¿Y los de enmedio?

publicado el 2 de Septiembre de 2005 en El Heraldo de Saltillo

Por César Elizondo Valdés
Escribo esto antes de escuchar el quinto informe de gobierno del presidente Vicente, la verdad, dudo mucho que algo extra a lo que ya conocemos vaya a salir del rito anual. Esto, claro está, es mejor que lo teníamos en décadas pasadas, cuando cada primero de Septiembre esperábamos como párvulos las buenas ó malas nuevas que nos presentaban, y había que aplaudir ó abuchear en nuestro fuero interno según la naturaleza de las noticias que el jefe del ejecutivo nos dictaba, hechos derivados de la falta de comunicación y apertura que privaban.
La apertura que hoy gozamos, contrario a lo que algunos opinan, no es la voluntad de una persona ó de un gobierno, es la consecuencia de un mundo y un país cada vez mejor comunicado, con más demanda de información que obliga a todos sus elementos a transparentar sus acciones y respetar las libertades de los demás, independientemente del campo de acción en que se actúa, por eso ahora vemos, por ejemplo, someterse a los deportistas a todo tipo de análisis, no es que ahora los deportistas hagan trampa con substancias prohibidas, es que antes no eran revisados.
En lo económico, se mantiene una política y un equipo que entró con el visto bueno de los órganos financieros internacionales desde la segunda mitad de los años ochenta, cuando se bajaron los índices inflacionarios de más del ciento cincuenta por ciento a menos del cincuenta en un año, manteniendo una tendencia que solo fue interrumpida en aquel primer año de la administración zedillista debido al tristemente celebre “error de diciembre”. Pero desde aquellos lejanos años, la política económica neoliberal ha mejorado los indicadores macroeconómicos de nuestra economía, que son los indicadores que dan tranquilidad a los grandes capitales y a nuestros acreedores como país, dejando la microeconomía, que es la que practicamos más de cien millones de mexicanos en un estado de estancamiento en el mejor de los casos, ó de regresión en indicadores como el poder adquisitivo de los asalariados en el peor escenario.
En lo social, el tan cacareado seguro popular no es más que una disculpa populista por no tener la firmeza de enderezar el seguro social desde adentro, eso en el plano de profesionalización y política, ya que en el plano económico lo que el humo esconde es la falacia de un crecimiento del siete por ciento anual, lo que de haberse consumado, le hubiera dado a esos miles de agraciados por el seguro popular la oportunidad de tener un trabajo digno que les cubriera su seguro social y demás prestaciones que hoy no tienen. Todavía dentro de lo social, escuchamos de los más de cinco millones de mexicanos que han abandonado la pobreza extrema, esto gracias a los programas que atacan directamente los parámetros con que es medida la pobreza como electricidad, agua potable, piso firme y techo en las viviendas, entre otros, todos ellos, desgraciadamente, proporcionados por el gobierno, lo que nos indica más gobierno paternalista y menos sociedad productiva. La gran pregunta dentro de los avances en materia social se da en otros estratos sociales, ¿Cuántos millones de mexicanos han caído de la clase media a la baja, y de la media alta a la media?. La respuesta , para la que no existen mediciones, no la sabemos con certeza, pero la factura que nunca es perdonada será cobrada en Julio del próximo año. En resumen, en política económica y política social, el balance de la administración del cambio nos demuestra la nueva forma de hacer política en México: Tranquilidad social y estabilidad económica para los poderosos, populismo para los marginados, y, los de en medio, ¡ que se jodan ¡