Toros, aborto y muerte


Publoicado el 20 de agosto de 2018

Hoy se habla de…

Toros, aborto y muerte

Por César Elizondo Valdez

¿Como decirlo sin que se oiga feo?, pues más o menos así: cada vez que un adolescente se da autosatisfacción, tira al inodoro miles de hijos que jamás verán la luz del día, y así se va la vida por el drenaje. Eso nos decían en las escuelas católicas para evitar la tentación de andar por el sendero hedonista que te lleva derechito hasta el infierno. Más tarde, en el primer round entre la religión y la ciencia, la maldita ciencia nos enseñó que no, que aun siendo una célula que alberga vida, el espermatozoide no es un ser humano en tanto no fecunde un óvulo. Total, que mis amigos no tiraban por el retrete alegremente a sus hijos, nomás se deshacían de un exceso de juventud. Pero…también fue la ciencia quien sentenció sin cortapisas que una vez definido el campeón del rally espermatozoidal, ahora sí había que juntar para los pañales. Ya estaba dotado de genes para sus ojos verdes, cafés, rasgados o tristes, de cabello güero o azabache, de estatura alta, mediana o maya.

¿A dónde iba?, ahh, sí. Es difícil parecer ecuánime cuando por un lado aceptas la muerte del toro en aras de la economía, el alimento, el arte, deporte o lo que quiera uno ver en la fiesta brava como finalidad o beneficio colateral, y por otra parte, piensas que la vida del ser humano inicia en la concepción y todo lo que venga después (hablando de aborto) es atentar contra un cuerpo independiente de la madre.

Y me parece que es tiempo de sacar a la religión del tema, me explico: dado que las religiones profesan la existencia de paraísos, edenes, infiernos distintas dimensiones o reencarnación y karma luego de la muerte, podríamos suponer que tanto el toro de lidia como la cucaracha, el atún enlatado, el asesino ejecutado y los bebés abortados, disfrutan de la divinidad o sufren del castigo una vez finalizada su existencia en este planeta tierra. Entonces viene el argumento.

Una vez fuera las religiones, nos podemos concentrar en la única certeza para el hombre terrenal: la vida aquí. Imagina por un momento que las creencias religiosas referentes a la vida después de la muerte son puros embustes. ¿Ya capté tu atención, amig@ abortista? Pues bien, tu vida, la mía, la del embrión que abortaste o piensas abortar, o piensas apenas engendrar para luego abortar, es tan única como improbable. En cientos de miles de billones de galaxias, en toda la infinita eternidad venidera, jamás, nunca más, tendrás otra oportunidad de vida. Igual yo, tu madre, tu pareja, crush, checante o amante. Y claro, tampoco el embrión y el toro de lidia.

¿Qué feo no? Si callamos a las religiones, menos podemos atentar contra la vida terrenal. No alcanzo a comprender conceptos como eternidad e infinito, pero pensar que después de la muerte no hay nada más que vacío, me lleva a amar la única vida que conozco y a defender el derecho de todos, desde los embriones hasta los violadores, a tener hasta el último aliento de vida para pensar, amar, arrepentirse, temer, sufrir; porque después, el vacío eterno e infinito.

Y en las polémicas de toros, aborto y muerte, quizás todos como Estado debiéramos definir una sola filosofía para tener congruencia en temas de humanidad y respeto a la vida: si a todo, o no a todo. Por mi parte, como simpatizante de la fiesta brava, estoy de acuerdo en la desaparición de la misma, si también se respeta siempre la vida de los no natos y jamás se apruebe la pena de muerte. Y cómo católico, quiero creer en lo de la resurrección, no en lo del inodoro.
cesarelizondov@gmail.com

La reseña: Una Novela Criminal


publicado el 19 de agosto de 2018 en Página Siete, de Vanguardia.
Por César Elizondo Valdez
"Si ahora nos preocupan tanto las noticias falsas, ahí estaba el germen, la primera fake news. Durante dos horas, los mexicanos vieron un montaje contra los presuntos secuestradores y contra las víctimas. El policía que llevó la investigación fue ascendido y solo un periodista fue despedido. Es inaudito” 
 Jorge Volpi


“Un tipo de justicia para un french poodle, y otra para un perro callejero”, cita Jorge Volpi a José Ramón Cossío. El lamento del Ministro de la Suprema Corte de Justicia por la liberación de Florence Cassez no podría ser más lacónico. Salió libre la francesa, y su novio mexicano sigue esperando sentencia.

De esto dan cuenta más de 400 páginas en la obra ganadora del premio Alfaguara de novela 2018. Una novela documental o sin ficción, como insiste en clasificarla su autor a lo largo del texto.

En cinco partes y 20 capítulos, Volpi evita dar una lectura en política doméstica en aras de objetividad periodística. Entre las líneas de los acontecimientos, se podría leer la historia de Cassez e Israel Vallarta bajo los sellos distintivos de tres sexenios: La ocurrencia de un montaje mediático incriminatorio, el “haiga sido como haiga sido” para no dar marcha atrás, y la necesidad de ser candil de la calle para congraciarse con Francia.

Plus: el rol que jugó la próxima titular de SEGOB, Olga Sánchez Cordero, para destrabar un caso donde, a más de jugar con las vidas de víctimas y acusados, se enfrascaron dos naciones en una guerra de egos.



Una Novela Criminal. 

Jorge Volpi 
Alfaguara
México, 2018