Caso Schiavo, legal contra moral.

Para publicarse el 01 de Abril de 2005 en El Heraldo de Saltillo

Por César Elizondo Valdés


Finalmente murió Terri Schiavo, la norteamericana que pasó los últimos quince años de su vida en estado vegetativo persistente. Como sabemos, la defunción de Terri fue a consecuencia de haberle retirado asistencia médica para nutrir su organismo, simplemente la dejaron morir. El drama real, que como de costumbre es mayor a cualquier historia surgida de la imaginación humana, se desata cuando el ahora viudo razona que su esposa debe ser asistida para morir, ó debe dejar de recibir ayuda para vivir ya que su estado es irreversible y su calidad de vida carece de dignidad; por otro lado están los padres, aferrados a los latidos del corazón de su hija, los cuales dan claras muestras de que sigue existiendo vida dentro de ella.
Por supuesto que el debate debe ser analizado desde el punto de vista de profesionales en materia legal, científica y teológica para darle solidez, pero, aún cuando los que saben nos den sus conocimientos, la propia conciencia es la que termina por dictar nuestra posición a determinados asuntos. Así, fiel a mi costumbre, me voy a un extremo para intentar dejar en blanco y negro la opinión de un servidor sobre el caso.
Como padre de familia no puede uno sino sentirse identificado con los padres de ella, sobretodo cuando acabas de pasar por el primer año de alguno de los hijos, cuando necesitan la asistencia de sus progenitores para absolutamente todo. No imagino a una madre dejando morir de hambre a su bebe por el argumento de que no puede valerse por si mismo, no puedo imaginar a un hijo dejando morir a su padre enfermo porque su estado le impide administrarse los alimentos ó medicamentos, tampoco puedo saber que decisión tomaría un juez si la persona sentenciada a dejar de recibir alimentación en la cama del hospital fuese su hija. Un herido inconsciente que está perdiendo sangre se convierte en caso terminal si carece de ayuda para detener la hemorragia. Lamentablemente, el problema no es el que no puede valerse, el problema somos los que estamos a su alrededor.
Los temas relacionados con la muerte asistida, provocada ó permitida por omisión voluntaria médica deben ser discutidos no solo por la ciencia y la ley, sino también por los millones de personas sujetos a la aplicación de ambas. Aquí es donde el debate pone en evidencia las grandes diferencias que existen entre lo legal y lo moral, aún cuándo el hombre, por medio de las leyes promulgadas por él, en un afán por darle moralidad a la sociedad en su conjunto, le da a la persona en lo individual una gran libertad legal para actuar de manera indecorosa. Por otra parte, en la ciencia no pueden descansar las decisiones como la del caso Schiavo, ya que la experiencia nos ha demostrado que cada descubrimiento puede echar abajo todas las afirmaciones precedentes.
Entonces el debate se da entre la justicia humana y las creencias de cada persona, que por lo general estarán regidas por alguna religión, secta, tribu ó grupo de gente. Imagínese en el futuro, en los casos en que la aplicación de la ley no afecte a terceros, ¿podríamos pensar que la ley pueda tratar a cada persona de acuerdo a sus creencias? ¿podría la religión ser tan precisa como para constituirse en argumento legal cuando así lo defina por anticipado para cualquier caso la persona? Sé que suena a locura, pero piense usted cuantos actos legales-inmorales podríamos evitar si al llegar a la mayoría de edad tuviéramos la opción de decidir si determinadas creencias puedan tener un peso legal de manera unilateral en los juicios en que estemos involucrados, ó cuando estemos impedidos para tomar una decisión. 8444104775@prodigy.net.mx

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