultores ó cámaras empresariales? ¿Gobierno ó iniciativa privada?
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

Slim: Cerramos la brecha, ¿Y ahora?

Publicado el 18 de Abril de 2009

No tengo muy claro como fue que ingresé en aquel híbrido grupo, pero recuerdo que lo mismo había académicos, escritores, burócratas, comunicadores, políticos, estudiantes y algunos despistados como un servidor. La formación de muchos de aquellos compañeros los dotaba de un perfil social que defendía impetuoso la igualdad del hombre y por consiguiente condenaban las políticas liberales de la economía de mercado.
Por otro lado, algunos con la cultura del autoempleo defendíamos posturas capitalistas bajo los típicos argumentos del individualismo: Desde la temprana infancia la persona tiene noción de lo que es la propiedad privada demostrándolo al celar apasionadamente sus juguetes; es un asunto de naturaleza humana, no de doctrinas económicas.

Cuando las horas y las copas pasaban, irremediablemente se llegaba al punto de criticar la aberrante riqueza acaparada por unos pocos individuos, algunos señalaban la tremenda brecha que se abría entre un mexicano como Carlos Slim y el común de los mortales, otros apuntábamos al mérito empresarial que tiene el comprometer los recursos propios en la búsqueda de crear empleos, única manera de ofrecer dignidad financiera a los más desposeídos. Unos veíamos el vaso medio lleno debatiendo que no importaba la brecha, lo rescatable era que los marginados alcanzasen los satisfactores económicos; otros veían el vaso medio vacío pretendiendo convencer de que la distribución igualitaria de la riqueza acabaría con la pobreza. Las actitudes se radicalizaban y finalmente llegábamos a una conclusión: A la religión, la filosofía y la política, habría que sumar los sistemas económicos como tópico tabú en las reuniones entre amigos.

Pasaron los años y un buen día nos encontramos con los encabezados de todos los diarios de México diciendo que Carlos Slim era el hombre más acaudalado del mundo. La brecha entre el hombre que representaba al monstruo del capitalismo y los cien millones de compatriotas se abría aún más, rebasando el magnate la suma de los sesenta mil millones de dólares. Por supuesto, el hecho de manejar un auto último modelo no había disipado las demandas sociales de algunos académicos, por lo que su censura se hizo escuchar. Dejar de viajar por tierra para hacerlo por aire tampoco inmutó a los periodistas de tendencias izquierdistas, no importaba que ahora se dieran el lujo de viajar en avión, Slim no debería tener uno para él solo. Aquellos que ahora podían comer los domingos un buen corte de carne y beber una copa de vino no se contentaban con poder ingerir lo mismo que Don Carlos, se martirizaban pensando que los millonarios pueden comprar la vaca entera.

Pasó el tiempo y llegamos a Marzo de 2009, donde la publicación de Forbes de los hombres más ricos del planeta mando a nuestro mexicano más ilustre hasta el tercer lugar de su ranking, calculando una merma en su riqueza de veinticinco mil millones de dólares. La nota paso a segundo término por esa novedad en la lista que fue la inclusión de un reconocido delincuente mexicano, noticia que dicho sea de paso, no debería de sorprender a nadie al revisar las coberturas de los eventos sociales en todos los medios locales del país, al observar las listas de socios de los clubes a los que asistimos, al cuestionarnos por algunas familias que pertenecen a nuestra Iglesia ó al identificar a ciertos personajes en los eventos de los colegios privados.
Pero volviendo a Slim, ahora que se ha cerrado la brecha entre él y nosotros en un cuarenta por ciento de su riqueza, ¿Estarán alcanzando el bienestar los que menos tienen? De los veinticinco billones de dólares que perdió, ¿Se repartió algo entre los pobres?, ¿Los negocios de Slim dan más ó dan menos empleos que cuando encabezaba la lista?, ¿Y quien da trabajo hoy a los desempleados, Marx acaso? Para usted y para mí, que aún no estamos sumidos en la pobreza, ¿El futuro pinta mejor ó peor con el retroceso de los capitales de Slim, Gates y Buffet? Recemos entonces porque la brecha vuelva a ser mayor.

