Yo soy Roberto Madrazo

Publicado el 12 de Octubre de 2007

Por nada del mundo me atrevería a ser el abogado del diablo en el sonado caso del maratón en que participo del ex candidato presidencial el último día del mes pasado en algún lugar de Alemania, pero si somos sinceros, encontraremos en nuestras propias acciones un claro reflejo de ese Roberto que todos llevamos dentro.


Desaparecer la virtud que indudablemente tiene la capacidad atlética del ex gobernador de Tabasco por la forma en que actúo en el citado certamen, es muy parecido a la manera en que en la vida diaria echamos a perder nuestros más valiosos valores por esos síntomas que presentamos los individuos dentro de la sociedad moderna: El inmediatismo y la necesidad de alcanzar los resultados independientemente del mérito.


Así es como nos parece normal mentir al taquillero del circo cuando nos pregunta por la edad de nuestros hijos, decidimos quitarles años a cambio de evitar el desembolso de unos pesos más y disfrutamos la función sintiéndonos pavoreal identificados con esa estampa predeterminada de los padres que cumplen con esa parte de la formación que es el esparcimiento. Comportamiento similar es cuando, como empresarios, decidimos provocar ó consentir la declaración de quiebra en un negocio cobijados en aquella cultura del dueño rico, negocio pobre. Caemos también en el síndrome Madrazo al quitarle un pelo al gato cuando aprovechamos los recursos materiales de nuestros centros de trabajo y nos llevamos a casa clips, plumas, hojas y hasta el papel sanitario. Es clásica la postura de golpe de pecho que acatamos dentro de nuestros templos, para luego salir y practicar de la doctrina religiosa solo aquello que nos es cómodo, siempre bajo el infalible argumento de que mientras no hagamos daño a nadie estaremos bien con el Dios en que creemos, obviando los agravios que cometemos por omisión. Como médicos, abogados ó arquitectos, condenamos reformas hacendarías cuyo fin es combatir la evasión fiscal porque cuando juramos honrar nuestra profesión nos referíamos al aspecto humano en el mejor de los casos, ni por error pensábamos en ser congruentes con las obligaciones fiscales, para eso nos matamos estudiando, que caray. ¿Cómo pasar por alto en este punto a las almas caritativas?, esas que siempre están dispuestas a socorrer a los desprotegidos.... Siempre que exista un recibo deducible de impuestos y una cámara que capte el momento de entregar los donativos. Por supuesto, también fallamos como comunicadores cuando nos sujetamos a un libreto dictado por los propios intereses más que por una misión informativa que sea la crónica de lo acontece en nuestro entorno.


Nos equivocamos pues, cuando afirmamos que la lección del triste caso de Roberto Madrazo en tierras germanas sea el habernos librado de que el personaje en cuestión hubiese llegado a ser Presidente de la república; la verdadera lección del hecho será reconocer en Roberto Madrazo esa condición humana que nos lleva en ocasiones por engañosas rutas hacía nuestras metas, dándole más importancia a la recompensa que al esfuerzo, haciendo las cosas en función de una imagen ante los demás en lugar de hacerlo por alcanzar esa necesidad que Maslow ponía en la punta de su pirámide: La autorrealización. Aquel hombre que apelaba a la individualidad al retar que alguien de la muchedumbre arrojara la primer piedra, en otra ocasión pedía que se juzgarán los actos, no a las personas. Si tomamos en cuenta esas palabras al evaluar los actos de Madrazo, terminaremos juzgándonos a nosotros mismos, y finalmente, si hacemos un examen honesto, aceptaremos tristemente que algún aspecto de nuestra vida, somos como lo fue Roberto Madrazo. 8444104775@prodigy

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