Caliente, la culpa es de todos

Publicado el 08 de Junio de 2007 (El Diario de Coahuila, El Heraldo de Saltillo)

Algo diferente a lo que la mayoría de las personas piensan, es que los problemas que en materia de seguridad pública enfrenta nuestro país son solo producto del narcotráfico. El tráfico de estupefacientes es uno de los negocios que opera la delincuencia organizada, pero además, las redes de lavado de dinero cubren también otro tipo de actividades como la prostitución, la piratería, las apuestas, el contrabando, la pornografía infantil e incluso el tráfico de órganos y seres humanos.

La sicosis que empezamos a padecer hoy en nuestras ciudades a raíz de los hechos que han rebasado a las amenazas que se escuchaban de tiempo atrás, es la misma que vivieron grandes ciudades en la cuna del capitalismo como Chicago y Nueva York durante largos años del siglo pasado. Después, el campo de batalla se trasladaría a una pequeña ciudad en medio del desierto: Las Vegas.

La respuesta a nuestra pregunta de porqué nos han venido a robar la tranquilidad no está en un malogrado presidente cuya administración otorgo los permisos para operar giros identificados con la delincuencia organizada; tampoco la culpa debe recaer en una administración estatal que todo lo que puede hacer es reaccionar a los hechos con lo que judicialmente es de su competencia y operativamente puede lograr; obviamente, no podemos señalar a la policía preventiva ni a los grupos de seguridad privada como responsables de tan lamentables hechos.

La verdad la encontramos al entender que la dinámica económica que nuestro país y nuestra ciudad han alcanzado, nos hace campo fértil para que florezcan toda clase de operaciones relacionadas con giros oscuros que antes ignorábamos, no porque no existieran, si no porque el mercado potencial no era importante y los sicarios tenían su atención en dónde si tuvieran una demanda y un lugar suficientemente ruidoso para pasar desapercibidos. Aunado al crecimiento, llegaron a nuestras ciudades miles de personas que con solo abrir la cartera nos despojaron de todo el conservadurismo que tan buen blindaje nos brindo durante mucho tiempo. Fuimos testigos de cómo personas de cualquier condición económica y social sucumbieron ante la seductora idea de conseguir dinero fácil con el cómodo argumento de que si no eran ellos, alguien más lo haría. Hoy que vivimos en la realidad de una plaza suficientemente atractiva como para que los cárteles se maten entre si en la búsqueda de controlar los sucios negocios que se disputan, miles de saltillenses deben estar preocupados por la seguridad de algún conocido, amigo ó familiar que ha pasado por alto la gravedad de prestar sus negocios ó cuentas bancarias para lavar el dinero que les encargan, lavando también su conciencia con explicaciones que ni ellos mismos se creen.

Para nadie es un secreto, cada uno de nosotros, en nuestro campo, sabemos ó sospechamos de casos en los que no cuadra el sueldo de nuestro compañero para el tren de vida que lleva, en dónde sabemos que algún negocio no puede ser rentable con los consumos y los márgenes que maneja, en donde una persona que nunca puede explicar a que se dedica sea tan boyante, en donde es motivo de orgullo decir que se ha sentado a la mesa con el personaje que tiene a tanta gente comiendo de su mano.

Así que, el gasto del gobierno no va solucionar el problema, la única solución la tiene la sociedad en cada individuo, en cada familia,; debemos hacer el compromiso de evitar que en nuestros círculos se caiga en las prácticas de consumo, tráfico ó lavado de dinero que son las bases sobre las que opera la delincuencia organizada. Sin mercado y sin ayuda, simplemente se marcharan.

No trate de buscar culpables de lo que nos pasa muy arriba, simplemente voltee a su alrededor y reconocerá a mucha gente que propicio el asentamiento de las mafias en nuestra ciudad.
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