Mis vacaciones del terror

    Muy en boga esta hoy en día el término discriminación positiva. A grandes rasgos, trata de hacer una distinción preferente hacía una minoría, grupo ó persona focalizada. En mercadotecnia, este tipo de discriminación ha encontrado una interesante veta donde se hace posible la magia de cobrar un sobreprecio para ofrecer a cambio un servicio diferenciado, lo cual inyecta márgenes de utilidad adicionales a las empresas que ofrecen este tipo de segmentación entre su clientela, es el mercado VIP (Very Important People por sus siglas en inglés).

   Mención aparte y sin venir al caso, pero es realmente curioso como los consumidores caemos en la paradoja de un día ser seducidos por el concepto VIP pagando de más con la ilusión de sentirnos importantes, y al siguiente somos víctimas del también exitosísimo caso de las rebajas increíbles en las tiendas de última llamada, Outlets, black Friday ó nuestro tropicalizado Buen Fin, en estos casos con la ilusión de eficentar el gasto pagando de menos aunque nos convirtamos en VCP (Very Comon People)

     Pues ahí tienen que en alguna ocasión tuve la genial idea de viajar por avión en una compañía de las llamadas de bajo costo. Primero escuché por un lado de mi hombro derecho una inocente vocecilla que me decía lo importante de no derrochar el dinero si este tipo de líneas aéreas tenían unas tarifas realmente atractivas, así que compré los boletos para las ansiadas vacaciones familiares. Luego, una vez en el aeropuerto y amonestado por mi señora al no haber previsto que viajando con cuatro niños y sin tener lugares asignados aquello se podría convertir en una pesadilla, otra vocecilla, esta vez con un tono petulante, me dijo que mi familia bien merecía un trato VIP, y que unos cuantos pesos no serían  el obstáculo para la felicidad. Me dirigí al mostrador dónde una agradable chica, con una bella sonrisa y cuyo gafete decía Maritzia, me hizo favor de venderme el Up Grade de pasajeros normales a viajeros VIP, eso nos daría la oportunidad de abordar antes que los demás el avión para asegurar los mejores lugares y poder sentarnos juntos.

      De ahí, a documentar las maletas. Me encuentro nuevamente con Maritzia, esta vez su trato no me parece tan encantador y en medio de una inexpresiva sonrisa me dice que tendré que pagar una cuota extra por exceso de equipaje. Volteó a contar a los miembros de mi familia y hago lo mismo con las valijas, una y otra vez…. Maritzia debía estar en un error, éramos seis personas felices que llevábamos seis atiborrados velices, y así se lo hice saber. Pero la mujer me dijo que seguramente no había leído el contrato que estipulaba el costo adicional por maleta que no pudiera considerarse como equipaje de mano. Así que a pagar un poco más.

       Tres horas más tarde y después de dos avisos de demora, vimos a los lejos que nuestra nave por fin estaba en la pista. Repentinamente todos los pasajeros se empezaron a apretujar en las puertas de salida de la sala, era obvia la importancia de tener un buen lugar en la fila para subir primero a la aeronave al no haber asientos asignados, pero eso era algo que no debía preocupar a quienes teníamos boletos VIP. ¿O sí?…

     Preocupados al ver que no existía una hilera designada para los tenedores de los pasajes especiales, nos fuimos aproximando a las puertas, agitaba mis boletos por lo alto y gritaba que yo había pagado por lugares VIP y que debía estar al principio de la fila. Batalle mucho, hube que empujar a mucha gente y no menos de tres señoras me recordaron a mi madre, y no me refiero a que al verlas yo hubiese recordado a quien me dio la vida. Finalmente llegué al frente de las filas donde una exasperada Maritzia, con una forzada sonrisa me indicó que aún no era mi turno.  Era una inepta, claro que mi lugar debía ser adelante.

        Minutos más tarde anunciaron por los altavoces que era tiempo de empezar el proceso de abordar. Y, asemejando al banderazo de la mejor carrera de caballos del Derby de Kentucky, al abrirse las puertas salimos todos disparados para asegurar ser los primeros en entrar. Era de esperarse. Como aerolínea de bajo costo, el pequeño avión que nos transportaría no tenía el tamaño para alcanzar las terminales convencionales, así que debíamos primero abordar una terminal móvil tipo camión que nos llevaría hasta dónde estaba la aeronave….. De modo que fuimos los primeros en subir a la sala móvil, y, para nuestra desgracia, fuimos empujados al fondo de la misma por la masa de gente que subía detrás de nosotros. Así que, tristemente fuimos los últimos en bajar del camión, por lo tanto últimos en abordar el avión.