8444104775@prodigy.net.mx

Saltillense: ¿Mogigatería ó Perdición?

Publicado el 07 de Marzo de 2009

Mediados de los ochenta. Predominaban los colegios de un solo género, de modo que los muchachos saltillenses aprovechábamos las tardes en que las estudiantes iban a los ensayos de los bailes para entablar amistades. Ahí fue dónde muchos tuvimos conocimiento de cómo algunas damas preparaban de forma exageradamente ortodoxa a las candidatas, quinceañeras y adolescentes para esas noches en las que serían el centro de la atención. Escuchábamos entre bostezos las quejas que las jóvenes hacían de la manera en que las señoras de aquellos tiempos les presionaban para hacer las cosas como lo marca la feminidad; ellas por otro lado eran también testigos de nuestros lamentos juveniles por el yugo masculino que nos hacía sentir más inmaduros de lo que las espinillas delataban. Mojigatería, recato y sumisión hacia los mayores era la divisa. Esto en una época en la que los adultos entendían perfectamente que las diferencias entre géneros son cuestión de naturaleza y no de machismo; también sabían que ser padre ó buen maestro influye más que ser amigo.

Por supuesto, la doble moral no fue inventada por nuestra generación, hay quienes afirman que la primer evidencia la tenemos en las tres negaciones de Pedro. Por eso es que mucho tiempo después conocimos de los deslices de nuestros mentores, igualmente nuestros niños algún día crecerán para notar que sus mayores somos seres imperfectos, que no somos tan íntegros ni tan virtuosos como parecemos desde la perspectiva del asiento trasero del auto.

Volviendo al tema, de poco a poco la manera de educar por ser y parecer dama fue cediendo a finales de los ochenta y durante los noventa por una supuesta exigencia de igualdad; a la par los varones obtuvimos más libertades, consecuencia de la generación ascendente marcada por haber sido formada con la receta de la sangre, no del ejemplo. Todo esto tuvo en el crecimiento de nuestra ciudad un campo fértil en el que gustosamente desechamos nuestros valores para obtener la aprobación del nuevo orden social en el sentido de que Saltillo habría dejado de ser pueblo para convertirse en metrópoli, como si esto tuviera que ver con usos y costumbres en lugar de con el número de habitantes. Ya no habría escondite para la doble moral, y empezó la decadencia.

Lo demás ya es historia: Todo adulto saltillense hoy se cuestiona bajo que condiciones se desarrollan sus hijos. Mismos adultos que hoy no cesamos de lanzar piedras hacía un movimiento religioso que mucho tuvo que ver en la vocación conservadora que tan buen blindaje nos dio durante tanto tiempo, mismos adultos que hoy renegamos de un holding empresarial que a lo largo de décadas supo permear hacía sus trabajadores, las familias de estos y en todo su radio de influencia local los valores que hoy difícilmente encontramos en cualquier nivel de la población.

Expertos en hacer leña del árbol caído, hoy imputamos a todos los miembros de un movimiento los errores cometidos por su fundador, culpamos a una religión y aprovechamos para espetar que ya no queremos saber nada de sus doctrinas, ocultando con destreza el hecho de que en el pasado tampoco fuimos fieles devotos de nada, es solo que ahora parece oportuno tomar pretexto para rechazar formalmente aquello de lo que siempre estuvimos alejados en la práctica.

