Arteaga: ¿Manzana ó papa?

Publicado el 22 de Mayo de 2009

Veía raro el paisaje y no sabía porqué. He conducido cientos de veces por esos caminos rurales y notaba que algo había cambiado pero no podía descifrar que era, cuando de repente, lo descubrí: Los campos en los que antes había manzanos ahora estaban sembrados de papa, desaparecieron los postes para tender las redes antigranizo y con ellos los árboles de manzana.

En las próximas visitas a la sierra de Arteaga recorrí diferentes rutas para ver si se repetía lo que primero observé en Los Lirios. Desgraciadamente cada vez noté que más tierras están cambiando su vocación de cultivos pomáceos para producir tubérculos. Entendible la visión inmediatista de hacer rentables plantaciones de manzana que tradicionalmente han sido percibidas como pasatiempos, caprichos, cargas económicas ó simples remansos de esparcimiento, pero…

Poco sé de agricultura, aún así tengo entendido que la tierra de labranza para papa debe descansar algunas temporadas después de varias cosechas, por este motivo el agricultor se ve obligado a rentar predios para permitir a la naturaleza completar los ciclos necesarios a fin de que el suelo que ya fue utilizado recupere los nutrientes que lo hacen fructífero, de ahí la desaparición de huertas manzaneras ineficientes convirtiéndose en la alternativa a la demanda de solares reposados, pero…

A primera vista, parecería un acierto económico obtener utilidad de terrenos prácticamente improductivos, analizar el caso desde cierta perspectiva nos diría que hoy se benefician más personas del cambio de uso de suelo (si lo pudiéramos calificar así) en los distintos cañones de la sierra de Arteaga. Arrendamiento para el terrateniente, empleos para los jornaleros, retorno de inversión para los agricultores, fletes para los transportistas y muchos satélites más incrementan sus ingresos gracias al volumen de cosecha que la papa tiene en la región, pero…

Pero, como en toda historia tendríamos que encontrar un pero. Volvemos a dejar pasar las oportunidades de colgar una parte de nuestra economía en ventajas competitivas únicas; entre el afán del inversionista por realizar negocios rápidos y la urgencia gubernamental de procurar medios de empleo para la población, al igual que en cada arista del quehacer económico local, se omite una visión de largo plazo que de haber existido en el pasado, la crisis económica mundial que hoy nos aqueja sería más tolerable para los coahuilenses.

Me explico: Nadie ha fijado su atención en el enorme potencial que la manzana de Arteaga tiene en el mercado de alimentos gourmet como lo han hecho medio centenar de productos españoles y solo un puñado de artículos mexicanos como el tequila, el mango atahulfo ó el café Veracruz. Un somero estudio de agronomía nos indica que las características de los alimentos tienen más que ver con los microclimas en los que son producidos (topografía, agua, altitud, sol, temperatura) que con las cepas ó injertos de los que provienen, esto es lo que pone a nuestra manzana en lugar privilegiado al comparar sabores, texturas y pulpa con las de cualquier región del planeta.

Las denominaciones de origen son hoy el salvavidas de diversas regiones ibéricas que han encontrado en la explotación del concepto de autenticidad de lo que fabrican un mercado internacional de alto poder de consumo que exige en su mesa aquello que solo puede ser elaborado-cultivado-criado bajo estándares de calidad únicos en el mundo, ya sean naturales ó procesales. Aquí es dónde la manzana de Arteaga, gracias a una cuestión de gracia geográfica, encuentra un nicho interesantísimo que la papa jamás podrá encontrar.

El interés por obtener una denominación de origen que a la larga eleve el precio de nuestra manzana debe ser de todos, pero ¿De quien es la responsabilidad de hacerlo realidad? ¿Secretaría de Agricultura ó Fomento económico? ¿Agricultores ó cámaras empresariales? ¿Gobierno ó iniciativa privada?
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx