Colisión Mx

        Buscaba parecerme al Robert de Niro de Taxi Driver…pero tras una intensa, incesante e infructuosa búsqueda en mi guardarropa, me di cuenta que terminaría más parecido al De Niro de su última película con Anne Hathaway o con el de Despertares al lado de Robín Williams. No encontré ropajes negros acordes para la ocasión y lo más dark que pude ver fue una vieja camiseta de mis devaluados Oakland Raiders. Decidí entonces irme así como estaba, con mi ropa de trabajo. El cabello no creció mucho en un par de semanas y sigo sin atreverme a usar un tinte para cubrir las canas.

       Así fue que el sábado pasado llegue al Bar Moose minutos antes de la media noche. Ya me había disculpado con Patzke porqué antes tenía un evento familiar impostergable, pero quería estar ahí para la presentación en vivo del primer disco (¿así se les dice todavía?) de Colisión mx. Totalmente alejado de mi zona de confort entré en el lugar sin saber que buscaba o que encontraría en el antro.

     Sobra decir que, al igual que para un montón de cosas más, la música es para mí una asignatura en la que tengo tanto conocimiento y experiencia como sacerdote en burdel; o como burócrata en millonarios negocios; o como defensor de los derechos y dignidad de los animales en restaurante parrillero de carnes. Bueno, bueno, la idea es esa.

      Desgraciadamente, no alcancé a ver los grupos que habían abierto el concierto o la tocada. Pero llegué con tiempo suficiente para tomarme unos güisquis mientras saludaba y me ponía al día con Cristina, Leyla, Felipe, Juan Carlos, Buitre y Poncho; y más tarde se unió Gustavo. Y empezó la época del álbum Resurgiendo de Colisión mx. ¿Qué te puedo decir a manera de crítica desde mis nulos conocimientos musicales? Pues, entendiendo el arte como la obra del ser humano para expresar sus ideas y valores de forma estética, pienso que las letras de Resurgiendo de Colisión mx se erigen como una doble manifestación de protesta y de propuestas ante diversos enemigos y aliados del hombre en lo general, del mexicano en particular y de la persona en lo individual: corrupción, guerra, opinión, Don dinero, Dios, incompetencia, evolución (colisión).

    En cuanto a los arreglos musicales, también entendiendo que toda expresión artística encuentra ascendencia en técnicas, movimientos, tendencias, escuelas e influencias de cualquier tiempo y espacio, puedo decir que lo escuchado me recordó al Iron Maiden de mis épocas de metalero light, tiempo en el que por cierto, quede atrapado en cuanto a renovación de material, nuevos intérpretes y distintas bandas bajo la acertada filosofía y programación de Radio Concierto para los villamelones como yo: lo más popular de los clásicos, y lo más clásico de lo popular.   

     Encontré en los arreglos también un singular recurso que no me pareció haber escuchado antes: una voz gutural a manera de un tipo de coro o segunda voz, donde el bajista Carlos “Parka” Martínez realiza unas intervenciones y acompañamientos en el micrófono con un grave, prolongado y aguardentoso tono que le da a las canciones un toque muy original. Una institución saltillense en la batería como lo es Sergio García, se constituyó en el concierto y en la grabación como el ancla perfecta que deben ser las percusiones en toda banda para la correcta y sincrónica cohesión de los esfuerzos de cada uno de sus integrantes.

     Mi amigo de muchísimos años, el “Jipi” Garza, tuvo su momento de gloria con un espléndido solo en la guitarra y comparte la autoría de la letra de una de las canciones, o rolas, pues. Y yo sigo preguntándome como le hace para ser un hombre exitoso en su trabajo y su vida privada, y encima darse tiempo para darle rienda suelta a su pasión.

       Y en la voz, también mi amigo y compañero de viejas andanzas, Alejandro G. Patzke. Quien tuvo la gentileza de recordar que en el pasado fui insistente en querer conocer y presenciar su trabajo, por lo que me extendió la invitación para el lanzamiento. ¿Cómo puede uno conservar objetividad cuando son sus amigos los que están sobre el escenario? Imposible.   
  
      La tranquila personalidad de Alejandro en la calle, se transforma radicalmente en el tablado para interpretar con voz, gesticulación y lenguaje corporal lo que tantas personas sentimos y sus letras bien describen, lo que tanta gente quiere hacer pero no se atreve a pisar un escenario o a publicar sus creaciones, lo que tantos le quisiéramos gritar al mundo: Aquí estamos quienes no nos conformamos; evolucionando, colisionando, Resurgiendo ¡¡.

     Te invito a conocer estos creadores locales en www.colisionmx.com, iTunes, Google Play,  en Spotify y en la tienda Heavy Machinery de Rock, sobre la calle de Hidalgo, en Saltillo

No hay Bronco, ni hay nadie.