Por otro lado, aunado a la caída bursátil de las empresas que esbozaron el mesurado camino por el cual la moral saltillense transitó durante la segunda mitad del siglo XX, se ha desplomado también el liderazgo que estos grupos tendrían para proponer a la sociedad las rutas que nos lleven no solo al necesario bienestar económico, sino también a la trascendencia de mejorar como sociedad.
Como saltillenses hoy debemos decidir en lo particular lo que vamos a privilegiar en nuestra escala de valores comunal: ¿Mojigatería que blinda ó liberalismo que expone? ¿Doble moral con riendas ó nula moral desbocada? ¿Religiones con defectos ó ateísmo sin esperanza? ¿Movimientos cuestionados ó cofradías recaudatorias? ¿Empresas socialmente responsables ó empresarios como Madoff? ¿Sociedad fragmentada ó delincuencia organizada? No existe salida fácil, no existe respuesta perfecta, pero existen grandes riesgos.

Desapareció China, emergió Jalisco, ¿Y Coahuila?

Publicado el 23 de Febrero de 2009

En un rito que vengo haciendo desde hace más de quince años, la semana que termina estuve en las ciudades de Guadalajara y Ocotlán del estado de Jalisco. Los eventos que me llevan cada doce meses al occidente del país son las exposiciones nacionales más importantes del giro en el cual trabajo, las muestras a las que asisto están separadas por menos de un centenar de kilómetros, pero unidas en un clúster económico dentro de una misma zona de México. Clúster que, aún estando en la franja agavera nada tiene que ver con la industria tequilera.

Durante lo que llevamos del siglo, los visitantes observamos como cada año se iba incrementando la oferta de productos importados desde lugares tan remotos para el comercio al detalle como India, Filipinas, Brasil, Estados Unidos y por supuesto el coco mundial, China. Pero siempre existieron fabricantes mexicanos que se resistieron a convertirse en simples importadores resolviendo tomar el largo y sinuoso camino de eficentar procesos para competir ante los subsidios fiscales, tecnológicos, arancelarios, laborales, monetarios ó cambiarios de los que los productores internacionales gozaban.

En este 2009, como previsible efecto de una crisis económica mundial y resultado también de un peso devaluado frente al dólar, nos encontramos con una escasísima oferta de productos de importación y unos satisfechos fabricantes mexicanos conocedores de que hoy el mercado interno nacional les sonríe tras años de hacer malabares para contrarrestar condiciones que fueron artificialmente favorables para el consumidor mexicano, pero tortuosas para el empresario nacional.

Por otro lado, aquellos que decidieron desmantelar sus plantas en la fácil alternativa de convertirse en intermediarios del intermediario del consumidor final, se encuentran hoy sin los activos que les permitan reaccionar rápidamente ante la nueva demanda de productos nacionales que si bien ha sido afectada por la caída del poder adquisitivo en todo el país, le brinda a los empresarios que compitieron en estándares internacionales la ventaja de saber como hacer las cosas a bajo costo sin mermar la calidad, lo que ante una paridad cambiaría que ha tenido un agregado del cincuenta por ciento en menos de cinco meses se entiende como oro molido ante la oferta internacional.

Y de todo lo anterior, se preguntará usted, ¿En dónde cuadra Coahuila? Bueno, la respuesta está en los agónicos programas que los gobiernos de los tres niveles realizan para tratar de mantener un flujo económico regional que busca contener un problema social de dimensiones mayores, esfuerzos que aunque loables, resultan insuficientes al ser políticas del tipo regalar el pescado en lugar de propiciar dónde y cómo pescar. La diferencia entre los casos tapatío y coahuilense siguen siendo las mismas que se han señalado insistentemente desde hace tiempo: No es suficiente basar una economía en ventajas competitivas únicas (llámese tequila ó industria automotriz, turismo playero ó cercanía con la frontera, ganadería ó minería). Las economías, entre más grande ó diversa sea la entidad a gobernar, mayor deberá ser la gama de clústers ó grupos de actividades económicas afines para poder contar con el apoyo de uno cuando algún otro este deprimido, clásica realidad financiera que tiene que ver más con ciclos económicos que con políticas públicas cicladas.

Localmente hemos atestiguado como los clústers ajenos a la industria automotriz no han podido despegar, por citar solo ejemplos recordaremos como fue que la industria cerámica se topó con la implacable voluntad de personajes que no permitían edificaciones colindantes; de cómo una incipiente vocación farmacéutica y herbolaria regional fue destazada para cambiar aspirinas por bienes raíces; de cómo la industria agroquímica traslado sus corporativos al lejano oriente debilitando la posibilidad de sinergia que se empezaba a gestar con los recursos humanos locales.

El gran reto entonces empieza por discernir dónde está trazada la línea entre la responsabilidad de un gobierno en su papel de gestor de voluntades y una clase empresarial que no define aún si su rol dentro de la comunidad será como especulador a la caza de fáciles negocios ó como gremio comprometido con la generación de empleos.
8444104775@prodigy.net.mx

Para salvar el comercio local

Publicado el 06 de Febrero de 2009

Decenas de diplomados en comercialización le habían enseñado al novel agente de ventas que la adulación es una buena llave para abrir puertas en una negociación. Sabía que el viejo comerciante al que visitaba acababa de construir su nuevo local después de años de sacrificios y trabajo, el orgullo de aquel empresario sería lo que el vendedor utilizaría para lograr su objetivo. Una vez recibido por el veterano comprador, hábilmente introdujo en los saludos el tema de lo impresionante que era haberse hecho de una propiedad que brindaba solidez a su patrimonio y a su empresa.

De ahí pasaron al tema del negocio, el vendedor buscaba en vano realizar una operación tratando sin éxito de derrumbar los sólidos argumentos que el viejo comprador esgrimía; el agente le hacía ver insistentemente la oportunidad de comprar a precios que jamás volverían a ver debido a la recesión que imperaba, sacaba a relucir viejos axiomas empresariales que son verdades solo desde una perspectiva como lo es la importancia de saber comprar. No comprar al precio que le ofrecía rayaba en la irresponsabilidad, lo que dejaba a los clientes del empresario sin la posibilidad de hacerse de bienes materiales a bajo costo.

El comprador lo escuchó atentamente hasta que la saliva del vendedor se terminó, fue entonces que le lanzó una oferta irresistible. Los papeles cambiaban, ahora él era el oferente y le brindó al joven la oportunidad de su vida, quedarse con la nueva propiedad por la décima parte de su valor. Aquella oferta tomo desprevenido al vendedor profesional, esto estaba fuera del guión, pero una vez recuperada la compostura preguntó si el ofrecimiento era real y bajo que condiciones. La respuesta fue lapidaría: la oferta era real pero existía una sola condición, hacer el pago en ese preciso momento y en efectivo. Obviamente el agente viajero no cargaba la cantidad de dinero necesaria y fue imposible comprar una propiedad que hubiese dado un inesperado giro a su futuro.

Fue entonces que el maestro le dijo al alumno: Con esto entenderás que sin importar lo generosa que sea una oferta, cuando la gente no tiene dinero para comprar los bienes, ni el más bajo precio ofertado será suficiente para realizar una venta. Es por eso que no podemos cerrar un trato hoy, saber comprar implica más la variable del “cuando” en vez del “por cuanto”.

Derivado de la historia anterior podemos entender donde están fallando los esfuerzos gubernamentales por atemperar la crisis económica que nos aqueja. En los tres niveles de gobierno hemos escuchado de programas que tratan de llevar recursos a los empresarios nacionales en una receta en la que más que un salvavidas pudiera ser un ancla. La crisis que atravesamos actualmente es diferente a la de 1995 y a la que sufren los estadounidenses desde finales del año pasado, en esos casos el aparato productivo de ambas naciones estaba quebrado y había que rescatarlo a cualquier precio. En la situación actual de nuestro país y nuestro estado, todavía no son las empresas quienes están quebradas, en este caso son las familias quienes necesitan del rescate.
La mayor parte de los comercios mexicanos requieren de un mercado interno con poder de consumo, no un préstamo de Nacional Financiera para comprar capital de trabajo. Es por eso que los créditos a fondo perdido deberían orientarse hacía los consumidores, ya que por extensión estos llegarían a los negocios vía ventas y no por medio de obligaciones financieras. No importa el dinero ni la tasa que pueda acomodar NAFIN entre las Pymes, si no existe un mercado con capacidad de compra los pequeños empresarios estarán destinados a sucumbir ante la feroz competencia que siempre tendrá un respaldo económico para aprovechar esas famosas oportunidades que las crisis ofrecen.

