Maldita

Para publicarse el 28 de Octubre de 2005 en El Heraldo de Saltillo

-Maldita seas, pudiste ser todo lo que la gente diga de ti, pero para mi fuiste como el mismo demonio- pensaba para sus adentros. No supo como sucedió, pero desde que llegó a su vida todo fue pesar; lentamente, como si todo lo hubiera planeado, con la constancia y la frialdad de quien sabe perfectamente cual es su objetivo lo había expulsado de su propia casa, lo había despojado de la mayor parte de sus pertenencias, por ella perdió su trabajo, también por culpa de ella se alejó de sus amigos.
Lo peor era esa sensación de vacío que muchos insistían que no debía sentir, ni el mismo se lo explicaba pero sabía que algo lo seguía molestando; a pesar de la ayuda sicológica que estaba recibiendo, aún con el apoyo que le brindaban algunos grupos anónimos en solidaridad con su problema, intuía que algo relacionado con esa pena no podría ser superado ni resarcido en toda una vida. Debía darle vuelta a la página, lo entendía, pero seguía obsesionado con un pensamiento que no acababa de salir de su inconsciente.
Constantemente se repetía que debía olvidar aquellos sucesos, la pesadilla había terminado, el futuro era lo importante, lo que se había llevado ya nunca regresaría. Esperaba que ella jamás regresara, no se sabía listo para enfrentar de nuevo los penosos acontecimientos que por ella había sufrido, si regresaba, ya fuera ella u otra más, no estaba seguro de estar preparado para enfrentarla.
Así pasaron los días, se levantaba por las mañanas sin sueño pero sin ganas de despertar, debía haber adelgazado más que en toda su vida, ahí estaba el alimento, pero no tenía apetito. Empezaba el nuevo día sin saber si está vez la vida le daría nuevos motivos para seguir adelante; mientras tanto aquel pensamiento seguía aguardando la ocasión de salir, presentía que al tener conciencia de eso que estaba perdido en su mente, el coraje, la frustración y la impotencia serían aún mayores.
Caminaba hundido en sus pensamientos por lo que alguna vez fue una calle, veía gente por todos lados, por primera vez en muchos días tomo conciencia de que todas las personas que estaban por ahí tendrían sus propios problemas y ya no se sintió tan solo, aunque no dejo de sentirse miserable. De pronto lo vio, un fotógrafo tomaba sus placas desde lo alto de una colina. Recordó la última vez que utilizó su cámara fotográfica en compañía de su familia y lo entendió todo, su desazón era porque ella se había llevado todas las pruebas de la felicidad de su familia. Las fotos que durante tantos años había tomado, cada una significaba un momento que recordaba, pero que ahora no podría ver; el nacimientos de sus hijos, bautizos, piñatas, su boda, las vacaciones, los momentos inolvidables con familiares y amigos, las navidades, sus logros deportivos y profesionales. Se había llevado aquello que lo acreditaba como un persona normal y feliz. La casa, la tele, el aparato modular, las sillas y todo lo demás carecía de importancia, eso lo podría conseguir de una u otra forma, pero las fotos y sus documentos se los llevo para siempre, eso nunca podría recuperarlo.
Entonces, nuevamente la recordó y la volvió a maldecir: -ojalá nunca hubieras entrado en mi vida, maldita seas Wilma.-
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