He aprendido a quererte, y yo que tanto te odiaba.

Publicado el 8 de Junio de 2014

     ¿Se puede odiar y querer? Creo que sí, pues me pasa así contigo; como historia de mal libro, lo nuestro es como un cliché. Y aunque quiero que te vayas, mientras dure te amaré.

     Poco a poco fuiste entrando. Noche a noche y sin descanso. Como un virus anidado, sin apenas darme cuenta, hasta que por fin te vi. Una vez que tuve conciencia de que existías en mí, también supe hasta qué punto te odiaba. ¿Por qué a mí?, habiendo tantas personas, ¿Por qué te arraigaste en mí? Pero hoy te he llegado a querer, y mucho te detestaba.

   Y es que gracias a ti aprendí a platicar con mi padre tantas cosas que callamos siendo que él ya no está aquí. Dentro de muchos reclamos pude aceptar sus motivos y en medio de discusiones él supo que yo lo sabía. Y por mucho que lo nieguen y aunque parezca una vía, contigo existe una forma de saber comunicar. Me ayudaste y hoy te estimo, cuando antes te maldecía.

    Pero quisiera te largues para que nunca regreses. Parece ser incongruente, amar y querer dejar. De esta horrible paradoja ya me quisiera escapar, porque de a ti a pesadillas, prefiero los malos sueños.

   Contigo pensé mejor cómo afrontar un problema. Me enseñaste a distinguir las peligrosas aristas de los suaves y tersos bordes. Me obligaste a ser derecho, cuando podía hacerlo chueco. Me iluminaste un camino cuando todo estaba oscuro. Por eso es que hoy te quiero, aunque también te aborrezco.
   Te has llevado mis descansos y a cambio me das cansancio. Pero ahí entraron mis gustos, mis proyectos y deseos; cuando tú te haces presente me inspiro para escribir, se acomodan las ideas y me dictas las palabras. Y quizás te sientas musa, pero no, eres espina en el pie.

   En ocasiones no llegas y sabes que ni te extraño. ¿Eres tu quien se evapora o mi razón te ha olvidado? Pero siempre, siempre, siempre, me acosas antes de un viaje; sin mediar convocatoria te apareces en la víspera y acompañas mis plegarías. Y una vez fuera de casa desapareces con prisa, ¿Será que una agenda llena te aleja a ti para siempre? Y aunque no te echo de menos, no entiendo tregua en tu ausencia. Hoy te he llegado a querer, y yo que tanto te odiaba.

     Te juro que aquí en mi vida no hay cabida para ti, me robas horas valiosas que ya quisiera dormir. ¿Es de locos o de genios vivir así atado a ti? De locos por abnegarse, de genios salir avante. En el convenio acordado que sin negociar pactamos, en esa forma de trueque donde brillan tus maldades, tú te quedas con mis sueños, yo cosecho realidades. También por eso te quiero, y vaya que si odiaba.

     Para cosas del trabajo también has estado ahí, mientras me acosas sin pausa aprendo a buscar respuestas. Cierto tipo de sapiencia contigo puedo encontrar, me llenas con pensamientos que en la jungla son inciertos, es sentir la soledad. Por eso he llegado amarte, y yo que tanto te odiaba.

    Como villano o como héroe había de haber adversario, lo hay, y te gana en la pelea. Me afecta cuando te vence, me molestan sus resabios. Ese antagónico es diablo, pero como todos los demonios este tiene buena cara, despacito va avanzando y finalmente te gana. Como él te vence y yo te odio, parecería ser mi héroe, pero se cambian las cosas pues resulta peor que tú, así que aunque se imponga, el alcohol no es solución.

     Trastornas a ese rey tiempo, lo más valioso que tengo. Y en esa definición encuentro el odio y amor: El tiempo que en algo robas, en algo más lo retornas.  Hoy te llegado a querer, Insomnio, y yo que tanto te odiaba.

cesarelizondov@gmail.com


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