Programas como el monedero de la gente emprendido en Coahuila son ejemplos de cómo se puede privilegiar a los generadores de empleo desde una auténtica política social de asistencialismo, extender este tipo de ayudas a otras necesidades puede ser la solución que las pequeñas empresas coahuilenses necesitan para lograr superar un año que de entrada parece amenazador.

8444104775@prodigy.net.mx

¿VES, es bueno para Saltillo?

Publicado el 30 de Enero de 2009

Spelling-Bee es un programa de la escuela donde mis hijos estudian, es una especie de concurso en el que desde cada salón de clases se van filtrando los alumnos que mejor deletrean en el idioma ingles para finalmente llegar a una presentación estelar en la que los padres de familia somos invitados para atestiguar el avance de los alumnos más sobresalientes en la materia.

En este colegio el alumnado es tan numeroso que es común toparse un día con un estudiante y jamás volver a verlo, es como un aeropuerto: Te cruzas con personas por estar en un mismo lugar, pero los orígenes y destinos son tan variados que la probabilidad de un encuentro futuro es escasa.

Estar acostumbrado a casi no reconocer a los alumnos de la escuela que no son habituales en mi vida diaria como familiares ó los amigos de mis hijos, fue lo que despertó mi curiosidad cuando en el último concurso de Spelling-Bee observé que los finalistas en el estrado eran niños que podía identificar por nombre ó al menos físicamente por haberlos visto repetidas veces en el pasado. Poca atención puse al evento tratando de descifrar cual era la causa de que entre cinco secciones de un mismo grado, los alumnos que habían logrado llegar a la final me fueran tan conocidos. Buscando el factor común de esos destacados estudiantes pude encontrar un motivo: La mayor parte de ellos cursaron el jardín de niños en Villa Educativa de Saltillo (VES), escuela bilingüe a la que mis hijas también asistieron.

Semanas después, los diarios locales daban cuenta de los resultados de las pruebas de enlace que la Secretaría de Educación lleva a cabo anualmente para medir el desempeño de alumnos, maestros y planteles educativos en general. Lógicamente, leí las notas para saber como están calificadas las escuelas de nuestra ciudad con respecto a los estándares establecidos, y fue muy agradable enterarme en esas páginas que una vez más, Villa Educativa de Saltillo ocupaba un destacado lugar entre otras prestigiadas instituciones.

Por lo anteriormente expuesto, además por el invaluable aspecto humano que siempre ha caracterizado a los directivos, maestras y trabajadores de VES, aún y cuando mis hijos emigraron por razones de edad a otra escuela para continuar sus estudios, es que me permito la libertad que siempre han brindado mis editores para unirme por este medio a la cruzada que los padres de familia de VES llevan a cabo actualmente: Salvar a la institución de un probable cierre por razones económicas.

Debido al marco legal mexicano en el aspecto educativo, este tipo de instituciones deben cumplir requisitos de tipo estatutario que les obliga a constituirse como asociaciones civiles cuando son de índole privado, esto quiere decir que su objetivo es meramente cumplir con una función social, estando sus asociados y patrocinadores aportando un capital por puro amor al arte, como coloquialmente se dice. De ahí que los colegios privados no califiquen para subsidios gubernamentales, ya que estos se destinan para las escuelas públicas haciendo posible lo que establece nuestra constitución en materia educativa.

Así tenemos que VES está en peligro de desaparecer debido a factores que nada tienen que ver con la calidad de la educación impartida, por eso es que los padres de familia, maestros, trabajadores en general y directivos de Villa Educativa de Saltillo estén haciendo todo lo humanamente posible para lograr inscribir para el próximo ciclo escolar al número de alumnos requerido para que la operación del instituto siga siendo posible. Esta columna es solo un grano de arena que busca llamar la atención de más personas.

