La sana competencia

publicado el 14 de Octubre de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés

No debe verse a la competencia como a un enemigo, se le debe considerar como algo que nos ayuda a superar nuestras capacidades. Esa es la forma de pensar que compartimos la mayoría de los empresarios, el perfil del empresario real incluye una gran dosis de deseo de competir en buena lid con aquellos que buscan lo mismo que uno: un pedazo del pastel.
Las gestiones de los comerciantes organizados ante las autoridades para procurar la igualdad de circunstancias para los competidores ha sido polemizada por aquellos que no pueden ver más allá de su propia conveniencia, y estos no somos los empresarios. Por supuesto que los comerciantes buscamos proteger nuestros negocios, igual que los obreros defienden sus trabajos, los maestros sus plazas, los industriales el costo de sus insumos, los concesionarios de televisión y radio su señal, los políticos su ideario, los agricultores su tierra, los contadores, abogados y doctores su cédula profesional, etcétera. Todos tenemos el derecho a exigir que nadie venga a intentar llevarse parte de nuestro modo de vida de una forma ventajosa y desleal para México. Piratería, evasión fiscal, nulas relaciones laborales, consumismo, mala calidad, inviabilidad para hacer válidas las garantías; son algunos de los vicios que las ahora frecuentes expos (de exposición) traen consigo, en perjuicio de muchos saltillenses.
Señalización, existencia y carga de extintores, rutas de evacuación, pago de recolección de basura, registro patronal ante el seguro social, infonavit, fondo de ahorro para el retiro, impuesto sobre nómina, impuesto al activo, seguridad social, impuesto sobre la renta, impuesto al valor agregado, norma oficial mexicana, pedimentos de importación, manuales de procedimientos, códigos de barras, pólizas de garantía por escrito, contabilidad, uso de suelo, licencia sanitaria y muchos etcéteras más son las cargas financieras, operativas y fiscales que cada día cumplimos los comerciantes establecidos, por eso los sueños de los changarros son difíciles de alcanzar, no es que no exista el mercado, no es que no sepamos como abordarlo, es que el país pesa mucho.
Los empresarios hemos aplaudido el arribo a nuestro país y nuestra ciudad de las grandes cadenas comerciales y de los impresionantes almacenes departamentales, aún con el costo que esto tiene para nuestra conveniencia económica. La diferencia con las expos itinerantes es que este tipo de comercios si generan empleos, si pagan impuestos, si cumplen con sus obligaciones, vaya, están sujetos a todos los compromisos que cualquier persona física ó moral mexicana tiene. Nadie podrá negar que los negocios de clase mundial, refiriéndome con esto a estándares de calidad en servicio y productos, han sido el motor para mejorar los procedimientos de los negocios tradicionales, lo que le brinda al consumidor cada vez más y mejores opciones para elegir donde adquirir los bienes y servicios que necesita a un precio y trato justo. Que se entienda bien, los comerciantes organizados no queremos volver al proteccionismo que tanto daño hizo al país, queremos que siga llegando la sana competencia que nos hace ser mejores cada día, la que nos fuerza a estar reingeniando constantemente nuestra forma de hacer negocios, la leal competencia que cree en el beneficio mutuo del intercambio comercial. Espero que la opinión pública entienda la diferencia entre la buena influencia y la mala, ya que los comerciantes estamos entre ambas.