Los Mayas tenían razón

Publicado el 22 de Diciembre de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

          Anotando compromisos en la agenda que me regalaron hace doce meses me di cuenta que no tenía hojas para Enero. Entonces, bajo el razonamiento de quienes dicen que el calendario Maya marca que sería el día 21, diríamos que la Compañía de Arte Gráfica Gapri SA de CV, editora de mi almanaque, tendría el 31 de Diciembre como fecha fatal. ¿Tiene lógica no?

Calendario Maya
   Pero si estás leyendo esto seguramente es porque las supuestas profecías Mayas sobre el fin de los tiempos no se hicieron realidad el día de ayer…. Al menos no en ti. Pero, basta con hojear las páginas de obituarios y esquelas de cualquier periódico del mundo para darnos cuenta como fue que el solsticio de invierno si coincidió con el final para muchas personas.

    Igualmente, en el lejano once de Septiembre de 2001, miles de neoyorkinos vivieron la versión Nostradamusina del fin de los tiempos de una forma que ni las más fantasiosas producciones hollywoodescas habrían podido imaginar. ¿Y que podríamos decir de Diciembre de 2004? Los aterrados turistas vivieron en carne propia la adaptación por parte de la madre naturaleza del cataclismo previsto por Juan en su libro de las revelaciones, el tsunami en las costas de Sumatra fue de una crudeza tal que los inspirados escritos bíblicos quedaron como guiones de Disney ante la increíble demostración destructora de la fuerza de la naturaleza.  

     Luis Donaldo nunca lo vio venir pero su apocalipsis lo alcanzó en Lomas Taurinas, Cristo supo que su tragedia estaba cerca cuando el beso de Judas y a Jenny Rivera ya sabemos lo que le pasó. Los dinosaurios vieron caer un meteorito de dimensiones gigantescas por Yucatán como aviso de su extinción y los nativos norteamericanos tuvieron en la colonización inglesa el principio del fin. A mi padre le llegó en forma de cáncer veinte años antes de lo que era su esperanza de vida, unos presienten que se acerca el final cuando ingresan al crimen organizado ó a las fuerzas armadas, otros lo saben cuando ven a los secuestradores rodeándolos y unos cuantos afortunados llegan al final en una apacible serenidad sentados en la mecedora como le pasó al tío Joaquín.

    Pero a todos nos llega ese temido final. Y si de algo sirve interpretar las profecías, no será para tener la certeza de una fecha, sino para darnos la seguridad de que nadie es inmortal. Faltan miles de millones años para que el sol deje de brillar y entonces sí, a este planeta llamado tierra se lo habrá cargado el que hace reír, pero podemos apostar a que para cuando eso suceda, la humanidad habrá alcanzado avances tecnológicos que le darán nuevas formas de sobrevivir como especie.

    Dudo que los Mayas hayan pretendido dejar un mensaje con su calendario, pero si quisieran transmitir una enseñanza, sería algo que nada tiene que ver con la muerte, sino más bien con vida. Y es que los calendarios fueron ajustados en base a observación astronómica por distintas civilizaciones a lo largo de la historia no para medir el tiempo en función de años vividos y mucho menos como sentencia de muerte, sino como indicadores para sembrar, fertilizar, cuidar y cosechar semillas ó alimentos. Todos los calendarios de la antigüedad tienen como finalidad sacarle el mejor provecho a la tierra, nunca fueron el tirano e implacable reloj en lo que ahora se ha convertido nuestra forma de vida.

    Dejemos entonces de pensar como modernos citadinos del siglo XXI que hurgan obsesionados en el pasado para descubrir como van a morir; pensemos mejor como los Mayas de hace siglos, esos que miraban al cielo para saber que en el futuro estaba lleno de oportunidades que les garantizaban una vida mejor. 
  cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx