El análisis correcto

Publicado el 29 de Agosto de 2008

“Nada es verdad, nada es mentira; Todo es cuestión del cristal con que se mira”. El contexto en el cual situemos algo es lo que nos llevará siempre a poder hacer el mejor análisis, de esa manera es como se llega a las mejores conclusiones de acuerdo a lo que queremos obtener pudiendo darle el enfoque positivo en lugar de advertir la negatividad desde otra perspectiva.

Lo anterior viene a cuento por la forma en que cada quien revisa los resultados que los mexicanos tuvimos en los pasados juegos olímpicos. Desde el cristal que yo miro, puedo ver que México ha sido una potencia en Taekwondo habiendo subido al podio en cinco ocasiones desde que este deporte participa oficialmente en las olimpiadas, Sydney 2000; comparado con el desempeño de cualquier actividad donde los mexicanos hemos participado sin limitarnos al deporte, es mucho más de lo obtenido a nivel global por otras disciplinas ya sean físicas, culturales, de entretenimiento, económicas ó políticas. Los resultados de los dos últimos certámenes ubican a los taekwondoínes con más de la mitad de las medallas ganadas por nuestros compatriotas, obteniendo dos en Atenas 2004 y el mismo número en Beijing 2008, por solo tres restantes entre las distintas disciplinas. Por supuesto, en lo que va del siglo, en el deporte mexicano solo el taekwondo ha podido tener medallistas en cada olimpiada, mejorando de una de bronce en Sydney, a dos de plata en Atenas y ahora dos de oro en Beijing.

De ahí que entonces el análisis no debe ser preguntarnos que es lo que El Tibio, Carlos ó Felipe están haciendo por nuestro deporte, ya que la respuesta es obvia; el análisis debe llevarnos a saber que es lo que están haciendo en la Federación Mexicana de Taekwondo para ser cantera de campeones en un país dónde el apoyo oficial es apenas arriba de nulo y en donde las políticas públicas son dictadas en función de los funcionarios y no viceversa.

La respuesta está en una organización de intereses particulares que tienen que ver con la formación y no con el dinero, con el deporte y no con la política, con los niños y no con los adultos, con el mérito y no con la conveniencia. Cuando uno tiene un atisbo a la manera en que se maneja este deporte en nuestro país, nos damos cuenta de que Guillermo Pérez y María Espinoza son el fruto de la competitividad que miles de niños y jóvenes mexicanos inyectan al taekwondo al participar en las escuelas y competencias que existen a lo largo y ancho del país. El volumen de practicantes no da por si solo la excelencia, si así fuera seríamos campeones en fútbol, boxeo y béisbol; los resultados vienen por una filosofía y disciplina que en la mayor parte de la cultura mexicana es excepción.

Pero lo más interesante que encontramos en el caso del taekwondo mexicano, es que no ha necesitado de los apoyos externos para proyectar a sus deportistas hasta el máximo de sus capacidades, no se han sentado a culpar a un gobierno que jamás será la solución, no señala la limitada ayuda privada cuyos patrocinios siempre serán insuficientes, menos acusa a sus propios miembros, por cuyos sacrificios en tiempo, recursos y costo de oportunidad existe un universo de taekwondínes mexicanos que son el filtro al que todo campeón tiene que superar.

Si dejamos de observar el fracaso que nuestro deporte en general ha tenido ante el mundo en las últimas décadas y nos enfocamos al éxito que en particular ha tenido el taekwondo, podemos ver la posibilidad que tenemos de olvidarnos de una vez por todas de papá gobierno para prescindir de las muletas que nos ofrece, podemos convencernos de que solo en nuestras manos tenemos el futuro que queremos para nuestros hijos ya sea que hablemos en materia deportiva, escolar, de seguridad pública, de oportunidades de trabajo ó de cualquier otra cosa por la que hoy culpemos a nuestros gobiernos.

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