Ay Coahuila, no te rajes

Publicado el 24 de Febrero de 2007

Como cada año, recientemente tuve la necesidad de visitar el estado de Jalisco por causa de mi trabajo, el motivo fue la exposición anual que hacen los fabricantes del ramo comercial en que me encuentro, los productores que organizan la convención están agrupados en una asociación que desde hace más de veinte años viene impulsando este tipo de eventos para contribuir al desarrollo económico de su región en dos vertientes: Constantemente, con la comercialización Nacional e internacional de los bienes que ellos producen, y periódicamente, con la gran derrama económica que sus eventos generan en otras actividades como la hotelería, restaurantera, de transporte, diversión y más.

Debo aclarar que no estoy en ningún negocio que tenga que ver con el tequila, producto jalisciense por excelencia y también motor del auge industrial, comercial y turístico del occidente de México. Así que los azulados llanos sembrados de agave que cada día tapizan más la superficie de Jalisco no son la razón de esta columna. Lo que me mueve a llamar la atención de gobiernos y empresarios locales es la forma en que los tapatíos han logrado hacerse de una reputación dentro de un mercado en el que no figuraban cuando yo era niño; me hace reflexionar la manera en que los empresarios que visité han podido hacer sinergia con sus gobiernos para aprender un oficio para el cual no tenían ventajas competitivas considerables ante el resto del país; me llena de optimismo constatar que al menos en una parte de México se le hace frente al poderío comercial de China con creatividad, eficiencia y aplomo.

Veo una abismal diferencia entre la filosofía que practican allá y las directrices que en Coahuila seguimos para alcanzar el anhelado desarrollo económico. Es cierto, la economía de nuestro país está fuertemente ligada a lo que suceda allende el río Bravo. Así mismo, los sistemas económicos actuales en países con grandes mercados como es el nuestro, están sujetos a los vaivenes de un mundo globalizado que, aunque cada vez es más ríspido para convivir, es también más estable para propiciar el consumo y por consecuencia el bienestar económico.

Por lo anterior, es entendible el tratar de encuadrar la actividad económica de toda una nación sobre la base de una sola variable llamada Estados Unidos ó industria automotriz en el caso Coahuila. Pero depender casi totalmente de la constancia que pueda tener la economía norteamericana ó de la demanda que las armadoras automotrices tengan es lo que nos rezagó en los años pasados ante el mundo como mexicanos y ante México como coahuilenses. Por otro lado, en Jalisco han aprovechado sus recursos humanos y naturales para compensar su distancia física con los grandes consumidores fabricando productos que embonan en nichos de mercados que las potencias no atienden pero que si consumen, además de ser proveedores de gran parte del mercado interno nacional, todo a través de pequeñas empresas que se han constituido como el equilibrio que la economía jalisciense requería entre sus grandes compañías exportadoras y los altibajos que durante tanto tiempo fueron el sello de la economía nacional.

En Jalisco no están amarrados a lo que un corporativo extranjero decida para llevarse ó traer las inversiones, en Jalisco el desarrollo económico lo propician los empresarios locales con talleres y fábricas que han encontrado su lugar en este competitivo mundo: El lugar de los que saben que solo en sus manos está su destino.

¿Podremos en Coahuila lograr algo parecido?
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