Saltillense: ¿Mogigatería ó Perdición?

Publicado el 07 de Marzo de 2009

Mediados de los ochenta. Predominaban los colegios de un solo género, de modo que los muchachos saltillenses aprovechábamos las tardes en que las estudiantes iban a los ensayos de los bailes para entablar amistades. Ahí fue dónde muchos tuvimos conocimiento de cómo algunas damas preparaban de forma exageradamente ortodoxa a las candidatas, quinceañeras y adolescentes para esas noches en las que serían el centro de la atención. Escuchábamos entre bostezos las quejas que las jóvenes hacían de la manera en que las señoras de aquellos tiempos les presionaban para hacer las cosas como lo marca la feminidad; ellas por otro lado eran también testigos de nuestros lamentos juveniles por el yugo masculino que nos hacía sentir más inmaduros de lo que las espinillas delataban. Mojigatería, recato y sumisión hacia los mayores era la divisa. Esto en una época en la que los adultos entendían perfectamente que las diferencias entre géneros son cuestión de naturaleza y no de machismo; también sabían que ser padre ó buen maestro influye más que ser amigo.

Por supuesto, la doble moral no fue inventada por nuestra generación, hay quienes afirman que la primer evidencia la tenemos en las tres negaciones de Pedro. Por eso es que mucho tiempo después conocimos de los deslices de nuestros mentores, igualmente nuestros niños algún día crecerán para notar que sus mayores somos seres imperfectos, que no somos tan íntegros ni tan virtuosos como parecemos desde la perspectiva del asiento trasero del auto.

Volviendo al tema, de poco a poco la manera de educar por ser y parecer dama fue cediendo a finales de los ochenta y durante los noventa por una supuesta exigencia de igualdad; a la par los varones obtuvimos más libertades, consecuencia de la generación ascendente marcada por haber sido formada con la receta de la sangre, no del ejemplo. Todo esto tuvo en el crecimiento de nuestra ciudad un campo fértil en el que gustosamente desechamos nuestros valores para obtener la aprobación del nuevo orden social en el sentido de que Saltillo habría dejado de ser pueblo para convertirse en metrópoli, como si esto tuviera que ver con usos y costumbres en lugar de con el número de habitantes. Ya no habría escondite para la doble moral, y empezó la decadencia.

Lo demás ya es historia: Todo adulto saltillense hoy se cuestiona bajo que condiciones se desarrollan sus hijos. Mismos adultos que hoy no cesamos de lanzar piedras hacía un movimiento religioso que mucho tuvo que ver en la vocación conservadora que tan buen blindaje nos dio durante tanto tiempo, mismos adultos que hoy renegamos de un holding empresarial que a lo largo de décadas supo permear hacía sus trabajadores, las familias de estos y en todo su radio de influencia local los valores que hoy difícilmente encontramos en cualquier nivel de la población.

Expertos en hacer leña del árbol caído, hoy imputamos a todos los miembros de un movimiento los errores cometidos por su fundador, culpamos a una religión y aprovechamos para espetar que ya no queremos saber nada de sus doctrinas, ocultando con destreza el hecho de que en el pasado tampoco fuimos fieles devotos de nada, es solo que ahora parece oportuno tomar pretexto para rechazar formalmente aquello de lo que siempre estuvimos alejados en la práctica.

Por otro lado, aunado a la caída bursátil de las empresas que esbozaron el mesurado camino por el cual la moral saltillense transitó durante la segunda mitad del siglo XX, se ha desplomado también el liderazgo que estos grupos tendrían para proponer a la sociedad las rutas que nos lleven no solo al necesario bienestar económico, sino también a la trascendencia de mejorar como sociedad.
Como saltillenses hoy debemos decidir en lo particular lo que vamos a privilegiar en nuestra escala de valores comunal: ¿Mojigatería que blinda ó liberalismo que expone? ¿Doble moral con riendas ó nula moral desbocada? ¿Religiones con defectos ó ateísmo sin esperanza? ¿Movimientos cuestionados ó cofradías recaudatorias? ¿Empresas socialmente responsables ó empresarios como Madoff? ¿Sociedad fragmentada ó delincuencia organizada? No existe salida fácil, no existe respuesta perfecta, pero existen grandes riesgos.