    Subí los escalones hecho una furia con mis billetes VIP en la mano, una vez arriba, la tal Maritzia con su descarada sonrisa me decía que no podía ella hacer nada y que si quería podría quejarme en la página web de la compañía.  Viajamos separados los seis, y cuando a treinta mil pies de altura, Maritzia, con su hipócrita sonrisa me ofreció algo de beber (vendido, por supuesto), lo rechacé porque mi sexto sentido me decía que podría venir acompañado de algún extraño fluido salido de su boca.


     Llegamos a nuestro destino, y como cereza en el pastel nos encontramos con que una de nuestras maletas había sido documentada en otro vuelo. Y claro, la persona que nos atendió para tomar nuestros datos y enviar después la maleta perdida no podía ser otra que la horrible Maritzia, con su estúpida sonrisa. 

Un tenista para el TRI

Publicado el 06 de Julio de 2014

      Observaba a la gente abandonar las salas de cine cabizbajos. Y aunque en cartelera estaba el filme que tanto ha hecho recaudar a Kleenex (Bajo la misma estrella), la gente salía apesadumbrada por haber presenciado como la Selección Nacional era eliminada por unos holandeses que, más allá de juicios cargados, lucharon afanosamente por su triunfo.

    Como mexicano, el dolor y la tristeza por ver nuevamente al TRI vencido en octavos de final de la Copa Mundial no me da derecho a opinar sobre su funcionamiento, habré de entender que ellos representan a la Federación Mexicana de Fútbol, integrada por un puñado de clubes que bien pudieran ser propiedad de japoneses, árabes, y por qué no, holandeses. Pero como consumidor prácticamente cautivo de una marca, si puedo demandar a mis proveedores una mejora en el producto. Y eso es lo que hacemos cuando cuestionamos el accionar de un representativo que cada cuatro años quisiéramos llevar hasta los tribunales o ante la PROFECO por no cumplir con nuestras expectativas.

      -No llores, es sólo un juego- le decía un padre a su hijo saliendo del complejo de cines. ¿De verdad? ¿Es sólo el resultado de un juego o es el fiel reflejo de una filosofía nacional? No puedo sino sentirme identificado con ese niño llorando cuando me doy cuenta que las lágrimas quizás no sean por el sentimiento de la eliminación de un equipo, sino por la impotencia de saberse destinado a vivir en una cultura que se niega sistemáticamente a producir ganadores.

    Por supuesto que una derrota no desmerece otras realidades: En fútbol, nuestros representantes han mantenido un envidiable nivel mundial desde México ´86 que ya quisiéramos en otras disciplinas o mediciones como salud, educación, desarrollo de tecnología o valor agregado a lo que producimos. Quedarse en la orilla no es el pecado ya que por definición, cuando hablamos de competencia, alguien tiene que ganar. Pero caer de la forma en que lo hicimos el domingo pasado en todas sus aristas, eso sí que es para cambiarlo.

     Y es aquí donde entra el título de esta columna. Me gusta la forma de puntaje que se utiliza en el tenis porque no da margen para administrar una ventaja ni para hacer más honrosa una derrota: Para ganar un partido debes ganar el último set, que solo se obtiene si te llevas el último juego del mismo, que a su vez gana quien se imponga en el punto final. Paralelamente, para perder con dignidad debes rescatar puntos, juegos y sets que implican doblegar contablemente al contrario. De no ser así, aquello se convierte en un lastimoso atropello.

    Así en el tenis, el ganador debe terminar superando a su rival en cada una de las instancias que se reflejan en el marcador. Por más superioridad que demuestres sobre tu oponente, no puedes bajar los brazos y tienes que ganar cada una de las puntuaciones finales. Ahí no existe la defensa preventiva del fútbol americano ni cabe el pitcher taponero del béisbol, no hay los 24 segundos para pasear el balón del basquetbol ni la distancia adelante del siguiente corredor del atletismo; y mucho menos puedes replegarte a piedra y lodo esperando que tu ejecución destructiva o pasiva se imponga a la capacidad creativa del contario como lo vimos hace una semana.