Nos hemos dado el lujo de que las crisis económicas terminen con nuestros negocios, con nuestro patrimonio ó con nuestros trabajos, pero no podemos permitir que está crisis afecte la única herencia que realmente puede hacer la diferencia en nuestros niños: Una formación de calidad.

8444104775@prodigy.net.mx

Las Gallinas de los huevos de oro

Publicado el 12 de Diciembre de 2008

Esta variación de la fábula atribuida a Esopo trata de un gallinero completo en el que cada ave producía valiosos huevos de oro, pero en este caso no existió conspiración ajena fruto de la avaricia, ya que fueron las mismas gallinas quienes se pusieron en peligro de muerte:

Aquella granja iba viento en popa, cada gallina ponía diariamente su cuota de huevos de oro, los cuales eran el motor con el que todo se podía conseguir. Las gallinas no eran estúpidas, así que no solo proveían a los granjeros y demás animales de riquezas, ellas mismas obtenían grandes beneficios de su producción. Todo marchó bien durante un buen tiempo, hasta que aquellas gallinas se preguntaron si podrían ir en contra de lo ortodoxo y poner más huevos de los que la madre naturaleza les permitía.

Supusieron (y acertaron) que nadie dentro de la granja se opondría a que pusieran más huevos de oro, así que emprendieron todo tipo de acciones para alcanzar sus objetivos. Utilizaron fertilizantes, se prostituyeron, se dieron la oportunidad de convivir no solo con gallos enfermos y moribundos, sino con toda clase de animales sin importar su origen, organizaron orgías en las que todo era diversión y despilfarro con una finalidad aparente: Producir más huevos de oro.

En un principio parecía que podrían vencer a la naturaleza, pero tiempo después sobrevino lo que nadie quería escuchar: El ritmo y tipo de vida de las gallinas las llevaba irremediablemente a la muerte por enfermedades venéreas. Nadie quería que murieran, unos pocos por razones sentimentales pero la inmensa mayoría porque ya no sabría como conseguir los huevos de oro.

Los debates no se hicieron esperar, aunque nadie lo aceptaba todos tenían su porción de fundamentalistas. Por un lado unos señalaban con dedo de fuego los pecados de las gallinas y las condenaban a despedirse de este mundo para irse directamente hasta el infierno, omitiendo, eso sí, el hecho de que durante tanto tiempo ellos mismos se habían beneficiado de los huevos de oro. Por otro lado, había grupos que desde una posición paternalista le pedían al granjero su intervención para que hiciera lo necesario para que las gallinas fueran atendidas por los mejores veterinarios en los mejores hospitales, costase lo que costase.

El granjero sopesó un poco la situación. Comprometer el futuro por la salud de unas aves moribundas no era lo que su sentido común le dictaba. El poco dinero que tenía debía ser utilizado en beneficio de todos los animales de la granja, no solo en revivir a unas estúpidas y degeneradas gallinas. Pero al ver como se marchitaban las plantas del huerto por falta de agua y al ver que los animalitos más pequeños empezaban a morir de hambre, el viejo granjero estuvo ante la más grande encrucijada de su vida: Utilizar sus escasos recursos para mantener una granja en franco declive sin comprometerse con nada, alargando el fatídico liberalismo que privó en su granja, ó utilizar sus líneas de crédito para revivir a sus gallinas con la esperanza de que aprendieran la lección junto a los demás animales de la granja, dentro también de un liberalismo responsable.

Esta historia se repitió en épocas y lugares distintos. La primera vez que la vimos fue en Enero de 1995 después del error de Diciembre en México, con Ernesto Zedillo en el papel del granjero y Bill Clinton haciendo las veces de médico veterinario poniendo una vacuna llamada Fobaproa a la gallinas, y sigue la granja andando. La segunda vez la estamos viendo ahora con Barack Obama y George Bush como los granjeros, el tesoro estadounidense como el veterinario, las gallinas siguen siendo las empresas transnacionales. Y los demás animalitos, adivinó usted, somos los que estamos a merced de ellos.

