Sembrando Estrellas

Publicado el 05 de Mayo de 2006 en El Diario de Coahuila

Me toco sentarme en la parte alta de las tribunas, pocas filas adelante de un grupo de jóvenes al que se le notaba la intención de pasar un rato divertido. Busque con la mirada otros lugares con el pretexto de mejorar la visibilidad, aunque sabía que lo que quería en realidad era guardar un poco más de distancia con los estudiantes que seguramente sacarían en unos momentos más toda la jerga que acompaña a los adolescentes cuando al juntarse parecen perder la individualidad para convertirse en masa anónima. No es que uno se asuste con el léxico ó el comportamiento de los demás, de hecho no difiere mucho de lo que usa uno con sus amistades, es solo que además de ser un evento deportivo era una ocasión para compartir con la familia.

Se trataba de la inauguración de Los Juegos Nacionales del Centenario Lasallista en México, la cual se llevo a acabo en el campo “Jorge Castro Medina” la noche del miércoles pasado en las instalaciones deportivas de la U A de C. Las gradas estaban repletas y desde un principio pensé que escucharía y aprendería junto con mi esposa dos o tres nuevas palabras no registradas en el diccionario de la lengua española.

Empezó el evento con el desfile de cada delegación por el ovalo olímpico para llegar a ocupar las tribunas del segmento oriente del estadio mientras los que no éramos parte de los conjuntos deportivos estábamos en el lado poniente. Uno a uno pasaron los representativos de distintos colegios y en el marco de una competencia nacional debemos decir que representan también a una ciudad ó zona del país. Hasta ese momento todo fue bien con nuestros vecinos de butaca, quienes dieron rienda suelta a sus ímpetus de juventud sin ofender a participantes ni a espectadores.

Después vinieron los honores a la bandera y todo el protocolo cívico que acompaña a este tipo de eventos, ahí fue donde toda mi percepción cambió. Los honores que se hicieron fue el saludo a la bandera, los himnos nacional y coahuilense, el juramento a la bandera, la despedida de la bandera, además de otros actos no oficiales como los himnos Lasallistas, la vuelta de la bandera olímpica, la toma de protesta a los deportistas sin faltar la declaración de inauguración. La percepción que cambió en mí fue la que nos hemos formado los adultos acerca del futuro de este país y este mundo; al ver la pasión con que los jóvenes entonan los cánticos que los representan ya sea en lo patriótico como en lo académico ó lo religioso, al ver el orgullo y dignidad que despiertan en ellos las distintas banderas, al escuchar la claridad con la que recitan una promesa a sus símbolos patrios, al comprobar que la juventud no está peleada con la solemnidad y que la alegría puede convivir con el respeto me di cuenta que nuestros hijos tendrán la posibilidad de gozar ese futuro que tanto anhelamos para ellos, un porvenir que está siendo conquistado por ellos, no por nosotros.

No es que antes no existiera el tipo de personas que vi en esos muchachos, es que antes eran (quisiera decir éramos) pocos y se perdían entre la realidad de la indiferencia de la juventud ante la identidad nacional, regional, académica ó religiosa que terminó en muchos casos por mermar en la propia identidad, lo que no puede resarcirse en toda un vida.

“Sembrando estrellas” dice uno de los cantos Lasallistas que con tanto entusiasmo cantaron esa noche, ellos saben que se cosecha lo que se siembra, así que podemos estar seguros que está juventud y la que viene detrás cosecharán un universo de posibilidades ya que están sembrando con sus buenas actitudes un cielo lleno de buenas oportunidades.
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