     Claro que el caso del conjunto tricolor es solo el botón de muestra. Cuántas veces hemos visto como los políticos tienen todo para realizar cosas trascendentales y terminan por disciplinarse a su partido (o peor, a intereses personales) en la maldita mentira de que lo hacen por un bien mayor que jamás permea hacia los demás. Cuántos empresarios que olvidan su misión social cuando las monedas empiezan a ser más pesadas que la responsabilidad humana y cuantos hombres de negocios que prefieren ser absorbidos antes que conquistar otros mercados. Cuántos trabajadores que depositan su voto un domingo y cumplen con un exhausto y productivo turno diario pensando que ahí termina el patriotismo. Cuántos historiadores, periodistas y gente de letras, pero cuan pocos filósofos y pensadores.      

      Dejemos de culpar a un árbitro o a un Presidente por sus errores de apreciación, dejemos de satanizar a un holandés bueno para los clavados o a una república china que subsidia su lejanía geográfica, dejemos de acusar a la FIFA o a la policía por no ser perfectos cuando nosotros deberíamos poner más atención en la prevención. Dejemos de culpar a los demás, y aceptemos que nuestros males no provienen de lo que otros nos hacen, sino de lo que dejamos de hacer.

cesarelizondov@gmail.com

Los universitarios en el Mundial

Publicado el 29 de Junio de 2014

    Son la mano que mece la cuna. Aunque a la frase se le dan distintas definiciones desde diferentes percepciones, para la gran mayoría de las personas quiere decir algo así como el poder tras el trono, quienes están tras bambalinas, los que mueven los hilos para que las marionetas tengan movimiento. Claro que parece fría y calculadora esta forma de ver las cosas, pero estarás de acuerdo conmigo en que la realidad es que ningún niño podría brincar descalzo del ennegrecido piso de las favelas para aterrizar con tachones Nike y uniforme Adidas sobre el suave y verde césped del Maracaná si no fuese por esas manos que mueven cunas.

   Así tenemos que los Maradonas, Neymars, Ochoas, Beckhams y otros más, si bien es cierto que habrían de agradecer su habilidad y/o carisma natural a un Dios o signo zodiacal, le deben sus oportunidades terrenales a quienes tendieron para ellos el escenario en el que habrían de hacer valer sus talentos: Los que mecen la cuna.

    Y esas manos que mecen las cunas del mundo pertenecen a aquellos que tuvieron acceso a la educación superior o universitaria. Y al igual que un mundial de fútbol, no hay espectáculo o evento que no esté manejado por astutas manos llenas de conocimientos que hacen posible que Bruno Mars tenga vendidos con años de antelación sus conciertos, o que Al Pacino y Robert De Niro recauden dinero en sosas películas solo por aparecer juntos, que los juguetes creados por Steve Jobs lleguen al público en las formas más creativas y remunerables posibles. Que todo lo que consumimos, experimentamos y pensamos tenga un cómo y un porqué.

    Alrededor de toda actividad humana está la mano de los profesionistas viendo más allá de lo que parece a simple vista, y de ahí su ventaja para mecer la cuna: El psicólogo entiende lo que realmente quiere decir ese grito de guerra que expresamos tantos mexicanos hacia el portero contrario así como porqué una minoría lo reprime; así como el economista te dice porque si es viable financieramente un mundial en Qatar el médico te explica porque los conjuntos americanos están haciendo mejor papel que las potencias europeas; el fiscalista sabe, aún sin desmerecer el acto altruista, lo que hay detrás de las donaciones hechas con bombo y platillo por jugadores y directivos; el físico te explica la trayectoria del golazo de Roberto Carlos ante Francia (no fue en un mundial)  y porqué es casi imposible volver a ver algo parecido; y mientras el ingeniero civil hace los estadios, geólogos y agrónomos entran antes y después de este para que al final todo sea perfecto.

    Los qués cualquier persona los puede apreciar a simple vista. Los porqués de las cosas son el tipo de conocimiento que hace esa diferencia entre un “ahí la lleva” y un “le está yendo muy bien, le pegó”. Y los porqués de este mundo es lo que recibe un universitario en las aulas.