Publicado el 18 de Octubre de 2015 en 360 Domingo, de Vanguardia

         No ha sido escuchando los estirados monólogos de aquellos que se autodenominan intelectuales, ni ha sido recibiendo información de los que viven de la política, tampoco ha sido por los análisis de mis amigos periodistas y menos en las organizaciones gremiales, sociales o no gubernamentales de las que he sido miembro activo o invitado. No, el saber quién resultará ganador de las contiendas electorales lo he descubierto sentado mientras bolean mis zapatos en la Plaza Acuña de Saltillo, también conocida coloquialmente como la plaza de los huevones.

        Ahí supe que Los Amigos de Fox, el movimiento de finales del siglo pasado y principios de este que rompió con la hegemonía priista, era una cruzada que había rebasado las estructuras del PAN, y que por esa razón la propaganda y recursos estaban llegando más rápido y mejor a un mayor público. Me enteré ahí que el PRI no metería ni las manos en 2006 y que en mi ciudad el PRD recibiría una copiosa votación porque alguna importante estructura local se movía en favor del Peje más que de Madrazo. Entendí que a un gobernador, en su eterno afán de preservar su nombre e imagen institucional aunque se pierda todo para los demás, se le alborotó muy temprano la sucesión y la misma estructura que antes lo apoyo ahora le daba la espalda. Supe que el poder se heredaría entre hermanos sin mayores contratiempos y ahí tuve conocimiento de que en busca de una alcaldía, el candidato con nombre de bulevar terminaría por imponerse a alguien que si bien no era popular en algunos círculos, en otras partes había tejido fino y además nunca había perdido una elección.

      ¿Es que la gente que acude a la plaza tiene poderes sobrenaturales? ¿Poseen algún tipo de oráculo? ¿O tendrán información privilegiada que nadie más conoce? Nada de eso. Algo de lo que pasa es que ahí concurren las personas que son representativos del grueso del voto popular: Obreros, campesinos, albañiles, microempresarios, servidumbre doméstica, choferes, desempleados y trabajadores en general. Además que esas personas llegamos desde de cada punto cardinal de la ciudad, desde cada colonia y asentamiento humano de la capital coahuilense. Y siendo que el bolero es una especie de peluquero, cantinero o taxista en cuestiones de comunicación, ahí obtiene uno toda la información que los demás clientes y paseantes dejaron antes con el lustrador de calzado.

       Pero no te confundas, no es un termómetro del sentir ciudadano lo que uno capta en esa plaza mientras conversa con los boleros, porque para eso están las redes sociales e iluso sería pensar que ese sentir es el que decide las elecciones. De lo que uno se entera ahí es de cómo y por quién están llegando los recursos (léase despensas, cemento, tinacos, etc.) a las bases partidistas, o más que el cómo, es el cuanto y que tan seguido. Y hasta ahí llegaron los Amigos de Fox; y ahí los sindicatos se fueron por uno de los suyos para gobernador, y luego por su hermano; y ahí, alguien con mucho poder local operó para el PRD en 2006; y ahí fue notoria la falta de mucho aceite a la maquinaría para dejar el camino libre permitiendo que otro ganara la alcaldía, aún desde una endeble plataforma política cuyo único ofrecimiento era un cambio de siglas y la promesa de portarse bien (él, no sus colaboradores).

         Y ahí tienes que al día de hoy, la apatía hacia la política es lo que reina en el ambiente de la Plaza Acuña. No hay buenos, no hay malos, ni hay mesías, ni bronco, ni indómito, ni dama, ni nada. Hay desosiego ante la vida, eso sí; y entre paréntesis diré que a veces pienso que los estragos de las políticas económicas que ya no sabemos a cuál doctrina endosarle, finalmente han acabado con el espíritu de realización entre los coahuilenses al seguir siendo tierra fértil para ser los reyes de la mano de obra, que si bien es cierto permite al trabajador llevarse algunos centavos en los bolsillos, no le permite ascender en la pirámide de Maslow.  Pero ese es tema para otra ocasión.

        Volviendo a la Plaza Acuña, buscando en ese reducto de información de lo que pasa en las colonias desde las organizaciones territoriales, mientras bolean mis zapatos le pregunto a quién hace el trabajo que es lo que ha escuchado de Riquelme o de Guerrero, de Guadiana o de Noé, o de Lenín y de Isidro, la Senadora y el Diputado, y el bolero se encoge de hombros para simple y lacónicamente decir: no patrón, ahora sí pienso que estamos bien jodidos, de todos los que usted dijo, ninguno ha traído ni sal pa´l aguacate.



     

Imagen y contenido, forma y fondo

Publicado el 11 de Octubre de 2015 en 360 Domingo, de Vanguardia

      “No preguntes que puede hacer el país por ti, pregúntate mejor que puedes hacer tu por el país.” Esa frase matona (como diría mi tocayo) le dio al discurso de toma de posesión de John Kennedy como Presidente de Estados Unidos un lugar preponderante en los anales del mundo de la oratoria. Después de haber terminado en las urnas con un empate técnico en el voto popular dos meses antes y por lo tanto con mucha opinión pública en contra, la retórica de su mensaje fue el catalizador para el inició perfecto de una administración que terminó de la forma más imperfecta que pudo haber sido.

    Para los estudiosos de la imagen, la política y la televisión, la campaña presidencial de Kennedy ha sido objeto de diversos y profundos análisis debido a la forma en que este se impuso al entonces vicepresidente Richard Nixon. Y los vendedores de la imagen y la televisión han sabido explotar el fenómeno desde hace más de medio siglo; y los simples mortales hemos caído en la creencia de lo que nos dictan desde su perspectiva.

    En una rápida googleada, podemos encontrar lo que siempre nos han presentado como el punto de quiebre o decisivo de aquella contienda política: el primer debate televisado en la historia. El fresco y juvenil senador de Massachusetts se impuso al agrio y experimentado candidato del partido republicano frente a un público ávido de conocer a través de la magia de la televisión el futuro no solo de un país engrandecido tras la segunda guerra, sino también el de un angustiado mundo por la tensión implícita de la guerra fría. Como reguero de pólvora en todos los ámbitos de comunicación, corrió el borrego de que la imagen física de Kennedy había sido el factor decisivo para ganar el debate y luego la presidencia. Y de ahí hasta nuestros días, el culto a la imagen ha ido al alza sin contrapeso que lo detenga.

     Difícil sería hoy, calcular un porcentaje de importancia a la imagen de esos candidatos con relación a los votos recibidos, porcentaje que sin duda existe. Pero por esa atractiva ventana de porcentajes cuando hablamos de cómo se conforma un todo, es por dónde, desde mínimos porcientos, se cuelan imprecisas teorías que luego se maquillan como tendencias y que al paso del tiempo se les asignan más y más importancias de las que realmente tienen.

     Y todo podría quedar en el simple y vago anecdotario de las cosas y personas públicas…. de no ser porque ciegamente nos llevamos la premisa a casa, y educamos a nuestros hijos poniendo más énfasis en el culto a las formas (imagen) que en la importancia del fondo (contenido). Cuando se ejemplifica con un tipo como el de Kennedy, es fácil caer en el cándido error de atribuirle más carisma que capacidad.

      Tú sabes lo que pasó más adelante. Primero fue muerto Kennedy y años más tarde Nixon llegó a ser Presidente. Y lo que nos interesa de sus vidas, es aquello por lo que la historia los ha juzgado: Una vez en el poder, las formas de Nixon provocaron que sus compatriotas conocieran el fondo de sus intenciones y ese fue el acabose como servidor público; mientras que a Kennedy, ni toda su buena y arrolladora imagen y personalidad le fueron suficientes para evitar que la amenaza contra ciertos intereses representada en el fondo de sus políticas, fuese la razón por la que sus enemigos terminaron con él.

    Quizás nuestros hijos piensen que la sola imagen es suficiente para encumbrarlos como los publicistas y asesores han hecho creer que pasó con Kennedy, pero mejor harían en creer que el máximo legado de ese hombre fue reflejado en aquel discurso inaugural donde supo conectar su pensar con el verdadero sentir y anhelar de su pueblo que había recogido de ellos en campaña. Los estudiosos de la política (no de la grilla), saben que los factores determinantes de aquellas elecciones fueron la mayor cercanía de Kennedy con los ciudadanos tanto corporal como ideológicamente ante un Nixon distante y ausente. Y los que saben de oratoria, entienden que la magistral pieza pronunciada en ese frío enero de 1961 tuvo que ver más con el conocimiento y la preparación que recogió de saber escuchar y entender a la gente en sus comunidades, que con los ademanes, tonos de voz y arreglos que hubo puesto en su persona y sus palabras a través de la televisión. El pecado o el fondo que finalmente tumbó a Nixon fue descubierto por la sucia forma de hacer las cosas, la mala imagen solo lo sepultó; el legado de Kennedy no tuvo que ver con su imagen física y el impacto de esto ante públicos masivos, sino con su cercano trato con la gente y la empatía que existía por afinidades humanas, no estéticas.

    Por supuesto que la imagen y la forma son importantes, pero, ¿En cuánto porcentaje con relación al contenido y el fondo?
cesarelizondov@gmail.com