Secreto a voces

Para publicarse el 15 de Febrero de 2006 en El Heraldo de Saltillo

En el colegio de mis hijos el horario de entrada los viernes es a las ocho y media de la mañana, en más de una ocasión hemos caído mi esposa y yo en el error de levantarnos ese día como si fuera cualquier otro de la semana solo para darnos cuenta más tarde de que nuevamente nos equivocamos; la última vez, hace menos de un mes, mi descuido alcanzo el grado de llegar a la escuela a las siete de la mañana y encontrar las puertas cerradas, ante esto, decidí invitar a mis hijos a desayunar unos tacos para matar hambre y tiempo de un jalón.
Ese viernes, como muchos otros, estaban en los tacos más populares de la ciudad algunos trasnochadores que seguramente habían salido tarde de algún antro (como les llaman ahora a los bares), los muchachos amanecidos guardaban compostura y por eso nos quedamos en el lugar. Meses antes yo mismo había acudido al lugar de madrugada junto con mi esposa y un grupo de parejas a terminar la velada, practica muy común entre la gente que desea llegar a su casa a descansar con el estomago apaciguado. La madrugada del sábado pasado, en el mismo sitio al que lleve tantas veces a mi familia, se materializó lo que los saltillenses veníamos sospechando y temiendo desde hace años: la violencia en las calles.
El atentado en contra de un comandante de la policía estatal no puede si no dejarnos interrogantes que preocupan: ¿Está la delincuencia infiltrada dentro de los cuerpos policíacos? ¿Ó el ataque quiere decir que la delincuencia empezará a eliminar a los policías que cumplen con su deber?, cualquiera de las dos alternativas es aterradora, no tengo elementos para saber cual es el caso con el comandante, desconozco si es un funcionario ejemplar y por eso lo intentaron matar ó si fue por un ajuste de cuentas, quiero pensar que es lo primero, pero aún así es preocupante.
Hemos escuchado el secreto a voces de los centros nocturnos de la ciudad en los cuales existe una política inflexible: nadie entra con droga... porque la que se consuma debe ser adquirida adentro. Es un secreto a voces la complicidad de las autoridades con los administradores de dichos negocios, es un secreto a voces el caso de los inversionistas que lavan dinero y distribuyen los enervantes, es un secreto a voces el papel que juegan los meseros de los antros en las transacciones, es un secreto a voces que Saltillo dejo de ser una ciudad solo de paso de droga para convertirse en un importante mercado para el consumo de la misma, es un secreto a voces que nuestra ciudad es morada de narcotraficantes, lavadores de dinero y policías corruptos. Es un secreto a voces que ya nos colombianizamos.
El conservadurismo que siempre caracterizó al pueblo saltillense cedió a la falacia de la modernidad, tomando lo malo de está y despojándonos de lo positivo de aquello. Permitimos el arribo y crecimiento de vicios que algunas voces insistieron eran consecuencia natural del desarrollo de la ciudad, lo que no es cierto, ya que estos fueron resultado de la indiferencia, la conveniencia económica y la vista gorda que padecemos. Ahora que los problemas han llegado a nuestro círculo, a nuestro entorno inmediato, es cuando trataremos de arreglar lo que se pudo evitar. Es un secreto a voces, pero parece una tarea imposible. 8444104775@prodigy.net.mx