    Hace una semana en este mismo espacio hablaba de la incapacidad oficial para eficientar su gasto en aras de la educación, pero hay otra cara en torno al tema: Hoy vemos que, al igual que lo están haciendo fundaciones como Teletón en el aspecto de la salud, otras hacen lo propio por el lado de la formación académica ofreciendo becas, llenando así huecos que por la razón que sea, los gobiernos no alcanzan a cubrir.

    Insistir en el estudio no se trata de romper legítimos sueños juveniles de alcanzar el éxito allá dónde apuntan los reflectores, solo se trata de hacerles ver quienes realmente hacen posible que las cosas sucedan. Y resulta que todas esas personas de pantalón largo son amantes del negocio dónde están, unos por pasión, y es cierto que otros por remuneración. Hoy ya no es válida la percepción de antaño indicando que carrera estudiar a fin de tener buenas oportunidades en el futuro, hoy el mundo ofrece tantas variables y hay tanta especialización que un joven puede estudiar algo compatible con aquello que le apasiona.

    Por supuesto que existen muchos asegunes, a través de la historia hemos visto que las manos moviendo las cunas pueden hacer el bien o el mal, eso ya es cuestión del libre albedrío de hacer cada quien lo que quiera con su oportunidad para ser generador de cambios.

     Cuatro años faltan para el próximo mundial y cuatro años es más o menos lo que tarda una carrera universitaria. Hagamos votos porque en el verano del 2018, no solo estemos hablando de una selección de fútbol que puede conquistar el mundo, sino también de una generación de egresados listos para darle al mundo mejores oportunidades.

cesarelizondov@gmail.com

Déficit en Educación: Déficit en Desarrollo

Publicado  el 22 de Junio de 2014

      Recuerdo ese día de cuando iniciaba a trabajar formalmente, estaba haciendo una larga fila en el banco para cobrar uno de mis primeros sueldos. En esa clásica charla que entabla uno en las filas y que empieza por romper el hielo hablando del clima para terminar quejándose de las constelaciones familiares y de las frustraciones amorosas pasando por las culpas al gobierno y criticando la pésima actitud de la cajera, terminé enterándome del cheque que cobraría aquel joven que aún tenía en su cara las huellas del acné propio de la adolescencia arribando a juventud.

    A mi pregunta del porqué recibía un cheque de la Universidad siendo tan joven obtuve una respuesta que no por ser parte de lo que ya había escuchado como leyenda urbana me dejo con ese tipo de ligera preocupación tan parecida a la indiferencia: Era una compensación económica mensual por defender en el campo de juego los colores de la universidad.

     Como seguidor del fútbol americano aquello fue una confesión que solo me hizo ponerle rostro a esa práctica que era secreto a voces entre la comunidad estudiantil. Y el hecho es solo una pincelada de la discrecionalidad de cómo se gasta el presupuesto en nuestro país en materia educativa. Porque pienso que tú y yo estaremos de acuerdo en la necesidad y conveniencia formativa de una partida para el deporte, arte y cultura, pero jamás en recompensar con dinero a los atletas amateurs que en muchas ocasiones estaban matriculados en artes plásticas o en la escuela de música.

     Y por supuesto que me viene al caso cuando esta semana leía en las páginas de Vanguardia que más de diez mil personas se quedarán fuera de aulas durante el próximo ciclo escolar en nuestro estado. Y estas cifras solamente son de la demanda que no cubrirá la UA de C en bachillerato y profesional. ¿Diez mil personas? Si trasladamos el dato a fomento económico nos daremos cuenta que ni las mejores expectativas del más optimista de los inocentes dan para cubrir esa demanda de trabajo a falta de vacantes académicas; y aunque hubiese empleos para todos, no debería estar topada la oportunidad y el derecho constitucional a la educación. Y es entonces que de ahí saltan los jóvenes a la etiqueta de Ninis o peor aún, a delinquir.

    Claro que señalar esa pequeña muestra de cómo se hacen (hacían en el mejor de los casos) las cosas con los presupuestos para educación es solo una gota descongelada del último centímetro de la punta de un iceberg de épicas proporciones. Muy preocupante ver que van y vienen las personas de un lado a otro de la educación pero la diferencia jamás llega.

