Plaza Sendero: Orgullo y Decepción

Publicado el 10 de Noviembre de 2007

En este espacio he sido insistente afirmando que existe una única vía que como mexicanos, coahuilenses y saltillenses tenemos para desarrollar nuestro potencial económico ante otras ciudades, estados ó países según sea el caso: La multiplicación de la inversión privada local.

Vislumbro la clave del verdadero crecimiento sólo de esa forma (ser los dueños de la maquiladora en lugar de la mano de obra; ser quienes ponemos cadenas de comercios y no quienes estamos detrás de los mostradores; ser los que construimos los edificios y no quienes rematan los terrenos heredados ó ejidales; ser los creadores de las marcas, no solo consumidores); desde esa óptica, no pude sino sentir algo de satisfacción al observar desde un semáforo los anuncios de las tiendas ancla que ofertan en recientemente inaugurada plaza comercial situada al nororiente de la ciudad: Marcas nacionales que han encontrado la fórmula para crecer y hacerse de un importante lugar dentro de un complicado mundo de los negocios totalmente globalizado, realidad internacional que literalmente pone a competir al vendedor de semillas con las empresas comerciales más grandes del orbe. Ser regionalista no es pecado, así que me dio gusto notar que a excepción de una de las empresas mexicanas que había identificado, todas las demás son originarias del noreste del país, y mejor aún, después me di cuenta de que los dos espacios más importantes eran ocupados por compañías que nacieron en Coahuila.

Y como toda historia, esta también tendría que tener un pero... El orgullo que como mexicano y coahuilense experimenté al ver por primera vez el caso de un centro comercial dominado por marcas nacionales y de mi estado, cedió a la pena que como empresario sentí al advertir que entre las principales inversiones no había ninguna de capital saltillense; Por supuesto, en los locales interiores existen ejemplos de tenaces saltillenses que luchan por hacer prosperar sus negocios, pero que aún no alcanzan el nivel de las tiendas ancla. Intenté entonces escudarme en los pretextos que a través de los años hemos esgrimido: Es que tenemos en Monterrey a la segunda plaza de distribución nacional a escasos 80 kilómetros, es que estamos a tres horas de la frontera, es que somos una ciudad chica, es que el mercado de Saltillo es muy complicado, y tantos etcéteras que lo único que explican es una pobre cultura empresarial que venimos padeciendo desde hace años.

La innegable vocación industrial que nuestra región tiene hoy en día, ha escondido el fracaso que el comercio local sufre al conformarse con pocos casos de empresarios que han permanecido exitosamente atendiendo al mercado de la zona ante el saludable embate de las firmas que vienen de cualquier parte del mundo; y si nos extendemos analizando cuantas empresas locales han logrado expandirse más allá de nuestra zona conurbana nos encontraremos con auténticos garbanzos de a libra.

El estilo conservador que etiquetó a nuestra ciudad durante tantos años para todos los ámbitos, parece permanecer solo en la clase empresarial que se nota adormecida y sin esa comezón que es característica de aquellos que entienden que ser empresario no es llevar una vida llena de comodidades y escasas responsabilidades, ser empresario es más bien tener ese sentido social y humanitario de comprometer recursos y capacidades propios en una dinámica de multiplicación para beneficio de más personas, incluyéndose claro está, el inversionista.
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