8444104775@prodigy.net.mx

¿Votar ó no Votar?

Publicado el 17 de Octubre de 2008

He escuchado toda clase de opiniones en torno a las elecciones que celebraremos el próximo domingo en Coahuila para conformar la siguiente legislatura local. Lo que he percibido no es muy distinto a lo que seguramente usted piensa: Las opciones son cualquier cosa, menos la respuesta a nuestras necesidades y la representatividad de la ciudadanía.

Las ofertas que los principales partidos presentaron como imagen de sus campañas produjeron más preguntas que respuestas. La constante entre los candidatos con reales posibilidades de ganar su elección es haber sido parte del poder ejecutivo en el pasado desde posiciones tan importantes como alcaldías, secretarías, subsecretarías ó regidurías, aún cuando esta última figura parecería ser más compatible al poder legislativo. La noble vocación de servidor público tiene en el poder ejecutivo su máxima expresión y la mejor oportunidad de trascendencia ya que como su nombre lo indica, es el encargado de hacer realidad las políticas que llevan beneficios tangibles a la población, dejando el perfil abstracto de la administración pública en los restantes dos poderes.

La principal pregunta que surgió durante las campañas que recién terminaron para dar paso a la elección del domingo tiene su origen en la misma ascendencia ejecutiva de los candidatos: ¿Se busca ser legislador porque con la experiencia como ejecutante se alcanza el conocimiento para mejorar desde el congreso las políticas públicas?

La respuesta es importantísima porque resulta paradójico que candidatos de oposición ofrezcan para el ámbito estatal mejorar algo que no pudieron hacer en la esfera municipal desde el área más parecida a la legislación; y por el lado de los candidatos del partido gobernante, también parece incongruente pretender algo desde el congreso cuando siempre han aprobado sin reservas el accionar del ejecutivo siendo parte medular del mismo ó han sido legisladores en el pasado sin haber presentado iniciativas que realmente hicieran la diferencia en el bienestar común.

Desde esa óptica, muchas personas que ven en la política un rubro externo a su cotidianeidad pero que definitivamente comprenden como esta afecta su entorno, no encuentran la manera de hacer valer su derecho civil de expresión ya que las demás fórmulas que compiten este fin de semana tampoco cubren los deseos que como individuos tienen por razones de formación ideológica ó simple análisis de lo que es un partido minoritario, haciendo casi imposible distinguir la línea entre representatividad popular y negocio personal.

Desgraciadamente, las personas que no encuadran en las militancias partidistas, las cuales conforman la mayoría del padrón electoral, parecen estar decididas a no participar más en el juego de legitimar con su voto un sistema en el que el saldo final ofrece un solo y crudo veredicto: La administración pública no es manejada por partidos políticos ó por ideologías, esta es esgrimida por personas que se rigen más por la naturaleza individual humana con todas sus virtudes y defectos que por doctrinas sociales, económicas, políticas ó judiciales.

Pero lo que no esta viendo este grupo de personas que no quiere salir a votar, es que además de poder obtener el consentimiento expresamente para algo, la única otra manera de lograr aprobación es por la anuencia silenciosa que se explica en el dicho popular de que el calla, otorga. De manera que si usted es de los piensa que no habrá en la boleta de elección alguien que represente dignamente a su distrito, ó si piensa que el sistema de representación plurinominal es salvavidas de comparsas de un sistema viciado, no otorgue complicidad con el silencio de un voto no emitido, mejor acuda a la urna y anule su voto, que si será contabilizado como intención. Esta vez no, quizás tampoco mañana, pero algún día en el futuro los políticos empezarán a tomar a cuenta a la gente común si en cada elección los votos anulados deliberadamente envían el mensaje correcto.

8444104775@prodigy.net.mx