    Desde mi trabajo, durante años he tenido oportunidad de analizar solicitudes de crédito para el consumo. La radiografía que uno ve en los estudios socioeconómicos individuales no deja lugar a la interpretación fría que tanto gusta a los políticos: No existen familias con 4.3 miembros; o son tres, o son cuatro, o son cinco….No hay mexicano con 9.2 años de formación académica: O se tiene la educación superior o no se tiene, papelito habla.

     Y me he dado cuenta que la aplastante mayoría de mexicanos con trabajos calificados solo ha tenido acceso a la educación secundaria y no puedo sino preocuparme por una nación y una patria chica destinadas a seguir dotando de mano de obra a un mundo ávido de satisfactores materiales pero escaso y necesitado de mentes creativas.

      Difícilmente podremos desarrollar todas nuestras capacidades y posibilidades como pueblo si no tenemos la formación académica que hoy estamos negando a la mitad de la juventud. Que daría yo por escuchar a un rector de universidad decir hoy que haría como diputado o tesorero, y como nos gustaría que un candidato a diputado dijera que haría como rector. Porque en nuestra realidad, ese ir y venir de unos cuantos, está dejando sin oportunidades a unos muchos.

cesarelizondov@gmail.com

La incomprendida misión del padre

Publicado el 15 de Junio de 2014

      En medio de su irremediable y trágica pérdida, el poeta y activista Javier Sicilia dijo en alguna ocasión que ya no sabía si creía en su religión puesto que el cristianismo basa su doctrina en la entrega de un hijo por su padre, un precio excesivo que pagar, dijo el escritor.

     Por supuesto que las palabras de Sicilia están dictadas desde el umbral de un dolor al que pocos hombres son sometidos como lo es enterrar al vástago, pero si lo vemos desde la perspectiva de la persona promedio, descubrimos que en los cimientos del cristianismo está la complicada y no pocas veces incomprendida labor de un padre: Entregar al hijo.

    Desde que escuché la declaración hace unos años, nunca pude dejar de pensar en la frase de Sicilia y en sentirme identificado de algún modo con eso. No hay nada más difícil para un hombre que separarse de su descendencia, finalmente entendí el gran amor de Dios para enviar a su único hijo, ya que más allá de filiaciones religiosas, el concepto tiene acepciones filosóficas.

     Y es que desde la concepción, la naturaleza asigna la protestad del hijo a la madre para que esta lo lleve durante la gestación. Luego, una vez que ha nacido y aún en la incapacidad física de la madre por obvias razones, el retoño es arrebatado al padre desde la cuna porque es el varón quien tendrá que brindar diversas formas de protección a la familia y ahí comienza esa forma de ausentismo llamada paternidad.

    Vienen entonces una serie de desapegos que continúan en la temprana infancia al abandonarlos en la escuela para convertirse en fiero inspector de calificaciones, luego hay que ceder a los hijos a la seductora e incansable juventud donde se disfruta con amigos, se hace cómplice con la madre y se choca con el padre; y de ahí los hijos salen a conquistar el mundo en la búsqueda de un oficio con mejores expectativas de las que tuvo el ya vetusto progenitor, quien para ese tiempo ha pasado a ser como un cuadro en la pared del hogar. 

   Y por supuesto que la pérdida más significativa que tiene un padre es ante el altar cuando hace entrega de su hija a otro hombre, siendo la única tarea que le confían las mujeres en ese importante día, una vez más siendo ornamento. Y encima se espera que sea modelo de fortaleza y contenga las lágrimas.

    Los hijos habrían de saber que cuando nacieron, trajeron consigo la mayor alegría que un ser humano pueda experimentar, y que un padre quisiera congelar el tiempo en esa fracción de eternidad en que el médico pone en sus brazos al bebe para que acto seguido tenga que entregarlo a la ansiosa madre, sabiendo que ese doloroso desprendimiento habrá de acompañarlo por el resto de sus días. El hombre sufre demasiado desde el primer momento en que suelta a los hijos para que tengan sus propias experiencias y rijan su propio destino. Pero habremos de entender que el sacrificio del padre y las experiencias del hijo son caras de una misma y muy valiosa moneda: La vida.

