Nenikékamen Chivita

Publicado el 16 de Marzo de 2014 en Revista 360 de Vanguardia

   La Chivita puso su parte. Y si Dios quiso y puso la suya, ayer sábado, Don Alfredo Castillo Solís (alías La Chivita) debió completar la increíble hazaña de completar 64 maratones en poco más de dos meses corriendo alrededor de la Alameda de nuestro Saltillo. ¿Qué es lo que motiva a un hombre para emprender tan descomunal reto?

   Pongamos primero las cosas en perspectiva. Aunque la historia oficial nos cuenta distintas cosas, el romántico mito dice que cuando los Griegos vencieron a los Persas en la batalla de Maratón en 490 a. C., Filípides fue el encargado de llevar la buenas nuevas hasta Atenas para evitar un suicido masivo, recorrió cerca de cuarenta kilómetros sin parar y cuando llegó, solo alcanzo a decir nenikékamen (hemos ganado) y cayó muerto. Así fue que cuando los griegos organizaron los primeros juegos olímpicos modernos a finales del siglo XIX, encontraron en la leyenda de Filípides el gran evento que remitiría a la antigua Grecia las nuevas olimpiadas. Entonces tenemos que la prueba del maratón consta originalmente de correr cuarenta mil metros –a partir de los juegos olímpicos de Londres 1908 se agregaron dos mil 195 metros para que la carrera iniciara en el Castillo de Windsor para que la Reina pudiese presenciar la salida sin abandonar sus aposentos-.

     Luego de esos virtuales viajes en el tiempo y el espacio hasta Atenas y Londres, regresamos nuevamente al Saltillo de La Chivita, este hombre que durante medio siglo se ha ganado el pan construyendo miles de casas con sus propias manos y que durante cerca de cuatro décadas a avanzando kilómetros suficientes para darle sobradamente la vuelta a la tierra impulsado por un gran corazón y por sus propias piernas. Tuve el privilegio de acompañar a Don Alfredo el miércoles pasado durante un rato de su largo compromiso esperando entablar una buena plática que me ayudase a entender los cómos y porqués de su epopeya; pero, con veinte años de diferencia en edades a mi favor, la diferencia en capacidades atléticas era aún más ancha en favor de él y no pude aguantar el impresionante paso que llevaba. Poco pude hablar con él pero fue suficiente para entender su sentir.

       Aquejado por el desempleo, coincidiendo con su cumpleaños y en agradecimiento a Dios por una vida dónde ha podido convivir con su familia por tres generaciones ascendentes y otras tantas descendentes, La Chivita resolvió enviar un mensaje de esperanza a quienes habitamos un planeta sobrepoblado dónde las oportunidades se evaporan ante la feroz competencia en cualquier campo, dónde las circunstancias de ascendencia y relaciones influyen más que las de capacidades para acceder a esas oportunidades, y es por eso que personas como La Chivita se vuelcan en asombrosas proezas para conseguir por pura voluntad y de forma unilateral algo único que nos demuestra de lo que somos capaces, dejando pasmado a un mundo que a muchos niega un futuro al enviar distintas y duras pruebas sin más armamento para combatirlas que nuestra mente, cuerpo y espíritu.

    Desde mi entender, la heroica gesta de La Chivita reivindica los esfuerzos de todos aquellos que se suben a un escenario y no han recibido un Oscar, a quienes ingresaron a la política por ideología y pareciera que su misma convicción los aleja de la posibilidad de aparecer en una boleta, a los que han emprendido negocios y ven sus esfuerzos vanos para convertirse en el próximo McDonald´s, a los que dejan todo su entusiasmo cantando en un Karaoke porque no hay más espacios, a los cientos de miles obreros saltillenses que día tras día y durante años despiertan antes que el sol para llegar a sus trabajos, a los que juegan fútbol llanero sin esperanzas de pisar jamás el césped del estadio Azteca y claro, a quienes participamos en carreras de fondo bajo la filosofía de José Alfredo Jiménez: No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar. En fin, a todos los que son movidos por sus pasiones más que por sus razones.

     Y no creo equivocarme al decirle a Don Alfredo “La Chivita” Castillo Solís que a nombre de todas aquellas personas que en nuestros corazones queremos pero que en nuestras realidades no podemos, que su esfuerzo bien ha valido la pena porque hoy muchos nos sentimos inspirados por su titánico logro y bien podemos  decir que gracias a La Chivita, nenikékamen (hemos ganado).

cesarelizondov@gmail.com