     Un padre debe estar consciente de su responsabilidad para entregar a su hijo al mundo como lo dicta la naturaleza, lo cual no está peleado con los rasgos de amor y humanidad que nos distinguen de los animales no racionales. Un padre no puede caer en la trampa de ser amigo o maestro de sus hijos, de esos tendrán muchos a lo largo de su vida, la definición de padre no debería ser devaluada en amistad o maestro, debe ser llanamente la de padre, vocablo que abarca mucho más. Por eso habríamos de aborrecer a quienes desperdician la oportunidad de ser padres viviendo en la infantil y cómoda creencia de que hay que ser amigos y maestros de los hijos. Y es que si bien es cierto que los buenos maestros escasean y los  amigos se cuentan con los dedos de una mano, la figura paterna solo puede ser numerada por un solo órgano: El corazón. Felicidades a todos los padres en su día ¡¡

cesarelizondov@gmail.com

He aprendido a quererte, y yo que tanto te odiaba.

Publicado el 8 de Junio de 2014

     ¿Se puede odiar y querer? Creo que sí, pues me pasa así contigo; como historia de mal libro, lo nuestro es como un cliché. Y aunque quiero que te vayas, mientras dure te amaré.

     Poco a poco fuiste entrando. Noche a noche y sin descanso. Como un virus anidado, sin apenas darme cuenta, hasta que por fin te vi. Una vez que tuve conciencia de que existías en mí, también supe hasta qué punto te odiaba. ¿Por qué a mí?, habiendo tantas personas, ¿Por qué te arraigaste en mí? Pero hoy te he llegado a querer, y mucho te detestaba.

   Y es que gracias a ti aprendí a platicar con mi padre tantas cosas que callamos siendo que él ya no está aquí. Dentro de muchos reclamos pude aceptar sus motivos y en medio de discusiones él supo que yo lo sabía. Y por mucho que lo nieguen y aunque parezca una vía, contigo existe una forma de saber comunicar. Me ayudaste y hoy te estimo, cuando antes te maldecía.

    Pero quisiera te largues para que nunca regreses. Parece ser incongruente, amar y querer dejar. De esta horrible paradoja ya me quisiera escapar, porque de a ti a pesadillas, prefiero los malos sueños.

   Contigo pensé mejor cómo afrontar un problema. Me enseñaste a distinguir las peligrosas aristas de los suaves y tersos bordes. Me obligaste a ser derecho, cuando podía hacerlo chueco. Me iluminaste un camino cuando todo estaba oscuro. Por eso es que hoy te quiero, aunque también te aborrezco.
   Te has llevado mis descansos y a cambio me das cansancio. Pero ahí entraron mis gustos, mis proyectos y deseos; cuando tú te haces presente me inspiro para escribir, se acomodan las ideas y me dictas las palabras. Y quizás te sientas musa, pero no, eres espina en el pie.

   En ocasiones no llegas y sabes que ni te extraño. ¿Eres tu quien se evapora o mi razón te ha olvidado? Pero siempre, siempre, siempre, me acosas antes de un viaje; sin mediar convocatoria te apareces en la víspera y acompañas mis plegarías. Y una vez fuera de casa desapareces con prisa, ¿Será que una agenda llena te aleja a ti para siempre? Y aunque no te echo de menos, no entiendo tregua en tu ausencia. Hoy te he llegado a querer, y yo que tanto te odiaba.

     Te juro que aquí en mi vida no hay cabida para ti, me robas horas valiosas que ya quisiera dormir. ¿Es de locos o de genios vivir así atado a ti? De locos por abnegarse, de genios salir avante. En el convenio acordado que sin negociar pactamos, en esa forma de trueque donde brillan tus maldades, tú te quedas con mis sueños, yo cosecho realidades. También por eso te quiero, y vaya que si odiaba.

     Para cosas del trabajo también has estado ahí, mientras me acosas sin pausa aprendo a buscar respuestas. Cierto tipo de sapiencia contigo puedo encontrar, me llenas con pensamientos que en la jungla son inciertos, es sentir la soledad. Por eso he llegado amarte, y yo que tanto te odiaba.

    Como villano o como héroe había de haber adversario, lo hay, y te gana en la pelea. Me afecta cuando te vence, me molestan sus resabios. Ese antagónico es diablo, pero como todos los demonios este tiene buena cara, despacito va avanzando y finalmente te gana. Como él te vence y yo te odio, parecería ser mi héroe, pero se cambian las cosas pues resulta peor que tú, así que aunque se imponga, el alcohol no es solución.

     Trastornas a ese rey tiempo, lo más valioso que tengo. Y en esa definición encuentro el odio y amor: El tiempo que en algo robas, en algo más lo retornas.  Hoy te llegado a querer, Insomnio, y yo que tanto te odiaba.

cesarelizondov@gmail.com


Torta Paseada

Publicado el 01 de Junio de 2014

      -¿Porque siempre guardas una torta para llevar a tu casa?- le pregunté.

    - No es para mí, es que mi madre siempre hace una torta de más y me pide que se la entregue a cuando regreso por la noche. Es para su cena- respondió él.

     Así pasaron varios meses, y cada vez que hacíamos un alto para comer en los paradores al pie de la bajada empedrada entre los cañones del Tunal y la Carbonera, pensaba que la petición de una madre de regresar con una torta sería una especie de plegaria o alegoría por el buen regreso de un hijo. Hasta que de repente me dijo en una ocasión:

   -Es que mi madre dice que saben más sabrosas las tortas paseadas.-

   Por supuesto que lo entendí. ¿Quién no ha probado una torta, taco o gordita paseada después de un largo día de trabajo? Nos saben mejor que el más exquisito manjar en el más caro restaurante. Pero llego el día en que Eulalio ya no llevó una torta de más a esas jornadas laborales por los ejidos y rancherías de Arteaga en aquellos tiempos cuando el trasiego en esas zonas se refería únicamente a la manzana y la papa.

    -¿Qué pasó, hoy no te hicieron una de sobra?- pregunté.

    -Es que ahora dice mi mama que no le han gustado las tortas paseadas que le he llevado. Me estoy preocupando, quizás esté enferma.-

      Al transcurso de más tiempo, la madre de Eulalio jamás dio muestras de cansancio físico ni problemas de salud. Comía bien, tenía buen humor, dormía bien, descansaba en su casa gracias a su pensión… Pero ya no le gustaban las tortas que le paseábamos.

     Horas de conducir sobre caminos rurales y de traslados entre un punto y otro nos dejaban largo rato para pensar y analizar los misterios de la vida, como por ejemplo el gusto por las tortas paseadas. Y así, en una de esas filosóficas cavilaciones develamos el enigma: No es el sabor de la torta paseada lo que nos gusta, es más bien que el cansancio y el hambre se juntan para que la recompensa sea apreciada en todo su valor; esa era la causa por la que su madre ya no tenía ese gusto: Su todavía fuerte cuerpo no se cansaba al estar merecidamente reposando en su hogar tras una vida de trabajo. Así que luego de una tarde viendo televisión y con bocadillos entre comidas, la humedecida torta que por la noche llegaba ya no era atractiva en forma alguna.

    Y hoy veo algo similar con la menor de mis hijas: Como el recreo es para jugar, olvida siempre comer lo que mi mujer le envía como tentempié para pasar la mañana, y es común que en el camino de regreso a casa la vean disfrutando de alimentos paseados y aplastados que cualquier madre primeriza calificaría como no aptos para el consumo humano, pero que nosotros vemos como gratuitas inyecciones de anticuerpos.

    Y espero que en este domingo tú tengas el gusto de probar una aplastada, olvidada, tibia y sobretodo deliciosa torta paseada. Esa que no puedes disfrutar a tiempo porque la vida va demasiado aprisa, esa que pospones por atender tus responsabilidades, esa que sabe a merecimiento y orgullo y no solo a materia y aderezos, esa que aun siendo alimento, la dejamos al final.

   Que la helada cerveza que hoy consumas sea acompañada por amigos porque la amistad, aunque a veces olvidada, sabe genial. Que la comunión que hoy tengas con cualquiera que sea tu Dios, te dé la certeza de que a pesar de que su credibilidad este aplastada, la religión conserva su sabor. Que la carne asada sea en compañía de la familia, dónde en ocasiones las relaciones son más tibias de lo que quisieras, pero dónde sabemos que como una torta paseada, la familia siempre regresará.

    cesarelizondov@gmail.com

A una semana, te invito a vivir el 21K Coahuila

Publicado el 25 de Mayo de 2014


      Poesía, pasión, carácter, inspiración, familia, frustración y satisfacción, orgullo, organización, heroísmo, solidaridad, altruismo, amistad. Te invito a ti que no vas a correr el 21k de Coahuila el próximo domingo a que seas testigo de cualquiera de la palabras antes mencionadas y más. Te invito a llevarte más experiencias de las que los mismos corredores tendrán. Te invito a vivir el 21k. Sal a la calle el primer día de Junio y verás muchas cosas que seguro te agradarán:

     Entre unos 6 mil participantes, te llamará la atención una marea de camisetas iguales que es el grupo de Rapport. Y más te sorprenderá saber que de la mano de Ricardo Sala, miles de personas de cualquier condición física han logrado que su mente se imponga sobre sus aparentes limitaciones para alcanzar logros que parecían imposibles como correr veintiún mil metros iniciando su preparación desde cero. Pero más te asombrarás al comprobar que el concepto de familia alcanza nuevas definiciones cuando veas que la familia Rapport no deja solo a ninguno de sus miembros y lo acompañan hasta el final.

    Verás también personas corriendo con otra camiseta. Es la edificante historia de quienes corren con causa habiendo recaudado con anterioridad recursos por cada kilómetro que avancen para ser luego entregados a los amigos de Dr. Sonrisas A.C. y llevar felicidad a niños que atraviesan por enfermedades. Inspirador que además del pesado entrenamiento, hayan encontrado tiempo para vender sus kilómetros entre familiares y amigos en una ingeniosa forma de ayudar.

     Verás la frustración en el rostro de aquel corredor que por enésima vez no pudo romper la barrera de las dos horas y acto seguido verás la satisfacción del que por primera vez se aventuró a correr un medio maratón… y en ambos verás el orgullo de haber hecho su mejor esfuerzo.

    Verás a los que se disfrazan de Batman, el Hombre Araña o Súperman con pesados y calurosos atuendos para terminar su recorrido más deshechos que Rocky, y seguro encontrarás en ellos la esencia de los actos heroicos: El anonimato.

    También tendrás ocasión de ver a otro tipo de héroes: Aquellos que participan en la modalidad de capacidades diferentes. Los verás sufrir para subir la pesada cuesta de Urdiñola en la primera parte de la carrera y no podrás contener las lágrimas cuando los veas nuevamente bregar contra corriente en la parte más pesada del recorrido que es el bulevar Carranza en subida. Entenderás que cuando hablamos de capacidades diferentes caemos en cuenta que esas capacidades se refieren más a un carácter inquebrantable que a un físico con limitaciones.

    Quizás veas a Chuy Flores corriendo junto a Erasmo Ramos de AMEVER, quienes al igual que otros alumnos del experimentado “Gato” Araiza correrán literalmente codo con codo para apoyarse. Y podrás ver a través de los ojos de Erasmo como es más importante el diario y silencioso acompañamiento solidario de gente como Chuy que la estruendosa y oportunista dádiva mediática. Y ahí mismo podrás presenciar con cuanta luz se ilumina el camino de Jesús en la vida cuando él se convierte en los ojos de Erasmo durante una carrera.    

    Y podrás encontrar que aún y cuando la poesía es intangible, al observar el ritmo, la cadencia y la forma de correr de los atletas élite, también estarás viendo una forma poética de utilizar el cuerpo humano.

    Y verás la pasión por competir contra uno mismo en la determinación de la mirada que a excelente paso llevan mis amigos integrantes del club de corredores Mustangs / Happy Feet, verás a los voluntarios hacer que la logística de la organización sea llevada a buen puerto desde los puntos de abastecimiento. Verás a miles de corredores no descritos aquí y que cada uno de ellos corre por alguna razón especial. Y verás muchas más cosas de las que yo te pueda enumerar aquí.

    Pero sobre todo, podrás ver el futuro, y en ese futuro estarás tú cruzando la meta de una carrera en la que como todo en la vida, uno encuentra las satisfacciones a lo largo del camino y al final se cuelga una medalla que es un símbolo, más no la felicidad.  Te veo el próximo domingo.


cesarelizondov@gmailcom.